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En la luna de Babel

~ Blog sobre lenguas y traducción

En la luna de Babel

Publicaciones de la categoría: Cuestiones laborales

Ojalá me hubieran contado que… (II)

27 miércoles Mar 2019

Posted by enlalunadebabel in Aprendizaje, Cuestiones laborales, Vida traductoril

≈ 1 comentario

Etiquetas

cómo ser traductor autónomo, dudas del traductor principiante, empezar a traducir, quiero ser traductor, traducir y no morir en el intento, traductor novato, traductor principiante

En el artículo anterior vimos algunas opiniones y hoy volvemos a la carga. Treinta compañeros más nos hablan de lo que les hubiera gustado que les contaran antes de lanzarse a la piscina. ¿Nos acompañas?

26. «Que hay que moverse, seguir formándote, aprender a manejar todo lo bien que puedas tu ordenador y programas del día a día, tener contacto con compañeros y con el mundo en general… y también saber decir que no». Autónoma, más de 20 años

27. «Que hay que ser autónomo sí o sí y por tanto buscarse los clientes uno mismo. Que por mucho que escribamos a agencias de traducción y demás clientes potenciales, los encargos te los pasarán los compañeros porque las agencias ni contestan. También me gustaría que alguien me hubiera explicado cómo conseguir que un compañero más experimentado (uno de la carrera no, porque está igual que yo) me pase trabajo: por mucho que yo siga a Scheherezade Surià o a Xosé Castro por Twitter, o hable media hora con Blanca Rodríguez durante un congreso de traducción, no van a pensar en mí cuando les llegue un encargo que tengan que pasar». Autónomo, 1-5 años

28. «Me gustaría que me hubieran contado un poco sobre el mundo laboral puesto que en la universidad uno no tiene nada de contacto con el mundo real de la traducción: agencias, particulares, cómo abrirte camino… Además, me gustaría que me hubieran contado algo más sobre la vida del traductor autónomo y sobre la necesidad de apoyarse en otros traductores en determinadas ocasiones para poder sacar el trabajo adelante: revisores, traductores subcontratados. Por último, otra cosa que eché en falta y que he aprendido con el trabajo diario es que me hubieran instruido un poco más sobre las distintas herramientas de TAO que existen y qué diferencias hay entre ellas (cuáles suelen exigir las empresas…)». Autónoma, 1-5 años

29. «Que se tardan muchos años en conseguir una clientela estable y que no se puede olvidar que un cliente se pierde en un abrir y cerrar de ojos». Autónoma, 11-15 años

30. «La falta de respeto generalizada hacia nuestra profesión, tanto por parte de los clientes directos como (especialmente) por parte de las agencias, que muchas veces nos toman por el pito del sereno. 😛 Como resultado de lo anterior, lo duro que es a veces conseguir clientes que no nos tomen el pelo. Pero ojo: no la cambiaría por nada. ;-)». Autónoma, más de 20 años

31. «Que era importante especializarse y que para ser autónomo hay que luchar a diario y no dar nada por sentado pues las cosas cambian constantemente. Hoy puedes tener el mejor cliente y mañana ese cliente desaparece por diversas circunstancias que están fuera de tu control. No debes aferrarte, debes ser flexible y no dejar nunca de buscar clientes y de mejorar en todos los aspectos de tu negocio. ¡Hubiera estado bien que me enseñaran a ser una verdadera empresaria!». Autónoma, 11-15 años

32. «Quiero contar cosas útiles y positivas que creo que también deben saber los nuevos traductores. Son unas cuantas…

A modo de resumen, me hubiera gustado saber antes que debes aspirar a dominar el idioma de destino; que tienes que seguir formándote siempre; que adaptarse no es rendirse; que siempre queda capacidad de mejora tanto en la práctica de tu oficio como en tus condiciones de trabajo y en tus tarifas; que se trabaja mucho, pero también es un esfuerzo apasionante y nunca dejas de aprender y desaprender. Y por último, pero no menos importante (yo lo descubrí muy tarde): es muy importante y beneficioso asociarse, colaborar con tus compañeros y aprender de ellos». Autónoma, 16-20 años

33. «Que no era necesario estudiar traducción por 5 años para poder traducir. Aprendí mucho de lo que sé fuera de la Universidad. Me gustaría que en las conferencias y talleres no solo cuenten casos de éxito sino también el tiempo que toma establecerse para vivir de esto. Me hubiese gustado estudiar otra carrera y luego haberme especializado en traducción (como maestría). Al menos en mi país no hay cursos especializados de traducción, siempre enseñan lo mismo. Me da bronca ver cuántos se gradúan y no trabajan en la carrera por las pocas oportunidades que hay. Hay traductores exitosos sí, explotando otros traductores o asociados corruptamente con el estado… Los que conocemos el campo sabemos quiénes son, pero nadie hace nada para pararlo. Ahora me va muy bien, tengo mucha carga de trabajo aunque me encantaría poder cobrar más para poder tener más tiempo». Autónoma, 1-5 años

34. «Soy autónoma actualmente, pero he trabajado en plantilla (la temporada más larga, durante 14 años como traductora, revisora y responsable de control de calidad). Llevo más de 30 años traduciendo.

La verdad es que dudo que nadie (sin una bola de cristal) me hubiera podido contar todo lo que pasaría en el mundo de la traducción cuando en 1987 empecé a traducir para editoriales. Estudiaba filología inglesa pero no quería dar clases. Traducíamos con máquina de escribir y la editorial te daba las hojas de papel pautadas con el número de líneas y caracteres por página.
Más adelante (ya a principios de los noventa), cuando trabajé en empresas satélite que traducían para IBM, el traductor se desplazaba a EE.UU., con todos los gastos a cargo del cliente, para el testing de los programas traducidos (así pasé dos meses en un hotel en Boca Ratón, Florida, para un trabajo que ahora se hace remotamente). Tengo una foto de 1994, yo embarazadísima de mi hijo y traduciendo con un ordenador Macintosh Classic, como autónoma entonces.

A finales de los noventa, en la empresa de traducciones donde estaba entonces, nos conectábamos a la base de datos de lo que eran los inicios de IATE una vez al día, para consultar de golpe toda la lista de términos que no habíamos encontrado en los diccionarios de papel. Eran los inicios del módem. Las traducciones de los freelance nos llegaban en un disquete (ellos mismos las traían o se enviaban por mensajero).

Después de 14 años seguidos en plantilla en otra empresa de traducción me harté finalmente y volví al mundo autónomo. Ahora trabajo para varias empresas de traducción y editoriales y para algún cliente directo. Recibo mensajes desde una punta del mundo a las 6 de la mañana para enviar la traducción el mismo día a última hora a la punta opuesta del mundo. Trabajo con herramientas TAO, memorias de traducción e incluso ofrezco MTPE. Para mí, la cuestión no es lo que sepas antes de empezar, sino cómo te adaptas a los cambios que van surgiendo». Autónoma, más de 20 años

35. «- Que las empresas no siempre buscan al que lo haga mejor, sino al que lo haga más rápido o más barato, pero que eso no quiere decir que tengas que cambiar tus tarifas o tu forma de trabajar.
– Que es bueno preguntar y reconocer las dudas. Mejor, de hecho, que equivocarse por no preguntar.
– Que es mejor hablar de tarifas con una empresa antes de perder el tiempo haciendo pruebas que a lo mejor no llevan a nada.
– Que si te das de alta como autónomo, aunque solo sea para facturar un mes, y luego te das de baja, pierdes el derecho a la cuota reducida de 50 €.
– Que nadie quiere trabajar con alguien que pone problemas a todo. Si algo es importante y crees que debes decirlo, hazlo siempre de buenas maneras. Si no es importante, es mejor dejarlo correr.
– Que hay que trabajar mucho, y a menudo, durante los fines de semana.
– Que está bien aceptar proyectos ligeramente por encima de nuestras capacidades, para ponernos retos y crecer profesionalmente. El «ligeramente» es importante, porque si aceptas un encargo que te desborde, el resultado puede ser contraproducente.
– Que nunca deberías hacer una traducción inversa, por mucho que te insista un cliente, a menos que cuentes con un revisor nativo. Si lo haces y el resultado no es bueno, te perjudicará.
– Que en la traducción también existe el karma, y la crítica negativa siempre vuelve. Es mucho mejor hacer crítica positiva y constructiva». Autónomo, 1-5 años

36. «Me encantaría que me hubieran explicado correctamente los aspectos administrativos (hacer facturas, declaraciones trimestrales, ejemplo de mail a posible cliente…) durante la carrera, aunque fuera en un sencillo taller, porque, al menos en la mía, nunca se mencionó. También habría estado bien que nos hubieran hablado de las páginas o portales de empleo específicos de traducción (ProZ, Aquarius, Translators Cafe…) no son nada difíciles de encontrar, pero que te suenen antes de terminar es un paso más.

También me gustaría haber sabido cómo las agencias asignan traducciones que puedes perder en cuestión de segundos, si tardas un minuto más en responder que otro traductor, porque a ellos les es indiferente. En general, aspectos prácticos sobre el mundo laboral, porque todos pasamos por ello, pero en mi Universidad, al menos, ni se mencionó. Y ni hablemos de tarifas, sé que es ilegal establecerlas pero decir un simple rango o que un profesor comente lo que él/ella cobra como orientación (algo que sí hicieron —unos pocos— en mi Máster de TAV, y menos mal), creo que es muy útil. Principalmente, conocimientos prácticos del mundo laboral de esta profesión». Autónoma, 1-5 años

37. «Que es un oficio que está evolucionando muy rápido hacia la traducción automática, lo que probablemente hará redundantes muchos puestos de trabajo. La evolución se deja entrever ya, con Google translate y otras máquinas en desarrollo, la traducción neural, etc. Quizá en lo sucesivo lo más importante, además de un buen dominio de la lengua materna y las lenguas de traducción, serán el control y la gestión de las memorias de traducción. Pudiera dejar al traductor relegado a una tarea de corrección de los errores de la máquina, que seguiría «aprendiendo» con lo que podría llegar a ser perfecta.

Nada de esto vale en cambio para la traducción literaria, que es otro mundo. Lo mismo se aplica a combinaciones rarísimas, para las que la máquina no se haya desarrollado tanto». En plantilla, más de 20 años

38. «Me gustaría que me hubieran contado cómo escribir esos correos que tienes que enviar a las posibles agencias o clientes. Nunca encuentro la manera justa de dar con la frase correcta. No sé si ser demasiado formal, si mostrar las tarifas desde el principio o qué hacer. Vaya, siempre te dicen que hay que buscar clientes por correo pero nunca cómo dirigirnos a ellos». Autónoma, 1-5 años

39. «Me hubiese gustado saber que al principio convenía esforzarme por averiguar y entender cómo funcionan las agencias de traducción y cómo se debe establecer un precio justo por el servicio. Lamentablemente, límites en la divulgación de este tema en foros profesionales, sumado a la falta de instrucción acerca de este tema en escuelas de traducción, generalmente lleva a los jóvenes traductores a convertirse en presa de agencias depredadoras que no valoran el trabajo de los profesionales. También me hubiese gustado descubrir un poquito antes lo valioso que es especializarse, en lugar de aceptar todo tipo de traducciones». Autónoma, 16-20 años

40. «Me habría encantado que me contasen que tengo que empezar a moverme desde que estoy en la carrera con presencia en redes, haciendo contactos profesionales o siendo miembro de asociaciones profesionales. Que alguien me hubiera hablado de opciones de voluntariado como Translators Without Borders o los voluntariados en línea de la ONU. Considero que están muy bien para empezar, ser capaz de acostumbrarte a fechas de entrega, volúmenes altos de palabras, varios proyectos a la vez, etc. También me hubiera gustado no tener profesores que me dijeran que NO se puede vivir de la traducción y muchísimo menos de la interpretación, que no íbamos a llegar nunca a ser intérpretes o cosas así. Tampoco me hubiera gustado encontrarme con docentes que me dijeran que cobrar una económica a 11 céntimos la palabra era de locos, que había puesto un precio excesivamente caro y que nadie me iba a pagar eso. Me hubiera gustado haber tenido acceso a más charlas y talleres por parte de profesionales, con precios razonables para estudiantes (que en muchos casos no tenemos ningún ingreso salvo con lo que nos ayudan nuestros padres) y que nos acercasen la realidad de la traducción y la interpretación de la mano de personas que están trabajando en el sector, viven la realidad del día a día y conocen bien cómo funciona». Autónomo, 1-5 años

41. «Lo que más, lo que más, lo que más… Que alguien me hubiera abierto los ojos mucho antes para decirme que se trabaja y vive mucho mejor como autónoma que como asalariada. En fin, supongo que las cosas suceden cuando tienen que suceder, pero me da cierta rabia haber tardado tantos años en establecerme por mi cuenta y haber perdido (en parte) el tiempo sacando adelante el negocio de otro a cambio de una remuneración muy discutible y unas posibilidades de promoción casi nulas. De todo se aprende, no obstante, y entiendo que aquel arduo camino por cuenta ajena fue el que me trajo hasta aquí… ¡y aquí me quedo!». Autónomo, 11-15 años

42. «Lo importante que es hablar con el cliente sobre el texto: qué es, para qué lo quiere, pues eso será determinante en el proceso de traducción. Y junto con eso, que el cliente esté dispuesto a profundizar en su explicación, y a responder otras preguntas que puedan surgir mientras se hace la traducción». Autónoma, más de 20 años

43. «Que ser traductor autónomo es el mejor trabajo del mundo. Tienes tus propios horarios, puedes decir que no a las traducciones que no te gustan, tú eres tu propio jefe. Anteriormente he trabajado como traductor en plantilla y la diferencia es impresionante. También he trabajado en otros sectores y sé de lo que hablo». Autónomo, más de 20 años

44. «Las tarifas mínimas para que sea una profesión rentable y que las tarifas tienen que permitirte tener un plan de pensiones, ahorro, previsión, buena cobertura social, etc.». autónomo, 11-15 años

45. «Me gustaría que me hubieran contado, por ejemplo, el abismo que existe entre la calidad de recién licenciada (a pesar de las matrículas de honor) a lo que se pide en el mercado. Me habría sido más fácil. Saber que ese aprendizaje era normal y necesario. Además, esto de no parar nunca de aprender es estupendo». Autónoma, 11-15 años

46. «No meter tanto miedo con ser autónomo, pero habernos explicado nociones básicas de las obligaciones que tenemos con Hacienda. También recalcar la importancia del gestor». Autónoma, 1- 5 años

47. «La longitud “máxima” que puede tener una prueba de traducción, cuándo empieza a ser sospechosa una prueba demasiado larga…». Autónoma, 1- 5 años

48. «Cómo defender y argumentar decisiones de traducción y a aceptar críticas también. Hacer correcciones para ver cómo se puede aprender de ellas. Y, sobre todo, que nadie te dice la parte comercial que hay que hacer, nadie te forma, ni te da recursos. Y eso es fundamental». Autónomo, 6-10 años

49. «Que está prohibido hacer descuentos, pues se malacostumbran los clientes. Aunque se tratara de uno de los primeros encargos de nuestra vida, todas esas horas de esfuerzo deben ser recompensadas plenamente. La única excepción es que fuera un encargo para una ONG, allí sí podría considerar incluso no cobrar». Autónomo, 1-5 años

50. «Que esta es la profesión más bonita del mundo, así habría comenzado antes». Autónomo, 11-15 años

51. «Que no me bajara los pantalones. Me explico: hay que practicar tarifas altas lo más pronto posible. ¡Desde que he subido mis tarifas, tengo más clientes! Tiene su lógica: ofrecer precios atractivos también deja pensar que uno tiene poco trabajo y no es tan bueno como los demás…». Autónomo, 6-10 años

52. «Me habría gustado que no me hubieran hecho creer que podría trabajar desde donde quisiera y con el horario que quisiera. En la práctica, y a menos que tengas la suerte de trabajar siempre con encargos muy grandes y plazos generosos, te toca «sincronizarte» en cierto modo con el horario de tus clientes». Autónoma, 6-10 años

53. «Que no son imprescindibles las redes sociales, que cada vez que una empresa cambia de Project Manager cabe la posibilidad de que tarden un tiempo en volver a mandarte trabajo». Autónoma, 1-5 años

54. «Que hay que comenzar a formarse en una especialidad incluso antes de terminar la carrera, porque esas especialidades son las que te salvan la vida y te ayudan a conseguir un buen trabajo (por lo menos, ese es mi caso a día de hoy). Además, también me habría gustado que me dijeran que, aunque te contraten para una rama de la traducción específica, muchas veces acabas traduciendo otro tipo de documentos que no tienen nada que ver con ella… Y que tener un tercer idioma, por mucho que insistan con que es imprescindible, muchas veces no se pone en práctica tanto como para compensar el esfuerzo realizado en aprenderlo para tener «más salidas»». Autónoma, 1-5 años

55. «Que sí hay trabajo, pero que tienes que ser constante y perseverante. Tener mucha paciencia y saber que es un trabajo de fondo y que parte de tu trabajo es buscar trabajo». Autónomo, 1-5 años

¿Qué te han parecido? ¿Ejerces de traductor y quieres matizar algo o aportar tu opinión? ¿Eres estudiante y tienes alguna duda? ¡Te espero en los comentarios!

Ojalá me hubieran contado que…

20 miércoles Mar 2019

Posted by enlalunadebabel in Aprendizaje, Cuestiones laborales, Vida traductoril

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aprender a traducir, cómo ser traductor autónomo, cómo traducir profesionalmente, dudas del traductor principiante, realidad traductoril

Decía hace un tiempo que a traducir aprendemos traduciendo y equivocándonos. El tiempo nos curte como persona y, evidentemente, también como profesionales. Por eso, hace un tiempo lancé esta pregunta «¿Qué te gustaría que te hubieran contado de esta profesión antes de empezar a ejercerla?».

Hasta la fecha, 120 personas de perfiles muy diversos (autónomos y en agencia, traductores audiovisuales y editoriales, transcreadores, correctores…) la han contestado y hoy os presento aquí algunas de estas respuestas. Dejo abierta la encuesta por si aún os queréis animar y seguiremos con más aportes en la próxima entrada.

Las respuestas no siguen ningún orden en concreto, van numeradas por si queréis hablar de ellas en los comentarios y las negritas son mías. Como veréis, hay muchas de cal y otras tantas de arena. (Ya que estamos, ¿cuál se supone que es la buena, la cal o la arena?) Esta entrada está pensada para debatir y dialogar sobre la profesión, que considero muy enriquecedor, así que no os cortéis. Y, de nuevo, gracias de corazón a todos los que habéis participado.

Empezamos…

  1. «Puff, tantas cosas. Me hubiese gustado saber que no pasa por preguntar al PM, que por muchas dudas que les plantees (dudas razonables, claro) no va a pensar que eres un mal traductor. Es mejor preguntar que entregar una chapuza. Eso sí, no mandes correos cada cinco minuto. Si tienes muchas dudas, intenta condensarlas en un solo email». Autónoma, 1-5 años
  1. «Que es mejor llegar a la carrera de Traducción ya curtida. Que es ideal como segunda carrera o después de haber trabajado unos años. Que hace falta una madurez que pocas veces se tiene a los 18». Autónoma, 16-20 años
  1. «Que otros traductores no te van a ayudar con nada al principio porque te ven como un peligro». Autónomo, 6-10 años
  1. «Lo que hay que hacer cuando tu cliente (particular, agencia, editorial…) no te paga dentro del plazo establecido y qué hacer de cara a tu cliente si te pones enfermo y no puedes trabajar». Autónoma, 1-5 años
  1. «Me hubiera gustado que me informaran mejor sobre las tarifas, las gestiones para hacerse autónomo, las salidas laborales (por ejemplo, no tenía ni idea de que podía ser gestor de proyectos) y las asociaciones que hay y sus funciones dentro del sector». Autónomo, 1-5 años
  1. «¡Muchas cosas! Cómo preparar un buen CV como traductora, cómo buscar clientes directos y sobre todo no desanimarse como profesional en este sector. Muchos profesores nos lo vendían como algo imposible y con mucha competencia». Autónoma, 6-10 años
  1. «Cómo preparar presupuestos. Que existe un mundo laboral para la traducción mucho más interesante y vasto que el de la traducción pública. Tecnología aplicada a la traducción. ¡En la facultad no vimos nada de nada sobre tecnología y ahora solo ven Omega3! Diversificación y especialización. Que se puede vivir de la traducción y muy bien. Los profesores en la facultad solo repetían: “Todos quieren estudiar el traductorado pero después terminan siendo profesores porque no encuentran trabajo de traducción”». Autónoma, 11-15 años
  1. «Elaboración de un CV y proceso de búsqueda de empleo; fiscalidad para autónomos (desde cero, o sea, en qué consiste ser autónomo y qué implica, trámites…); tarifas… Quizás mi respuesta sea muy general, pero creo que refleja que no tenía ni idea de cómo empezar en esto cuando terminé la licenciatura». Autónoma, 6-10 años
  1. «Las relaciones interpersonales (con los clientes y con los compañeros de profesión) son tan importantes como labrarse un buen currículum. A veces, incluso más». Autónomo, 11-15 años
  1. «Cómo defender y argumentar decisiones de traducción y a aceptar críticas también. Hacer correcciones para ver cómo se puede aprender de ellas. Y, sobre todo, que nadie te dice la parte comercial que hay que hacer, nadie te forma, ni te da recursos. Y eso es fundamental». Autónomo, 6-11 años

  1. Temas de fiscalidad: cómo darse de alta de autónomo, cuándo es necesario que me dé de alta, qué categoría profesional me toca si estoy en plantilla, qué herramientas tengo que saber usar, cómo es el trabajo en plantilla y cómo es siendo autónomo, cómo negociar tarifas/sueldo». En plantilla, 1-5 años
  1. «Tuve la suerte de licenciarme en la época dorada de los blogs y las conferencias de traducción: en aquel momento había muchísimo intercambio de ideas y un montón de información útil, así que me ha costado encontrar algo para lo que no estuviera demasiado preparada mentalmente. Aunque a veces escuchar las experiencias de otros no baste para evitar cometer sus mismos errores, sí que te puede ayudar muchísimo a tenerlos presentes y huir de ellos más pronto que tarde. Además, he sufrido pocos de los problemas a los que se enfrenta la mayoría de la gente al empezar, que suelen ser bastantes, por desgracia. Algo de lo que creo que durante mucho tiempo no hablamos lo suficiente es de la necesidad de bajar un poco el ritmo cuando ya llevas unos años en esto o, mejor dicho, de no forzarnos a estar siempre en activísimo solo por el miedo a perder el impulso. Creo que es muy sano darse un respiro de vez en cuando, y no hablo de disfrutar merecidamente de unas vacaciones, sino de encontrar una semana de paz sin mucho (o nada) de trabajo para analizar si estamos cómodos con nuestra situación laboral. Y no solo se trata de buscar clientes con la barriga llena, como se suele decir, sino de construirte una imagen más amplia de tu recorrido y de hacia dónde quieres (o puedes) ir. A veces nos atrapamos tanto a nosotros mismos en la rutina que podemos llegar a perder de vista por qué nos dedicamos a esto. Me gustaría haber oído más voces tranquilizadoras que contaran que no hay por qué tener miedo a cambiar si las cosas no son como esperabas: de clientes, de especialidad o de profesión, incluso. Los traductores tendemos a ser muy exigentes, y quizás a quienes más presionamos muchas veces es a nosotros mismos». Autónoma, 6-11 años
  1. «No quiero decir que haya tenido experiencias demasiado malas, pero me hubiera gustado saber que ser traductor no quiere decir que de entrada podés traducir un catálogo de partes de autos si no sabés nada del tema, que no es lo mismo trabajar para agencias que para clientes directos (ventajas y desventajas de cada caso y las consabidas TARIFAS) y aunque sea una orientación sobre dónde buscar información confiable sobre los temas que nos afectan a los traductores». Autónoma, 6-10 años
  1. «La contabilidad del autónomo especialmente. Pero también lo que tardan en pagarte las dichosas facturas… y lo que tienes que perseguir a los clientes para que lo hagan, como si estuvieses mendigando algo que debería darse por hecho. Se podría hacer un experimento con un traductor autónomo que nunca insiste en ningún pago y ver cuánto gana al año versus cuánto debería haber ganado. Yo apuesto que ni la mitad». Autónoma, 1-5 años
  1. «La realidad del sector, esencialmente. Está bien que en la carrera te metan tanta práctica, porque creo que de verdad te enseñan a traducir. Cuando empecé a hacerlo profesionalmente me di cuenta de que la universidad me había enseñado técnicas que de otro modo hubiera conseguido a fuerza de porrazos, pero una charla sobre realidad no hubiera estado mal. En mi caso ni siquiera sabía que era prácticamente imprescindible ser autónoma ni sabía nada sobre facturar. Tampoco sabía cómo ni por dónde empezar a buscar trabajo y a moverme por el mundillo. No sabía ni qué tarifas pedir (y ojo, entiendo que es una profesión libre y el hermetismo al respecto, pero lo más útil que me podrían haber dicho es «menos de X te están timando»). Recuerdo a profesores reírse cuando preguntábamos por tarifas y dejarnos sin respuesta y con cara de bobos. En el caso de editorial, me hubiera gustado que me hablaran de contratos, de tarifas, de cómo funciona una editorial. Pero sobre todo de los derechos de autor, qué son, cómo nos afectan, cómo podemos ejercerlos, qué implican». Autónomo, 6-10 años
  1. «Me habría gustado saber que se puede ser un buen traductor sin necesidad de la carrera de TeI, que a pesar de esto la formación continua es indispensable, que hay que tener la mente muy abierta porque es una profesión que cambia casi a diario, y que hace falta muchísima perseverancia para tener cierta estabilidad». Autónomo, 11-15 años

17.

«1) Guarda dinero en los tiempos buenos para cuando lleguen los malos
2) Hay veces que es mejor perder un cliente o un socio que perder la salud, la tranquilidad o la reputación
3) Aprende. Aprende siempre». Autónomo, más de 20 años

  1. «Que para poder vivir como una persona iba a tener que facturar el triple de lo que necesito porque la fiscalidad y Hacienda iban a ser mis peores enemigos». Autónomo, 6-10 años

  1. «Yo ya tenía experiencia previa montando empresas, así que sabía que no iba a ser nada fácil. Empezar desde cero sin que nadie te conozca es complicado y hay que echarle mucho valor, paciencia y cara para encontrar los primeros clientes. Las andaduras en solitario suelen ser muy difíciles y es necesario tener un «colchoncito» para poder ir tirando los primeros meses hasta poder abrir las alas y echar a volar. A lo largo de este tiempo, he encontrado muy buenos compañeros de profesión que no dudan en ayudarte siempre que tienen la oportunidad. Pero por desgracia, también he visto cómo clientes (agencias, clientes particulares e incluso compañeros) intentan abusar de tu tiempo y de tu esfuerzo (desprestigiando a veces tu trabajo) para obtener el máximo beneficio. Desafortunadamente, durante la carrera y el máster, los profesores te cuentan qué bonito es el mundo de la traducción, pero muy pocos conocen la realidad de la industria. Todo el mundo es muy optimista hasta que sale de la burbuja y se topa con el mundo real. Eso es lo que me hubiera gustado que me contasen: que hay cosas buenas y malas, cosas fáciles y difíciles, que hay que dar la cara, darse a conocer (y a valer) y que también lleva tiempo entrar y consolidarse en este mundillo en el que siempre tenemos cosas por aprender». Autónoma, 6-10 años
  1. «Me gustaría que, desde el primer momento, me hubieran dicho lo importante y lo útil que es formar parte de una asociación profesional». Autónomo, 6-10 años
  1. «1) Que cada agencia utiliza una terminología distinta para los mismos servicios y peticiones que te hacen; 2) Cómo darse de alta, hacer plantillas de facturas incorporando tarifas y estadísticas de CAT para distintos clientes y, en definitiva, llevar tu contabilidad de forma EFECTIVA; 3) Que a veces ocurren desastres y no es el fin del mundo, aunque te lo parezca en ese instante. No es ni el fin del mundo ni probablemente el de tu carrera profesional». Autónoma, 11-15 años
  1. «Echo de menos tener más conocimientos filológicos. Aunque he leído mucho por mi cuenta y soy consciente de que sé escribir bien, dejé de estudiar gramática y literatura en el bachillerato. Y lo noto mucho en ocasiones. También echo de menos no saber nada de latín ni de griego. Me estoy planteando muy seriamente estudiar una filología para colmar esas lagunas». Autónoma, más de 20 años
  1. «Aunque yo accedí directamente al segundo ciclo de la licenciatura de Traducción e Interpretación (año 2009) y quizá mi experiencia no sea comparable a la de aquellas personas que han hecho 4 o 5 años, lo que eché mucho de menos (aunque en ese momento quizá no fuera consciente) es que se tratara la visión más económica y empresarial de la traducción.En realidad es un mal de la mayoría de las carreras universitarias, por no decir de todas: no se llegan a aplicar los conocimientos teóricos a la realidad laboral. Me hubiera gustado que me hablaran de cómo está organizada la industria: cómo funciona una agencia de traducción, qué puestos existen, qué fases tiene la gestión de un proyecto, qué es un control de calidad, qué hay que tener en cuenta como autónomo a la hora de rentabilizar tu trabajo (productividad, plazos, impuestos, etc.), cómo hacer un plan de desarrollo como autónomo, cómo prospectar clientes, cómo elaborar un plan de marketing básico, qué documentación es necesaria para presentarte ante un cliente potencial…En resumen, nadie dice que las máximas de Grice no sean interesantes y que, por supuesto, la gramática, la pragmática y la semántica no sean imprescindibles para ser bueno en tu trabajo, pero para poder vivir de ello también te hace falta otra serie de habilidades que al final tienes que aprender sobre la marcha, una vez ya metido en harina… :-)». Autónoma, 6-10 años
  1. «Que 30 años después seguiría costando Dios y ayuda ganarse la vida con cierta dignidad traduciendo libros». Autónomo, más de 20 años
  1. «Me hubiera gustado que en la carrera me hubiesen hablado más del mundo laboral: de los plazos de entrega reales; cómo se cuentan (y se pagan) las palabras; cómo facturar; encargos con exigencias parecidas a las de un cliente real (adaptar el texto a una situación concreta); ver en más profundidad el tema de la revisión de textos y traducciones; aprender a usar ciertas funciones de SDL Trados. Entiendo que la carrera solo es una base sobre la que construir al terminarla y que no es posible verlo todo antes de empezar a trabajar. Sin embargo, sí que creo que es imprescindible hablar de asuntos prácticos con los que nos encontramos los traductores autónomos en el día a día, que al fin y al cabo es la opción profesional más concurrida entre los egresados». Autónoma, 1-5 años

***

Y por hoy lo dejamos aquí. La semana próxima volvemos a la carga con más. ¿Qué os ha sorprendido? ¿Coincidís o discrepáis con alguna de las opiniones? ¡Espero vuestros comentarios!

El traductor favorito de un gestor de proyectos

14 lunes May 2018

Posted by enlalunadebabel in Cuestiones laborales, Traducción

≈ 6 comentarios

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agencias de traducción, gestor de proyectos, trato con clientes, tratos con agencias

¿Cómo ser el traductor favorito de un gestor de proyectos? Hemos preguntado a los amigos de Okodia y esto es lo que nos han contado. ¡Apunta!

Como sucede en otros sectores, el oficio de traductor profesional se aprende trabajando. Por supuesto, es preciso tener una sólida base de formación teórica, pero esos conocimientos lingüísticos son un punto de partida para forjarte una interesante carrera en una agencia de traducción de Madrid, de Barcelona o de donde sea. En el artículo de hoy nos gustaría ayudarte a empezar tu oficio de traductor o, si quieres, a mejorar tus competencias a la hora de trabajar en una empresa de traducción profesional. ¿Cómo? Con los siguientes cuatro consejos prácticos. Suena bien, ¿verdad? Pues adelante, sigue leyendo…

Consejo 1: acepta solo los encargos que puedas hacer

El primer consejo para empezar a labrarte una carrera como traductor profesional es que aceptes solo los encargos que puedas hacer o, lo que es lo mismo, que seas consciente de que acabas de terminar una carrera que te ha aportado los rudimentos del oficio, pero que todavía te faltan muchos conocimientos reales para ser un auténtico traductor profesional como los que llevan trabajando diez, quince o veinte años en esa agencia de traducción a la que acabas de incorporarte.

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Consejo 2: no te dé vergüenza preguntar

Uno de los mejores consejos que recibí hace años de un profesor de la facultad fue que no me cortara en preguntar todas las dudas que tuviera antes de empezar a traducir la primera palabra de un proyecto. Y es que, si te paras a pensar, todos hemos pecado alguna vez de dar algo por sentado y cometer errores por no hacer algo tan simple como consultar las dudas por intentar parecer un traductor profesional cuando acabamos de aterrizar en este apasionante mundo profesional.

Así, nuestro tercer consejo es que cuando te llegue un proyecto, lo revises con calma y anotes y consultes cualquier duda que se te ocurra, incluidas aquellas relacionadas con los plazos de entrega. Te aseguro que ese pequeño ejercicio previo a la traducción en sí te ahorrará tiempo, problemas y disgustos.

Consejo 3: comprueba que tienes todos los materiales

Otro de los consejos indispensables para empezar a trabajar en una empresa de traducción profesional y convertirte rápidamente en parte indispensable del equipo es que revises muy bien todos los materiales del proyecto que tengas que traducir: cuerpo del texto, fuentes bibliográficas que debas incluir, biografía del autor del texto, pies de página de las fotografías… Disponer de todo el proyecto antes de empezar con la traducción no solo te permitirá programar mejor tu calendario de trabajo, sino que te ayudará a entender mejor el sentido global del proyecto y a firmar un proyecto de traducción realmente profesional.

Consejo 4: busca y encuentra tus recursos favoritos

Cualquier profesional experto tiene sus recursos favoritos: el cocinero tiene sus cuchillos, el mecánico tiene sus herramientas, el periodista cuenta con sus fuentes y el traductor profesional tiene su maletín de recursos web favoritos: diccionarios bilingües, glosarios de traducción, revistas especializadas, redes sociales profesionales, foros de discusión sobre el mundo de la traducción…

Así, nuestro cuarto y último consejo para convertirte en ese traductor profesional que quieres llegar a ser es que empieces a coleccionar y utilizar los inmensos recursos del oficio que, afortunadamente, se encuentran a un golpe de clic.

Ser modesto o modesta y aceptar encargos asequibles, preguntar las dudas antes de empezar la traducción y no hacerlo a la mitad del proyecto, comprobar que tienes todos los materiales necesarios para trabajar y buscar y encontrar tus recursos de traducción favoritos son cuatro de los muchos consejos prácticos que ya ponen en práctica los profesionales curtidos de una empresa de traducción profesional.

¿Unos consejillos más? Aquí va una ronda rápida de cuestiones que, para mí, además de las de los compañeros de Okodia, son esenciales:

  • Responde con rapidez a los correos, ya sea para confirmar o rechazar. En el caso de rechazar, muchas veces hay alternativa en la agencia, pero puedes ofrecer una alternativa por si acaso.
  • Lee bien las instrucciones y pregunta todas las dudas, siempre dando detalles del proyecto en cuestión para que nadie pierda el tiempo. En cuanto a la comunicación de dudas, puedes esperar a tener varias y escribir un correo (para no estar mail arriba, mail abajo) o dejarlas todas para el final. El problema de esto último es si luego hay tan poco margen que no se puede revisar a tiempo.
  • En proyectos grandes en los que trabajan otros traductores —tanto al mismo idioma como a otros—, comunica si hay alguna cuestión recurrente o encuentras algún fallo en el original que pueda ser importante para el trabajo de los demás. Si podemos facilitar el trabajo, mejor. El traductor es quien realmente lee a fondo el texto y puede detectar estas cosas. Valoran que seamos solucionadores de problemas.
  • Cumple los plazos de entrega. El cliente espera el texto en una fecha determinada y si falla la traducción, también se retrasa la corrección. Por eso es importante, como decíamos más arriba, que seamos sinceros con el gestor de proyectos o el cliente sobre nuestras capacidades ¡y el plazo!
  • Comenta cómo va el proyecto, sobre todo si es largo. En teoría, eso lo hace el mismo gestor de proyectos, pero no está de más, para tranquilidad de todos, ir enviando algún correo sobre cómo va la traducción.
  • Entrega siempre la máxima calidad. Es el último punto porque se da por supuesto, pero evidentemente nuestro trabajo tiene que ser impecable.

¿Acabas de empezar a trabajar como traductor profesional y necesitas más consejos? ¿Eres gestor de proyectos y tienes algo que decir? ¡Deja un comentario!

Traducción editorial (I). La relación traductor-editor y cómo empezar en traducción editorial

23 lunes Abr 2018

Posted by enlalunadebabel in Congresos, Cuestiones laborales, Literatura, Traducción, traducción literaria

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código deontológico, deberes del traductor, editor, editor y traductor, encontrar trabajo, quiero traducir, traducción editorial, traducción literaria, traducir libros

La relación entre el traductor y el editor puede parecer más compleja de lo que parece. Por eso, este año para el Día del Libro me he propuesto ahondar en este binomio, en qué espera el uno del otro y cómo ganarnos al editor.

EDITOR BUSCA TRADUCTOR

Carlos Fortea, actual presidente de ACE Traductores, a quien tuve el placer de conocer hace un par de años en la jornada sobre traducción editorial de la Universidad de Málaga, explicó esta relación paso a paso en la presentación que hizo precisamente en aquella ocasión. [Mis comentarios van entre corchetes]

  1. El editor adquiere los derechos (si procede).
  2. Busca el mejor traductor para el caso: contacto.
  3. Negociación de un contrato escrito entre editor y traductor.
  4. Acuerdo y firma del contrato (o los contratos).
  5. El traductor empieza a traducir.
  6. Posibilidad de entregas y pagos parciales.
  7. El traductor entrega en la fecha [o en caso contrario, si una vez empezado vemos que cumplir el plazo es difícil, avisamos con antelación porque la editorial tiene sus plazos y tenga una fecha en concreto para enviar la obra a imprenta, por ejemplo].
  8. El editor acepta la traducción.
  9. Correcciones y propuestas de cambios. Envío de pruebas al traductor [aunque no suele ser frecuente por mucho que se incluya en el contrato].
  10. Pago de la traducción en el plazo acordado en el contrato.
  11. El editor envía ejemplares justificativos y certificado tirada [esto último tampoco se cumple al 100 %. Es importante que estemos nosotros al quite y lo pidamos si no recibimos información al respecto].
  12. La relación del traductor y el editor se mantiene durante la vigencia del contrato (máximo de 15 años, según ley): liquidaciones anuales, cesiones, otras formas de explotación.

Pero antes de establecer esta relación falta lo esencial, ¿no? Conseguirla.

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EMPEZAR A TRABAJAR. ¿Cómo encontramos a las editoriales que nos interesan?

Seguro que conocemos a las más grandes, pero hay editoriales más pequeñas que vale la pena descubrir y para eso tenemos varias vías. Sin movernos de casa podemos consultar portales como escritores.org o ediciona.com, que tiene una extensa base de editores por temáticas. También vale la pena echarle un vistazo a la Base de datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Otro recurso es acercarte a la biblioteca o a una librería y consultar las obras de la temática que te interesa en un principio. Como ya sabrás, en las primeras páginas suele constar la información básica de la editorial junto con correo electrónico o su dirección postal.

Una vez localizada conviene explorar su página web para empaparnos de las colecciones que editan, las temáticas, los autores a los que han publicado, etc. Y también para tratar de encontrar el responsable del departamento de traducción o edición. Si este no constara, siempre se puede hacer una búsqueda por LinkedIn. El objetivo es llegar hasta la persona responsable porque si enviamos un correo a una dirección genérica, hay menos oportunidades de que llegue a quien tiene que llegar.

¿Qué envío y cómo?

Personalmente no me limito al correo electrónico y también envío carta postal. Adjunto siempre el currículum centrado en la traducción literaria (sin incluir los meses de verano que pasé trabajando en el aeropuerto, ya me entendéis) en la que hago constar las lenguas de trabajo, mi experiencia con editoriales y los seminarios y cursos realizados con esa especialización en mente. También envío un documento con el listado actualizado de obras traducidas hasta el momento con todos los datos pertinentes: autor, editorial, año, ISBN.

Si es por correo electrónico, redacto un mensaje escueto pero completo centrándome en la temática de la editorial o la colección que me interesa. Hay que demostrar interés en la editorial; al fin y al cabo a todos nos gusta sentirnos especiales.

Si es una carta de presentación —en el caso de enviar los datos por correo postal—, más de lo mismo, pero un poco más extensa y tratando de suscitar interés. Lo cuento muchas veces, pero una editorial se fijó en mí porque esa carta de presentación estaba escrita como si fuera un cuento.

Durante este proceso me voy creando una base de datos con los correos que envío, a quién, cuándo y por qué medio. Así tengo constancia de las respuestas recibidas y los recordatorios que puedo hacer si no contestan a los X días. Hay que llevar un control de los pasos que vamos dando.

¿Y si propongo la traducción de un libro?

En algunas facultades se recomienda contactar con las editoriales proponiendo la traducción de un libro para generar una necesidad, por decirlo de algún modo. Si bien es cierto que puede ser una buena idea, sobre todo si es una novela que nos apasiona personalmente, hay que llevar cuidado porque se debe invertir bastante tiempo (y el tiempo es oro para todos).

Primero, hay que averiguar si está traducida o no o si se han adquirido ya los derechos, cosa que es difícil de saber a no ser que contactemos directamente con el autor o su agente, que es otra manera. Actualmente hay muchos autores se autopublican y suelen ser bastante accesibles. La mayoría suele manifestar interés en que se traduzca su obra sobre todo si, como traductores, accedemos a hacer las veces de agente o intermediario (caso verídico), entendiendo como tal el contacto con las editoriales españolas por nuestra parte.

Luego, el editor tiene que estar receptivo y dispuesto a pagar los derechos para publicar la traducción. Sin embargo, antes querrá saber de qué va la novela y qué viabilidad tiene, y aquí es donde entran los informes de lectura. Si queremos acceder por la vía de la recomendación de una novela, hagámoslo bien: no nos limitemos a proponer el libro sin más, enviemos un informe de lectura que contenga la información esencial:

  1. Datos de la obra: título, género, páginas, lector, etc.
  2. Aspectos literarios: sinopsis, trama, estructura, tiempo narrativo, temática, narrador, personajes, diálogos, etc.
  3. Aspectos lingüísticos: construcciones, lenguaje, estilo, ortografía y sintaxis, etc.
  4. Valoraciones y recomendaciones: calificación literaria y comercial.

Y para hacerlo ya más completo, podemos incluir la traducción de unas páginas de muestra (máximo 10 o un capitulillo; tampoco hagamos medio libro) en un formato atractivo. Por ejemplo, podemos confeccionar un documento apaisado con la parte en original a la izquierda y nuestra versión a la derecha, a modo de prueba de traducción. Por supuesto, revisadlo todo bien antes de enviar. Como veis, lleva bastante trabajo y no es garantía de que nos vayan a encargar la traducción, pero es otra forma de acceder al mercado y, además, es una buena forma de practicar.

Algunos compañeros han empezado siendo lectores editoriales para la editorial para la que más tarde han traducido. Esa es otra posibilidad que se puede explorar, no sin antes aprender a redactar esos informes de lectura, puesto que hay que tener un buen conocimiento del tema.

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CÓDIGO DEONTOLÓGICO: nuestros deberes y responsabilidades como traductores

No todo acaba aquí. Si el editor tiene su cometido y sus responsabilidades, nosotros debemos regirnos por un código deontológico, con una gran dosis de sentido común. Este es el código que propone el CEATL (Consejo Europeo de Asociaciones de Traductores Literarios):

  1. El hecho de ejercer la profesión de traductor equivale, para quien la ejerce, a afirmar que cuenta con un firmísimo conocimiento de la lengua que traduce (conocida como lengua de partida) y de la lengua en que se expresa (conocido como lengua de llegada). Esta debe ser su lengua materna u otra que domine tan bien como la materna, de la misma forma que todos los escritores dominan la lengua en que escriben.
  1. El traductor tiene la obligación de saber hasta dónde llega su competencia y se abstendrá de traducir un texto cuya redacción o ámbito de conocimiento no domine.
  1. El traductor se abstendrá de modificar de forma tendenciosa las ideas o la forma de expresarse del autor y suprimir algo de un texto o añadirlo a menos que cuente con el permiso expreso del autor o de sus derechohabientes.
  1. Cuando no sea posible realizar la traducción a partir del texto original y el traductor utilice una «traducción-puente», deberá contar con el permiso del autor y mencionar el nombre del traductor a cuyo trabajo recurra.
  1. El traductor se compromete al secreto profesional cuando deba usar, para su labor, documentos confidenciales.
  1. El traductor literario debe conocer a fondo la legislación acerca de los derechos de autor así como los usos de la profesión y debe velar por que se respeten en el contrato de traducción.
  1. El traductor se abstendrá de menoscabar la profesión al aceptar condiciones que no garanticen un trabajo de calidad o perjudiquen a un colega de forma deliberada.

 

Código deontológico aparte, la relación con el editor debe basarse en el sentido común. No deja de ser un cliente y, como tal, debemos tratarlo y trabajar con él de forma profesional. Aceptar el encargo si estamos preparados para eso y sabemos que podemos cumplir la fecha, cerciorarnos de cómo quiere que le presentemos la traducción, avisar de cualquier asunto que pudiera trastocar los planes editoriales (incumplimiento de plazo, problemas con el texto origen, etc.), entre muchos otros. Pero esto lo dejaremos para la próxima entrada, en la que descubriremos cómo ser el traductor favorito de un gestor de proyectos.

Y hasta aquí la entrada de hoy. Como siempre, si tenéis alguna aclaración o duda, os espero en los comentarios. Que paséis un gran Día del Libro. Feliç Sant Jordi!

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Para saber más:

  • Encontrar trabajo en traducción literaria: hablamos con Juan Pascual
  • La relación entre lector y traductor
  • TraduEmprende: la traducción editorial

N. de la T.: todas las imágenes del artículo son de @cirodelia para fotolia.

Los artículos de 2017 en el blog

29 viernes Dic 2017

Posted by enlalunadebabel in corrección, Cuestiones laborales, Subtitulación, Traducción, Traducción audiovisual

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blog de traducción, corrección, repaso anual, TAV, traducción

El tiempo pasa volando y, a la que quieres darte cuenta, volvemos a la casilla de salida. En este artículo hacemos un repaso de lo que ha dado de sí este año en el blog y repasamos todas las entradas publicadas por si te has perdido alguna. ¡Empecemos!

Diez trucos típicos de un buen traductor audiovisual

Empezamos el año con los trucos que presentó Xosé Castro en la edición de 2016 del congreso SELM. Unos ingredientes de éxito para cualquier traductor que se precie. Entre los consejos destacan el hecho de llevar un proceso de producción eficiente, cerciorarse de que recibimos los materiales completos y que dominamos nuestras herramientas de trabajo, entre otros.

 

Lo que siempre quisiste saber sobre corrección editorial

Recibimos febrero con una entrevista a varios correctores editoriales que nos hablaron de su trabajo. Para entender mejor su labor, cómo trabajan y qué suelen corregir, no te pierdas esta entrada. Utilísima para aspirantes a correctores y también para traductores que deseen saber quién y cómo corrige sus textos.

Carta abierta al traductor principiante

Los inicios nunca son fáciles y en esta entrada os hablé de mi experiencia: los miedos, los aciertos y también los fracasos que puede conllevar este trabajo. De lo mas personal que he escrito en el blog. Si quieres saber qué meteduras de pata he tenido durante mi carrera y cómo he conseguido hacerme un hueco en esto, este es vuestro artículo.

 

3 consejos para que un traductor sea más productivo

Marzo llegó con unos consejillos para ser más productivo. Cada maestrillo tiene su librillo, pero creo que son aplicables a cualquiera, tenga la especialidad que tenga. Así podremos ser más eficientes y sacar más provecho de nuestras horas de trabajo.

 

Traducir para Netflix es fácil: ¡pregúntame cómo!

Al hilo de la plataforma Hermes para trabajar para Netflix y cómo se vendió en prensa, en esta entrada con clickbait expongo mi opinión y hablo de la concepción (errónea) que tiene la gente sobre la traducción, ya sea audiovisual o de otro tipo. Seguro que encuentras algunos de los típicos tópicos que has oído alguna vez. También se recogen las tarifas de Netflix, entre otra información.

Seguimos con las lecturas para traductores (III)

En abril recogimos algunas lecturas más para el traductor, obras útiles para nuestro oficio. Se incluyen libros de consulta sobre falsos amigos y frases hechas, libros para una mejor redacción en español, un estudio sobra la traducción para niños y muchos otros.

 

El universo en una palabra (y cómo traducirlo)

Con una anécdota de la película La llegada (Arrival) empezamos un artículo sobre las palabras intraducibles, pero no nos limitamos a la simple colección de expresiones, sino que tratamos las distintas maneras de abordarlas para traducirlas. Así pues, exploramos las estrategias típicas de traducción como el préstamo, el calco, la transposición y la compensación, entre otros.

 

Errores en traducción editorial y cómo erradicarlos

En mayo llega la entrada más completa del año. ¿Qué errores más frecuentes he observado en los alumnos que he tenido en prácticas y a lo largo de toda mi carrera? En este artículo vemos las distintas categorías de error con ejemplos prácticos y vemos cómo solucionarlos. Ideal para principiantes… y no tanto.

 

Translator Things: un vistazo a la subtitulación y al doblaje profesionales

Un artículo con las dos presentaciones que tuvieron lugar en febrero de este año en la universidad Pompeu Fabra con Begoña Ballester Olmos, de BBO, que habló de doblaje y servidora, sobre subtitulación. Si quieres saber qué temas tratamos, vernos en directo y descubrir mi presentación, aquí lo encontrarás todo.

 

Entrevista a Carlos Fortea sobre el Informe del valor económico de la traducción editorial

En julio Carlos Fortea fue entrevistado en la radio para hablar del Informe del valor económico de la traducción editorial y nos hicimos eco de su entrevista, que transcribimos en su totalidad. Condiciones, tarifas y contratos tipo fueron algunas de las cuestiones que se trataron.

 

5 cosas que un traductor puede hacer en agosto

Agosto suele ser un mes flojillo, pero eso no quiere decir que sea necesariamente menos productivo. En esta entrada hablamos de las cosas que podemos hacer durante este mes y también en los periodos de menos trabajo.

Traducción automática y TAV: poseditar subtítulos

Aprovechando varios encargos de posedición de subtítulos, en este artículo de septiembre se abordan los problemas habituales que nos encontramos al revisar (y a veces retraducir) el texto de un traductor automático. Además, se ilustra con ejemplos reales de estos encargos y se añaden las versiones más correctas.

 

¿Un mundo sin traducción?

En 2016 tuve la oportunidad de hablar sobre la importancia de la traducción en una jornada sobre comunicación social en San Sebastián. En este artículo recojo la presentación en vídeo y en PDF para que descubráis las múltiples facetas de la traducción y su importancia en el día a día.

 

Lecturas para el traductor. Especial principiantes (IV)

La última entrada del año, aprovechando que llegan las fiestas navideñas y los regalos, va sobre tres libros útiles, sobre todo, para los traductores que empiezan su andadura profesional. Los mejores regalos para un traductor e intérprete.

***

¿Qué nos depara 2018? Hablaremos de los trabajos de fin de grado, de los juegos de palabras, seguiremos tratando cuestiones de corrección, abordaremos otros aspectos de la traducción editorial y muchas cosas más. ¿Te gustaría leer sobre algo en particular? Déjalo en comentarios y podemos incluirlo este año.

Como siempre, ¡gracias por leer y feliz entrada de año!

Lecturas para el traductor. Especial principiantes (IV)

27 lunes Nov 2017

Posted by enlalunadebabel in Aprendizaje, Cuestiones laborales, Recursos, Traducción

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Celia Rico, Editorial Pie de Página, Gabriel Cabrera, Gary Smith, interpretación, lecturas de traducción, libros para traductores, traducción, traductor novel

Volvemos a la carga con nuevas lecturas para traductores e intérpretes. En esta cuarta entrada sobre libros, traigo tres propuestas enfocadas a los traductores principiantes: Guía de supervivencia para traductores, Mamá, quiero ser intérprete y Confessions of a freelance translator. Secrets to success.

Empezamos con la Guía de supervivencia para traductores de Celia Rico, publicada por la editorial Pie de página, una breve pero completa obra para empezar como traductores. La guía es una ampliación del librito 9 días para empezar tu actividad como traductor autónomo, que la autora publicó hace ya un tiempo.

Da las pinceladas básicas para que los traductores noveles se inicien tras la carrera: desde dónde deben buscar clientes potenciales, cómo afrontar sus primeros encargos, qué trámites legales tienen que cumplimentar para ejercer como traductores hasta cómo aprovechar los últimos avances en el ámbito de la traducción automática.

¿Por qué me gusta? Es un libro muy práctico, ideal para saber qué trámites son necesarios para empezar nuestra actividad como autónomos. Incluye ejemplo de presupuesto, factura y plantilla para idear nuestra empresa, entre otros.

Aquí os dejo el índice y una página de ejemplo con una muestra de factura. Sé de buena tinta que no todos salimos sabiendo facturar y este tipo de recursos no van nada mal.


Podéis conseguirlo en Amazon o en la página web de la editorial, en la que me consta que —al menos hasta hace poco— regalaban tés con cada compra.

En la misma colección encontramos Mamá, quiero ser intérprete de Gabriel Cabrera. Al igual que el libro de Celia Rico, se nos presentan las bases de la profesión y, como interesante añadido, Gabriel nos explica mil y una anécdotas que le han pasado y que ofrecen una visión bastante completa de la interpretación.

A lo largo de quince años entre cabinas y escenarios, sus ponentes le han contado chistes en mitad de una conferencia, algún compañero se ha desmayado justo al encender el micrófono, ha tenido que lidiar con oradores que hablaban a la velocidad del rayo, le apagaron la luz que necesitaba para leer sus notas, interpretó en situaciones de dudosa legalidad, se enfrentó a la interpretación que jamás pudo llegar a hacer, se durmió en cabina y vivió un sinfín de anécdotas de las que siempre aprendió algo y que ahora comparte en este libro.

No contiene información detallada sobre la burocracia como sí incluye el de Rico, pero ilustra muy bien el día a día de un intérprete y todo lo que este puede encontrarse en el camino.

¿Por qué me gusta? Porque aborda el tema con mucha naturalidad y hay muchas anécdotas curiosas hasta para los que no somos intérpretes. Fantástico si lo tuyo es la interpretación y quieres dedicarte a ello profesionalmente.


También puede adquirirse en Amazon y en la misma editorial.

La tercera recomendación es Confessions of a freelance translator de Gary Smith, una obra más extensa que las anteriores (338 páginas) que abarca las múltiples facetas del mundo de la traducción. Nos ofrece consejos la mar de útiles para traductores principiantes y para los que no lo son tanto: desde los distintos tipos de clientes a las tarifas, pasando por el sempiterno asunto de la visibilidad y cómo organizarnos la vida como autónomos. Además, incluye varios ejercicios sobre terminología y un descacharrante capítulo final sobre los tipos de cliente.

Me harían falta varias entradas para hablar de todo lo que contiene el libro, de modo que os dejo el índice para que juzguéis vosotros mismos.



¿Por qué me gusta? Porque es el libro que me hubiera gustado escribir si tuviera bastantes años más de experiencia. Es completo, contiene muchos consejos útiles y está explicado de una forma muy personal.

Para saber algo más del libro, podéis leer aquí una entrevista al autor. Confessions of a freelance translator se puede comprar en Amazon.

Si os habéis quedado con ganas de más, aquí van dos sugerencias descargables y útiles para aquellos que empiezan. Becoming a translator, de Douglas Robinson, nos explica cómo funciona el mercado, ayuda a los traductores a aprender a traducir más rápido y con mayor exactitud, y da consejos para abordar ciertos problemas y gestionar el estrés. Y, por último, una guía práctica de la Asati (Asociación aragonesa de traductores e intérpretes) sobre la calidad en traducción. ¡Espero que os resulten útiles!

***

Si os han gustado estas propuestas, no os perdáis las que se recogen en otras entradas:

  • Lecturas para el traductor
  • Más lecturas para el traductor
  • Seguimos con las lecturas para traductores

5 cosas que un traductor puede hacer en agosto

07 lunes Ago 2017

Posted by enlalunadebabel in Congresos, Cuestiones laborales, Productividad, Traducción, Vida traductoril

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agosto, traducción en agosto, traducir en bañador, traducir en verano, traductores en bikini, verano

La primera podría ser tomarte unos días libres. Las vacaciones son necesarias siempre, aunque impliquen unos pocos días alejado del escritorio. Sin embargo, como ser autónomo te permite coger las vacaciones cuando te apetezca, tal vez este mes no sea tu mes de descanso.

El verano es una época curiosa en traducción. Hay poco trabajo en algunas ramas y mucho en otras. En agencias hay trabajillo para los que no se van de vacaciones y en editorial se prepara la rentrée literaria, con lo que muchos traductores editoriales trabajamos a destajo en estas fechas.

Para mí, agosto es una especie de fin de año, supongo que por la influencia del curso escolar. Septiembre marca el inicio de un nuevo curso y es también un punto de inflexión. Si, como yo, combinas unos días de vacaciones con trabajo en casa, ¿qué puedes hacer en verano?

  1. Ponerte al día con lo último sobre la profesión

El día a día deja poco tiempo para muchas cosas, como seguir la pista a nuevos libros sobre traducción e interpretación o leer los artículos de algunos blogs que nos han llamado la atención y dejamos aparcados para leer más tarde, etc. Agosto es buena época para descubrirlos y ver qué se cuece en el mundillo.

Algunas lecturas recomendables, como las que os apunto de vez en cuando en forma de artículo o después de cada entrada:

  • Lecturas para el traductor
  • Más lecturas para el traductor
  • Seguimos con las lecturas para traductores

Entrevistas refrescantes:

  • Hangouts de Trágora: https://www.tragoraformacion.com/hangoutstragora/
  • El café de la tarde de Alejandra Durán: https://www.youtube.com/channel/UC4y8-iURJT8gLdyxqdyEB9Q 
  1. Actualizarte

¿No te pasa que quieres responder a alguna oferta de trabajo y justo te das cuenta de que no has actualizado en CV en años? Estos días van muy bien para actualizar la información del currículum, de la página web, de los perfiles que tienes en redes (LinkedIn, por ejemplo)… De esta manera lo tendrás todo nuevecito y a mano cuando te apuntes o respondas a alguna oferta a la vuelta de las vacaciones.

En este mismo sentido y si no lo has hecho ya, crea una carpeta en tu ordenador con todo este material: CV en español, CV en otros idiomas, cartas/mails de presentación, listado de libros traducidos, etc.

  1. Invertir en formación o hacer algún curso que tengas aparcado

Confiesa: tienes algún cursillo a medias. O bien has pagado por él y ni lo has empezado (esa soy yo con los de Random House. ¿Los conocías?). Quizá le habías echado el ojo a alguno y aún no te habías lanzado. Si hay convocatorias de verano en las escuelas en línea, ahora es un buen momento para hacer estos cursos de descubrimiento o reciclaje.

  1. Revisar los balances del año y examinar tu estrategia profesional

Aunque sea una tarea que debe hacerse regularmente, aprovechemos también para ver qué facturas están por cobrar y qué balance hacemos de los últimos meses. Eso implica dar un repasito a los clientes que tenemos y ver a qué futuros clientes podemos dar un toque. Y, por supuesto, pensemos ya a qué nuevas puertas llamar y llevemos un registro de todos estos contactos. Nunca es mal momento para lanzarse a la caza de clientes.

  1. Planificar las jornadas de TeI que se ofrecen en otoño

En otoño empiezan a brotar las jornadas de TeI como setas. Si quieres hacer contactos y ponerte al día —como comentaba en el primer punto—, asistir a estos eventos es una grandísima idea. Aprovecha estos días para ver fechas e ir planificando el viaje.

Algunas jornadas que se avecinan:

  • Congreso Trabalengua. 21 y 22 de octubre en Logroño.
  • ENC2, Segundo Encuentro Nacional de Correctores. 28 de octubre en Barcelona.
  • Congreso SELM. 23 y 24 de noviembre en Sevilla.

Yo no me las perdería —de hecho, me habían invitado a las dos primeras—, pero el bollito que llevo en el horno me dice que me lo tome con calma en esas fechas. ¡Otra vez será! Pero tú que puedes, ni lo dudes.

Si te has quedado con ganas de más, aquí va el bonus track: si tienes blog, también es un buen momento para planificar futuras entradas y si eres de los que echas de menos los cuadernos de Vacaciones Santillana, los de Blackie Books te encantarán para mover esas neuronas aplatanadas por el calor. Para mí son una adicción.

Y hasta aquí la entrada de hoy. ¿Apuntarías algo más? ¿Qué haces en verano que te resulta la mar de útil? Ya sabes que puedes dejar todos los comentarios que quieras y ¡seguimos hablando!

Traducir para Netflix es fácil: ¡pregúntame cómo!

23 jueves Mar 2017

Posted by enlalunadebabel in Cuestiones laborales, Doblaje, Medios de comunicación, Subtitulación, Traducción, Traducción audiovisual

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Netflix, plataforma Hermes, subtitlegate, subtitulación, traducir para Netflix

Si no habéis leído u oído hablar sobre la prueba para trabajar para Netflix, no sé dónde habéis estado todos estos días. Dicen que hay traductores que hasta tienen pesadillas con el número Hermes.

Sin embargo, sucede que, a pesar de lo bueno de la iniciativa, la forma con que se ha abordado esta prueba —sobre todo en los medios— deja bastante que desear. Parece que trabajar para Netflix y, en definitiva, traducir sea lo más fácil del mundo, que baste con tener nociones de inglés. Para muestra, este botón:

Imagino que cuando la empresa tuvo esta idea sabía lo que se le venía encima, ¿no? O eso espero, porque la avalancha de solicitudes los va a dejar sepultados… si no los ha sepultado ya. Para empezar, me parece bien que sea una oferta abierta a todo el público, que quieran dar la oportunidad a cuantos más profesionales posibles, mejor. Yo misma trabajo ya para Netflix, pero a través de intermediarias, con lo que, de conseguir el trabajo, me ahorraría ese paso y seguramente cobraría más (estas son sus tarifas directas) y ganaría también con un trato más directo. Y hablo con conocimiento de causa, tras diez años trabajando para estas empresas intermediarias (Deluxe, Technicolor) con unas tarifas más bajas que trabajando con la productora directamente. Para más información sobre condiciones laborales y tarifas, podéis echarle un vistazo a esta presentación.

También hay muchos traductores profesionales que prueban suerte ahora para iniciarse en otra especialidad, ¡fantástico! Pero ¿todos los que soliciten el trabajo y realicen la prueba serán profesionales? Y aquí vale la pena detenerse un momento a hablar de intrusismo. Para empezar, os diré que, para mí, un intruso no es ni un estudiante de TeI que aún no se ha graduado ni un filólogo, por poner un par de ejemplos. Al fin y al cabo, la carrera de Traducción e Interpretación es relativamente nueva. Hay grandes profesionales que han acabado como traductores por casualidad y no porque lo hubieran estudiado. Sin embargo, trabajan bien, han hecho algún curso que otro, conocen las tarifas y no van a reventar mercado.

Para mí, el intruso es aquel que pertenece a un ámbito completamente distinto y que escudándose en que sabe inglés, se ofrece a traducir por dos duros y sin facturar, así, a lo loco. Como si fuera un pasatiempo. Y no: traducir es una profesión, no un hobby. De nuevo, no lo digo por decir: hace un tiempo, me escribió un graduado de económicas que se ofrecía a traducir (sin facturar porque tampoco era autónomo) textos técnicos por 0,03 porque tenía un buen nivel de inglés (First Certificate) y solía traducir de forma amateur. Bravo.

La prueba de marras

A lo que iba, ¿que qué me parece la idea de una prueba de este tipo? Me parece bien que ofrezcan una forma sencilla de demostrar lo que sabes hacer. Tampoco me importa que no sea remunerada; hablo por mí, repito, pero dedicarle una hora de mi tiempo no me saca de pobre y si luego consigo el trabajo, pues mejor, además de que el resultado de ese trabajo no lo van a poder aprovechar más que para evaluar al candidato. Aun así, reconozco que debería haber algún paso previo más, que pidieran alguna referencia o prueba fehaciente de que se es traductor.

Según defiende la empresa, el principal objetivo de esta nueva plataforma es localizar e identificar a buenos traductores para su contenido. Si el candidato obtiene 80 puntos sobre 100, contemplarán su candidatura para formar parte de su plantilla de traductores. También comentan que la herramienta ha sido creada con la ayuda de expertos en lingüística que han tenido en cuenta muchos factores.

Las primeras pruebas se centran más en la fraseología tanto en inglés como en la lengua a la que vayas a traducir. Si bien me parece un buen punto en el que centrarse —se dan muchos errores por no detectar una expresión o frase hecha—, esta primera parte puede hacerse consultando rápidamente cualquier página web, con lo que no le acabo de ver el qué. Hay otra parte en la que el candidato debe aguzar el oído y detectar los problemas en varios subtítulos, sección que me parece bastante más interesante porque hay que saber de subtitulado. En la última parte de la prueba, el candidato debe traducir dos clips con textos que, si bien no son dificilísimos, sí tienen alguna particularidad, como referencias culturales o juegos de palabras (me permitiréis que no dé detalles, por motivos obvios).

Entonces, ¿dónde está el problema?

Dejando a un lado que se presente quien quiera, al fin y al cabo están en su derecho y no seré yo quien les pregunte si se ven capacitados (eso debería preguntárselo cada uno y responderlo también con toda sinceridad), entiendo que traducir películas y series tiene un atractivo innegable y es un trabajo agradecido. Es normal que le salgan tantas novias.

El problema, para mí, es que se subestime y desprestigie nuestro trabajo. Así de simple y, sí, soy consciente de que con este artículo estoy abriendo un buen melón. No hace falta ir muy lejos para ver todo lo que genera un anuncio de este tipo, la esencia misma de Internet: hablar de lo que se desconoce sin ningún pudor y criticar a diestro y siniestro el trabajo de los demás.

Me refiero a las opiniones que veréis a continuación. Aprovecho para decir que me centro en lo que se dice (que muchas veces es opinión generalizada) y no en quién. No aporto estos pantallazos para hacer escarnio de nadie, por eso no aparece ningún nombre.

  1. No, no traducimos con Google translate. Un traductor profesional no lo usa como herramienta de trabajo habitual; revisar una traducción automática es un trabajo distinto, recibe otro nombre y, en cualquier caso, no es lo que hace un traductor audiovisual. ¿Puede haber algún error? Pues es posible, igual que aparecen las erratas en los libros, a pesar de que haya habido una revisión posterior. Porque sí, se revisa. Últimamente he revisado mucho para Netflix. ¿Que se nos escapa algo? Pues puede ocurrir, como ese VÍ con tilde, ¿no?

2. No vamos todos en el mismo saco ni es tan fiero el león como lo pintan. Esto me ha desalineado los chakras y eso que ayer fui a yoga: «Pues voy a pedir trabajo, que todos los traductores son malísimos y yo lo voy a hacer mucho mejor». Oye, pues a lo mejor esta prueba descubrirá grandes talentos ocultos, ¡ojalá! También estaría bien que las quejas se hicieran con conocimiento de causa y llegaran al departamento que tengan que llegar para que al final se valore el trabajo bien hecho y, con eso, la labor del traductor y lo importante de una buena remuneración.

3. No basta con conocer el idioma extranjero y ya. Hay que saber expresarse bien en el materno también y sin faltas de ortografía.

En serio, no es la cantidad: hablamos de calidad. 

4. El debate de siempre. Siempre que se habla de traducción audiovisual, se acaba llegando a la supuesta guerra entre doblaje y subtitulación… y lo malos que somos por doblar cosas. Es como un reductio ad Hitlerum (reducción a Hitler, falacia ad hominem) aplicado a la TAV.

Hay tanto que analizar aquí. Para empezar, porque me ha dejado patitiesa: los traductores no metemos las risas enlatadas. De nada. Y, por favor, pensemos que el doblaje y la subtitulación dan como resultado productos distintos, cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes.

Por suerte, ahora es mucho más fácil ver una película o una serie de la forma que queramos, gracias a la televisión a la carta y todas las plataformas. Ah, y relacionado con esto último, una cosita más: las pelis y series no están pensadas para que aprendamos idiomas. ¿Que verlo todo en original ayuda? Claro, pero seguro que ni el guionista ni el director tienen en mente a los estudiantes del idioma X para hacer su serie, película, etc. No mezclemos conceptos.

5. Traducir es una profesión, no una afición. Lo repetiré las veces que haga falta. Llamadme cansina si queréis.

Si fuera una afición, no llevaría varios proyectos a la vez tratando de llegar a fin de mes; compaginar una novela que me lleva tres meses de trabajo y los episodios de una serie que deben traducirse en fin de semana para su estreno en jueves (y que me suponen 90 euros por dedicarles día y medio). Que no, que yo me lo tomo muy en serio porque es mi trabajo y no entiendo que se trate con tanta ligereza.

En definitiva, Netflix: bien por la plataforma, pero espero que valoréis el trabajo de un buen traductor. Y en cuanto a los demás comentarios, sé que es una batalla perdida, pero si poco a poco nos vamos dando cuenta de que traducir no es tan fácil, que no, no puede hacerlo todo el mundo y que no es un pasatiempo para ganarse dos perras, acabaremos disfrutando mucho más del entretenimiento, sea doblado o subtitulado.

Y por mi parte, nada más. No me preguntéis cómo traducir para Netflix, solo quería probar esto del clickbait como los artículos que se llevan ahora, a ver qué tal se me da. Ahora en serio, yo lo dejo aquí, pero ardo en deseos de leer vuestros comentarios. ¡Hasta la próxima!

3 consejos para que un traductor sea más productivo

20 lunes Mar 2017

Posted by enlalunadebabel in Cuestiones laborales, Vida traductoril

≈ 6 comentarios

Etiquetas

Cuestiones laborales, eficacia, productividad, traductor productivo

¿Una tarifa/hora de 50 € es cara o es barata? La respuesta es… depende de cuánto trabajo «saques» en esa hora de tu tiempo. Que una agencia de traducción o un traductor autónomo sepa aprovechar cada minuto de una hora facturable es importante para todos: para la inversión de la empresa cliente, para la contabilidad de la empresa de traducción y, por supuesto, para el bolsillo del traductor.  Así que hoy los chicos y chicas de Okodia-Grupo traductor —agencia con la que suelo colaborar— comparten contigo tres de los secretos, trucos o consejos para mejorar tu productividad personal. A ver qué te parecen…

Consejo 1: encuentra tu mejor horario

En casi todos los artículos sobre productividad personal que hay en Internet verás que se anota como primera regla de oro una frase tan típica como tópica: hay que madrugar. En nuestra amplia experiencia como agencia de traducción y como traductores independientes podemos decir alto y claro que este consejo es una perogrullada. Cada persona, cada profesional tiene sus propios ritmos circadianos que debe conocer para encontrar los mejores momentos productivos del día o de la noche.

Si trabajas por tu cuenta y no tienes que someterte al reloj de fichar, encontrar tu mejor horario de trabajo será la primera clave para mejorar tu productividad personal.

Por cierto, si quieres saber sobre los ritmos circadianos pulsa aquí y echa un vistazo a un interesante documento publicado por el NIH (National Institute of General Medical Sciences).

Consejo 2: no procrastines

Otra palabra que se ha puesto de moda últimamente en el ámbito empresarial y profesional es «procrastinación». Ya sabes lo que es: dejar para mañana lo que puedas hacer hoy.

En este caso, los gurús de la productividad tienen razón: ponernos mil y una excusas para no empezar, seguir o acabar un proyecto de traducción afecta a nuestra productividad personal no solo porque no acabaremos nunca jamás ese trabajo, sino porque consciente e inconscientemente estaremos pensando en el dichoso proyecto por acabar y dispersaremos nuestro nivel de atención.

Además, nos hace sentir mal a corto plazo y hasta nos acecha en sueños. ¿No te ha pasado nunca que al acostarte y relajarte te vienen a la cabeza todas las cosas pendientes?

Consejo 3: céntrate en el aquí y ahora

Cuántas veces los directivos de una agencia de traducción o los traductores independientes se agobian pensando en el futuro, ¿verdad? Y, a veces, ese agobio no se queda en la mente del CEO de la empresa de traducción, sino que se trasmite al resto del equipo en forma de reuniones interminables o, peor todavía, se contagia el mal rollo al buen ambiente de trabajo que tiene que existir en un grupo de profesionales para que se sientan seguros, motivados y productivos.

Cruzar los puentes uno a uno, centrarnos en el aquí y ahora y no adelantarnos a esos problemas que quizá aparezcan o quizá no son claves para mejorar nuestra productividad personal y profesional. Ojito que no estamos diciendo que no haya que planificar el futuro a corto y medio plazo, prever las posibles dificultades que puedan aparecer y prepararnos para capear los temporales de la mejor manera posible. Lo que afirmo es que preocuparnos por lo que todavía no ha pasado es uno de los mejores ladrones de productividad personal que pululan por el mundo.

Y ya que hablamos de ladrones de tiempo, es importante detectar los nuestros. ¿En qué se nos va la mañana? ¿Perdemos demasiado tiempo pendientes del correo? ¿Dedicamos más esfuerzos en organizarnos el trabajo que en ponernos manos a la obra? ¿Se nos va la mano con las redes sociales? Si conocemos a estos truhanes, sabremos también cómo combatirlos.

En fin, ¿qué te han parecido estos tres consejos para mejorar la productividad? A los miembros de la agencia de traducción Okodia-Grupo traductor y a servidora nos encantaría leer tu opinión.

***

Enlaces útiles (para cuando tengas un ratito, ¿eh? Si tienes que trabajar, ¡ponte ya!)

  • Extensiones de Chrome para una mayor productividad

Podéis sacar algunas ideas más de los numerosos blogs que tratan de la organización de tiempo (en general, no sobre traducción):

  • Técnicas de organización: http://www.tecnicasdeorganizacion.com/
  • Cómo me organizo: http://www.comomeorganizo.com/
  • El canasto: http://canasto.es/

Algunos programas y aplicaciones útiles:

  • Pomodoro: http://pomodorotechnique.com/
  • Focus booster: https://www.focusboosterapp.com/
  • Keep focused: http://keepfocused.codeplex.com/
  • Moosti: http://www.moosti.com/

Carta abierta al traductor principiante

19 domingo Feb 2017

Posted by enlalunadebabel in Aprendizaje, Cuestiones laborales, Errores, Traducción, Vida traductoril

≈ 55 comentarios

Etiquetas

buscar trabajo de traductor, buscar trabajo en traducción, desnudez virtual, traducción profesional, traductor novato, traductor principiante, vicisitudes del traductor, vida laboral

Hace tiempo que tenía pensado escribir algo así, pero esperaba algún motivo. ¿Comienzo de año? ¿Cumpleaños del blog? Parece que, si no hay un motivo, es escribir por escribir, igual que hablar por hablar. Como si escribiera porque me ha pasado algo en concreto. Y no.

Escribo esto porque, en ocasiones, las redes pueden ser nocivas, porque nos llevan a engaño o nos hacen sentir mal. Escribo para ti, alumno que me lees habitualmente y que, quizá ya en cuarto, no sabes qué hacer con tu vida cuando termines la uni. Pero también escribo para mí, que en ocasiones va bien echar la vista atrás para ver qué ha funcionado, qué no, y ver por dónde va bien seguir.

Sobre todo escribo porque hace tiempo que observo cierta amargura o frustración en algunos casos: «En el grado nos lo pintan todo negro», «Nunca me habían explicado esto y no sé qué hacer», «No encuentro trabajo», «Qué suerte que tú llevas X libros traducidos y a mí no me hace caso nadie». No hace mucho, un chico dejaba un comentario en este blog quejándose de lo poco solidario que era el gremio, que nadie le había ayudado ni dado una oportunidad para empezar a trabajar, para seguir aprendiendo. Sé que no es el único.

Muchas veces, desde las redes, parece que todo es facilísimo y de color de rosa: «Anda, a Fulanito le han asignado esta serie tan molona», «A Menganita le sale el trabajo por las orejas», «Zutano está de intérprete en Nueva York, qué bien vive». Pero no muchos cuentan lo que hay detrás, los rechazos, las meteduras de pata, las horas intempestivas de traducción, los días sin nada de trabajo, mano sobre mano, mirando la pared. Aunque ¿por qué deberían? Cada uno es libre de contar en redes lo que le plazca, ¿verdad?  Al fin y al cabo ¿no son blogs y cuentas de redes sociales personales? Sí, algunos intentamos proponer ideas y compartir experiencias que, en el fondo son eso: personales. Sin embargo, e inconscientemente, muchas veces nos comparamos con los demás y acabamos saboteándonos a nosotros mismos.

Pero no estás solo. Todos hemos pasado por lo que estás pasando tú. Cuando leí el comentario de este chico que te contaba antes, pensé en cómo fueron mis inicios y me vi muy identificada. Si no tienes mucha prisa, hazte un té o un café y te lo cuento.

En cuarto de carrera me fui un semestre a Saint Andrews, Escocia. No era un Erasmus, puesto que el primero lo hice en Dinamarca (y ahí no hice nada de nada, solo teníamos que escribir un «diario lingüístico» sobre nuestras experiencias en el país). En cuarto quise estudiar fuera y hacerlo de verdad. Al volver, quedaba poco ya para acabar el curso, tuve que ponerme al día con alguna asignatura no convalidable y, a la vez, empezar a pensar en qué haría cuando terminara la licenciatura. Así pues, empecé a buscar editoriales y agencias de traducción porque, a diferencia de algunos compañeros, yo sí tenía claro que quería dedicarme a esto. Recibí algunas negativas, muchos «ahora no tenemos nada, pero te incluimos en nuestra base de datos» y muchos más silencios por respuesta. Pero no podía quedarme ahí. Empecé a colaborar con S.O.S. Racisme traduciendo documentación del inglés y el castellano al catalán; quería tener experiencia demostrable y si encima ayudaba en algo, mejor que mejor.

Inicios

Recuerdo que, al terminar la carrera, estaba perdida. Lo fácil, por llamarlo de algún modo, era seguir estudiando para especializarme (seguir estudiando te envuelve en ese papel de burbujitas), de modo que me matriculé en el posgrado de traducción literaria de la Universitat Pompeu Fabra. Corría el año 2004 —sí, «corría» porque el tiempo vuela— e iba a clase, impartía clases de inglés (fue de lo primero que busqué también para ir subsistiendo) y empezaba a traducir. Como no recibía encargos con regularidad, el gestor me aconsejó que me diera de alta y de baja en un mismo mes; en ese mes facturaría todo lo que hubiera trabajado hasta entonces.

A partir de entonces, como una hormiguita. Y es que todo hay que currárselo. Conozco otros compañeros que tampoco empezaron directamente con muchos clientes en la cartera. Mandaron muchísimos currículos, llamaron a muchas puertas, empezaron de gestores de proyectos en agencias muy pequeñas o volvieron a la traducción de rebote. Cuesta hacerse con una buena cartera de clientes, es algo que lleva su tiempo, como cualquiera podrá decirte.

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A lo que iba, al terminar el posgrado, Olivia de Miguel, directora y profesora de este, que había visto mi interés y le gustaba cómo trabajaba, me pasó el contacto de una editora de mesa de Planeta que se ocupaba de los sellos empresariales Deusto y Gestión 2000. Para ellos traduje algunos manuales y libros sobre innovación en la empresa y similares.

Ahora pensarás: «¡Aja! Tenía enchufe». Bueno, prefiero llamarlo contacto. Piensa que nadie va a darte trabajo si no lo haces bien solo porque alguien te recomiende. Pero, y esto es importante, sí que la suerte puede ser un factor. Reconozcámoslo, el trabajo es importantísimo —hay que estar al pie del cañón y estar motivado, querer hacer lo que haces—, pero tampoco podemos descartar el factor suerte; ya sabes, eso de estar en el momento justo en el lugar indicado. A lo mejor ese currículum que envías en marzo no lo tienen en cuenta hasta pasado un año (sí, también me ha pasado), pero justo entonces necesitan a alguien y… ¡pam! O quizá conoces a alguien que resulta que conoce a alguien que… Y de ahí también que sea tan importante que todo el mundo sepa a qué te dedicas.

De calidad y otras criaturas

No, yo tampoco salí de la carrera traduciendo fantásticamente. Pasaba algunas pruebas, otras no, pero algunas agencias me mandaban encargos de forma más o menos regular, con lo cual, tampoco debía de hacerlo tan mal. La práctica, como en cualquier otro trabajo, es esencial. También lo es leer mucho, tanto texto en lengua original (para seguir puliendo nuestra lengua B), como en lengua meta (para expresarnos mejor en nuestro idioma) y traducciones. Sí, creo firmemente en que podemos aprender de los demás compañeros. A veces leo traducciones e incluso comparo con el original y me apunto (mentalmente o no) las buenas soluciones que un compañero ha encontrado. De todo se aprende, créeme.

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Y hablando de que de todo se aprende, encontrarás chinitas en tu camino. O piedras más grandes. Hasta rocas. Todo forma parte del proceso. El primer año de autónoma tuve un encargo un 23 de diciembre —me acordaré toda la vida—; un volumen pequeño para una agencia de traducción de Granada: la traducción de un folleto del castellano al catalán para una cadena de centros de belleza. En total, el trabajo ascendía a 30 euros. Eran fechas señaladas, parecía un texto fácil y quizá no puse todo el esmero que debía. Se me colaron dos faltas de ortografía y me equivoqué al traducir una planta medicinal, aunque eso lo supe el día D. El día D fue cuando la agencia me contó que el cliente se había quejado de que el texto se había imprimido con faltas y que debían tirar todos esos folletos. Miré el texto, les expliqué lo que estaba mal y lo que no y les pregunté si había habido corrección posterior. No, no la hubo, pero la responsable única era yo, según la agencia.

Contacté con una asociación de traductores para preguntarles y no obtuve respuesta. Hablé con una abogada, que —no te miento— me tuvo una hora en su despacho buscando jurisprudencia en internet para determinar mi grado de responsabilidad. Alucinaba. Solo se le ocurrió que, amparándome en la poca gravedad de los errores y que ellos habían reconocido que no habían revisado el texto, me ofreciera a pagar parte. Y así fue como conocí a vuestra madre como acabé pagando 400 euros. Lo mejor fue que, poco después esa misma agencia me escribió para que siguiera colaborando con ellos. Vaya, y yo que pensaba que lo hacía fatal. Evidentemente les dije que no. Y eso también es importante: decide con quién te compensa más trabajar, mi joven padawan. Luego seguimos hablando de este tema.

Después de eso estuve una semana sin aceptar nada, pensaba ¿y si meto la pata con algo más grave? Por aquel entonces traducía para otra agencia partes de accidentes, informes médicos y documentos de siniestros del alemán al castellano. Mi confianza estaba por los suelos. Pero the show must go on, como dicen, ¿no?

Pasarán muchas más cosas durante tu trayectoria profesional. Habrá malos momentos, claro, y cosas que tal vez no publiquemos en redes sociales. Seguramente no decimos que no hemos pasado la prueba de traducción de una editorial o que no hemos entregado a tiempo una traducción y el cliente se ha enfadado o la agencia nos ha reprendido. Que se nos ha olvidado una entrega y estamos la noche anterior dándole que te pego a la tecla para subsanar nuestro error. Que entregamos un documento a medias porque no vimos que había más pestañitas en el Excel o que en el zip había más documentos. Y no son casos aislados, nos pasa a todos.

Y este proceso de aprendizaje no acaba nunca. Después de doce años, me sigo pillando los dedos con algún proyecto, meto la pata o me despisto. Digo que sí aun yendo saturada por miedo al «no» o no peleo lo suficiente por subir una tarifa en un caso concreto, con mucha urgencia o que aceptas casi por compromiso. Créeme, sigo trabajando en esto.

Por eso cuando doy consejos a estudiantes en las charlas o en este mismo blog, no es porque sepa más que nadie, sino porque me ha pasado a mí y lo he solucionado de esta forma o esta otra. Claro que, muchas veces, no podemos controlar la idea que se hace alguien de nosotros y hay quien pensará que voy de estrellita. Y eso me lleva al siguiente punto, el blog y las redes, de lo que sé que te han hablado en la universidad.

Redes y telarañas

No te lleves a engaño: un blog no es la panacea. Hazlo si realmente te apetece, pero no es garantía de nada. Tenerlo abandonado o sentirte obligado a escribir constantemente es una pérdida de tiempo y motivo de frustración. Hace tiempo decidí que escribiría cuando me apeteciera o tuviera algo que decir. Publicar por publicar, tener la obligación de escribir solo por tener una entrada o dos al mes no va conmigo. No quiero acabar teniendo una colección de entradas con enlaces a cosas que luego nadie (ni yo misma) va a consultar.

Pero, una vez más, nada es flor de un día. En mi caso, abrí el blog y la cuenta de Twitter casi a la vez. Era 2011 y estaba acabando el Máster en Traducción Audiovisual de la UAB. Tuvimos una asignatura de orientación laboral y la profesora nos recomendó salir al mundo… de las redes. Nos habló de algunos blogs de traducción (creo recordar que el de Pablo Muñoz, el de Curri, el de Eugenia Arrés y el de Eva Martínez) y me pareció una idea estupenda para hablar de lo que sabía o de lo que aprendía. Como todo hay que probarlo al menos una vez —sobre todo si no es nocivo—, allá que me fui. Para entonces ya llevaba seis años de autónoma y pensé que tenía cosas que contar.

Al principio no conocía a nadie, ni me leía nadie, evidentemente, pero sí vi que era una manera fantástica de aprender de los demás. En general, puedo decir que estar presente en las redes ha sido muy positivo para mí. He conocido a profesionales fantásticos y mejores personas, me han invitado a congresos muy chulos y me han ofrecido proyectos interesantes gracias a la visibilidad, sí, pero también porque creo que hay algo más. No creo en las fachadas sin un buen trabajo de construcción por dentro. Una vez más, hay años de trabajo detrás.

Porque, y esta es la otra, ser visible tiene sus cosas malas. Están las habladurías («Pero si esa solo traduce novela rosa», «Pues repitió charla el otro día», «No sé por qué se jacta de traducir erótica») y sus momentos de frustración, de compartir algo y que se pueda tergiversar el fin con que se ha compartido o que no he expresado con suficiente claridad lo que quería decir. Bueno, y por qué no decirlo, que me equivoco, claro está. Siempre existe la posibilidad de que la gente se forme una idea equivocada de ti, pero tengas que aguantarlo porque «eres visible» y esas cosas pasan.

Pero ¿sabes qué? Si lo que escribo hoy puede ayudarte en algo, solo te diré que seas tú, que publiques lo que te apetezca, que compartas tus logros en redes si te apetece o te quejes de lo que sea menester si así te nace.

Y te diré que trabajes, que estés activo, pero que no te compares con nadie. Tú eres tú y tus circunstancias. Que una prueba de traducción no superada no te desanime. Como en los «rasca y gana»: sigue jugando. Que hay momentos buenos y malos, días tranquilos y noches casi sin dormir para llegar a una entrega. Que no traduces peor por facturar menos que Fulano.

Aun así, convendría tener en cuenta que la traducción es una amante exigente, sobre todo si eres autónomo. Que debes ser traductor, gestor de proyectos y contable a la vez. Que ser dueño de tu tiempo como autónomo es una trampa y que, muchas veces, al final le acabas dedicando más tiempo del que deberías.

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Y, si me permites un consejo —un consejo de madre—: sé buen compañero. Sé amable con los que te rodean, aunque sea virtualmente. Conocerás a mucha gente en el camino y al final aprenderás a separar a los compañeros de los conocidos. Hazte con gente que sume y no que reste. Compañeros en los que puedas confiar. Tengo suerte de tener un buen grupito, un grupo de amigos traductores y revisores a mi lado (no voy a dar nombres, ya sabéis quiénes sois) que me echan una mano de vez en cuando y con los que comparto traducción, una copita y algo de frustración en ocasiones.

¿Por qué te digo esto? Pues porque otra manera de empezar es haciendo piña con otros compañeros de tu promoción (o de otras promociones) o incluso buscando a un mentor, un profesional en activo que pueda aconsejarte (como el sistema que ofrece Asetrad). En mi caso, trabajo ahora mismo con una traductora que me lo pidió y, de momento, está siendo una buena experiencia para ambas.

Clientes

Antes te comentaba que ser autónomo es un arma de doble filo. Eso de que no tenemos jefes es mentira: somos nuestro propio jefe y, en ocasiones, llegamos a ser demasiado duros con nosotros mismos. Aunque nos cueste organizarnos y le dediquemos más horas de las necesarias, podemos elegir con quién trabajamos. Al principio quizá te resulte más difícil porque quieres tener la oportunidad de traducir y adquirir experiencia, pero con el tiempo no está de más revisar con quién te interesa más seguir colaborando.

También empecé traduciendo por cuatro céntimos la palabra; por eso cuando algunos decimos en charlas, blogs o donde sea que empieces con una tarifa más alta porque luego cuesta más subirla es cierto. Para una de las primeras agencias que me ofreció encargos periódicamente al principio de ser autónoma cobraba esta tarifa y te prometo que casi todo eran faxes escaneados guardados en pdf no editables. Una joyita, sí. Sin embargo, me dije que era una manera de empezar y me lie la manta a la cabeza. Cuando hace unos meses volvieron a ponerse en contacto conmigo para un proyecto similar y la misma tarifa les dije que, si no era un importe superior, no lo haría porque el precio era muy bajo y el trabajo, considerable. Me contestaron que no podía ser, así que… good riddance! Entiendo que cuando empiezas no tengas tantas opciones para escoger, pero merece la pena planteárselo.

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En el caso de las editoriales, más de lo mismo. Hace ya unos años —parece la prehistoria, hará unos diez ya—, tras una de las batidas que hago enviando currículos, hice una prueba de traducción para la editorial VM (con iniciales, como en los programas de cotilleo, por si acaso), ahora extinta, y me «reclutaron». Con la promesa de trabajo con regularidad, las tarifas que ofrecían eran irrisorias: 5,5 € los 2100 caracteres. Pero bueno, pensé, empecemos y luego ya habrá tiempo de pedir más. Craso error. Y no solo por las tarifas, sino porque su gestión era nefasta, no enviaban nunca ejemplares justificativos al traductor y porque acabaron cerrando debiéndoles dinero a muchos colaboradores externos. Tuve la suerte de que a mí me lo pagaron todo, pero otros no pueden decir lo mismo, por desgracia. También dejaron sin publicar muchas traducciones, como una novela la mar de maja de Brandon Sanderson que traduje y se quedó en el olvido.

Tarifas y condiciones aparte, el trato —una vez más— también es importante. Trabajamos y somos personas, no robots sin alma. Recuerdo lo comprensivos que fueron conmigo la mayoría de mis clientes cuando mi padre estuvo a punto de morir hace unos años. Fueron un par de meses de incertidumbre, de correr al hospital en el momento más inoportuno y de noches sin dormir. Tenía proyectos a medias que quedaron en el aire o que tuvieron que ser reasignados. Hubo quien lo entendió y quien no, como una empresa para la que hacía audiodescripciones.

Como pasa con los amigos, es en los malos momentos donde ves la calidad humana y te das cuenta de si vale la pena o no trabajar para según qué clientes. Y con el tiempo te darás cuenta de que priorizar es ventajoso. Trabajas más tranquilo y, por ende, mucho mejor, sabiendo que el cliente tal o cual paga bien y a tiempo, que es flexible si tienes algún imprevisto.

En definitiva, querido lector principiante, que te entiendo y que casi todos —por lo menos yo— hemos empezado así, con incertidumbre, inseguridades y miedos. Que no, que no todo es de color de rosa, pero tampoco te lo pinten negro como la pez. Que, como todo en la vida, si realmente quieres dedicarte a traducir, inténtalo, trabájatelo y procura no desanimarte. Porque esta profesión vale la pena.

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