Veinte años no se cumplen todos los días. Si no, que se lo pregunten a ASATI (Asociación Aragonesa de Traductores e Intérpretes), que los celebró la semana pasada por todo lo alto aprovechando el Día Internacional de la Traducción. El viernes 30 de septiembre y sábado 1 de octubre nos reunimos ponentes y asistentes, miembros y no miembros de ASATI en la Cámara de Comercio de Zaragoza para celebrar ese aniversario tan especial.
Fotomural de la ciudad en el interior de la Cámara de Comercio de ZaragozaVitrales decorados con figuras alegóricas
Tras el emotivo discurso de María Pilar Cardos, presidenta de ASATI, tuve el placer de inaugurar las jornadas con mi ponencia sobre las redes sociales como escaparate para el traductor. Cada vez somos más conscientes de la fuerza que tienen las redes sociales para promocionarnos, así que aproveché la oportunidad para dar algunos consejos sobre cómo desenvolverse en distintas redes (Twitter, páginas de Facebook, LinkedIn, Instagram y blog) sin enredarnos en exceso. ¿Los puntos principales? Ser memorable, publicar con regularidad y calidad (más que cantidad), tener una voz clara y no perder de vista a nuestro lector/espectador objetivo.
Después salió a la palestra Carmelo Beltrán, que nos habló de copywriting y, más concretamente, el orientado al marketing por correo electrónico. Carmelo nos explicó cómo ayuda a sus clientes, tanto marcas como profesionales independientes, a vender más y mejor. Nos contó cómo se vertebra un correo eficaz (idea + justificación + llamada a la acción + gancho) y cómo pensar en ideas para cubrir el contenido en cuestión (dar con el tema y los muchos subtemas; pensar en 10 problemas que puedan tener los clientes y 10 maneras de abordar cada uno; usar anécdotas, etc.). Y creatividad debe de tener un rato porque escribe a sus suscriptores un correo cada día. Ahí es nada.
Después de la pausa del café (madre mía, esos agujeros de dónut qué buenos estaban), volvimos con la mesa redonda sobre la jubilación, con Alicia Martorell y Álvaro Bajena, representante de la UPTA Aragón. Se habló de la importancia de conocer nuestros derechos y obligaciones como autónomos, con todas las cartas sobre la mesa. Un tema complejo pero muy muy necesario… y más viendo la que se avecina.
Y como colofón antes del almuerzo, vino Daniel Segura a contarnos cómo coordina los servicios de traducción e interpretación en la FIFA: los archivos que pasan a los lingüistas para que se documenten, el encaje de bolillos que tienen que hacer para cubrir las ruedas de prensa en los mundiales, etc. Curiosamente, la unidad de interpretación de la FIFA es bastante reciente, se creó en 2016, algo que cuesta de creer con la cantidad ingente de idiomas que se mueven en el mundo del fútbol y los eventos que se celebran al año para los que necesitan intérpretes: ¡más de 700! También nos explicó que cuentan con unos 200 intérpretes, pero, al principio, fue una auténtica odisea encontrar personal cualificado que quisiera trabajar para la FIFA. Increíble, ¿eh?
Después de comer, Fernando Navarro nos habló de las preguntas recurrentes que le han hecho a lo largo de estos años y procedió a desmontar los típicos tópicos: sí, se puede trabajar de traductor (médico); un traductor médico puede trabajar a la perfección aun no siendo médico, eso sí, formándose mucho, y sí, la traducción médica es difícil, pero vale muchísimo la pena. Habló de las impresionantes cifras de ventas que manejan las farmacéuticas y de la gran responsabilidad que tiene un traductor e intérprete médico. Nos recordó el terrible caso de «la palabra de los setenta millones de dólares» en el que la mala traducción de un término estuvo a punto de acabar con la vida de un paciente.
Alicia Martorell hizo doblete después de Navarro con su charla sobre la traducción institucional en la que nos contó cómo se trabaja para las grandes instituciones y qué hay que tener en cuenta para hacerlo bien. Pista: prestar mucha atención a las directrices de nuestro cliente (si prefiere mercadeo a marketing o emplear un anglicismo, aunque los más puristas se rasguen las vestiduras, pues eso hay que usar). Ponencias así animan a la fuerza, porque aunque siempre habrá clientes que paguen de aquella manera, las buenas —y buenísimas— tarifas existen.
No está nada mal para un solo día, ¿eh? Pues al siguiente, hubo tres talleres muy distintos. Los dos primeros, paralelos, corrieron a cargo de Fernando Navarro y Rosa Llopis. Navarro dictó el suyo sobre la traducción e interpretación de la jerga de los médicos y Llopis nos endulzó con «El traductor entre fogones: la traducción de recetarios». Porque traducir gastronomía tiene miga, como explicaba ella misma en este artículo sobre la importancia de una buena traducción en el sector turístico y gastronómico.
Y ya como clausura de estos dos días intensos, ASATI trajo a Marián Amigueti, que nos habló de la marca personal para traductores e intérpretes. Ante algo que puede parecer muy poco concreto, nos ayudó a ver la importancia de destacar nuestro valor diferencial y comunicarlo con estrategia. ¿Con qué clientes trabajamos y con cuáles nos gustaría trabajar? ¿Qué fortalezas y debilidades nos vemos como profesionales? ¿Cómo les resolvemos la papeleta a los clientes? Solo conociéndonos a fondo podemos llegar a mejorar y cambiar también nuestro rumbo, si así lo queremos.
Tras estas jornadas variopintas y tan gratificantes, volví a casa con ganas de comerme el mundo, llena de ideas y con el corazón henchido de orgullo por nuestra profesión. Y sé de buena tinta que no soy la única, porque ASATI ha conseguido organizar algo muy muy especial. ¡Felicidades de nuevo por estos 20 años y que cumpláis muchos más!
Empezando mi charla sobre redes socialesCarmelo, aka copymelo, hablándonos de copywritingDani Segura en su ponencia sobre el departamento de TeI de la FIFAFernando Navarro en su primera ponencia sobre traducción médicaAlicia Martorell en su charla sobre traducir para institucionesGuillermo Pinilla y Clara Guelbenzu con Edna Santizo en remotoEl taller matinal de Fernando NavarroUn momento del taller de Rosa LlopisEl taller de Marián Amigueti con aforo completoLos maravillosos dibujos de Sarah QuijanoEl cartel del programa del #CongresoASATI
PD.: Muchísimas gracias por la invitación, la organización y por el cariño de estos días. Desde Mapi a mi adorado Pinilla, pasando por Eva, Natalia, Jose, Núria, Sarah, Patri, Ana, Carles, Enrique, Sara, Amelia, Armando (gran charla, aunque casi perdiera el tren, jaja), Marián (por más cenas en las que casi tienen que echarnos) y tantísimos compañeros que me dejo y que espero sepan perdonarme. Ojalá podamos volver a vernos pronto.
A Julia M. Priego, Yuliss, la conocí en Málaga para unas jornadas del máster de la UMA y posteriormente participamos en una mesa redonda en las Jornadas Ándalus Románticas de 2015 con Juan Pascual y Puerto Barruetabeña. Por aquel entonces ya la veía con unas ganas tremendas de comerse el mundo… y en ello está ahora mismo junto a Tamara Arteaga, con quien lleva traducidos ya un buen puñado de libros.
Siempre me ha llamado la atención este modo de trabajo a cuatro manos para traducir libros, así que hoy las invito al blog para que me cuenten un poco cómo lo hacen ellas. ¡Vamos allá!
Tamara Arteaga (izquierda) y Yuliss M. Priego (derecha).
Antes de nada, un poco de contexto. Contadme, ¿qué formación tenéis?
Yuliss: Pues yo estudié el Grado en Traducción e Interpretación en la Universidad de Málaga, de donde soy, y luego decidí hacer el Máster en Traducción para el Mundo Editorial en la misma universidad, igual que Tamara.
Tamara: Así es. Yo cursé la licenciatura en Traducción e Interpretación en la Universidad del País Vasco y acto seguido el Máster en Traducción para el Mundo Editorial de la UMA.
Yuliss: Pues nosotras nos conocimos en 2008 gracias al fenómeno mundial de Crepúsculo, porque ambas traducíamos fanfics en una comunidad fan (www.fanfiction.net). Empezamos a entablar conversación sobre lo que habíamos leído y lo que nos gustaba, y…
Tamara: …y el resto es historia. Gracias a esa amistad yo me vine a Málaga a estudiar el máster y desde entonces fue natural para las dos trabajar juntas. De hecho, yo ya me he establecido aquí en Málaga y, además de traducir juntas, también impartimos clases de inglés en la misma academia.
Yuliss: Vaya, que nos tenemos más vistas que nada. Nos falta vivir juntas *Se ríe*.
¿Cómo es vuestro proceso de trabajo? ¿Cómo os repartís el trabajo? ¿Qué etapas seguís?
Tamara: Nos gusta dividir cada proyecto en varias etapas. Primero, echamos un vistazo a la longitud del documento, la fuente, la terminología, el número de capítulos… y después procedemos a repartirnos el libro de forma equitativa. A veces, una hace los capítulos pares, y la otra, los impares. En otras ocasiones, los hacemos de dos en dos, si son muy cortitos. De esa forma, las dos vamos avanzando a la par y conforme vamos acabando capítulos, revisamos los de la otra antes de la corrección final.
Yuliss: Lo bueno que tenemos nosotras es que, como nos conocemos desde hace tanto tiempo, y estamos tan compenetradas ¾tanto que a veces hasta hablamos a la vez y con la misma entonación y las mismas palabras¾, sabemos en qué peca más la otra y nos complementamos bien. De hecho, al ser Tamara del País Vasco y yo de Andalucía, nos ayudamos mutuamente a no caer en localismos que, sin el punto de vista de la otra, se nos escaparían seguro. Luego, cuando terminamos de traducir el manuscrito, nos gusta imprimirnos la novela (si la fecha de entrega nos lo permite) y corregirla a mano.
Tamara: Sí. Y es en esa revisión final (que yo personalmente odio, pero es muy necesaria), donde hacemos cambios de última hora y ponemos en común los errores más frecuentes que nos hemos encontrado para intentar evitarlos en los futuros proyectos.
¿Qué pros y contras creéis que tiene este método de trabajo? ¿Cómo explotáis las ventajas y solucionáis los contras que pueda haber?
Yuliss: Pues, a ver. Yo empecé traduciendo sola y luego seguí haciéndolo a cuatro manos con Tamara. Tener a otra persona que te corrija y que use otro tipo de expresiones y de lenguaje, a fin de cuentas, es bastante beneficioso para el texto. Cuando una traduce sola, luego depende de sí misma para revisarlo y es probable o, mejor dicho, seguro, que se nos pasen cosas por tener el texto viciado. Cuando somos dos, aunque ambas hayamos trabajado en el texto a la vez, es mucho más fácil identificar errores que se nos hayan escapado a cualquiera de las dos.
Tamara: En mi caso, yo siempre he traducido a cuatro manos. Mi primer encargo fue con Juan Pascual, y a partir de ahí he trabajado codo con codo con Julia. No sabría decirte qué contras hay de trabajar a cuatro manos porque, sinceramente, no los veo. El tema del dinero dividido… Teniendo en cuenta que al final solo traduzco medio libro, lo veo justo, y me permite compaginarlo con otro trabajo que me ayuda a pagar facturas, para qué nos vamos a engañar. A mí me gusta desahogarme de lo que traduzco con Julia, escribirle sobre lo que pasa y comentar en caso de que haya salseo *se ríe*, así que en todos los años que llevo traduciendo con ella, me quedo con lo mucho que he aprendido, la facilidad que tenemos de solventar problemas que nos han ocasionado varios textos a lo largo de los años y, por último, en que lejos de crear tensión en nuestra amistad, la ha fortalecido muchísimo.
Yuliss: Sí, aunque siendo sinceras, yo sí que podría ver una desventaja en trabajar junto a otra persona con la que, a fin de cuentas, no compartes un vínculo o una conexión. Lógicamente, este no es nuestro caso, porque lo único que nos falta es saber lo que está pensando la otra (y, a veces, hasta eso pasa *se ríe*). Pero cuando una editorial X, por ejemplo, necesita la traducción de un libro en un plazo de tiempo exageradamente corto e imposible para un solo traductor, suele encargarla a diferentes traductores que muy posiblemente no se conocen de nada. Eso sí podría llevar a que el lector luego note y perciba discrepancias por culpa de no haber unificado bien, o porque cada uno tiene un estilo muy distinto a la hora de narrar. Diríamos, entonces, que un requisito indispensable para que una traducción a cuatro manos sea un éxito es que haya cierta sinergia entre las dos personas involucradas.
Está claro que en vuestro caso hay mucha química, pero también mucho conocimiento del género romántico. Creo recordar que también teníais un blog y escribíais reseñas. ¿Seguís en la blogosfera?¿Diríais que eso os ha especializado de alguna manera?
Tamara: Para mí, tener un blog, un canal de YouTube, o varias redes sociales a la vez es un «quiero y no puedo». Hay gente que lo llamaría un mal necesario, el problema que tenemos nosotras es que somos tan puntillosas que no pasaríamos precisamente poco tiempo con eso, un tiempo que no nos sobra. Si tenemos que elegir entre traducir los fines de semana o dedicarnos a las redes/blog/YouTube, la respuesta está clara. La traducción ya afecta a mi yo lector en sí. Así que necesito un poco de espacio personal también.
Yuliss: En lo referente a ser o no «especialista». Yo no creo que seamos especialistas de nada. Es cierto que tenemos unos gustos literarios similares y más específicos, pero, como ya hemos mencionado antes, no queremos limitarnos en nuestro trabajo. Suena a cliché, pero la traducción es aprender, y si nos encasillamos en un tipo de novela o género únicamente, entonces dejaríamos de aprender, y sería una pena. Además, cada novela es un mundo, y cada autor una rama de ese gran árbol que es la literatura.
Tamara y Yuliss con una de sus criaturas.
Tamara: Yo nunca he querido limitarme a la hora de géneros o subgéneros. Sí que es cierto que yo leo novelas románticas en su gran mayoría, y eso se nota también a la hora del interés que me pueda generar un encargo u otro. Sin embargo, también me gusta el desafío que implica traducir una novela a la inversa o que nos manden un encargo de algo completamente ajeno a lo que estamos acostumbradas, como puede ser una biografía o algo de esoterismo. Pero, vaya, que, siendo franca, siempre y cuando sea una editorial que se porte bien (y con eso me refiero a que pague bien, aunque hoy en día difícil…), yo no me quejo…
Yuliss: Yo leo un poco de todo, la verdad. Me gusta la novela romántica, así como la ciencia ficción, la fantasía, o la literatura juvenil. Debo decir que la novela romántica tiene un lugar especial en mi corazón porque fue el género con el que empecé a traducir profesionalmente, pero hoy día flipo con los encargos de juvenil fantástica, o incluso con la narrativa sentimental. Pero bueno, que yo le meto mano a todo *je, je*, tal y como ha dicho Tamara.
¿Tenéis algún trabajo interesante entre manos ahora mismo?¿Y algún encargo que os haya marcado?
Tamara: En cuanto a proyectos que tengamos entre manos, no podemos desvelar mucho, pero sí que hay novelas New Adult que nos están gustando mucho, así como alguna que otra erótica que…*ñam*. No obstante, si tenemos que mencionar una traducción en especial, diríamos que con la que más hemos aprendido por el reto que nos supuso y el estilo particular de la autora es La maestra de la oscuridad de Addie Thorley, publicada por Munyx Editorial este pasado septiembre.
Yuliss: Totalmente. Es una novela juvenil fantástica, una reinterpretación de la famosísima novela Nuestra señora de París de Victor Hugo, que ha supuesto un antes y un después en nuestra carrera profesional. Ojalá todos los encargos fuesen así de satisfactorios.
Sé que ambas trabajáis en una academia de inglés. ¿Cómo lleváis lo de compaginar la traducción con la docencia?
Tamara: Tenemos la suerte de trabajar de lunes a jueves en la academia de inglés en la que llevamos impartiendo clases desde 2014. Gracias a eso, pagamos facturas y tenemos el tiempo libre suficiente como para dedicarnos a la traducción literaria; a cuatro manos, por supuesto. En mi caso, jamás lo he visto como un sacrificio de mi tiempo libre, sino más bien como cumplir un sueño. El sueño de trabajar en lo que he estudiado, aunque sea durante los fines de semana (y no esté tan bien remunerado como yo querría). Pero, bueno, si quiero tener perspectivas de futuro, no me queda de otra.
Yuliss: Mentiría si dijera que no me encantaría poder trabajar únicamente de la traducción literaria. Lo cierto es que es muy difícil vivir únicamente de eso. Soy consciente de que hay compañeros que lo hacen, o que malviven, no lo sé, pero en mi caso es imposible. Siempre me ha gustado traducir y, al igual que Tamara, tampoco veo como un sacrificio tener que dedicar muchos fines de semana a esa tarea. Pero, bueno, a veces necesitamos desconectar y, aunque tengamos que rechazar algún encargo, priorizamos nuestra salud mental. O si no los rechazamos, al menos sí pedimos unos plazos de entrega más que razonables, incluso para ser dos. De hecho, que seamos dos no necesariamente supone que tengamos el trabajo en la mitad de tiempo. Más bien lo contrario, dado lo rigurosas y perfeccionistas que somos.
Ya para terminar, porque sé que interesa y muchos querrán conocer vuestro modus operandi, ¿cómo buscáis trabajo y os presentáis a las editoriales? ¿Algún consejo para los traductores noveles (y no tan noveles) que nos leen?
Yuliss: En nuestro caso, lo que más nos ha funcionado a la hora de encontrar trabajo es, sin duda, hacer contactos. Conocer a los editores, a otros traductores, a gente del gremio. Aunque parezca una tontería, que te puedan poner cara es una ventaja sobre aquellas personas que mandan los CV sin ton ni son y a las que las editoriales no conocen de nada. Incluso un mismo compañero del gremio puede conseguirnos algún trabajo cuando este ve que no puede aceptarlo. En definitiva, ir a ferias, a encuentros, a charlas, conferencias, y hacer contactos.
Tamara: De hecho, conseguimos nuestra primera traducción a cuatro manos tras proponer una novela a una editorial en la Feria del Libro de Madrid de hace ya unos cuantos años. Además, ya hemos mencionado anteriormente que es importante conocer la línea editorial del sector en el que trabajamos. Así que nos aseguramos de tener algo en «común» con las editoriales a las que nos dirigimos o escribimos. La comunicación es clave. Por otra parte, yo recomendaría no limitarse solo a eventos españoles. No hay que olvidar que también se pueden encontrar clientes en autores extranjeros.
Yuliss: Y en cuanto a consejos, básicamente yo lo resumiría en una frase: ECHADLE MORRO. Mucho. Mi madre siempre me ha insistido desde pequeña que el que no llora, no mama, que el no ya se tiene, así que, ¿por qué no? Nosotras, cuando hacemos ronda de emails, sabemos que en su gran mayoría no vamos a recibir respuesta; pero, mira, siempre hay alguna editorial que responde, ya sea de forma positiva o negativa. Hay que insistir y ser pesados. Y, por mucha pereza que dé, las redes sociales ayudan mucho a eso. Conectar con editoriales ahora es muchísimo más fácil que antes, pero tampoco hay que olvidar que lo que vemos en Twitter, o Facebook, o Instagram, luego realmente no se refleja en la vida real.
Tamara: Bueno, yo no me considero nadie como para dar consejos; de hecho, casi preferiría que me los den a mí. Pero si tuviese que quedarme con algo de lo mucho que he aprendido, diría que no hay que hacerle caso a esa vocecita en nuestra cabeza que dice que no valemos para esto. Hay momentos en los que dudamos de nuestra capacidad, de nuestra competencia, pero jamás hay que olvidar que todos empezamos, todos progresamos, y al final lo que cuenta es que el lector, la editorial y el propio traductor queden satisfechos con el trabajo realizado.
Me encanta terminar con estos consejos y lecciones, porque son aplicables a muchas otras ramas también. Lo que decimos muchos a riesgo de hacernos pesados: paciencia, morro y mucho ánimo siempre.Yuliss, Tamara, muchísimas gracias a las dospor vuestro tiempo e interés.¡Y por muchas más traducciones!
Vivimos un momento de cambio, la «nueva normalidad» ya está aquí y ha venido para quedarse. Si eres profesional en activo, puede que hayas recibido menos encargos y si acabas de graduarte en TeI, quizá te veas como pollo sin cabeza y no sepas por dónde empezar a buscar. Es muy normal y nos ha pasado a todos. De hecho, es una de las mayores preocupaciones cuando lanzo las sesiones de Preguntas frecuentes en mi cuenta de Instagram.
En este post recopilo algunos artículos que te pueden orientar un poco y, al final, tienes algunas direcciones y consejos básicos de interés. ¿Empezamos?
En «El arte de tratar con los clientes: consejos y pautas de actuación» encontramos consejos para saber qué hacer cuando nos piden presupuesto y nos encargan una traducción. También aborda algunos problemas que podemos encontrarnos en el desempeño de nuestra actividad. Pero como nos recuerda también «todos estos consejos y pautas pueden reducirse a tres: cortesía, profesionalidad y sentido común». https://eltraductorenlasombra.com/2013/11/06/el-arte-de-tratar-con-los-clientes-consejos-y-pautas-de-actuacion.
Bonus track con consejos variados sobre la profesión
Hace un tiempo redacté un minimanual en tres entregas con consejos variados para nuestro desempeño profesional y los tienes aquí por apartados:
Además de estos artículos, te recomiendo seguir a traductores en Twitter, puesto que siempre comparten información que puede serte útil, además de la compañía y los ratitos de diversión que brindan. Por ejemplo, no puedes perderte este hilo de Elisa de la Torre o este de Mercedes Tabuyo, que, aunque está centrado en la corrección, aborda cuestiones que nos sirven como traductores.
Un momento…
«Esto está muy bien, pero ¿dónde encuentro yo el trabajo exactamente? ¡Una solución quiero!», puede que estés pensando. En alguno de los artículos ya se aborda esta cuestión, pero sé que es algo que inquieta. Como buen profesional autónomo deberás pensar qué clientes te interesan y por dónde quieres empezar a buscar. Es muy goloso apuntar primero a los estudios de doblaje si te va la TAV o a las editoriales si te decantas más por la traducción literaria, pero no descartes las agencias de traducción tanto españolas como internacionales o las plataformas de traducción.
Hazte una lista de agencias de traducción (busca en Google, en Proz o en Translator’s Café) y envía tus datos llevando siempre un registro de todo: fecha de envío, de respuesta, ¿has hecho prueba de traducción?
Aprovecho, ya que sale a colación: «¿Sale a cuenta pagar la afiliación a Proz?». Veamos, es un buen portal para ver qué se cuece, hacer consultas de traducción en los foros, buscar agencias y comprobar si son buenos clientes (el llamado Blue Board). Se mueven muchas ofertas en muchos idiomas. Yo estuve pagando varios años y dejé de hacerlo cuando ya me vi asentada… y porque no vi ofertas que me interesaran. Sobre todo, pagar te da acceso a las ofertas de trabajo 24 horas antes de los que no son miembros de pago y eso tiene sus ventajas. Mi experiencia es que últimamente hay tarifas muy bajas, pero siempre se puede encontrar algo interesante. Pagar o no pagar la suscripción o membresía ya es cosa tuya, pero te recomiendo que antes explores a fondo el portal para tenerlo un poco más claro.
Siguiendo con las agencias de traducción, seguramente te haya pasado que no hayan contestado a tus correos. Suele pasar, sí. Las agencias reciben muchísimos correos al día y solicitudes varias por formulario; no es excusa, pero pasa. En estos casos, como ya llevarás un registro de las agencias a las que escribes (guiño, guiño), vuelve a darles un toque pasado un tiempo prudencial. Puedes hacerlo coincidir con alguna novedad que tengas en el CV.Tal vez has hecho un curso o tienes más experiencia o lo que sea. Aprovecha esta nueva información para escribir: «Me puse en contacto con vosotros hace un tiempo y aprovechando que he hecho un curso de traducción jurídica, os reenvío mi currículum por si hubiera la posibilidad de colaborar profesionalmente», por ejemplo.
En cuanto a las plataformas de traducción que te avanzaba antes, me refiero a las siguientes:
Aunque no tengo experiencia directa con estas plataformas, sí he visto que las tarifas suelen ir a la baja, pero nunca se sabe. El que más conozco es Fiverr por haber encargado ahí algunas imágenes y logotipos y el sistema funciona muy bien… si el vendedor es profesional.
En el caso de la traducción, tú pones tu precio por unidades de trabajo, o gigs, y a partir de ahí decides el precio por gig y lo que incluye cada uno. Por ejemplo, si tienes una tarifa de 0,06 dólares/palabra, puedes ofrecer gigs de 24 dólares (por 400 palabras de texto). Si el cliente necesita traducir 1200 palabras, te comprará 3 gigs. En Proz hay un foro sobre el tema y la traductora Natalie Soper hizo un experimento contratando traducciones en esta plataforma. Si tienes curiosidad por ver qué descubrió, pincha aquí. Básicamente, y a modo de destripe, te cuento que la gente no fue muy profesional. De nuevo, para meter la cabecita en traducción y mantenerse, da igual el método para encontrar trabajo que elijas: debes trabajar bien, ser serio con las entregas y mantener una buena comunicación con el cliente.
Si quieres más información, tienes todas estas plataformas analizadas con sus pros y sus contras en Smartcat o en Website Planet, donde encontrarás esta tabla tan maja:
Tabla comparativa con varias plataformas de traducción, de Adam Warner.
Bien, ya hemos visto agencias y plataformas, pero tampoco te quedes ahí. ¿Se te había ocurrido enviar tus datos a empresas de importación/exportación? Puede que tengan documentación que necesiten traducir. ¿Y despachos de abogados? Si eres traductor jurado, tal vez puedan enviarte trabajo cuando lo requiera alguno de sus clientes. Y el mejor consejo que me dieron jamás y que siempre doy: que todo el mundo sepa que eres traductor. Desde tu tía la del pueblo al vecino del quinto tercera, porque en nuestra profesión —como en muchas otras— funciona muy bien el boca a boca y nunca se sabe quién puede necesitar tus servicios en un futuro.
Otra pregunta del millón cuando hablamos de empezar en este mundillo es «¿Tengo que estar dado de alta y pagar mis autónomos?». Sí y ahora es más fácil porque tienes la ventaja de acogerte a reducciones los primeros años. Además, digo este «sí» rotundo en esta cuestión porque puede que haya clientes que no te pidan ningún papel, pero otros (agencias, sobre todo) piden que estés dado de alta y querrán ver el documento en cuestión; muchas te piden el certificado de contratistas cada año para comprobar que estás al corriente de las obligaciones fiscales.
En este aspecto, te aconsejo que pidas cita con un gestor (si no me equivoco, la visita puede rondar los 30-40 €, según la zona) para que te guíe como es debido. Muchos damos consejos en Twitter, blogs y redes en general, pero es una cuestión demasiado importante para dejarla en manos de gente no experta en estas lides, aunque lo hagamos con buena fe.
Las asociaciones de traductores también pueden serte útiles en este aspecto, puesto que ofrecen orientación, además de cursos variados. No olvidemos que asociarse es una buena idea porque juntos somos más fuertes. Si aún eres estudiante, entérate de lo que organiza la Asociación Española Universitaria de Traductores e Intérpretes en Formación (AETI) en tu universidad. Si ya has terminado tu formación, échale un vistazo a ASETRAD, ATRAE (centrada en TAV), ACE Traductores (para los traductores editoriales), APTIJ (especializada en traducción jurídica y jurada), AICE (para los intérpretes) o Tremédica (para traductores y redactores del ámbito médico) y las demás asociaciones de las distintas zonas y comunidades autónomas: APTIC en Cataluña, La Xarxa en la Comunidad Valenciana, AGPTI en Galicia, ASATI en Aragón… y muchas otras de las que seguro me olvido y espero que me disculpen.
Si quieres más información para empezar, te recomiendo el librito de Celia Rico, Guía de supervivencia para traductores (Pie de Página, 2018), y, sobre todo, La profesión del traductor e intérprete: claves para dar el salto al mundo laboral, de Purificación Meseguer y Ana María Rojo (Trea, 2018); ambos están reseñados aquí y aquí. De este último, te parecerá especialmente interesante el capítulo «Iniciar la carrera de traducción en el sector privado», de Inmaculada Vicente López, en el que desgrana los pasos que debes seguir para empezar.
Para no extenderme más lo dejo aquí, aunque ya sabes que puedes consultarme lo que sea por las distintas redes. Sobre todo, no te desanimes. Como en cualquier profesión, cuesta arrancar y hay que trabajárselo mucho, pero merece la pena. Deberás ser una hormiguita e ir paso a paso, sin prisa pero sin pausa. De diez correos enviados quizá solo te respondan a uno. Suspenderás algunas pruebas de traducción, pero aprobarás muchas otras (nadie lleva la cuenta de las veces que metes la pata, de verdad). Todos hemos pasado por esto, créeme, y nadie te regalará nada, pero se puede vivir de la traducción. Sé profesional y que tu trabajo hable por ti. Y recuerda, por favor, que no es ningún fracaso trabajar de otra cosa hasta que puedas mantenerte únicamente con la traducción.
Cuarto de carrera es el año de las dudas en todas las facultades de TeI. Así estaba yo, empezando el último año y sin saber muy bien qué hacer después de una experiencia agridulce con algunas asignaturas y las expectativas deprimentes del sector que nos pintaba algún docente cenizo.
Una de las profesoras que sí estaba al pie del cañón invitó a una exalumna a hablarnos de las salidas después de terminar la ardua época en la que nos encontrábamos. Os destripo el final: esa exalumna ahora es mi jefa y una de las personas de las que más he aprendido a lo largo de mi trayectoria.
Unos meses después de esa charla, ahí estaba yo, delante de un ordenador en una oficina del centro de Madrid, acompañada por tres profesionales del sector y tecleando mi primera traducción fuera de las aulas. Mi primer día de prácticas también fue mi primer día en el mundo de la traducción. Empecé a gestionar proyectos, a hacer presupuestos, a buscar clientes, a traducir textos diferentes a diario (algunos resueltos mejor que otros) y, lo más importante, descubrí mi especialidad: la traducción audiovisual.
Ahora, dos años después y terminando el Máster de Traducción Audiovisual de la UAB, hago encaje de bolillos para compaginar el trabajo en plantilla con otras prácticas profesionales, esta vez en localización de videojuegos, con otra gran maestra del sector.
Como dice mi madre, a nosotros no nos regalan nada, así que no hay que quedarse de brazos cruzados y, sobre todo, no debemos conformarnos con lo que nos dan masticado en las aulas. En mi facultad, la TAV era la gran ausente —¿qué es eso, se come?— y las prácticas tenías que buscártelas por tu cuenta, así que, si no hubiera tenido la iniciativa de buscar fuera, no habría llegado hasta aquí.
¡Sed inconformistas y luchad por lo que os apasiona, pequeños traductores!
BRANDON QUEEN Tras una licenciatura en historia del arte y francés y algunos años trabajando como mercadotécnico, cursé un año de posgrado en traducción en una universidad puertorriqueña —un programa que no me satisfacía— para luego seguir en un posgrado de filología con cursos de lingüística y comunicación. Por cuestiones económicas e institucionales, no completé ningún grado a pesar de pasar tres años estudiando.
Durante el primer año en traducción, pude trabajar en el departamento como traductor, más o menos como aprendiz haciendo prácticas. Durante mi segundo año de estudios, trabaje como instructor de inglés en un centro Berlitz.
Después de todo eso, volví a trabajar como oficinista en Estados Unidos y al mismo tiempo fui voluntario durante unos meses, impartiendo clases de inglés a inmigrantes en una biblioteca pública. Esto duró hasta el año pasado, cuando me dieron de baja de mi trabajo. Alrededor de 6 meses después de esto, hacía traducciones (como voluntario) para un medio ciudadano de Venezuela (Aporrea Internacional).
En otoño del año pasado, hice un curso de TEFL en un centro gestionado por el gobierno de Australia, ubicado en Vietnam, y ahora vivo en Corea del Sur, donde soy instructor de inglés en un centro de idiomas para adultos.
Lo de no completar la carrera no me despistó tanto, pero no pude hacer todo lo necesario para lanzarme como traductor profesional después de dejar la universidad. Aprender todo lo relacionado con el mercadeo en línea, buscar clientes, obtener las credenciales necesarias y los gastos implicados en todo lo anterior mientras trabajaba y vivía en Los Ángeles (de California, n.b.) me impidió avanzar en el gran proyecto de ser un traductor profesional. Simple y sencillamente, no tuve los cojones para luchar 🙂
Mi historia no es una exitosa que se puede compartir para dar ánimo a otros traductores aspirantes, pero no me doy por vencido. Sigo con ganas de ejercer esta profesión en el futuro, aunque ya acepto que no es para mañana, ni siquiera para los próximos años, sino que tiene que ser una meta de largo plazo. No sé si todo esto te sirve, pero te agradezco por la oportunidad de contar mi historia.
Mi nombre es Carla, soy de Mendoza, Argentina, y me recibí de Traductora Pública en el año 2013. Realmente no fue nada fácil el comienzo, considero que tiene que ver con que mi generación busca el éxito rápido, fácil y de manera simple. Al ser buena estudiante y simplemente estudiar y obtener buenas calificaciones, pensé que todo funcionada así. Pues no, mi experiencia comenzó con algunas traducciones legales de conocidos y luego el boca en boca fue ayudando a que ese tipo de trabajos (ya sean contratos, títulos, analíticos, etc.) fuesen en aumento. Hoy, esas traducciones particulares forman parte de mis ahorros.
Por otro lado, decidí incursionar como PM en una agencia y siento que he aprendido y sigo aprendiendo mucho día a día. Algunas horas soy PM y otras trabajo como QM. A pesar de ser roles muy distintos, ambos de cierta manera ayudan a formarme y debo decir que al traducir y editar sigo aprendiendo todos los días (ya sea del tema o del idioma en cuestión). Lo que me gusta de nuestra profesión es que aprendes todos los días y considero que para ser bueno, debemos capacitarnos siempre. Si encuentras un área que disfrutes, pues es genial destacarse, perfeccionarse, aprender, siempre aprender…
En mi opinión, tenemos una profesión donde hay que ir a buscar al cliente, ofrecernos, vendernos, destacarnos. El cliente rara vez vendrá a nosotros (solo esos clientes del boca en boca que necesitan una traducción porque viajan). Para tener clientes rentables y fijos creo que debemos empezar por dedicar horas y horas de búsqueda y paciencia. Vivimos en un mundo globalizado y si nos sentamos frente a una computadora a buscar, algo encontraremos.
Vuelvo al punto de partida: no esperemos que el primer cliente sea el mejor, aprovechemos para aprender, alimentemos nuestras ideas con nuestros colegas, estemos atentos a lo que pasa alrededor. Ese es mi consejo. Soy una persona bastante conservadora y hoy me siento bien trabajando contratada. No descarto en un futuro sumergirme a pleno en la vida autónoma y disfrutar de nuestra profesión desde otra perspectiva, donde seguramente deba enfrentar desafíos, pero a fin de cuentas, estamos capacitados y debemos explotar nuestras habilidades de resolución de problemas.
*Podéis poneros en contacto con Carla por Skype y en LinkedIn.
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Abrirse camino no es fácil, como hemos ido viendo todas estas semanas. También hemos visto que no hay una única manera de llegar. Hay quien se busca las castañas nada más terminar el grado; otros empiezan con un máster o un posgrado. Otros ven la luz gracias a las prácticas profesionales.
Sea como sea, cada historia es personal e intransferible. Brandon, en este caso, sigue buscando su camino (de hecho, hasta se fue de Twitter hace un tiempo) impartiendo clases en varios países; Sara quizá no hubiera llegado donde está sin esa charla en su universidad; Carla empezó a traducir para su círculo más cercano y acabó en plantilla. Traducir es aprender, es esforzarse, es especializarse, pero sobre todo es buscar, porque no todas las oportunidades vienen solas.
Soy Ana, de Barcelona, y a continuación os doy las claves que creo que me ayudaron a encontrar mi trabajo actual. En 2017, justo al acabar el máster de traducción, encontré trabajo como traductora in-house. Yo estaba totalmente convencida de que la única opción realista iba a ser trabajar como autónoma, así que mientras estudiaba leí muchísimo sobre cómo ser freelance y empecé a hacerme mi propia web. Pero no me cerré las puertas y, a la vez, iba consultando webs de empleo generalistas como InfoJobs o especializadas como Multilingual Vacancies y la recopilación semanal de ofertas de Trágora. En alguno de estos canales vi una oferta que me interesaba y preparé mi solicitud a conciencia. Para escribir la carta de motivación, mi pregunta de partida fue: ¿Cómo puedo contribuir a que a esta empresa y departamento concreto les vaya bien? Consulté su web para entender cuál era su misión y valores y utilicé su propio lenguaje y palabras clave de la descripción del puesto. Adapté la estructura de la carta y del currículum y destaqué cosas estratégicamente para que fuera fácil ver cómo mi perfil se ajustaba a lo que pedían.
Para preparar la entrevista, investigué cuáles eran las principales preguntas que se suelen hacer, me preparé las respuestas por escrito y las practiqué con alguien cercano. Sabía que iba a estar nerviosa y cuanto más preparada estuviera, mejor. Al día siguiente, les escribí un correo para agradecerles la oportunidad y aproveché para subrayar un tema que había surgido y que era muy importante para ellos, y por el que quizá yo había pasado un poco por encima. Pasaron dos semanas y no había recibido respuesta, así que les escribí para preguntar cómo iba el proceso de selección; para demostrar mi interés, a la vez aproveché el correo para mandarles información sobre otro tema que había surgido durante la entrevista. Sobra decir que redacté y corregí con atención cada mensaje que mandé, desde el primero de respuesta a la oferta hasta el último.
Finalmente, al cabo de unos días, recibí la respuesta esperada: ¡me ofrecían el puesto! Me habían comentado que se habían presentado muchos candidatos y yo, en lugar de pensar que entonces tendrían más donde elegir, pensé: «En ese caso, es que valoran mi perfil y cómo lo he hecho durante el proceso». Y entonces hice algo que nunca pensé que haría en mi vida: negocié el sueldo que me ofrecían y conseguí que me lo subieran un poco. En mi opinión, tenemos muy asumido lo de «si no te cogen a ti, cogen a otro» y muchas veces no nos damos cuenta de nuestro valor y de que si una empresa decide apostar por ti, es por algo.
Espero que mi historia os ayude en vuestra búsqueda laboral 🙂
Aunque ser autónomo suele llamar más la atención, no hay que descartar los trabajos en plantilla.
CRISTINA FELIPE
En 2015 terminé el grado en Traducción e Interpretación por la Universidad Complutense de Madrid. Durante ese año, mandé mi currículum a muchas empresas pero, al no tener experiencia ni poder firmar un acuerdo de prácticas (entre empresa y centro universitario), no encontraba trabajo.
En la última parte del máster, había que decantarse por un proyecto práctico (con prácticas en empresa) o por uno de investigación, y escogí el primero. Empecé las prácticas a media jornada en una empresa de Madrid; por si a alguien le interesa, sí, fueron remuneradas. Trabajé allí durante seis meses y me sirvió para hacer contactos, para ver cómo se trabaja en una empresa y cómo funciona verdaderamente el sector.
Después de las prácticas, tuve otro trabajo que no está
relacionado con la traducción pero que me ayudó mucho a ganar confianza y
seguridad en mí misma, algo que nunca está de más.
Unos meses después, ya en paro, apareció de la nada una empresa y me ofreció un proyecto de traducción. Era grande (para ser el primero) y me pareció una buena oportunidad para empezar. Me di de alta de autónoma tras darle muchas vueltas, aunque con rapidez, porque, en estos casos, el tiempo corre en tu contra. Uno de los argumentos que me convenció es que la cuota de autónomo tenía una tarifa plana de 50 €. Con este proyecto, ya me daba para pagar varios meses, así que, por qué no intentarlo.
Empecé a enviar mi currículum, a contactar con empresas y con algunas personas con las que había trabajado y, poco a poco, me iban enviando encargos. Ya llevo un año como traductora autónoma y no me arrepiento de haberlo hecho, aunque no todo ha sido un camino de rosas.
Ese primer cliente que se puso en contacto conmigo tardó más
de seis meses en pagarme. Debí sospechar que no era muy normal que contactara
conmigo una empresa que no conocía, pero pequé de ingenua —¿cómo iba a
estafarme una empresa que me había dado todos sus datos y que no tenía mala
nota en internet ni en ProZ?—. Finalmente, tras muchos correos a los que no
contestaban, recibí el pago, pero estuve a punto de denunciarles. Por suerte,
la única medida que tuve que tomar fue la de escribir algunas reseñas sobre lo
que había ocurrido. Me parecía muy importante que los que vinieran detrás
supieran lo que había pasado.
No obstante, a pesar de ese mal rato, he ido consiguiendo (mejores) clientes poco a poco. Es una tarea difícil y, a veces, un poco frustrante, pero siempre que tengo un rato libre, aprovecho para enviar mi currículum a empresas.Puede que se pongan en contacto conmigo un año después, pero por mí que no quede.
No, no existen las recetas ni las pildoritas mágicas para el éxito. Además, el éxito representa cosas distintas para cada persona.
En definitiva, creo que es importante tener una experiencia previa y contactos, andar con cuidado con nuevos clientes o con ofertas sospechosas, tener un asesor o alguien cercano que pueda echarte una mano con la parte de contabilidad y fiscalidad, saber reconocer los errores y subsanarlos de la mejor manera posible, así como defender tu trabajo con argumentos. Por supuesto, esto no es la receta del éxito, pero son algunos de los aspectos básicos que he aprendido a lo largo de este año.
**Podéis poneros en contacto con Cristina por correo y por LinkedIn.
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Tesón y constancia. Las compañeras de hoy lo tienen muy claro. Ana nos demuestra que hay otras vías, como la del traductor en plantilla, para ganarnos las habichuelas. Cristina se lanzó a la piscina de los autónomos en cuanto recibió un encargo jugoso y ha seguido buscando clientes sin parar.
Como hemos visto, no hay recetas mágicas ni caminos únicos para desenvolverse y vivir de la traducción; podemos labrarnos futuros distintos repletos de posibilidades. Ya nos lo dice Cristina, no es un camino de rosas, pero con trabajo, formación y una pizca de suerte, es posible.
Gracias por vuestros testimonios y, ya sabéis, si queréis contribuir con el vuestro, dadme un toque. ¡Nos vemos en la próxima entrega!
Cuando estaba estudiando cuarto de Lenguas Modernas y Traducción en la UAH no hacía más que preguntarme si continuar los estudios con un máster o empezar a trabajar. El caso es que como me gustaban (y me gustan) distintas especialidades, no había ningún máster que me llenase y la idea de empezar a trabajar me parecía mucho más atractiva.
Pero empecemos por el principio: las prácticas, ya que fueron la clave que me han hecho llegar hasta donde estoy ahora. Hice las prácticas con Eugenia Arrés, lo que me permitió tocar varios campos de la traducción y tener una visión más cercana del trabajo como traductor autónomo. La universidad da una base importante, pero hay que completarla con más formación y, sobre todo, práctica, práctica y más práctica. Esos meses fueron muy intensos porque tuve que poner en práctica lo mucho que creí haber aprendido en la universidad, aprendí mil cosas más con cada nueva tarea y las posibles salidas profesionales no hacían más que multiplicarse. Después de las prácticas, empecé a contactar con empresas y empezaron a salir los primeros trabajos hasta encontrar mi sitio poco a poco. La suerte es un factor importante, pero hay que saber buscarla, currárselo día a día, preguntar cuando tengas dudas y aprender de los errores, que nadie nace enseñado.
Al terminar las prácticas descubrí dos cosas: que me gusta localizar videojuegos y que adoro el mundo del marketing. Siempre me ha atraído la traducción audiovisual, pero la localización de videojuegos fue toda una sorpresa que de no ser por las prácticas nunca se me hubiera pasado por la cabeza; a veces, es cuestión de probar. En cuanto al marketing, empecé a formarme en marketing y marketing digital para saber cómo darme a conocer y ofrecer mis servicios como traductora autónoma, porque pensar como una empresa es esencial. Creé currículos y cartas de presentación que me diferenciaran y, por último, mi web. Lo que empezó como formación en mi marca personal se convirtió en un nicho de mercado que completé con formación más específica sobre traducción publicitaria. De hecho, buena parte de mi flujo de trabajo actual es de esta especialidad.
Otro punto importante son los contactos. Si tienes una buena red, tus posibilidades se disparan: puedes enterarte de una vacante, conseguir un nuevo cliente, enterarte de recursos, asistir a congresos interesantes o (¿por qué no?) participar en uno. Esta profesión está llena de gente majísima que puede darte un consejo o una palabra de aliento cuando lo necesitas, porque otras cosas igual no, pero hablar y vernos nos encanta.
Por último, empezar como traductora autónoma desde una posición más estable me ha ayudado a tomar mejores decisiones. Nada más terminar la carrera encontré trabajo como profesora de inglés en una academia y gracias a esos ingresos pude formarme y buscar clientes y proyectos que realmente me interesasen con cierta tranquilidad. A través de contactos (amigos, familia, jefes o antiguos profesores) y a base de llamar a muchas puertas he trabajado como transcriptora, localizadora de videojuegos, copywriter, traductora y correctora, además de haber participado en un congreso y alguna charla. Si algo he aprendido desde que empecé es que hay que ser curioso, tenaz y saber moverse, porque todo te va a servir para algo.
Se puede vivir de la traducción, pero recuerda que hay muchas más salidas a parte de la de traductor y muchas especializaciones, así que no te cierres puertas y prueba, porque no hay caminos equivocados en traducción.
*Podéis encontrar a Elena en Twitter, LinkedIn y preguntarle lo que queráis por correo.
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De todo lo que ha contado Elena, muy acertado y compartido por diversos testimonios y por mí misma, quiero detenerme hoy en este punto: «empezar como traductora autónoma desde una posición más estable me ha ayudado a tomar mejores decisiones». Que no os dé reparo trabajar «de otra cosa» mientras buscáis clientes de traducción. Impartir clases de inglés, trabajar en una tienda a media jornada, dedicar unas horas a hacer de canguro… Puede que no todos los trabajos sean aplicables a o estén directamente relacionados con la traducción, pero es una fuente de ingresos que os ayudará a ampliar la cartera de clientes sin agobiaros demasiado.
Yo me he pasado muchos años compaginando la docencia en una academia de inglés con la traducción (pagando mis autónomos por un lado y recibiendo mi salario por otro; todo legal) y eso me ha permitido ir un poco más tranquila. Cierto es que he tenido que traducir también en fin de semana y por las noches para suplir las horas que le dedicaba a la docencia, pero a la larga me ha supuesto más experiencia y una cartera sólida de clientes al dejar las clases.
No os cerréis puertas, como dice Elena, y que no os dé miedo probar con otras cosas mientras intentáis abriros camino en traducción. No vais a ser peores profesionales por trabajar en otros campos. ¡Al contrario! Toda experiencia es aprovechable en esta profesión.
Esta semana son tres las traductoras que nos hablan de sus primeras veces después del grado. Ana, Fabiana e Irene, con contextos y experiencias muy distintas, nos ofrecen nuevas perspectivas. Conozcámoslas un poco más.
Me llamo Ana y terminé la carrera de Traducción e Interpretación en la Universidad de Alicante en 2014. En 2017 acabé el máster de Traducción institucional de la misma universidad y el máster de Traducción literaria de la Universidad Complutense. He trabajado siempre en sitios relacionados con los idiomas y la redacción de textos: auxiliar administrativo con alemán, prácticas de traducción en la Comisión Europea, traductora técnica y jurídica para un abogado de propiedad intelectual y, ahora, redactora de actas.
Cuando acabé la carrera estaba un poco perdida, así que lo que hice fue pedir la beca de auxiliar de conversación en Alemania para trabajar mi lengua C y además tener algo más de tiempo para pensar sobre el camino que quería seguir. ¡Hoy en día tampoco lo tengo muy claro! Pero no he dejado de trabajar en el ámbito.
Tengo tres consejos que a mí me habría gustado escuchar cuando estaba acabando:
Antes de acabar la carrera, informaros bien de qué opciones tiene vuestra universidad para estudiantes y egresados. Suele haber cursos para preparar bien el currículo y bolsas de trabajo o prácticas. Así encontré yo prácticas remuneradas y después trabajo.
No descartéis la opción de hacer otros trabajos relacionados con la lengua. Nuestro perfil sirve para muchos otros puestos que darán experiencia y pueden abrir puertas después, en tareas como la redacción o la corrección.
No os quedéis quietos. Siempre hay opciones para mejorar y seguir aprendiendo. Hay cursos online, charlas, becas en el extranjero, másteres y mil cosas más para continuar con la formación en traducción, corrección o idiomas. Eso sí, no hace falta hacer un máster o hacerlo enseguida; podéis tomaros vuestro tiempo para pensarlo, pero sin parar de hacer cosas.
Sobre todo, mucho ánimo. Nunca es fácil empezar, pero opciones siempre hay. Estoy disponible en Twitter o LinkedIn para ayudar en lo que sea. 🙂
FABIANA Q. MENDES
Para mí, lo más difícil ha sido cambiar la estructura mental de «trabajador en relación de dependencia» a la de «autónomo».
A lo largo de la carrera
te dicen y enseñan muchas cosas, pero pensar como autónomo no es una de ellas.
Es difícil trabajar sin tener quien te diga qué y cómo hacer las cosas, hay
mucho en lo que pensar: a quiénes me gustaría tener como cliente, cómo darme a
conocer, cómo usar las redes sociales, qué cursos hacer, especializarme o no,
cómo tener una tarifa competitiva, acepto cobrar menos y tengo un cliente
directo o trabajo con una agencia, qué hago con los plazos, qué herramientas
uso, cómo optimizar mi tiempo…
Y podría seguir con muchas otras cosas que como autónomo hay que hacer para ser proactivo y no esperar a que el trabajo caiga del cielo.
Yo soy uno de esos casos unicornio: soy una traductora que solo ha trabajado en plantilla. No obstante, comparto muchas cosas con los compañeros autónomos. Cuando acabé la licenciatura y mis prácticas como terminóloga en una empresa, me encontré ante el abismo del «¿y ahora qué?». Da mucho miedo, todos hemos pasado por eso. No obstante, decidí seguir estudiando a distancia y aprovechar el tiempo mejorando mi francés como au pair donde, además, me vi «obligada» a aprender italiano. Maté dos pájaros de un tiro. Cuando no corría detrás de tres diablillos, aprovechaba para conocer el mercado francosuizo en cuanto a la traducción. Aprendí muchísimo de todas las entrevistas que hice, además de tácticas de búsqueda de empleo que pude poner en práctica cuando volví a España. Sí, volví a casa, sin trabajo y después de pasar un tiempo fuera. En esa época recibí una de las lecciones más importantes: «volver» no significa «dar un paso atrás» sino «coger impulso».
Gracias a todo eso y a la formación constante, me contrataron en la primera empresa a la que mandé mi CV. Empecé con ganas, motivación y dedicación, tres factores que me permitieron hacer bien mi trabajo y estar en esa empresa durante casi tres años. No obstante, llegó el momento en el que decidí cambiar de empleo. ¿Qué podía hacer además de ver miles de ofertas? Sencillo, me dejé ver por los #tradusaraos, lo que me permitió conocer de cerca a muchas empresas e incluso acabé como ponente en el VIII Congreso de la SELM. Aunque no lo creáis, eso influye positivamente cuando se trata de buscar trabajo.
Actualmente sigo trabajando en plantilla, pero en una empresa que me ofrece oportunidades más acordes a mi personalidad. Seguramente muchos de vosotros me habéis visto en el ENETI 2019 como la chica del estand de las chapas y los caramelos.
La fórmula secreta de mi poción de Panorámix es sencilla: pasión, formación y dedicación. Cuando ponemos el corazón en nuestros actos, el resultado suele ser el óptimo. Y lo más importante: el que la sigue la consigue.
* Encontraréis a Irene en Twitter, LinkedIn y podéis poneros en contacto con ella también por correo.
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¿Trabajar en plantilla o como autónoma desde casa? ¿Seguir formándome nada más acabar la carrera o entrar de lleno en el mundo profesional? Cuando el grado termina todo son incertidumbres. Yo siempre digo que primero hay que ir a por lo que más te gusta porque siempre hay tiempo para cambiar de rumbo después.
¿Quieres especializarte en TAV? Busca estudios de doblaje e intermediarias para empezar a adquirir experiencia desde ya o haz algún curso si quieres ganar algo más de confianza. ¿Prefieres la seguridad (en términos de flujo de trabajo) que te puede ofrecer una agencia? Busca por Internet y envía tus datos; hay muchísimas agencias de traducción en la actualidad. ¿Te gustaría meter la cabecita en editorial? Escribe a las editoriales directamente (sé de buena tinta por un par de casos recientes que pesa más la prueba de traducción que la experiencia en sí) o mírate algún curso o taller para pulir destrezas, por ejemplo.
Escribid, llamad, sed pacientes pero insistid. El no ya lo tenéis.
Tras el descanso estival, volvemos a la carga con más testimonios y más contenidos. Esta semana contamos con las experiencias de Martín Díaz y Yasmina Casado.
MARTÍN DÍAZ MORENO
Cuando terminé el Grado en Traducción e Interpretación en 2017 (Universidad de Valladolid), si algo tenía claro, era que quería continuar ejerciendo esta profesión. Puede sonar algo obvio, pero mi propia experiencia (más bien la de mis compañeros de carrera) me ha hecho darme cuenta de que una gran parte de los estudiantes de TeI, al terminar su grado, no continúan con su profesión de traductores o intérpretes, sino que cursan másteres para trabajar de profesores, diplomáticos, etc.
No obstante, yo no me dejé llevar por los cantos de sirena: «no vas a tener trabajo estable de traductor», «es muy inseguro», etc. Como decía una profesora mía de la carrera: That is all bla bla bla. Yo lo tenía claro, quería al menos intentarlo y, sobre todo, especializarme en la rama que más me llamaba la atención, la traducción audiovisual.
Así pues, decidí cursar el Máster en Doblaje, Traducción y Subtitulación de la Universidad Europea
de Madrid (sí, es privada). Si bien no me arrepiento de haberlo hecho, puesto
que he tenido grandes oportunidades con profesionales del sector, es cierto que
no sé hasta que punto hay diferencias con los másteres públicos en otras
universidades como Cádiz o Barcelona. Lo que está claro es que yo quedé muy
satisfecho con mi año en Madrid.
De la mano de mi máster tuve la oportunidad de hacer prácticas en algunos de los mejores estudios del país, lo que me abrió un poco la puerta al finalizar los estudios.
Lo que nadie me dijo fue que esto de ser autónomo es mucho más que sentarte en pijama a traducir delante del ordenador. Al principio puedes sentirte abrumado, pero si consigues contactar con alguien que pueda aconsejarte bien acerca del tema «autónomos» (yo he tenido la suerte de que mi padre también lo es y me ha podido ayudar) y pagas una cuota a un gestor para que te lleve las cuentas, todo resulta un poquito más fácil.
En cuanto al propio trabajo de traductor, al principio es complicado. Aún me encuentro en esta etapa temprana yo también. Han pasado 10 meses desde que terminé el Máster y he tenido bastante suerte con algunos encargos y proyectos, pero sigue sin ser un volumen de trabajo que dé para vivir. Sigo sin desistir, eso sí. La clave creo que es no desfallecer: me levanto todas las mañanas entre semana tenga o no encargos para hacer y busco agencias o estudios audiovisuales a las que no haya echado mi CV. Y si no contestan, a picarles a la puerta a las que estén aquí en Madrid. Será por tiempo…
A veces se hace duro levantarse y no tener nada que hacer, pero por lo que tengo entendido de muchas otros profesionales, los primeros meses (incluso años) son muy difíciles hasta que llega la oportunidad de oro. Yo aún sigo esperando la mía para asentarme en un mundo difícil pero ilusionante para los que amamos esta profesión. ¡Ojalá tengamos suerte!
Desde
que era una cría siempre me han fascinado los idiomas.
En 2012 me metí a Estudios Ingleses (aquí donde me veis, venía de hacer un bachillerato de ciencias puro, así que me era imposible acceder a TeI) y ahí no solo profundicé en mis conocimientos del inglés y descubrí otros maravillosos idiomas, sino que también tuve mi primera toma de contacto con la traducción… y me enamoré.
Al acabar la carrera decidí hacer el Máster de Traducción Audiovisual: Localización, Subtitulación y Doblaje del ISTRAD. ¿Y por qué me decidí por este? Pues en parte porque tenía muy buena pinta y el precio era asequible, pero principalmente porque me ofrecían algo que considero vital para hacerse un hueco en el mundo de la traducción: prácticas de empresa. Fueron tres meses intensos en los que aprendí muchísimo y pude poner en práctica todo lo que había aprendido, y la recompensa a mi esfuerzo fue que dicha empresa se convirtió en mi primer cliente. A partir de ahí, para seguir creciendo, eché mano de una sencilla fórmula: investigar el mercado laboral, echar currículum como si no hubiera un mañana (con cabeza, eso sí) y seguir formándome y especializándome. Y esto lo hago siempre que tengo un ratito libre. Al margen de eso, procuro tener mi perfil de Linkedln organizado, actualizado y bien clarito (aunque esta asignatura está algo pendiente), sigo por redes sociales a varios compañeros e intento aprender todo lo que puedo de ellos a la vez disfruto de su trabajo, me hice socia de ATRAE, una asociación que ofrece cursos profesionales, una bolsa de trabajo y que vela por los intereses y derechos de los traductores audiovisuales…
Es cierto que apenas llevo un año y medio trabajando en este sector y no tengo ni la experiencia ni la cartera de clientes que muchos otros compañeros ya veteranos, pero creo que precisamente por eso puedo empatizar algo mejor: porque hasta hace nada estaba en vuestra piel y estaba igual de cagada que vosotros.
Y no voy a mentiros, meter un pie en el mundillo cuesta lo suyo y quedarse en él otro tanto. Hay épocas de sequía y épocas en las que tengo que rechazar trabajo porque no doy abasto, épocas en las que las empresas ignoran mi existencia y épocas en las que pasas una prueba de traducción y parece que te vas a comer el mundo, épocas en las que las tarifas son más bajas de lo que me gustaría pero hay que pagar las facturas… Es un camino difícil, pero no es imposible.
Y si
tenéis dudas, miedos o queréis algún consejo, preguntad, preguntadme a mí, preguntadle a Scheherezade,
preguntadles a otros compañeros, que es un gremio fantástico y con gente maravillosa
dispuesta a ayudaros.
Y creedme, si os apasiona tanto este trabajo como a mí, todo habrá merecido la pena.
*Si queréis saber algo más de Yasmina, podéis encontrarla en LinkedIn.
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Martín dice algo muy interesante en su testimonio: «ser
autónomo es mucho más que sentarte en pijama a traducir delante del ordenador».
Así es. Como autónomos, no solo realizamos las tareas propias lingüísticas de
la profesión (documentación, traducción, revisión, transcripción, etc.), sino
que además debemos gestionar bien el apartado profesional (búsqueda de
clientes, preparación de presupuestos, gestión de reclamaciones) y el financiero
(facturas, declaraciones trimestrales, posible cobro de deudas, etc.).
También da en el clavo cuando dice que al principio es complicado y que la clave es no desfallecer. Es algo que ya se ha mencionado en este blog y en otros testimonios. Sí, cuesta abrirse camino, que te den esa primera oportunidad que se convierta en una línea más de experiencia demostrable, pero eso no significa que sea imposible. ¿Frustrante? Mucho. Al poco de graduarme me sentía fatal por no encontrar nada de trabajo. Por enviar correos electrónicos a diestro y siniestro, apuntarme a todas las ofertas de ProZ que podía… y nada. Hasta que ese nada es un «venga, te hacemos una prueba» y sigues llamando a más y más puertas, y alguna más se va abriendo con el tiempo.
Esto una carrera de fondo, también lo decimos mucho, pero es así. Se dice que se tarda un par de años en conseguir cierta estabilidad, pero tampoco os fieis, cada persona es un mundo y la suerte y las circunstancias personales influyen mucho. Eso sí, marcaos un rumbo, poneos objetivos y aprovechad estas mañanas de silencio para retocar el currículo, revisar los perfiles profesionales que tenéis en las distintas redes, buscar clientes que os interesen y presentaos de forma individual. Poco a poco se hace camino.
Yasmina, por su parte, hace hincapié en la formación y el reciclaje profesional. Es importante estar al día en este sector, no solo por las nuevas herramientas que pueden hacernos la vida un poco más fácil, sino también por cómo se están moviendo las tarifas y en qué dirección va la profesión. Por eso, como ella dice, es tan importante asociarse y hacer piña como traductores.
La traducción es una auténtica montaña rusa (como cualquier otra profesión, vaya, llena de altibajos). Puedes tener una temporada sin parar en la que los encargos llegan sin buscarlos y luego otra de sequía en la que parece que tienes que ir llamando e insistiendo. Yo misma he tenido un agosto demasiado tranquilo y un principio de septiembre de trabajo excesivo. Y estos altibajos no se dan solo en cuanto carga de trabajo. Puede que un día te feliciten por una traducción brillante y al otro te den un toque de atención. Y no pasa nada. Atesoramos lo bueno y aprendemos de lo malo. No somos maquinitas; no todos los días nos cunden igual ni estamos igual de inspirados. Lo importante es no bajarse de la atracción y seguir adelante.
Shaila Mélmed nos trae esta semana un testimonio tan extenso y completo que merecía un artículo único. Consejos y sentido común a raudales. Le cedo la palabra:
Aún recuerdo la primera vez que nos dijeron durante la carrera que podíamos empezar a trabajar ya. ¿Trabajar? ¿Nosotros, estudiantes? Llevábamos dos años estudiando y parecía que el tema laboral era algo tabú. Mucha teoría y poca práctica y, de repente, una profesora de una asignatura optativa había entrado en el aula pisando fuerte y nos había enseñado una factura, una lista de tarifas (¡por fin se había desentrañado el gran misterio de cuánto cobraba un traductor!), un ejemplo de una carta de presentación y primeros contactos, un presupuesto… Nuestros ojos y nuestras mentes se abrieron de golpe.
Pero su ayuda no se
limitó a enseñarnos y darnos plantillas (las cuales aún conservo y sigo
utilizando), sino que también nos orientó para que empezáramos a darles uso.
Nos dio unos pasos simples pero importantes:
Redacción de documentación
Seleccionar el mercado y especialización al que nos queremos dirigir
Hacernos visibles en internet
Especialización
Envío de CV
1. Redacción de documentación: aquí, obviamente, lo primero que nos viene a la mente es el currículum. Lo que yo hice fue prepararlo en mis idiomas de trabajo. Hay muchas páginas, blogs y vídeos de profesionales de la traducción donde podréis encontrar plantillas, ejemplos, consejos y errores más frecuentes. También sería interesante tener preparado de antemano una lista de tarifas en varios idiomas, modelos de facturas… estos pasos nos ahorrarán tiempo en un futuro.
2. Seleccionar el mercado y especialización al que nos queremos dirigir: es importante tener claro el mercado que va a ser nuestro objetivo, porque esto nos ayuda a saber cómo acercarnos a él. Dependiendo de tu área de especialización, puedes empezar a colaborar en proyectos sin ánimo de lucro donde puedes adquirir mucha experiencia. Yo, por ejemplo, estuve un tiempo traduciendo anuncios para ONGs o aplicaciones para móviles financiadas con crowdfunding donde gané confianza y trabajos que añadir a mi CV. Hace poco vi un proyecto muy interesante de varias chicas que estaban a punto de acabar la carrera y habían creado una antología de traducciones de relatos como forma de salir al mundo laboral, para mostrar un ejemplo de su trabajo.
3. Hacernos visibles en internet: este es el modo de decir que estás en el mercado, de conectar con colegas de profesión y de contactar con futuros clientes. Si estás leyendo esto ahora mismo y no tienes, como mínimo, un correo profesional, ve corriendo a hacértelo. Personalmente, te recomiendo uno de gran capacidad y que tenga herramientas adicionales como Gmail, donde también sería interesante añadir una firma con tus datos cada vez que envíes un correo laboral. También he leído a otros compañeros que dicen que, aunque el currículum sigue siendo muy importante para el traductor, hoy en día es más producente mantener actualizado y completo el perfil de LinkedIn o crearse una página web sencilla. Siendo honesta, mi experiencia con LinkedIn no ha sido muy fructífera, seguramente porque no he invertido el tiempo suficiente en él. En cambio, sí puedo recomendarte con propiedad que te crees una página que te respalde cuando un cliente quiera informarse sobre tu trabajo y que sirva de tarjeta de presentación online, sobre todo si eres autónomo. Si en un principio no cuentas con medios económicos suficientes para conseguirlo, existen algunos gratuitos como WordPress, Blogger, Wix… Yo también tengo cuenta en Twitter donde sigo a otros compañeros, ya sean de mi rama de especialidad o no, y compartimos anécdotas de trabajo, consejos, búsquedas de trabajo, dudas, noticias que afectan a nuestro sector… es importante este intercambio que también puedes encontrar en bases de datos de traductores, foros de traducción, asociaciones y revistas especializadas. Compartir con los colegas de profesión, te ayudará a sentirte menos solo ante el gran gigante que puede parecer a veces el mundo laboral. Pero también puede convertirse en una recopilación de recursos y experiencia. Recuerdo que mis primeros pasos más serios los di después de leer en blogs y páginas personales cómo otros los habían dado antes que yo.
4. Especialización: una de las primeras cosas que aprendí y de las que fui consciente es que los idiomas son algo que está en constante cambio, por lo que no podemos quedarnos atrás si queremos que sigan contando con nosotros. Nuestra carrera es una de formación continua. Existen másteres, postgrados o cursos en modalidad presencial u online que pueden ayudarnos a especializarnos y seguir aumentando nuestros conocimientos. También tengo que añadir que existen cursos, charlas y clases magistrales gratuitas en internet o, por ejemplo, tutoriales sobre herramientas de traducción a los que podemos acceder con un solo clic. Hacerte un hueco en un nicho particular es conseguir que los clientes se interesen por ti porque ofreces algo que nadie, o pocos más, pueden ofrecer.
5. Envío de CV: resulta casi imprescindible diferenciar el destinatario de nuestro currículum entre clientes directos o empresas de traducción, porque dependiendo de si se trata de unos u otros, será más útil usar según qué métodos para aproximarnos a ellos. Según mi experiencia, el CV es lo que suelen pedir las agencias de traducción junto a alguna prueba, mientras que con los clientes directos me ha funcionado el ponerme yo en contacto exponiéndoles por qué iban a necesitar mis servicios para un proyecto concreto; mandar un correo personalizado, por ejemplo, a una editorial cuya línea de publicación hubiera revisado antes y adjuntara ejemplos de traducciones similares, sin necesidad de que me pidan el CV. En algunas ocasiones, aunque no te cojan en un primer momento, se quedan con tu propuesta por si les interesa más adelante.
Tres consejos de propina:
1. Existe una leyenda urbana de que si buscas todo el tiempo palabras en diccionarios mientras trabajas, no tienes ni idea de traducir, o no sirves para ello. Nos acostumbran en los exámenes a no tener material de apoyo a mano pero, a medida que leas experiencias de traductores pro, verás que esto es falso, que todos buscamos palabras y definiciones todo el tiempo porque esto significa que quieres el término más adecuado para ese contexto. No sientas que sabes menos por eso, ¡recuerda que no somos diccionarios andantes!
2. Que no te dé miedo trabajar en campos similares y no en trabajos estrictamente de traducción. Yo, por ejemplo, he estado bastantes años dando clases de inglés que me ayudaban a pagar.
3. Una buena inversión inicial que puede resultar complicada al principio, pero que agradeceremos a la larga, es la que hagamos en hardware (equipo informático adecuado) y software (ofimática y herramientas de traducción). En cuanto a las TAO, no olvides que hay algunas gratuitas e igual de profesionales que pueden servirte de ayuda según tu especialización.
Espero que mi humilde experiencia te haya servido de ayuda, igual que leer el punto de vista de otros compañeros me ha ayudado siempre a mí. Si me permites un último consejo, es que practiques; nunca dejes de traducir, después de todo, a traducir se aprende traduciendo.
Podéis hablar con Shaila por Twitter, consultar su web o enviarle un correo.
Diez artículos llevamos ya y cada vez está claro que cada uno se forja el destino a su manera. Hoy tenemos tres testimonios muy distintos que nos ayudarán a seguir explorando esta búsqueda de oportunidades desde otras perspectivas.
Me llamo Alba Valle, tengo 25
años y en 2016 terminé el grado de Traducción e Interpretación en la
universidad Pablo de Olavide. En aquel entonces, recuerdo que me sentía muy
perdida y desorientada de cara al mundo laboral, los comentarios de los
compañeros de otras promociones no eran del todo alentadores y me daba la
sensación de que en la universidad no nos contaban del todo lo difícil que
sería el camino, a veces incluso se insinuaba lo contrario.
Mi sueño siempre ha sido trabajar en el mundo de la localización y la TAV, por lo que decidí inscribirme al Experto en Traducción y Localización de Videojuegos del ISTRAD para reforzar y ampliar conocimientos, además de comenzar a meter la cabeza en el mundillo laboral. Recuerdo que a mitad de curso Todas Gamers llegó a mi vida. Me registré y comencé a hablar con diferentes compañeras de gremio, y de casualidad, di con Eugenia Arrés, le comenté que no tenía prácticas obligatorias en el Experto de Traducción y me ofreció unas prácticas remuneradas centradas sobre todo en traducción y localización de videojuegos y TAV.
Comencé las prácticas en verano de 2017 y al finalizar estas, me di de alta como autónoma, ya tenía un par de clientes y quería seguir creciendo en el ámbito. Además de trabajar como autónoma, decidí matricularme en el Máster en Traducción y Nuevas Tecnologías, también del ISTRAD.
A lo largo de este año y medio,
he enviado cientos de CV a diferentes empresas, a veces con respuesta y otras
con el silencio más absoluto. Mentiría si dijera que no he pensado que me
equivoco de profesión o que no sirvo para esto. Darse de bruces contra el
silencio al enviar una carta de presentación y tu CV cargados de ilusión y ganas
siempre duele, aunque se aprende a sobrellevarlo.
A día de hoy, continúo como
autónoma, con más clientes y cada vez más ganas de hacerme visible, aunque me
cueste horrores socializar y crear vínculos.
No puedo decir que la entrada en el mundo de la traducción sea sencilla, es complicado y hay que invertir esfuerzo y tiempo para ver resultados a largo plazo, pero siempre hay que tener en cuenta que no todo depende de uno mismo, también hace falta suerte y conocer a la gente adecuada para conseguir avanzar.
Si tienes alguna duda o quieres escuchar un consejo, puedes ponerte en contacto conmigo a través de mi correo electrónico, Twitter o LinkedIn. ¡Estaré encantada de ayudarte!
Mis aventuras en el mundo de la traducción profesional
empezaron cuando terminé de cursar un máster de traducción audiovisual hace ya
dos años. ¿Por qué hice un máster después de la carrera? Pues porque creo que
en esta profesión hay que especializarse en algún ámbito, sea el que sea, ya
que lo normal es que una persona que quiere traducir, por ejemplo, un
videojuego, buscará a algún profesional especializado en eso antes que a
alguien que dice que traduce de todo. Y ojo, esto no quiere decir que no se
pueda probar a colaborar con agencias o empresas que se dediquen a otro ámbito
diferente al de nuestra especialización.
A los pocos meses de terminar este máster, elaboré mi primer currículum y empecé a enviarlo a empresas especializadas en localización de videojuegos para tantear un poco el terreno y ver cómo funciona lo de buscar clientes. Muchas empresas ni siquiera van a contestar, muchas otras te incluyen en su base de datos y no vuelves a saber más de ellas y algunas hasta pueden llegar a hacerte una prueba de traducción y, aunque la apruebes, tampoco te ofrecerán trabajo. Sin embargo, puede que más tarde o más temprano, una de estas empresas te ofrezca proyectos o te contacte para hacer una prueba. Una práctica que me resultó muy útil es crear un documento donde voy apuntando el nombre de las empresas o agencias con las que contacto, la dirección de correo, la forma en la que les he enviado mi CV (por correo o algunas tienen formularios en sus páginas web), la fecha y cómo me han respondido. Así puedo ver si me interesa contactar de nuevo en el futuro con esas empresas para volver a intentar colaborar con ellas.
Otra buena forma de encontrar clientes es LinkedIn. Yo me creé un perfil y por ahí aparecen muchas ofertas de trabajo e incluso puedes crear alertas de las búsquedas que más te interesen y contactar directamente con las empresas o clientes. A veces, puede que algunos te hablen directamente por ahí sin que tú ni siquiera les hayas enviado tu CV (aunque tampoco hay que confiar en esto).
Por último, también es interesante crear un perfil en páginas como ProZ, ya que continuamente surgen ofertas para traducir todo tipo de textos de todo tipo de empresas y sectores. Y hasta puedes hacer que las ofertas te lleguen al correo.
Y de estas tres formas conseguí a mis tres únicos clientes por ahora, que por suerte me envían encargos a menudo exceptuando dos o tres meses en los que no he recibido ningún proyecto. En mi caso, tuve que hacerme autónomo nada más empezar porque me ofrecieron formar parte de un proyecto muy grande y difícil de rechazar, pero mi intención era buscar trabajo en plantilla en alguna agencia. Y sí es verdad que hay oportunidades que no se pueden dejar pasar, aunque luego cueste más.
Creo que el mejor consejo que puedo dar es que hay que ser perseverante e intentar no caer en el desánimo, porque si no paras de intentarlo (¡pero con cabeza!), se puede vivir de esta maravillosa profesión. Además, es muy importante formarse continuamente, ya sea con talleres, cursos o eventos de traducción, por ejemplo. Seguro que me he dejado muchas cosas más en el tintero, pero mi correo y mi LinkedIn están abiertos a cualquier duda. ¡Mucha suerte!
Una semana más, gracias a todos por participar y por leernos. Hasta la próxima.