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Leemos, nos documentamos, seguimos consejos y aconsejamos, pero siempre hay algo que se nos escapa. ¿Un error de tecleo? Incontables, a veces tengo los dedos de mantequilla y algunas palabras se me resisten. ¿Meteduras de pata al traducir? Pues claro, sobre todo al principio y quien diga lo contrario que tire el primer dongle de Trados. ¡Suerte que mejoramos con el tiempo, como los buenos vinos!

En definitiva, somos humanos. Y aunque es cierto que en redes no solemos contar nuestros fallos, errores o puntos flacos, los tenemos. A continuación encontraréis algunos errores que traductores e intérpretes declaran haber cometido alguna vez. Al final hallaréis los datos de esta encuesta y si queréis dejar los vuestros… feel free! 

ERRORES DE TECLEO

  • En lugar de Segunda Guerra Mundial puse Segunda Guarra Mundial. Era un texto para un museo sobre el holocausto judío. ¡Tierra trágame!
  • La más tonta: poner conversación en lugar de conservación. De manera que determinado museo favorecía la conversación de las piezas… Lo malo es que lo he hecho varias veces. Será que me gusta más charlar que conservar.
  • Poco después de obtener el título de traductor jurado entregué una traducción jurada en que ponía «conSerVación» varias veces en vez de «conVerSación». El cliente se dio cuenta y, por suerte, fue comprensivo: solo tuve que corregirla y volverla a entregar. Desde entonces, intento no conversar sobre conservar el orden de las letras de las palabras.
  • Me como algunos signos de puntuación y a veces olvido los acentos.
  • Hay algunas palabras que, por más que lo intente, siempre tecleo mal, como «tambine» y «fatcura». Por suerte en Word tengo activada la autocorrección para estos términos.
  • En algún correo me he despedido como «Un cordial salido».
  • Uso salut («saludo» en catalán) como forma de despedida en los emails a algunas gestoras de proyecto. Alguna vez se me ha escapado un slut.

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Los errores de este tipo pueden deberse a varios factores y no solamente al desconocimiento, que es habitualmente lo que suele decirse. Muchas veces tienen que ver con las prisas y con estar más pendiente de plasmar lo que estamos pensando que con la ortografía y el tecleo en sí.

Por suerte, existen los autocorrectores no solo en los procesadores de texto sino también en los navegadores que nos marcan los errores antes de enviar un correo. No obstante, cuidado porque no son infalibles. Lo mejor es revisarlo todo con mimo antes de enviar.

 

FACTURACIÓN, GESTIÓN Y TRATO CON LOS CLIENTES

  • Hacer traducción inversa al inglés pensado que podría hacerlo bien, y no quedé satisfecha con el resultado. Por suerte no era un cliente sino un intercambio, así que fue un mal menor. Pero la experiencia me sirvió para no volverlo a hacer
  • Delegar una parte de una traducción a un compañero para cumplir un plazo a tiempo, revisar la tarea con prisas y ver que pasaste por alto algún término.
  • Pasar trabajo a algún compañero traductor y ver que no lo han hecho con el mismo mimo. Es importante saber a quién envías tus traducciones y, sobre todo, revisarlas bien después.
  • Un par de veces he enviado una factura al cliente que no era. En una ocasión, incluso, envié al cliente el Excel que tenía hecho para saber cuánto le pagaba a cada uno de los colaboradores que me ayudaron en un proyecto. El sudor frío me acompañó todo el día. No se puede ir con prisas.
  • Olvidar adjuntar los archivos en el email.
  • Cambiarle el nombre a mi cliente. Creo que ha sido el que más vergüenza me dio.
  • No sé presupuestar. Frecuentemente se me olvida la extensión de las palabras cuando traduzco del inglés al español.
  • Olvidarme de adjuntar alguno de los ficheros de la entrega.
  • Enviar el borrador en vez del documento final.
  • Una vez traduje una carta en la que un directivo de EE. UU. explicaba una confusión en el envío de pagos a la dirección impositiva de una provincia argentina. No era larga y me pareció gracioso hacer inmediatamente otra carta en español pero esta vez insultando con sorna y sarcasmo a las autoridades provinciales asegurando que nos les pensaba pagar un peso. En aquella época el email estaba en pañales. Me presenté en la oficina de la compañía de turismo que me encargó el trabajo. La señorita que atendía en recepción se llevó el papel para guardarlo en una carpeta y sellarme la copia como recibida, pero inmediatamente volvió para decirme: «Me parece que esta carta no es la misma que Mister Smith escribió en inglés». Punzada en el estómago, susto… suspiro profundo. Me fijé en mi carpeta, le entregué la traducción correcta mientras le explicaba que me había confundido, que la otra era una broma… Ella se mantuvo muy seria mientra me recibía, esta vez la hoja correcta. Por suerte nunca más supe del incidente. Por un tiempo conservé esa carta en broma con el sello de recibida.
  • Las meteduras de pata más frecuentes suelen ser las típicas: entregar el trabajo sin adjuntar ningún archivo o devolverle al cliente el archivo original en vez del traducido. Son casi siempre meteduras de pata que obedecen a fallos en el flujo de trabajo.
  • Una vez cada tres meses más o menos cometo el error de abrir algún texto para revisar y hacerlo directamente desde el correo electrónico, sin guardarlo. Reviso, cambio y guardo constantemente y al final lo cierro antes de enviarlo… El documento corregido y las horas de trabajo se desvanecen. Tengo una lista bastante larga de recursos para encontrar el documento perdido y ahora ya me he convertido un experto en esto, pero el susto lo tengo cada vez que me pasa.
  • Enviar el borrador de un guión para doblaje en lugar del final un par de veces. Dar palabras por sentado y al corregir ver que significaban otra cosa muy diferente y decirme: ¡suerte que me he dado cuenta!

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Como habéis comprobado, las meteduras de pata en este aspecto son comunes: enviar el original y no la traducción, olvidarse algún adjunto, no revisar bien el proyecto antes de aceptar…

Las soluciones dependen del caso (y también de la persona, que no a todos nos sirve lo mismo), pero podríamos dar algunos consejos:

  1. Proyecto. Sé sincero contigo mismo. ¿De verdad puedes encargarte de esa traducción? ¿Está dentro de tus posibilidades? O si no lo está, ¿sabes con quién contar para que te eche una mano? ¿Y podrás con el plazo? Si te pilla el toro, recuerda que la comunicación con el cliente es básica.
  2. Contenido. Mira bien qué tienes que traducir, cuántas pestañas tiene el Excel o cuántos documentos hay en el correo o dentro de aquella carpeta comprimida.
  3. Facturación. Revisa bien la factura antes de guardarla en pdf y enviarla. ¿Están bien todos los datos? Puede ser que uses una antigua de base para crear una nueva para otro cliente. Asegúrate de cambiar todos los datos que no procedan. En cuanto a los envíos, ¿un truco para no equivocarte? A mí me funciona adjuntar el archivo en el correo vacío, antes de escribir nada.
  4. Trato con el cliente. Como siempre y como con todo, debería imperar el sentido común. Aquí hay algunos consejos más sobre clientes, ya sean directos o agencias.

 

ERRORES AL INTERPRETAR

  • Al interpretar a veces me confundo de idioma.
  • My lecturer (during a press conference) mentioned «We have serious problems with AIDS» and I translated «Tenemos problemas con la ayuda». (He was talking about the disease)
  • En unas prácticas de interpretación durante la carrera, traduje «encina» (chêne, en FR) como «cabra» (chèvre) y luego nada tenía sentido. Mi profesor me puso un cartel con la palabra correcta escrita, pero en francés, así que seguía sin entenderla. Mi compañero de cabina me la tradujo en un papel y tuve que reconocer que me había confundido y que estábamos hablando de encinas y no cabras. ¡Menos mal que eran unas prácticas y el público eran otros estudiantes!
  • En una interpretación tratándose de un queso entendí «murcia albino» en lugar de «murcia al vino». Me di cuenta cuando vi la foto del PowerPoint donde estaban los quesos flotando en una barrica de vino.
  • Therapist – terapista. Por suerte era un examen de interpretación consecutiva.
  • Estaba interpretando en un hospital, el paciente acaba de tener una cirugía y tenía mucho dolor, terminé de interpretar y me retiré. A los pocos segundos venía la esposa gritando en español al médico que esperara, que su esposo se acababa de desmayar. El médico me preguntó «¿Qué dice?» y por error le contesté «My husband passed away». El doctor abrió los ojos e inmediatamente me di cuenta de mi error y lo corregí: «Sorry, he passed out».
  • En una clase de interpretación, mi compañera de cabina y yo estábamos interpretando un discurso diplomático del francés al español. Hubo un momento en que el hablante decía Comme j’ai déjà dit à Noël (Como dije en Navidad), lo cual acabó siendo traducido por mi compañera de cabina por «Como dijo Papá Noel». Lo mejor de todo es que a mí ni me chirrió ni me extrañó en ningún momento. Podéis imaginaros las risas que vinieron después por parte de tanto profesor como alumnos.

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La preparación antes de una interpretación es esencial, así como ir descansado y con la cabeza clara. Es un trabajo muy duro que requiere estar más alerta aún que al traducir; yo he interpretado un par de veces y me quito el sombrero ante los profesionales que os dedicáis a esto.

Muchos de los errores aquí mencionados tienen que ver con la comprensión, ya sea por no haber captado bien lo que se decía o por la homofonía de las palabras. Nuestro cerebro nos puede jugar malas pasadas, como en el caso de los errores de tecleo, así que, en la medida de lo posible, despacito y ̶b̶u̶e̶n̶a̶ ̶l̶e̶t̶r̶a̶  buen oído.

 

ERRORES DE TRADUCCIÓN

  • En un proyecto grande de traducción de una demanda millonaria, después de varios días sin dormir, cambie el número de objetos dañados, de ocho mil a ochenta. Por suerte la directora del proyecto revisó todo y se dio cuenta. De más está decir que nunca más me llamó.
  • Traducir (FR>ES) «palace» como «palacio», cuando significa «hotel de lujo», en una guía turística; enviar un fichero traducido al que le faltaba la mitad del texto por no haberme leído bien las instrucciones de la herramienta TAO de la agencia y no saber que antes de validar cada segmento había que poner el cursor al final (en la última revisión corregí cosas a medio segmento, validé, el resto del segmento se fue a hacer gárgaras y no me di cuenta); confundir «escenarista» y «escenógrafo» en un making of.
  • Equivocarme en una traducción jurada en el lugar de nacimiento en una partida de nacimiento.
  • Hubo una ocasión en la que entregué un trabajo y el cliente se mostró confundido porque para referirme al ponente de una conferencia, utilicé por error el término «parlante», en lugar de «ponente/expositor», cuando tuve que traducir la palabra speaker.
  • Por trabajar en una traducción estando muy cansada, traduje discharge como dar de alta en un hospital. La revisora me lo hizo ver, no el cliente final, pero la pena que sentí era gigante. Mi error: trabajar cansada y revisar mi trabajo bajo ese mismo cansancio.
  • En la traducción de un artículo para una publicación periódica, confundí la descripción de la revista que mencionaba con su título, por lo que pasó a llamarse «Line of Terror», cuando en realidad hablaba de una nueva línea editorial de revistas dedicadas al género del terror.
  • Una vez traduje state of the art como «estado del arte».
  • En una traducción certificada, escribir mal el nombre del cliente.
  • En una ocasión, al traducir un instructivo para un producto que requería baterías, al revisar justo antes de entregar la traducción no me di cuenta de que el producto requería baterías AAA y yo puse AA. Creo que imprimieron 50,000 instructivos. La dueña de la agencia de traducción nos escribió a la editora y a mí para decirnos que el cliente nos iba a cobrar las copias que no servían. $900 dólares de copias fotostáticas. Ni la editora ni yo vimos el error. Afortunadamente, la dueña de la agencia nos dijo que era la primera y única vez que habíamos cometido un error y que ella iba a absorber el gasto. Sí pagó los $900 dolorosos dólares de nuestro error. Jamás nos volvió a pasar.
  • En un formulario de consentimiento informado traduje grapefruit como «uva» en lugar de «toronja». Ni mi revisora ni yo nos dimos cuenta del error. Los pobres pacientes iban a evitar tomar jugo de uva en lugar de toronja. El error nos costó un descuento del 50 % del valor total del encargo, a cada una.
  • No revisar lo arrojado por la TM proporcionada por un cliente estricto (que exigía el uso de «su TM» como requisito); por no revisar lo que supuestamente estaba perfecto, se colaron errores.
  • Entregué una traducción que me llevó un par de días y que creí haber revisado a conciencia; más tarde vi que había traducido constantemente bandwith como «bando de ancha». En otra ocasión, tras una revisión bilingüe muy larga, trabajosa y poco agradecida, dejé pasar el nombre de un personaje, Kindly Cabbage, como «Amablemente repollo». Al menos, este solo aparecía una vez, pero aún lloro de risa al acordarme.
  • Siendo aún estudiante, y como becario de un vicerrectorado de mi facultad, traduje State of the art mal unas 40 veces en un acuerdo internacional. Por suerte, la traducción era orientativa. También dejé la ciudad de Ereván como Yerevan, con su original Y- inicial.
  • En un texto sobre conservantes alimentarios, traduje «preservatives» por yatusabeh. Así, «los consumidores prefieren los alimentos que no contienen preservativos». Afortunadamente, mi colega-clienta lo cazó al vuelo antes de entregar a su cliente. P’habernos matao. Durante la revisión hay que despegarse del texto original, especialmente cuando hay preservativos de por medio.
  • En una de estas traducciones contra reloj que cada vez son más comunes, enfrascado en la tarea, traduje «skydiving» como «bucear», con convicción absoluta de que era así (imagino que por el parecido con «scuba diving»). Por suerte, la PM/revisora lo cazó al vuelo. Cuando vi el producto emitido y me disculpé por la metedura de pata tan gorda, fue majísima y me respondió con un «Para eso estoy, ¿no?», pero imagino que se pensará bien lo de dejarme ciertos proyectos.
  • En general he aprendido a revisar muchas veces los textos traducidos antes de entregarlos, por dos razones: por un lado tengo tendencia hacia los typos (no me queda claro si es algo de dislexia o un caso de «el dedo es más rápido que el cerebro»), y por otra parte he tenido un par de fails espectaculares sobre el comienzo de mi carrera (generalmente por prisa y general tontería) que me enseñaron temprano a revisar, revisar, revisar. El error más horrible que cometí fue: Texto original: «We would like to avail your services…» Y yo puse: «Querríamos evitar sus servicios…». Sip, esa fui yo. Me hago cargo.
  • Poner «cuir» (cuero) en lugar de «cuivre» (cobre).

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Como en las demás áreas, no siempre es fácil identificar el origen concreto del error, por mucho que nos esforcemos por mejorar. Y como veis, volvemos a coincidir con las prisas y el cansancio, que no son buenas compañías para traducir. Pero, ay, esos plazos infernales y nuestro día a día no ayudan.

Por si sirven de algo, he aquí algunos consejos en cuanto a textos y al oficio en sí y otros sobre los aspectos burocráticos y de aprendizaje.

Para terminar, entre todos los errores, me quedo con esta confesión:

«Tenía mucho trabajo y visita en casa. Salí a cenar y se me fue de las manos, por lo que acabé a las dos de la mañana borracho como una cuba. Cuando me levanté al día siguiente, tenía una resaca absurdamente intensa, como si en lugar de cerebro tuviese un doloroso puré de patatas, denso como para que no fluyese la idea más simple. Me puse a trabajar y me di cuenta de que no había leído bien el encargo y tenía que entregar un formato específico de subtítulos, para lo cual tenía que bajarme un programa desconocido. Desesperación, gritos, «porquéporquéporqué».

Después de media hora configurándolo, me dispongo a traducir. El programa era ridículo, en absoluto intuitivo, había que usar el ratón para todo. Me doy cuenta de que a ese ritmo iba a terminar a las diez de la noche. «Porquéporquéporqué». Decido aprovechar que mi visita había decidido hacer turismo para no comer más que un trozo de fuet y un poco de pan y así no perder tiempo.

A las cuatro de la tarde, después de un esfuerzo titánico, voy por el 75 %. De pronto me doy cuenta de que no he guardado el trabajo en ningún momento. Sudor frío, estómago descompuesto, «ayayay». Archivo>guardar como. De pronto, «El programa ha sufrido un error y tiene que cerrarse». Me quedo como un imbécil mirando la pantalla. Me convenzo de que no es real, intento recuperar el trabajo en vano.

Se me empieza a formar un nudo en la garganta y empiezo a llorar, pero no en silencio, sino con sollozos, hipos y grititos. De pronto entra mi visita y me ve llorando como un niño de dos años, en posición semifetal e incapaz de articular palabra. Le intento explicar que el .stl no es lo mismo que el .srt y que todo es culpa del cliente, pero no puedo parar de llorar. Decido subcontratar a un tío que cobra muchísimo más que yo y pagarle un recargo de urgencia, perdiendo una locura de dinero. Mi visita sigue muy preocupada por mí. Don’t drink and translate».

***Datos de la encuesta***

La encuesta anónima aún está activa por si queréis confesar vuestros errores. Podéis acceder aquí mismo. Y estos son los datos:

¿Qué os han parecido? ¿Habéis cometido alguno de estos errores? ¿Os atrevéis a compartir los vuestros? ¡Gracias a todos y hasta la próxima!