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Hace tiempo que tenía pensado escribir algo así, pero esperaba algún motivo. ¿Comienzo de año? ¿Cumpleaños del blog? Parece que, si no hay un motivo, es escribir por escribir, igual que hablar por hablar. Como si escribiera porque me ha pasado algo en concreto. Y no.
Escribo esto porque, en ocasiones, las redes pueden ser nocivas, porque nos llevan a engaño o nos hacen sentir mal. Escribo para ti, alumno que me lees habitualmente y que, quizá ya en cuarto, no sabes qué hacer con tu vida cuando termines la uni. Pero también escribo para mí, que en ocasiones va bien echar la vista atrás para ver qué ha funcionado, qué no, y ver por dónde va bien seguir.
Sobre todo escribo porque hace tiempo que observo cierta amargura o frustración en algunos casos: «En el grado nos lo pintan todo negro», «Nunca me habían explicado esto y no sé qué hacer», «No encuentro trabajo», «Qué suerte que tú llevas X libros traducidos y a mí no me hace caso nadie». No hace mucho, un chico dejaba un comentario en este blog quejándose de lo poco solidario que era el gremio, que nadie le había ayudado ni dado una oportunidad para empezar a trabajar, para seguir aprendiendo. Sé que no es el único.
Muchas veces, desde las redes, parece que todo es facilísimo y de color de rosa: «Anda, a Fulanito le han asignado esta serie tan molona», «A Menganita le sale el trabajo por las orejas», «Zutano está de intérprete en Nueva York, qué bien vive». Pero no muchos cuentan lo que hay detrás, los rechazos, las meteduras de pata, las horas intempestivas de traducción, los días sin nada de trabajo, mano sobre mano, mirando la pared. Aunque ¿por qué deberían? Cada uno es libre de contar en redes lo que le plazca, ¿verdad? Al fin y al cabo ¿no son blogs y cuentas de redes sociales personales? Sí, algunos intentamos proponer ideas y compartir experiencias que, en el fondo son eso: personales. Sin embargo, e inconscientemente, muchas veces nos comparamos con los demás y acabamos saboteándonos a nosotros mismos.
Pero no estás solo. Todos hemos pasado por lo que estás pasando tú. Cuando leí el comentario de este chico que te contaba antes, pensé en cómo fueron mis inicios y me vi muy identificada. Si no tienes mucha prisa, hazte un té o un café y te lo cuento.
En cuarto de carrera me fui un semestre a Saint Andrews, Escocia. No era un Erasmus, puesto que el primero lo hice en Dinamarca (y ahí no hice nada de nada, solo teníamos que escribir un «diario lingüístico» sobre nuestras experiencias en el país). En cuarto quise estudiar fuera y hacerlo de verdad. Al volver, quedaba poco ya para acabar el curso, tuve que ponerme al día con alguna asignatura no convalidable y, a la vez, empezar a pensar en qué haría cuando terminara la licenciatura. Así pues, empecé a buscar editoriales y agencias de traducción porque, a diferencia de algunos compañeros, yo sí tenía claro que quería dedicarme a esto. Recibí algunas negativas, muchos «ahora no tenemos nada, pero te incluimos en nuestra base de datos» y muchos más silencios por respuesta. Pero no podía quedarme ahí. Empecé a colaborar con S.O.S. Racisme traduciendo documentación del inglés y el castellano al catalán; quería tener experiencia demostrable y si encima ayudaba en algo, mejor que mejor.
Inicios
Recuerdo que, al terminar la carrera, estaba perdida. Lo fácil, por llamarlo de algún modo, era seguir estudiando para especializarme (seguir estudiando te envuelve en ese papel de burbujitas), de modo que me matriculé en el posgrado de traducción literaria de la Universitat Pompeu Fabra. Corría el año 2004 —sí, «corría» porque el tiempo vuela— e iba a clase, impartía clases de inglés (fue de lo primero que busqué también para ir subsistiendo) y empezaba a traducir. Como no recibía encargos con regularidad, el gestor me aconsejó que me diera de alta y de baja en un mismo mes; en ese mes facturaría todo lo que hubiera trabajado hasta entonces.
A partir de entonces, como una hormiguita. Y es que todo hay que currárselo. Conozco otros compañeros que tampoco empezaron directamente con muchos clientes en la cartera. Mandaron muchísimos currículos, llamaron a muchas puertas, empezaron de gestores de proyectos en agencias muy pequeñas o volvieron a la traducción de rebote. Cuesta hacerse con una buena cartera de clientes, es algo que lleva su tiempo, como cualquiera podrá decirte.
A lo que iba, al terminar el posgrado, Olivia de Miguel, directora y profesora de este, que había visto mi interés y le gustaba cómo trabajaba, me pasó el contacto de una editora de mesa de Planeta que se ocupaba de los sellos empresariales Deusto y Gestión 2000. Para ellos traduje algunos manuales y libros sobre innovación en la empresa y similares.
Ahora pensarás: «¡Aja! Tenía enchufe». Bueno, prefiero llamarlo contacto. Piensa que nadie va a darte trabajo si no lo haces bien solo porque alguien te recomiende. Pero, y esto es importante, sí que la suerte puede ser un factor. Reconozcámoslo, el trabajo es importantísimo —hay que estar al pie del cañón y estar motivado, querer hacer lo que haces—, pero tampoco podemos descartar el factor suerte; ya sabes, eso de estar en el momento justo en el lugar indicado. A lo mejor ese currículum que envías en marzo no lo tienen en cuenta hasta pasado un año (sí, también me ha pasado), pero justo entonces necesitan a alguien y… ¡pam! O quizá conoces a alguien que resulta que conoce a alguien que… Y de ahí también que sea tan importante que todo el mundo sepa a qué te dedicas.
De calidad y otras criaturas
No, yo tampoco salí de la carrera traduciendo fantásticamente. Pasaba algunas pruebas, otras no, pero algunas agencias me mandaban encargos de forma más o menos regular, con lo cual, tampoco debía de hacerlo tan mal. La práctica, como en cualquier otro trabajo, es esencial. También lo es leer mucho, tanto texto en lengua original (para seguir puliendo nuestra lengua B), como en lengua meta (para expresarnos mejor en nuestro idioma) y traducciones. Sí, creo firmemente en que podemos aprender de los demás compañeros. A veces leo traducciones e incluso comparo con el original y me apunto (mentalmente o no) las buenas soluciones que un compañero ha encontrado. De todo se aprende, créeme.
Y hablando de que de todo se aprende, encontrarás chinitas en tu camino. O piedras más grandes. Hasta rocas. Todo forma parte del proceso. El primer año de autónoma tuve un encargo un 23 de diciembre —me acordaré toda la vida—; un volumen pequeño para una agencia de traducción de Granada: la traducción de un folleto del castellano al catalán para una cadena de centros de belleza. En total, el trabajo ascendía a 30 euros. Eran fechas señaladas, parecía un texto fácil y quizá no puse todo el esmero que debía. Se me colaron dos faltas de ortografía y me equivoqué al traducir una planta medicinal, aunque eso lo supe el día D. El día D fue cuando la agencia me contó que el cliente se había quejado de que el texto se había imprimido con faltas y que debían tirar todos esos folletos. Miré el texto, les expliqué lo que estaba mal y lo que no y les pregunté si había habido corrección posterior. No, no la hubo, pero la responsable única era yo, según la agencia.
Contacté con una asociación de traductores para preguntarles y no obtuve respuesta. Hablé con una abogada, que —no te miento— me tuvo una hora en su despacho buscando jurisprudencia en internet para determinar mi grado de responsabilidad. Alucinaba. Solo se le ocurrió que, amparándome en la poca gravedad de los errores y que ellos habían reconocido que no habían revisado el texto, me ofreciera a pagar parte. Y así fue como conocí a vuestra madre como acabé pagando 400 euros. Lo mejor fue que, poco después esa misma agencia me escribió para que siguiera colaborando con ellos. Vaya, y yo que pensaba que lo hacía fatal. Evidentemente les dije que no. Y eso también es importante: decide con quién te compensa más trabajar, mi joven padawan. Luego seguimos hablando de este tema.
Después de eso estuve una semana sin aceptar nada, pensaba ¿y si meto la pata con algo más grave? Por aquel entonces traducía para otra agencia partes de accidentes, informes médicos y documentos de siniestros del alemán al castellano. Mi confianza estaba por los suelos. Pero the show must go on, como dicen, ¿no?
Pasarán muchas más cosas durante tu trayectoria profesional. Habrá malos momentos, claro, y cosas que tal vez no publiquemos en redes sociales. Seguramente no decimos que no hemos pasado la prueba de traducción de una editorial o que no hemos entregado a tiempo una traducción y el cliente se ha enfadado o la agencia nos ha reprendido. Que se nos ha olvidado una entrega y estamos la noche anterior dándole que te pego a la tecla para subsanar nuestro error. Que entregamos un documento a medias porque no vimos que había más pestañitas en el Excel o que en el zip había más documentos. Y no son casos aislados, nos pasa a todos.
Y este proceso de aprendizaje no acaba nunca. Después de doce años, me sigo pillando los dedos con algún proyecto, meto la pata o me despisto. Digo que sí aun yendo saturada por miedo al «no» o no peleo lo suficiente por subir una tarifa en un caso concreto, con mucha urgencia o que aceptas casi por compromiso. Créeme, sigo trabajando en esto.
Por eso cuando doy consejos a estudiantes en las charlas o en este mismo blog, no es porque sepa más que nadie, sino porque me ha pasado a mí y lo he solucionado de esta forma o esta otra. Claro que, muchas veces, no podemos controlar la idea que se hace alguien de nosotros y hay quien pensará que voy de estrellita. Y eso me lleva al siguiente punto, el blog y las redes, de lo que sé que te han hablado en la universidad.
Redes y telarañas
No te lleves a engaño: un blog no es la panacea. Hazlo si realmente te apetece, pero no es garantía de nada. Tenerlo abandonado o sentirte obligado a escribir constantemente es una pérdida de tiempo y motivo de frustración. Hace tiempo decidí que escribiría cuando me apeteciera o tuviera algo que decir. Publicar por publicar, tener la obligación de escribir solo por tener una entrada o dos al mes no va conmigo. No quiero acabar teniendo una colección de entradas con enlaces a cosas que luego nadie (ni yo misma) va a consultar.
Pero, una vez más, nada es flor de un día. En mi caso, abrí el blog y la cuenta de Twitter casi a la vez. Era 2011 y estaba acabando el Máster en Traducción Audiovisual de la UAB. Tuvimos una asignatura de orientación laboral y la profesora nos recomendó salir al mundo… de las redes. Nos habló de algunos blogs de traducción (creo recordar que el de Pablo Muñoz, el de Curri, el de Eugenia Arrés y el de Eva Martínez) y me pareció una idea estupenda para hablar de lo que sabía o de lo que aprendía. Como todo hay que probarlo al menos una vez —sobre todo si no es nocivo—, allá que me fui. Para entonces ya llevaba seis años de autónoma y pensé que tenía cosas que contar.
Al principio no conocía a nadie, ni me leía nadie, evidentemente, pero sí vi que era una manera fantástica de aprender de los demás. En general, puedo decir que estar presente en las redes ha sido muy positivo para mí. He conocido a profesionales fantásticos y mejores personas, me han invitado a congresos muy chulos y me han ofrecido proyectos interesantes gracias a la visibilidad, sí, pero también porque creo que hay algo más. No creo en las fachadas sin un buen trabajo de construcción por dentro. Una vez más, hay años de trabajo detrás.
Porque, y esta es la otra, ser visible tiene sus cosas malas. Están las habladurías («Pero si esa solo traduce novela rosa», «Pues repitió charla el otro día», «No sé por qué se jacta de traducir erótica») y sus momentos de frustración, de compartir algo y que se pueda tergiversar el fin con que se ha compartido o que no he expresado con suficiente claridad lo que quería decir. Bueno, y por qué no decirlo, que me equivoco, claro está. Siempre existe la posibilidad de que la gente se forme una idea equivocada de ti, pero tengas que aguantarlo porque «eres visible» y esas cosas pasan.
Pero ¿sabes qué? Si lo que escribo hoy puede ayudarte en algo, solo te diré que seas tú, que publiques lo que te apetezca, que compartas tus logros en redes si te apetece o te quejes de lo que sea menester si así te nace.
Y te diré que trabajes, que estés activo, pero que no te compares con nadie. Tú eres tú y tus circunstancias. Que una prueba de traducción no superada no te desanime. Como en los «rasca y gana»: sigue jugando. Que hay momentos buenos y malos, días tranquilos y noches casi sin dormir para llegar a una entrega. Que no traduces peor por facturar menos que Fulano.
Aun así, convendría tener en cuenta que la traducción es una amante exigente, sobre todo si eres autónomo. Que debes ser traductor, gestor de proyectos y contable a la vez. Que ser dueño de tu tiempo como autónomo es una trampa y que, muchas veces, al final le acabas dedicando más tiempo del que deberías.
Y, si me permites un consejo —un consejo de madre—: sé buen compañero. Sé amable con los que te rodean, aunque sea virtualmente. Conocerás a mucha gente en el camino y al final aprenderás a separar a los compañeros de los conocidos. Hazte con gente que sume y no que reste. Compañeros en los que puedas confiar. Tengo suerte de tener un buen grupito, un grupo de amigos traductores y revisores a mi lado (no voy a dar nombres, ya sabéis quiénes sois) que me echan una mano de vez en cuando y con los que comparto traducción, una copita y algo de frustración en ocasiones.
¿Por qué te digo esto? Pues porque otra manera de empezar es haciendo piña con otros compañeros de tu promoción (o de otras promociones) o incluso buscando a un mentor, un profesional en activo que pueda aconsejarte (como el sistema que ofrece Asetrad). En mi caso, trabajo ahora mismo con una traductora que me lo pidió y, de momento, está siendo una buena experiencia para ambas.
Clientes
Antes te comentaba que ser autónomo es un arma de doble filo. Eso de que no tenemos jefes es mentira: somos nuestro propio jefe y, en ocasiones, llegamos a ser demasiado duros con nosotros mismos. Aunque nos cueste organizarnos y le dediquemos más horas de las necesarias, podemos elegir con quién trabajamos. Al principio quizá te resulte más difícil porque quieres tener la oportunidad de traducir y adquirir experiencia, pero con el tiempo no está de más revisar con quién te interesa más seguir colaborando.
También empecé traduciendo por cuatro céntimos la palabra; por eso cuando algunos decimos en charlas, blogs o donde sea que empieces con una tarifa más alta porque luego cuesta más subirla es cierto. Para una de las primeras agencias que me ofreció encargos periódicamente al principio de ser autónoma cobraba esta tarifa y te prometo que casi todo eran faxes escaneados guardados en pdf no editables. Una joyita, sí. Sin embargo, me dije que era una manera de empezar y me lie la manta a la cabeza. Cuando hace unos meses volvieron a ponerse en contacto conmigo para un proyecto similar y la misma tarifa les dije que, si no era un importe superior, no lo haría porque el precio era muy bajo y el trabajo, considerable. Me contestaron que no podía ser, así que… good riddance! Entiendo que cuando empiezas no tengas tantas opciones para escoger, pero merece la pena planteárselo.
En el caso de las editoriales, más de lo mismo. Hace ya unos años —parece la prehistoria, hará unos diez ya—, tras una de las batidas que hago enviando currículos, hice una prueba de traducción para la editorial VM (con iniciales, como en los programas de cotilleo, por si acaso), ahora extinta, y me «reclutaron». Con la promesa de trabajo con regularidad, las tarifas que ofrecían eran irrisorias: 5,5 € los 2100 caracteres. Pero bueno, pensé, empecemos y luego ya habrá tiempo de pedir más. Craso error. Y no solo por las tarifas, sino porque su gestión era nefasta, no enviaban nunca ejemplares justificativos al traductor y porque acabaron cerrando debiéndoles dinero a muchos colaboradores externos. Tuve la suerte de que a mí me lo pagaron todo, pero otros no pueden decir lo mismo, por desgracia. También dejaron sin publicar muchas traducciones, como una novela la mar de maja de Brandon Sanderson que traduje y se quedó en el olvido.
Tarifas y condiciones aparte, el trato —una vez más— también es importante. Trabajamos y somos personas, no robots sin alma. Recuerdo lo comprensivos que fueron conmigo la mayoría de mis clientes cuando mi padre estuvo a punto de morir hace unos años. Fueron un par de meses de incertidumbre, de correr al hospital en el momento más inoportuno y de noches sin dormir. Tenía proyectos a medias que quedaron en el aire o que tuvieron que ser reasignados. Hubo quien lo entendió y quien no, como una empresa para la que hacía audiodescripciones.
Como pasa con los amigos, es en los malos momentos donde ves la calidad humana y te das cuenta de si vale la pena o no trabajar para según qué clientes. Y con el tiempo te darás cuenta de que priorizar es ventajoso. Trabajas más tranquilo y, por ende, mucho mejor, sabiendo que el cliente tal o cual paga bien y a tiempo, que es flexible si tienes algún imprevisto.
En definitiva, querido lector principiante, que te entiendo y que casi todos —por lo menos yo— hemos empezado así, con incertidumbre, inseguridades y miedos. Que no, que no todo es de color de rosa, pero tampoco te lo pinten negro como la pez. Que, como todo en la vida, si realmente quieres dedicarte a traducir, inténtalo, trabájatelo y procura no desanimarte. Porque esta profesión vale la pena.
Pingback: Carta abierta al traductor principiante | Raffaello Palandri's Blog
Excelente, lo voy a compartir.
Reblogueó esto en El blog de Fabioy comentado:
Reblogueó esto en O LADO ESCURO DA LUA.
¡Me ha encantado! Mil gracias por hacer publicaciones de este tipo. Yo terminé la universidad hace poco y estoy dando mis primeros pasos como traductora. Leer entradas como esta carta anima mucho y da el empujón que necesitamos para seguir trabajando duro a pesar de las dificultades de los inicios.
Me ha llamado mucho la atención lo que has comentado sobre los mentores de Asetrad y me interesa bastante. ¿Podrías comentar un poco cómo funciona? Mil gracias de antemano.
Un saludo.
Gracias por esta entrada, Scheherezade. Voy a guardarla para tenerla a mano en los momentos de bajón que, como dices, nos afectan a todos aunque ya llevemos unos años traduciendo. Está claro que los inicios nunca son fáciles para nadie (yo empecé de autónoma mientras trabajaba como teleoperadora) y que muchas veces se hace callo de los batacazos, pero de todo se aprende y siempre sale algo.
¡Gracias de nuevo!
P.D: ¡Yo también estuve de Erasmus en Copenhague!
Muchas gracias por esta publicación. Es muy alentadora. Describe tal cual mi realidad ya que recién me recibo de traductora y estoy enfrentando todas estas dificultades. Pero al leer esta nota veo que a todos nos pasa y que voy por buen camino. 🙂 Saludos.
Magnífica entrada. Llevo siguiendo tu blog un tiempo y siempre encuentro información de utilidad. Como estudiante de traducción en la recta final, leer esto me anima bastante, la verdad. ¡Gracias por compartir tu historia!
Magnífica entrada. Creo que muchos nos sentimos identificados, llevemos dos días o varios años en el mundillo.
Se agradece tu sinceridad y tu experiencia, me has hecho reflexionar. Parece que a veces nos vemos inmersos en una situación profesional y no vemos más allá. Pero al fin y al cabo seguimos siendo traductores, y hay que pasar por muchas situaciones que te aportan experiencia para en un futuro poder decir que puedes elegir y que has elegido tu camino, el que te hace feliz.
No siempre es fácil determinar cuál es ese camino, hasta que has podido comparar. En mi caso, actualmente estoy trabajando de gestora de proyectos y puedo decir que estar al otro lado de la barrera está siendo muy revelador. Del mismo modo me hace darme cuenta de que soy y me siento traductora, y que el camino nunca termina. Nunca dejamos de aprender, de leer, de compartir.
¡Gracias de nuevo!
Magnífica entrada. Creo que muchos nos sentimos identificados, llevemos dos días o varios años en el mundillo.
Se agradece tu sinceridad y tu experiencia, me has hecho reflexionar. Parece que a veces nos vemos inmersos en una situación profesional y no vemos más allá. Pero al fin y al cabo seguimos siendo traductores, y hay que pasar por muchas situaciones que te aportan experiencia para en un futuro poder decir que puedes elegir y que has elegido tu camino, el que te hace feliz.
No siempre es fácil determinar cuál es ese camino, hasta que has podido comparar. En mi caso, actualmente estoy trabajando de gestora de proyectos y puedo decir que estar al otro lado de la barrera está siendo muy revelador. Del mismo modo me hace darme cuenta de que soy y me siento traductora, y que el camino nunca termina. Nunca dejamos de aprender, de leer, de compartir.
¡Gracias de nuevo!
La apertura de un blog es un acto muy importante. Me parece que se debe tener algo que decir y saber expresarlo correctamente; además, hay que prepararse para debatir en público, sobre todo cuando se reciben críticas. Los estudiantes y recién graduados en particular pueden lanzarse a la aventura con más entusiasmo que capacidad. Deberían tener un poco de paciencia y pedir consejo a profesores y colegas más adelantados antes de dar el paso.
Una vez más has demostrado porque tu blog es uno de los mejores de nuestro mundillo. Enhorabuena por este artículo tan importante y necesario, que comparto en todos lo sentidos.
Magnífica entrada, me ha encantado.
Estoy por imprimirla y enmarcarla, porque tener este tipo de cosas en cuenta en el día a día de un traductor autónomo es fundamental.
Yo añadiría dos cosas, si me lo permites. La incertidumbre siempre está ahí, asomando la patita. Uno tiene que acostumbrarse a vivir con ella, a que nada está garantizado ni es tan seguro como parece, y a que las cosas pueden dar un giro de la noche a la mañana y no hay que bajar la guardia.
Y que, como tú dices, somos humanos, nos tenemos que permitir poder fallar de vez en cuando y no flagelarnos por eso.
Gracias por compartir tus experiencias.
Yolanda
¡Hola Yolanda! Rescato lo que mencionas sobre la incertidumbre: siempre está presente. Creo que el aprendizaje está en ACEPTAR y en vivir día a día con confianza. Soy nueva en esto y la verdad es que las palabras de esta carta me mueven mucho, más en estos días que estuve bastante desesperanzada. Hoy ya di vuelta la página… 🙂
Muy bonito artículo. Muchas gracias. A veces es lindo verse en los ojos de otro para seguirse construyendo.
Tras 20 años de trabajo como traductor autónomo, no cambio ni una coma de lo que has dicho.
Mucho ánimo y mucha suerte para los que empiezan ahora.
Espectacular entrada; real como la vida misma.
Paciencia, ánimo y suerte, compañera.
Gracias, Trix. Y sí, ¡con ánimo siempre! 🙂
Vaya, muchas gracias, compañero. Veinte años no son nada desdeñables 🙂
¡Espectacular, Schere! Gracias por compartir todas estas experiencias, valen oro para los que no las hemos vivido en primera persona.
Varias cosas que me apetece comentar:
1. Hay mucha gente que confunde «tener enchufe» con «tener contactos», y en muchos casos suele haber envidia, recelo u otros sentimientos negativos detrás. Enchufe es cuando te colocan en un puesto de trabajo o te asignan un proyecto por encima de otros que supuestamente están más cualificados o lo merecen más que tú, con los clásicos agravantes de ser familiar, colega o miembro de X grupo. Tener buenos contactos es otra cosa muy diferente. Yo diría que es un rasgo que caracteriza a los buenos profesionales, que logran interactuar y relacionarse de forma exitosa con la gente que parte el bacalao dentro de su mercado. Eso requiere tener habilidades sociales y saber desenvolverse muy bien en situaciones comunicativas complicadas (reuniones, eventos, entrevistas de trabajo, etc.), cualidades que no todo el mundo tiene.
2. Al César lo que es del César. Si has llegado hasta donde has llegado es porque te has buscado tus oportunidades y has sabido aprovecharlas. En la vida la suerte te puede favorecer o perjudicar en según qué momentos, pero incluso cuando lo tienes todo de cara y estás en el lugar adecuado y en el momento indicado tienes que hacer tu parte. Las oportunidades hay que saber detectarlas y aprovecharlas en el momento en el que se presentan. He visto a gente muy preparada perder buenas oportunidades porque no han sido capaces de verlas, o gente que la ha cagado cuando han tenido una oportunidad importante porque no estaban lo suficientemente preparados. En ambos casos, hay que asumir las responsabilidades a título individual y dejarse de víctimismos, porque es muy fácil mirar al de al lado o al que está dando una charla y decirle «Claro, es que tú tal…», como si le hubieran regalado todo el éxito que ha tenido.
3. Como bien dices, es fundamental elegir bien a los clientes con los que colaboramos. Precisamente esa es una de las grandes ventajas de ser autónomo. Hay clientes que pueden llegar a ser muy díscolos y que pueden amargarte la existencia con sus exigencias o con las condiciones que quieran imponerte, así que es muy importante aprender a decir adiós a esos clientes con los que has tenido malas experiencias o que te han complicado la vida más de la cuenta, sobre todo si estás en posición de conseguir mejores clientes. Saber decir que no es, sin duda, una de las claves del autónomo exitoso.
4. Ánimo a todos los recién licenciados o profesionales noveles que hayan leído esta entrada. Es cierto que el talento puede ser una cualidad importante para el éxito, pero también lo son la perseverancia y la voluntad de poder.
Gracias de nuevo, Schere.
Rafael
Felicitaciones por tu blog, siempre tiene entradas muy interesantes. Gracias por compartir tus experiencias 🙂 Saludos desde Argentina.
¡Hala, qué guay! ¡Precioso! ¡Genial!
Muchas gracias ^_^
Muchas gracias por esta maravillosa entrada. La gran mayoría, si no todos, podemos sentirnos identificados con esta carta. Viene muy bien poder oír o leer de vez en cuando algo de verdad, lo bueno y lo malo de esta profesión, que a unos consuela y a otros anima. Me ha encantado.
Muchas gracias, Lorena. De vez en cuando hay que purgarse y esto ha sido una buena forma de hacerlo.
No me gusta la negatividad institucional ni la oleada de vendehúmos; es justo que se sepa lo que hay, sin tapujos.
Y gracias por comentar 🙂
A mí lo que me deja asombrado es lo de los 400 euros 🙂 Qué cutre la agencia. La deberían cerrar por temeraria y mala praxis.
Y la abogada que le hace falta buscar jurispredencia… ¡Madre mía! Le hace falta un hervor sobre contratos y relaciones entre las partes, prestaciones y contraprestaciones porque lo primero que tiene que saber es que tú no tienes ninguna relación contractual con el cliente de otra empresa ni ninguna obligación frente a ellos. Si son sus clientes que hagan algo porque mandar un forward con una traducción que ni han abierto (y seguramente cobrando el doble) es un robo y punto.
La poca vergüenza me deja asombrado. Y que ni se percaten de que obrar así es de una poca ética que roza en la delincuencia y la estafa.
Pues así pasó, como te lo cuento. Y yo pequé de novata (y casi más de pardilla) por no acudir a otro abogado. La abogada llevaba el divorcio de mi madre en aquel momento y pensé que sabría desenvolverse en estos temas, pero no, nada, nothing, rien.
Con el tiempo descubrí que era un autónomo que iba de agencia y me imagino que tampoco supo bien qué hacer. De hecho, me hizo hablar directamente con su cliente y, aunque pedí ver esos folletos, nunca tuve más prueba que su palabra.
Y, como comento, lo mejor fue que luego actuó/actuaron como si nada y me pidieron que siguiera trabajando con ellos… y por ahí ya no pasé.
Ya 🙂 A la abogada que la quiten del registro de colegiados porque no sirve para nada y no se habrá leído ni lo básico del Código Civil… Y tampoco vale de excusa lo de «abogada de divorcios» porque en el Libro Cuarto (que se llama: «De las obligaciones y los contratos»): «De las obligaciones» es el título I, «De los contratos» es el título II y «Del régimen económico matrimonial» es el III. Así que tampoco es que esté muy distanciada la una cosa de la otra 🙂 Unos pocos artículos antes.
Y a la agencia… Sin comentarios. Ya me lo imagino, el típico cretino que piensa que está arreglando el mundo y que está tan por encima de temas mundanos de su negocio, que hasta hablar con SU cliente lo delega al traductor… Y él solo está para temas importantes como cobrar…
¡¡¡Así va España!!!
Acabo de salir de una clase de 3° de TeI más cabizbaja imposible y replanteándome la vida de camino a casa. Muchas gracias Scherezade, porque como tú misma dices la gente no suele venir a las redes sociales a contar sus fallos y ni siquiera los propios profesores de la carrera te cuentan que el camino previo al del «éxito» no está precisamente lleno de síes. Muchos días me he tenido que decir a mí misma «no te desanimes, es lo que quieres, cueste lo que cueste» para no dejar las traducciones a medias y meterme a la cama la noche de antes de la entrega. Por esto mismo reconforta mucho que alguien del gremio te cuente todo esto. Pedazo de entrada, en definitiva. Mil gracias por compartir esto con nosotros 🙂
*Sherezade. Juro que ha sido el corrector del móvil jajaja
*Scheherezade (Corrector: 2 – Yo: 0)
Scheherezade muchas gracias por el artículo, lo he difrutado mucho y me muestra muchas cosas que en este momento me ocurren. Podrías hablar un poco más sobre Asetrad. Muchas gracias nuevamente.
Muchas gracias por compartir tu experiencia y por tu honestidad.
De nada, Amaya 🙂
Una entrada genial. El año que viene es mi último año de Traducción e Interpretación de Inglés y, la verdad, aún no sé ni lo que quiero hacer ni cómo enfrentarlo. Salir a la vida laboral así, de golpe, es muy difícil. Guardaré esta entrada para leerla de vez en cuando. Gracias por sacar tiempo para escribir y por tu sinceridad!! Un abrazo
Excelente, lo comparto. Hay varios puntos que valen para toda la trayectoria profesional, no solo para los principios. ¡Gracias!
Pingback: Carta abierta al traductor principiante | Tradu...
En COLOMBIA existe una institución llamada ACTTI (Asociación Colombiana de Traductores, Terminólogos e Intérpretes), esta asociación NO le da la mano a absolutamente nadie, es excluyente, en sus «seminarios» predican los precios que un traductor en el país debe cobrar por palabra, por ejemplo: el valor de la palabra de un texto general, según ellos, es de COP $250…
Pero la verdad es que TODOS los miembros de la ACTTI cobran de COP$50 a COP$95 por palabra (incluídos los textos especializados). Lo sé porque los llamé uno por uno a sus respectivos celulares (incluyendo a la fundadora del dichoso sitio web). Esto quiere decir que son deshonestos en su práctica.
No vale la pena traducir en Colombia porque esta «institución» le da a entender a todas las compañías del país que si no se pertenece a su organización, NO se es un buen traductor!
Quieren que uno se quede de manos cruzadas mientras ellos hablan puras mentiras y DAÑAN EL MERCADO LABORAL EN COLOMBIA A PUNTA DE COMPETENCIA DESLEAL !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
También soy colombiano, y encuentro increíble esa práctica de hablar de tarifas altísimas en la traducción literaria, cuando en realidad es tal vez la más difícil y la peor pagada de todas las especializaciones.
Desde luego, en España tampoco es la especialidad mejor pagada.
Gracias por decir cómo son las cosas realmente. Amo esta profesión y estoy dispuesta a «darle para delante» aunque me choque con la misma pared mil veces, pero, en algún momento, nos sentimos desanimados y es bueno leer una entrada como esta, que te muestra que no estás solo, que no sos el único.
En realidad, mi experiencia durante el cursado fue muy diferente: todo el mundo nos decía que había muchísimo trabajo, que los traductores trabajaban desde sus casas y ganaban muy bien (me «despanzo» de la risa), y la realidad con la que me enfrenté cuando me recibí fue durísima. Por un lado, el que ya sabía cómo venía la mano estaba más preparado; por el otro, creo que si hubiera sabido lo difícil que es conseguir trabajo como traductor, no habría terminado de cursar. Así es que agradezco no haberlo sabido, porque amo esta profesión y no me imagino haciendo otra cosa. ¡Ánimo!
Acabé la carrera de Traducción el julio pasado y aún me encuentro en esa etapa de estar perdida y no saber muy bien como empezar. Aunque te imaginas que todo el mundo pasa por lo mismo, es bueno que te lo recuerden de vez en cuando, sobre todo esos traductores que tu sigues en la redes sociales y crees que son la caña de España.
Gracias por animarnos de esta forma para todos los que empezamos en este mundo y queremos pelear por encontrar nuestro hueco también.
Me ha encantado todo lo que ha escrito. Me ha animado mucho y es reconfortante saber que para quienes estamos empezando en el mundo de la traducción existirán detalles que en lugar de tomarlos mal, lo usemos para mejorar. Gracias.
Hola, Liand:
Nadie regala nada en esta vida, pero créeme que se puede vivir de esto. No hay una receta infalible, pero con paciencia, práctica y mucha lectura, se puede 🙂
Gracias por comentar.
Reblogueó esto en De traducciones y decisiones.
Me ha encantado el post. Ha sido un chute de motivación para aquellos que estamos intentando despegar en el mundo de la traducción. Cuando estás empezando, cualquier error y metedura de pata (debido a la falta de experiencia) se te hace un mundo. Es un gusto leer algo así de alguien a quien admiras y ha llegado tan lejos con esfuerzo. Gracias, Scheherezade 🙂
Me ha encantado tu publicación. Aunque no soy exactamente un principiante -he traducido dos novelas con bastante repercusión-, estoy en un momento de decidir si quiero centrarme exclusivamente en la traducción como actividad laboral permanente y creo que puedo encontrar una ayuda en tu blog.
Gracias por escribir.
Pingback: Los artículos de 2017 en el blog | En la luna de Babel
Totalmente identificada! Muchas gracias por compartir tu experiencia.
Muito obrigada pelo artigo. Simplesmente perfeito!
Pingback: Ojalá me hubieran contado que… | En la luna de Babel
Estoy muy agradecido por compartirnos tus experiencias. Llevo años intentando iniciarme en esta profesión y me he derrumbado en varias ocasiones. Ahora tras leer tu experiencia me doy cuenta de que estoy en el camino correcto.
Te quisiera pedir un consejo con respecto a las tarifas. ¿Cómo afrontas el hecho de que al ser no tener experiencia las personas aprovechen para bajar la tarifa? ¿Te pones firme o la rebajas un poco por no perder el primer cliente?
Pingback: Paula Mariani | Fuckup Friday
Gracias por lo que nos compartes..Yo estoy recien titulada y no tengo idea que hacer ni por donde empezar.Estoy totalmente perdida.Solo sé lo que me gusta traducir y para lo que he sido buena en la universidad,pero no se de donde conseguir clientes ni como hacerlo…A nadie le interesan los adultos mayores y la farmacologia usada en ellos…me siento en un vacio..
Hola:
Entiendo la frustración. Todos los inicios son difíciles y en este campo igual, sobre todo porque tienes que buscarte la vida constantemente.
Publiqué también este artículo, tal vez te ayude un poquitín: https://enlalunadebabel.com/2020/06/29/como-encontrar-tu-primer-encargo-de-traduccion-y-no-desfallecer-en-el-intento/.
Saludos y mucha suerte