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Hasta hoy, nunca había pensado en lo que tatuadores y traductores tenemos en común. Y lo tenemos. ¿No me crees? Pues sigue leyendo. 😉

Hace un par de días llegué por azar a esta historia en el Instagram del tatuador Kasti (@kasti.tattoo en instagram), en la que repasa los aprendizajes tras varios años en la profesión. Leyendo punto por punto, me dije «ostras, esto me suena».


Así que decidí hacer lo propio con nuestro sector. A ver qué te parece:


1️⃣ Te tiene que gustar mucho traducir. De cajón, pero es así. Luego hay otras cosas que quizá no gusten tanto (llevar la contabilidad, perseguir a clientes, vértelas con altibajos de trabajo, etc.), pero lo esencial es que te guste tu trabajo: en este caso, amaestrar textos y hacer acrobacias lingüísticas.

2️⃣ Hay muchos compañeros que ofrecen un servicio similar y la competencia es elevada. También hay que luchar contra la idea de que los traductores automáticos son la panacea. Lo más importante *no* es que un cliente te abra sus puertas y te confíe un trabajo: el truco está en fidelizarlo y eso se consigue ofreciendo el mejor servicio posible.

3️⃣ La ergonomía suele ser la gran olvidada. Pasamos muchas horas sentados y es imprescindible cuidar la espalda. En palabras de mi fisio, tampoco es tan importante el tipo de silla en sí —que influye, no nos engañemos—, sino que nos movamos más a lo largo del día.

4️⃣ Los problemas en el túnel carpiano no son ninguna broma. De nuevo, un buen teclado y una buena postura son esenciales.

5️⃣ A traducir se aprende traduciendo y, además, es una carrera de fondo. No hay más. Hay que ser paciente, sobre todo al principio, para ir ampliando la cartera de clientes.

6️⃣ ¿Cuántas veces se me habrá ocurrido la traducción perfecta para ese juego de palabras justo cuando me estaba duchando o a punto de apagar la lamparita de la mesita de noche? Pues eso. Una libretita a mano y la función de notas del móvil son mano de santo.

7️⃣ Quien más, quien menos (dentro de una misma rama y combinación lingüística) te puede solventar la papeleta, pero dar ese paso más, ofrecer lo que no ofrecen los demás…, ay, amigos, ahí está el punto diferencial.

8️⃣ El nuestro suele ser un trabajo agradecido. Hay traducciones cortas, otras más largas; unas son fáciles y otras te hacen sudar más, pero esa sensación al terminar un trabajo bien hecho no tiene precio.

9️⃣ Siempre está el miedo de decir que no por si perdemos al cliente. Aun así, tanto si se debe a que no nos vemos capacitados para encargarnos de un texto como si tenemos la agenda llena y no nos da la vida, ser sinceros es esencial. Trata de negociar plazos, deriva el trabajo, recomienda a otro compañero. El cliente te lo agradecerá.

🔟 Somos humanos: todos nos equivocamos. Me equivoco yo como traductora y se puede equivocar la otra persona como compañera, gestora de proyectos, etc. Que no se nos olvide ese trato humano y cercano (tatúes un pajarito o traduzcas un texto sobre ornitología).

En fin, que somos primos hermanos. O tal vez es que algunas experiencias son, de hecho, universales. ¿Tú qué opinas?