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En la luna de Babel

~ Blog sobre lenguas y traducción

En la luna de Babel

Archivos de etiqueta: traductor en plantilla

Acabo de terminar el grado. ¿Y ahora qué? (XVII) Ana Cano y Cristina Felipe

11 lunes Nov 2019

Posted by enlalunadebabel in Testimonios, Traducción, Vida traductoril

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buscar clientes en traducción, empezar a traducir, traductor en plantilla, traductor in-house, traductor novel, traductor principiante

ANA CANO

Soy Ana, de Barcelona, y a continuación os doy las claves que creo que me ayudaron a encontrar mi trabajo actual. En 2017, justo al acabar el máster de traducción, encontré trabajo como traductora in-house. Yo estaba totalmente convencida de que la única opción realista iba a ser trabajar como autónoma, así que mientras estudiaba leí muchísimo sobre cómo ser freelance y empecé a hacerme mi propia web. Pero no me cerré las puertas y, a la vez, iba consultando webs de empleo generalistas como InfoJobs o especializadas como Multilingual Vacancies y la recopilación semanal de ofertas de Trágora. En alguno de estos canales vi una oferta que me interesaba y preparé mi solicitud a conciencia. Para escribir la carta de motivación, mi pregunta de partida fue: ¿Cómo puedo contribuir a que a esta empresa y departamento concreto les vaya bien? Consulté su web para entender cuál era su misión y valores y utilicé su propio lenguaje y palabras clave de la descripción del puesto. Adapté la estructura de la carta y del currículum y destaqué cosas estratégicamente para que fuera fácil ver cómo mi perfil se ajustaba a lo que pedían.

Para preparar la entrevista, investigué cuáles eran las principales preguntas que se suelen hacer, me preparé las respuestas por escrito y las practiqué con alguien cercano. Sabía que iba a estar nerviosa y cuanto más preparada estuviera, mejor. Al día siguiente, les escribí un correo para agradecerles la oportunidad y aproveché para subrayar un tema que había surgido y que era muy importante para ellos, y por el que quizá yo había pasado un poco por encima. Pasaron dos semanas y no había recibido respuesta, así que les escribí para preguntar cómo iba el proceso de selección; para demostrar mi interés, a la vez aproveché el correo para mandarles información sobre otro tema que había surgido durante la entrevista. Sobra decir que redacté y corregí con atención cada mensaje que  mandé, desde el primero de respuesta a la oferta hasta el último.

Finalmente, al cabo de unos días, recibí la respuesta esperada: ¡me ofrecían el puesto! Me habían comentado que se habían presentado muchos candidatos y yo, en lugar de pensar que entonces tendrían más donde elegir, pensé: «En ese caso, es que valoran mi perfil y cómo lo he hecho durante el proceso». Y entonces hice algo que nunca pensé que haría en mi vida: negocié el sueldo que me ofrecían y conseguí que me lo subieran un poco. En mi opinión, tenemos muy asumido lo de «si no te cogen a ti, cogen a otro» y muchas veces no nos damos cuenta de nuestro valor y de que si una empresa decide apostar por ti, es por algo.

Espero que mi historia os ayude en vuestra búsqueda laboral 🙂

Aunque ser autónomo suele llamar más la atención,
no hay que descartar los trabajos en plantilla.

CRISTINA FELIPE

En 2015 terminé el grado en Traducción e Interpretación por la Universidad Complutense de Madrid. Durante ese año, mandé mi currículum a muchas empresas pero, al no tener experiencia ni poder firmar un acuerdo de prácticas (entre empresa y centro universitario), no encontraba trabajo.

Decidí no quedarme parada y opté por seguir ampliando mis conocimientos: hice un curso de Corrección profesional y, el año siguiente, me matriculé en el Máster de Traducción y Nuevas Tecnologías: Traducción de Software y Productos Multimedia, del ISTRAD.

En la última parte del máster, había que decantarse por un proyecto práctico (con prácticas en empresa) o por uno de investigación, y escogí el primero. Empecé las prácticas a media jornada en una empresa de Madrid; por si a alguien le interesa, sí, fueron remuneradas. Trabajé allí durante seis meses y me sirvió para hacer contactos, para ver cómo se trabaja en una empresa y cómo funciona verdaderamente el sector.

Después de las prácticas, tuve otro trabajo que no está relacionado con la traducción pero que me ayudó mucho a ganar confianza y seguridad en mí misma, algo que nunca está de más.

Unos meses después, ya en paro, apareció de la nada una empresa y me ofreció un proyecto de traducción. Era grande (para ser el primero) y me pareció una buena oportunidad para empezar. Me di de alta de autónoma tras darle muchas vueltas, aunque con rapidez, porque, en estos casos, el tiempo corre en tu contra. Uno de los argumentos que me convenció es que la cuota de autónomo tenía una tarifa plana de 50 €. Con este proyecto, ya me daba para pagar varios meses, así que, por qué no intentarlo.

Empecé a enviar mi currículum, a contactar con empresas y con algunas personas con las que había trabajado y, poco a poco, me iban enviando encargos. Ya llevo un año como traductora autónoma y no me arrepiento de haberlo hecho, aunque no todo ha sido un camino de rosas.

Ese primer cliente que se puso en contacto conmigo tardó más de seis meses en pagarme. Debí sospechar que no era muy normal que contactara conmigo una empresa que no conocía, pero pequé de ingenua —¿cómo iba a estafarme una empresa que me había dado todos sus datos y que no tenía mala nota en internet ni en ProZ?—. Finalmente, tras muchos correos a los que no contestaban, recibí el pago, pero estuve a punto de denunciarles. Por suerte, la única medida que tuve que tomar fue la de escribir algunas reseñas sobre lo que había ocurrido. Me parecía muy importante que los que vinieran detrás supieran lo que había pasado.

No obstante, a pesar de ese mal rato, he ido consiguiendo (mejores) clientes poco a poco. Es una tarea difícil y, a veces, un poco frustrante, pero siempre que tengo un rato libre, aprovecho para enviar mi currículum a empresas. Puede que se pongan en contacto conmigo un año después, pero por mí que no quede.

No, no existen las recetas ni las pildoritas mágicas para el éxito. Además, el éxito representa cosas distintas para cada persona.

En definitiva, creo que es importante tener una experiencia previa y contactos, andar con cuidado con nuevos clientes o con ofertas sospechosas, tener un asesor o alguien cercano que pueda echarte una mano con la parte de contabilidad y fiscalidad, saber reconocer los errores y subsanarlos de la mejor manera posible, así como defender tu trabajo con argumentos. Por supuesto, esto no es la receta del éxito, pero son algunos de los aspectos básicos que he aprendido a lo largo de este año.

**Podéis poneros en contacto con Cristina por correo y por LinkedIn.

***

Tesón y constancia. Las compañeras de hoy lo tienen muy claro. Ana nos demuestra que hay otras vías, como la del traductor en plantilla, para ganarnos las habichuelas. Cristina se lanzó a la piscina de los autónomos en cuanto recibió un encargo jugoso y ha seguido buscando clientes sin parar.

Como hemos visto, no hay recetas mágicas ni caminos únicos para desenvolverse y vivir de la traducción; podemos labrarnos futuros distintos repletos de posibilidades. Ya nos lo dice Cristina, no es un camino de rosas, pero con trabajo, formación y una pizca de suerte, es posible.

Gracias por vuestros testimonios y, ya sabéis, si queréis contribuir con el vuestro, dadme un toque. ¡Nos vemos en la próxima entrega!

Acabo de terminar el grado. ¿Y ahora qué? (IV) Manuel Crespo, Cristina Esteban y Paula Barbero

27 lunes May 2019

Posted by enlalunadebabel in Testimonios, Traducción, Vida traductoril

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cómo buscar trabajo de traducción, cómo empezar a traducir, traductor en plantilla, traductor novato, traductor principiante

Esta semana son tres los compañeros que nos cuentan sus vivencias después del grado: Manuel Crespo, Cristina Esteban y Paula Barbero. ¿Queréis saber qué opinan de cursar un máster o hacer prácticas en agencia? ¡Seguid leyendo!

MANUEL CRESPO

Quizá mi camino no sirva para ilustrar cuestiones concretas acerca de cómo buscar clientes o qué hacer con el pago atrasado de una factura en los primeros meses, pero creo que sirve para dar luz a un recorrido algo diferente.

Cuando sales de la carrera, te asedian con la idea del máster, un asedio constante que te acaba por hacer creer que todo el tiempo que tardes en elegir un máster es tiempo que pierdes y que tus compañeros ya están aprovechando para formarse por delante de ti. En absoluto.

Al terminar el Grado, no tenía ni repajolera idea de qué hacer con mi vida. Y, mientras tanto, lo mejor era trabajar, de lo que fuera, ganar dinero, ahorrar y conseguir experiencia. Encontré, gracias a una compañera de la carrera, trabajo en un hotel como recepcionista. No era mi trabajo soñado, ni siquiera era algo que me había planteado, pero acabó gustándome y quién sabe, no me habría importado seguir ahí hoy en día. Gracias a ese trabajo, pasé un año ya en el mercado laboral y pude organizar mis ideas y decidir que querría probar suerte en la TAV. Por eso decidí hacer el máster en el ISTRAD, en Sevilla.

Hice las prácticas de manera presencial en Valencia, mi ciudad, y lo que pasó a continuación os sorprenderá, y mucho, pues tuve suerte de que una compañera dejó su plaza y me la ofrecieron a mí. El resto es historia y aquí sigo. Evidentemente, la suerte ha tenido una importancia determinante en mi trayectoria, sin embargo, creo que sí que es importante saber que, cuando acabas la carrera y todo te parece un mundo, el empezar a andar ya forma parte del camino. No hay que agobiarse ni pensar que no se va a poder vivir de ello. Se puede.

En resumen: No te preocupes si has acabado la carrera y no sabes qué hacer con tu vida, te deberías preocupar si no estuvieras sintiendo eso. Tampoco tengas prisa en elegir qué máster hacer, (si es que quieres hacer) mira bien la oferta y date tiempo para saber cuál es la especialidad que quieres hacer. Si yo me hubiera lanzado nada más acabar la carrera, habría ido al Máster de Traducción en los Servicios Públicos de Alcalá o al Máster de Traducción de videojuegos del ISTRAD… Nunca se sabe si en esas especialidades me habría ido bien o mejor que ahora, pero sí que sé que habría sido una decisión fruto de la ansiedad por ponerme a estudiar un máster cuanto antes.

Manu os atenderá encantado en Twitter y en su correo electrónico.

CRISTINA ESTEBAN

Mi nombre es Cristina, y en 2015 me gradué en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada. Como casi todos mis compañeros, en el último curso estaba bastante asustada y nerviosa por no saber qué iba a ser de mi vida después de la carrera. Había algunos que tenían claro que iban a coger la vía del profesorado, otras muchas compañeras se metieron a azafata de vuelos, pero los que de verdad queríamos ser traductores o intérpretes veíamos el futuro bastante negro. 

En mi caso, tengo que decir que tuve bastante suerte. Un día ya casi al final de curso, durante una clase de no me acuerdo qué asignatura (una que no me interesaba mucho, claro está), me decidí a redactar una carta de presentación y a actualizar mi CV para mandárselo a todas las empresas de traducción que hubiese en Marbella, que es de donde soy. Antes de que la clase terminase, una de las empresas me contestó al email diciéndome que justamente estaban buscando a alguien para que se incorporase en verano a su oficina. Fui a Marbella a hacer la entrevista, y al día siguiente de terminar la carrera ya estaba trabajando como traductora en plantilla.

Hacía traducciones de todo tipo, pero ya que la mayoría de los clientes de la agencia eran despachos de abogados, me especialicé en la traducción jurídica, que además era la especialidad que había elegido en la carrera. A los tres meses de empezar, dejé la empresa para irme 6 meses a China, y cuando volví llamé a la que era mi jefa y me volvieron a dar el puesto. 

Un tiempo más tarde decidí trasladarme a Madrid por motivos personales, pero como estaban muy contentos con mi trabajo me siguieron (y siguen) mandando trabajo. En Madrid empecé trabajando de secretaria para mantenerme, y lo que hice fue mandar mi CV a agencias de traducción y despachos de abogados (insistiendo mucho), y poco a poco me fui haciendo con una cartera de clientes. Me hice unas tarjetas de visita y aprovecho cada oportunidad que tengo para repartirlas. Al final todo es insistir mucho y tener un poco de suerte, aunque haya momentos que todo se vea muy negro.

Podéis encontrar a Cristina en Twitter, en su correo y en su web.

PAULA BARBERO

Considero que mis primeros pasos en el mundo profesional los di poco antes de graduarme. En cuarto quise realizar unas prácticas en alguna agencia para poder tener una idea del mundillo más allá de la burbuja universitaria y, tras enviar decenas de correos —muchos de ellos sin respuesta y otros con respuesta negativa, así que no os desmoralicéis—, conseguí entrar a una agencia pequeñita de Madrid. Estuve muy contenta con la decisión porque allí pude adquirir no solo práctica traduciendo, sino que también tuve la oportunidad de experimentar cómo funcionaba una empresa de traducción «entre bambalinas».

Después de esas prácticas, como me dejaron tan buen sabor de boca, quise probar con las prácticas Erasmus+, pero en el último momento surgieron problemas con la beca y me vi huérfana de planes en pleno verano. Ahí fue cuando tuve esa crisis existencial que seguramente hayas tenido (o tengas ahora mismo) sobre qué hacer al terminar la carrera: máster, cursos, más prácticas, echar CV a todo lo que se me pusiera por delante, lanzarse como autónomo… Afortunadamente esa crisis me duró solo una semana, pues dio la casualidad de que quedó un puesto libre de gestión de proyectos y traducción en la agencia donde hice esas prácticas de las que hablaba al principio. En un visto y no visto, me vi con mi primer contrato de traductora; feliz de poder estar trabajando en lo que había estado estudiando durante cuatro años y sin haber sufrido demasiados quebraderos de cabeza.

Además, desde entonces he hecho un curso de traducción jurídica y sigo estudiando alemán. Me caló el mensaje que leo siempre en blogs de que en esta profesión nunca se deja de aprender. ¡Y no se sabe lo que deparará el futuro!

Soy consciente de la suerte que he tenido, pero por testimonios de otros compañeros veo que más gente ha tenido esa suerte. Eso me hace pensar que las oportunidades van surgiendo si facilitamos el camino. Creo que es muy importante que se lleven una buena imagen profesional de ti en todo lugar que trabajes, y no desistir por muchas negativas que te lleguen. Tal vez la siguiente puerta a la que llames sea la que se abra.

Paula estará encantada de aconsejaros en Twitter y también en LinkedIn.

Como veis, las experiencias son muy distintas, igual que el punto de partida, pero los tres están trabajando ahora en lo que querían. Suerte, constancia, paciencia… Se hace camino al andar.

Recordad que podéis encontrar todas estas experiencias cada lunes en el blog, leer las entradas pasadas con la etiqueta «testimonio» en el buscador o, simplemente, clicar aquí: primera, segunda, tercera. Y recordad que aún podéis enviarme vuestra historia a info@las1001traducciones.com. ¡Gracias!

Acabo de terminar el grado. ¿Y ahora qué? (III) Cristian Marcote y Laura López

20 lunes May 2019

Posted by enlalunadebabel in Testimonios, Traducción, Vida traductoril

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cómo encontrar clientes, empezar a traducir, encontrar trabajo de traductor, traductor en plantilla, traductor principiante

Por tercera semana consecutiva, tras la primera y segunda entregas, abrimos el blog a los testimonios de dos compañeros, Cristian y Laura, que nos contarán cómo se han abierto paso en este mundillo. ¡Vamos allá!

CRISTIAN MARCOTE

Terminé TeI en el curso 2014/2015. Me quedaban por cursar unas pocas asignaturas del 2.º cuatrimestre así que, para aprovechar el tiempo libre que tenía el cuatrimestre anterior, me puse a buscar prácticas en Alemania, Austria y Suiza. Uno de mis objetivos era ampliar y consolidar los conocimientos que tenía de mi segunda lengua de trabajo. Entré en contacto con una empresa con sede en Suiza con la que trabajé 8 meses en prácticas.

Tras regresar y terminar la carrera, inicié la búsqueda de empleo. No fue fácil; la opción más obvia era trabajar como traductor en plantilla en una empresa de traducción, donde los puestos de traductor son limitados. Así pues, al no conseguir respuesta en las puertas a las que llamaba, seguí buscando alternativas que al menos estuviesen relacionadas con los idiomas. Vi un anuncio para trabajar captando clientes internacionales para ofrecer servicios turísticos. Trabajé con mis compañeras unos meses que para mí fueron muy enriquecedores y me permitieron poner en práctica mis lenguas de trabajo, pero también desarrollar habilidades interpersonales.

No obstante, mi verdadera aventura laboral empezó a finales de ese 2015, cuando llegaron a mí por distintas vías varias ofertas de empleo como traductor en plantilla y estuve inmerso en pruebas de traducción, entrevistas, nervios y emoción. Los procesos de selección avanzaron de manera muy satisfactoria hasta el punto de que tuve que hacer balance y apostar por una empresa.

Y así es como durante dos años estuve trabajando como traductor en plantilla. Tengo que decir que, aunque uno tenga claro que quiere hacerse traductor por cuenta propia, pasar por una empresa de traducción y conocer los procesos implicados en la cadena de producción ayuda a ampliar horizontes y entender mejor cómo funciona por dentro, qué valoran los gestores de proyectos, cómo puedes facilitar su trabajo, conocer los ratios de producción que se manejan en el sector, etc. No solo eso, sino que lo considero un comienzo más llevadero; a mí me fue de gran ayuda ir más «acompañado»: al trabajar con compañeros con más experiencia que yo recibía correcciones, comentarios de forma continuada y aprendí de diversos errores «por las buenas».

A principios de 2018 decidí cambiar y empecé por mi cuenta. Con algo de experiencia de los dos años anteriores, sería más fácil arrancar desde cero. Tuve la fortuna de empezar con unos poquitos clientes gracias a mis trabajos anteriores. Aun así, sin duda una de las dificultades a día de hoy sigue siendo ampliar mi cartera de clientes. Para superarlas intento acudir de vez en cuando a eventos, formales o informales (congresos, cursos o formaciones, encuentros de traductores…) siempre que la agenda lo permite, además de valorar otras acciones que puedan ser de ayuda, como contactar con agencias y otros potenciales clientes… Sobre todo, buscar y hacerse ver; así es como te van a encontrar; tener una web y ya no es suficiente. ¡Y que tu círculo de amistades sepa qué haces! Nunca se sabe si en sus empresas alguna vez necesitarán una traducción profesional y te podrán recomendar.

Esta dificultad para encontrar clientes no va ligada necesariamente a no «conocerse», sino que a veces la colaboración no es posible por cuestión de tarifas. Aunque es difícil empezar y es muy tentador conseguir cuántos más clientes mejor, recomiendo valorar si compensa. A corto plazo desde luego que no es interesante, pues se contribuye a bajar los precios del mercado. A la larga, además, vas a tener que trabajar el doble o el triple para llegar a fin de mes y ganarte el pan, en detrimento de tu salud. Por eso, yo intento siempre encontrar un punto medio con potenciales clientes y tengo un límite que me he definido a partir del cual no bajo. Solo he hecho alguna excepción de manera puntual, por algún proyecto que me interesaba hacer por un motivo u otro. Si no llego a un acuerdo con algún posible cliente, sigo buscando. Caminante, no hay camino…

Los comienzos son difíciles, pero al final uno recoge lo que siembra 🙂 ¡Muchos ánimos!

Podéis poneros en contacto con él al correo electrónico o en su web.

LAURA LÓPEZ ARMAS

Voy a contarles un poquito cómo empecé. Prometo que esta historia tiene un final feliz, aunque al principio no parezca tan positiva.

Mi historia comenzó en 2006, cuando entré en la Licenciatura de Traducción e Interpretación. Empecé bien la carrera, aprobando todo a la primera, pero los dos últimos años ya iba arrastrando asignaturas. Acabé muy desganada y desmotivada y toda mi ansiedad me afectaba muchísimo (insomnio y colon irritable). Me fui de Erasmus a Dublín y cuando volví decidí dejar la carrera. Fue una etapa muy mala, no tenía ganas de nada, no me sentía tan inteligente como me decía mi familia (de hecho, sentía que era tonta y que no valía) y me puse a trabajar de azafata de vuelo.

Después de unos años, cuando ya estaba cansada del trabajo de azafata y sus horarios, gracias a la motivación de mi familia, en especial de mi marido (gracias, Dani), saqué fuerzas y me metí en el Grado. Fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Todo esto lo cuento porque no todos tenemos que seguir el mismo ritmo, ni el mismo camino que los demás. Yo NECESITABA ese descanso para coger fuerzas y volver a la carga con más ganas que nunca. Y así lo hice.

Terminé el Grado en Traducción e Interpretación inglés/alemán en junio de 2018, con buenas notas, y sin ansiedad (de hecho, más feliz que nunca).  Al igual que muchos compañeros, durante el Grado no tenía ni idea de lo que quería hacer al terminar. Sabía que me gustaban la docencia y la interpretación simultánea, pero la traducción me aburría bastante. Esto fue hasta que llegué a 4º y cursé la asignatura de Traducción Audiovisual. Y, casualidades de la vida, ese mismo año fue el II Tradican (las Jornadas de Traducción e Interpretación de Canarias), y vino el gran Quico Rovira-Beleta (traductor de películas como: Star Wars, Star Trek y casi todas las de Marvel). Después de su ponencia, tuve la oportunidad de entrevistarlo para mi blog (que, por cierto, creé para una asignatura y he seguido con él hasta ahora) y al final de la entrevista, le pregunté si creía que era posible conseguir dedicarme a eso (traducción audiovisual), y me dijo: «Hazlo. Inténtalo. Inténtalo porque lo conseguirás». Siempre me había gustado esa traducción, desde pequeña, cada vez que veía una película o serie, trataba de inventar alternativas si una frase no me convencía. Pero siempre creí que los traductores de películas eran «dioses», no creía que una novata como yo podía empezar en ese mundillo así como así.

Como dije, asistí, durante los dos últimos cursos, al Tradican, y en el primero tuvimos la enorme suerte de contar con Scheherezade Surià (<3), que nos habló de la traducción editorial. Así que el último año de carrera, mientras hacía el temido TFG («Traducción Audiovisual de canciones Disney: Moana»), fui enviando currículums a estudios de doblaje y editoriales. Me di cuenta de que la traducción que me gustaba era la creativa, la que me permitía dejar volar la imaginación y la que no seguía unas pautas estrictas. Por cierto, recomiendo muchísimo asistir a este tipo de jornadas ya que, además de aprender mucho, conoces a profesionales que te ayudan e informan. Yo he tenido la suerte de poder contar con muchos de ellos [i]que me han ayudado y aconsejado, y a los que ahora puedo llamar compañeros.

Finalmente, tras graduarme en junio de 2018, recibí mi primer trabajo para traducir un documental. Ese trabajo me llegó al mes siguiente de graduarme, en julio, y era un documental para el Canal Odisea. No me lo podía creer. Mi primer documental. Se llamaba Norteamérica desde el cielo: Ciudades 24 h. y era de San Francisco. Después de ese, hice algunos más de esa serie. Luego me llamaron para traducir los subtítulos de una película que iba a estrenarse en el Festival de Cine de San Sebastián (Y en cada lenteja, un Dios). Me llamaron diciendo que el estudio de los documentales me había recomendado. Así que imagínense lo importante que es hacer un buen trabajo, por muy pequeño que parezca. Y a partir de ahí empecé a trabajar con estudios para la BBC, HBO (para el que hice el documental de Axios) o Netflix. No quiero decir que fuera fácil, porque me rompí los cuernos buscando, enviando, informándome (y aún sigo), pero al final vale la pena. Tengo muchísima suerte de trabajar en lo que me apasiona (o de que me apasione mi trabajo) y estoy viendo que, con esfuerzo y pasión, todo se consigue.

Me gustaría volver a resaltar la importancia (al menos para mí) de asistir a jornadas, congresos, eventos, #Traducafés (que ahora hay en muchísimas ciudades de España) y otros tradusaraos. Lean muchos blogs de traducción (a mi me ayudó mucho el de Scheherezade) para que aprendan de los expertos. Y no se desanimen, porque el camino puede ser duro, pero es una carrera de fondo, y poco a poco se va consiguiendo.

Y esta es mi historia. Como conclusión, quiero que se queden con el mensaje positivo, con que sí se puede, con que cada uno tiene su ritmo y no hay que cerrarse a nada. Con que de todo se sale. Y con que este es un gremio precioso, con compañeros que se ayudan y apoyan, que no son de poner zancadillas a otros. Espero que esto les sirva de algo, y que les motive para hacer lo que de verdad les apasione.  

Cualquier duda que tengan, pueden escribirme sin problema a través de mis redes sociales o correo electrónico. Si puedo resolver sus dudas, lo haré encantada.

Keep calm and translate!


[i] Gracias, Quico, Scheherezade, Tenesor, Xosé, Fernando, Reyes, Carlos y muchos más.

Laura es muy activa en Twitter, pero la podéis encontrar también en su web y por correo electrónico.

Perseverancia y tesón. Si no sale a la primera, sigues intentándolo. Laura y Cristian empezaron trabajando de otra cosa hasta que consiguieron el trabajo que ahora les llena. Laura incluso dejó la carrera y la retomó años después. Estos dos testimonios ilustran que no todo sale a la primera y que no pasa absolutamente nada. Dicen que lo bueno se hace esperar, ¿no?

Coincido con Cristian en que trabajar en plantilla es una buena forma de aprender y de ver lo que hay al otro lado del tapiz. Y también que no basta con una web (¡muy buen apunte!): tienes que moverte, trabajártelo mucho y ser receptivo. Y de Laura ¿qué puedo decir? No la conozco en persona, pero la veo con ganas de comerse el mundo… Como hemos visto en anteriores testimonios, todo es cuestión de trabajo y de una pizca de suerte, pero también hace falta una gran dosis de pasión.

Y hasta aquí llegamos hoy. ¡Os espero en el próximo artículo!

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