Una de las cosas que más me gusta de esta profesión es que siempre aprendes cosas nuevas y, normalmente, salen encargos y proyectos que te empujan a salir de tu zona de confort.
Cada traducción es distinta a la anterior; un mismo día puedes estar traduciendo sobre un niño y su amigo imaginario, sobre medidas contra el acoso escolar y sobre una empresa de alquiler de coches. No digo que no haya trabajos más rutinarios o más aburridos, hay de todo, pero en la variedad está el gusto y en este oficio suele darse en abundancia.
Sin embargo, estos últimos días he salido de la burbuja a lo grande. Para poneros en situación, empecé a colaborar con la editorial Mai Més hace unos meses con la traducción al catalán de Trail of Lightning, El rastre del llamp, de Rebecca Roanhorse, una novela distópica con protagonista femenina muy cañera y trasfondo navajo muy interesante. ¡Y ganadora del premio Locus, por si fuera poco!
Para mí, esta fue mi primera incursión en el género fantástico, por el que siempre he tenido bastante respeto. Los lectores son muy exigentes (como debe ser, por otro lado), no había tocado ciencia ficción desde mi adolescencia y no había leído a grandes como Sanderson o Pratchett (shame on me!). Aun así, me informé sobre el libro, me gustó y vi que no pertenecía a ninguna saga ya empezada. Recalco esto porque llegar a una saga a medias es complicado; debes empaparte bien del mundo creado en el libro, el estilo y la terminología propia.
Disfruté mucho con esta historia (os la recomiendo si sabéis catalán y, si no, creo que se han adquirido ya los derechos para traducirla al castellano), el libro quedó de diez y también por primera vez mi nombre apareció en una cubierta.
Pero lo que me empujó a salir de la burbuja de mi despacho fue hacer de intérprete para la autora en su visita a Barcelona. Los editores de Mai Més, más majos que las pesetas, me pidieron si podía echarles una mano aunque no fuera intérprete. Necesitaban interpretación para la presentación de la autora a varios periodistas y blogueras y, posteriormente, para el encuentro con lectores en la librería Gigamesh, templo friqui por excelencia.
Presentación de Rebecca a la prensa en la librería Gigamesh este pasado viernes.
No sabéis los nervios que me entraron. Si me leéis por redes, sabéis que siempre he alabado el trabajo de los intérpretes, lo respeto muchísimo y me parece realmente encomiable. Solo había hecho un par de interpretaciones para empresas y de eso hacía muchos años. Además, siempre digo que tengo poca memoria y, claro, no dejaba de imaginarme ahí delante de la gente boquiabierta y con la mente en blanco.
Así pues, me preparé la tarea como si fuera un examen, de algún modo lo era. Lo mejor fue que gran parte de esa documentación ya estaba hecha. Cuando traduzco un libro suelo apuntar las directrices que sigo para que puedan ayudar después a la correctora y la editora. Apunto las dificultades o las curiosidades terminológicas y algunas cuestiones máspara entender mejor el contexto. En este caso, me había hecho también un glosario porque en la novela aparecen muchos términos en navajo.
Fragmento de los apuntes que me fueron de perlas también para interpretar.
Llegó el viernes, la prueba de fuego después de tanto tiempo sin desempolvar mis herramientas de interpretación, y la experiencia fue muy grata. Además, por primera vez (¡otra primera vez!) conocía a una autora a la que había traducido y me hizo mucha ilusión. Debo decir que en este caso, muchos asistentes sabían inglés, lo que supuso una ventaja.
Ayer volvimos a reunirnos para que los lectores conocieran a Roanhorse y pudieran preguntarle lo que quisieran. En este caso me encargaba no solo de la interpretación, sino también de hacerle las preguntas y de servir de enlace con los asistentes. Esta vez iba bastante más tranquila porque ya había tenido contacto con la tarea la semana anterior, había practicado la toma de notas, conocía a la autora y, sobre todo, su acento y su forma de hablar. También me había leído entrevistas anteriores, con lo que tenía una idea aproximada de los temas que podían salir.
Encuentro de Rebecca Roanhorse con los lectores en la librería Gigamesh.
Me sentí muy cómoda y creo que eso al final se nota. No soy intérprete profesional (siempre he separado bastante traducción de interpretación), pero creo que al final conseguí transmitir bien su mensaje. Y, por supuesto, me alegro de haberme atrevido a salir de mi zona de confort.
En definitiva, con preparación y sin subestimar ningún encargo, si nos vemos capacitados va bien de vez en cuando salir de nuestra burbujita y lanzarnos a probar más primeras veces. Puede que nos guste tanto que no se quede en esa primera vez.
Soy Ana, de Barcelona, y a continuación os doy las claves que creo que me ayudaron a encontrar mi trabajo actual. En 2017, justo al acabar el máster de traducción, encontré trabajo como traductora in-house. Yo estaba totalmente convencida de que la única opción realista iba a ser trabajar como autónoma, así que mientras estudiaba leí muchísimo sobre cómo ser freelance y empecé a hacerme mi propia web. Pero no me cerré las puertas y, a la vez, iba consultando webs de empleo generalistas como InfoJobs o especializadas como Multilingual Vacancies y la recopilación semanal de ofertas de Trágora. En alguno de estos canales vi una oferta que me interesaba y preparé mi solicitud a conciencia. Para escribir la carta de motivación, mi pregunta de partida fue: ¿Cómo puedo contribuir a que a esta empresa y departamento concreto les vaya bien? Consulté su web para entender cuál era su misión y valores y utilicé su propio lenguaje y palabras clave de la descripción del puesto. Adapté la estructura de la carta y del currículum y destaqué cosas estratégicamente para que fuera fácil ver cómo mi perfil se ajustaba a lo que pedían.
Para preparar la entrevista, investigué cuáles eran las principales preguntas que se suelen hacer, me preparé las respuestas por escrito y las practiqué con alguien cercano. Sabía que iba a estar nerviosa y cuanto más preparada estuviera, mejor. Al día siguiente, les escribí un correo para agradecerles la oportunidad y aproveché para subrayar un tema que había surgido y que era muy importante para ellos, y por el que quizá yo había pasado un poco por encima. Pasaron dos semanas y no había recibido respuesta, así que les escribí para preguntar cómo iba el proceso de selección; para demostrar mi interés, a la vez aproveché el correo para mandarles información sobre otro tema que había surgido durante la entrevista. Sobra decir que redacté y corregí con atención cada mensaje que mandé, desde el primero de respuesta a la oferta hasta el último.
Finalmente, al cabo de unos días, recibí la respuesta esperada: ¡me ofrecían el puesto! Me habían comentado que se habían presentado muchos candidatos y yo, en lugar de pensar que entonces tendrían más donde elegir, pensé: «En ese caso, es que valoran mi perfil y cómo lo he hecho durante el proceso». Y entonces hice algo que nunca pensé que haría en mi vida: negocié el sueldo que me ofrecían y conseguí que me lo subieran un poco. En mi opinión, tenemos muy asumido lo de «si no te cogen a ti, cogen a otro» y muchas veces no nos damos cuenta de nuestro valor y de que si una empresa decide apostar por ti, es por algo.
Espero que mi historia os ayude en vuestra búsqueda laboral 🙂
Aunque ser autónomo suele llamar más la atención, no hay que descartar los trabajos en plantilla.
CRISTINA FELIPE
En 2015 terminé el grado en Traducción e Interpretación por la Universidad Complutense de Madrid. Durante ese año, mandé mi currículum a muchas empresas pero, al no tener experiencia ni poder firmar un acuerdo de prácticas (entre empresa y centro universitario), no encontraba trabajo.
En la última parte del máster, había que decantarse por un proyecto práctico (con prácticas en empresa) o por uno de investigación, y escogí el primero. Empecé las prácticas a media jornada en una empresa de Madrid; por si a alguien le interesa, sí, fueron remuneradas. Trabajé allí durante seis meses y me sirvió para hacer contactos, para ver cómo se trabaja en una empresa y cómo funciona verdaderamente el sector.
Después de las prácticas, tuve otro trabajo que no está
relacionado con la traducción pero que me ayudó mucho a ganar confianza y
seguridad en mí misma, algo que nunca está de más.
Unos meses después, ya en paro, apareció de la nada una empresa y me ofreció un proyecto de traducción. Era grande (para ser el primero) y me pareció una buena oportunidad para empezar. Me di de alta de autónoma tras darle muchas vueltas, aunque con rapidez, porque, en estos casos, el tiempo corre en tu contra. Uno de los argumentos que me convenció es que la cuota de autónomo tenía una tarifa plana de 50 €. Con este proyecto, ya me daba para pagar varios meses, así que, por qué no intentarlo.
Empecé a enviar mi currículum, a contactar con empresas y con algunas personas con las que había trabajado y, poco a poco, me iban enviando encargos. Ya llevo un año como traductora autónoma y no me arrepiento de haberlo hecho, aunque no todo ha sido un camino de rosas.
Ese primer cliente que se puso en contacto conmigo tardó más
de seis meses en pagarme. Debí sospechar que no era muy normal que contactara
conmigo una empresa que no conocía, pero pequé de ingenua —¿cómo iba a
estafarme una empresa que me había dado todos sus datos y que no tenía mala
nota en internet ni en ProZ?—. Finalmente, tras muchos correos a los que no
contestaban, recibí el pago, pero estuve a punto de denunciarles. Por suerte,
la única medida que tuve que tomar fue la de escribir algunas reseñas sobre lo
que había ocurrido. Me parecía muy importante que los que vinieran detrás
supieran lo que había pasado.
No obstante, a pesar de ese mal rato, he ido consiguiendo (mejores) clientes poco a poco. Es una tarea difícil y, a veces, un poco frustrante, pero siempre que tengo un rato libre, aprovecho para enviar mi currículum a empresas.Puede que se pongan en contacto conmigo un año después, pero por mí que no quede.
No, no existen las recetas ni las pildoritas mágicas para el éxito. Además, el éxito representa cosas distintas para cada persona.
En definitiva, creo que es importante tener una experiencia previa y contactos, andar con cuidado con nuevos clientes o con ofertas sospechosas, tener un asesor o alguien cercano que pueda echarte una mano con la parte de contabilidad y fiscalidad, saber reconocer los errores y subsanarlos de la mejor manera posible, así como defender tu trabajo con argumentos. Por supuesto, esto no es la receta del éxito, pero son algunos de los aspectos básicos que he aprendido a lo largo de este año.
**Podéis poneros en contacto con Cristina por correo y por LinkedIn.
***
Tesón y constancia. Las compañeras de hoy lo tienen muy claro. Ana nos demuestra que hay otras vías, como la del traductor en plantilla, para ganarnos las habichuelas. Cristina se lanzó a la piscina de los autónomos en cuanto recibió un encargo jugoso y ha seguido buscando clientes sin parar.
Como hemos visto, no hay recetas mágicas ni caminos únicos para desenvolverse y vivir de la traducción; podemos labrarnos futuros distintos repletos de posibilidades. Ya nos lo dice Cristina, no es un camino de rosas, pero con trabajo, formación y una pizca de suerte, es posible.
Gracias por vuestros testimonios y, ya sabéis, si queréis contribuir con el vuestro, dadme un toque. ¡Nos vemos en la próxima entrega!
El principio de mi carrera profesional como traductor
especializado en videojuegos estuvo marcado principalmente por dos
características: métodos que algunos podrían calificar como poco ortodoxos y
suerte… mucha suerte.
Para empezar, se me podría considerar un intruso de la
profesión ya que mi formación universitaria fue de psicología y no de
traducción e interpretación, pero las circunstancias me llevaron hasta donde me
encuentro actualmente. Y el elemento desencadenante fue la traducción como fan
de un videojuego llamado Subnautica.
Al tiempo que realizaba mis estudios universitarios y, posteriormente, de máster, estuve dedicado a su traducción durante su desarrollo como el miembro más activo de la comunidad española y su administrador. Poco después de su lanzamiento, vi la luz del mismo modo que House tiene la revelación sobre el auténtico problema de sus pacientes y vi un futuro profesional donde antes no había nada.
Así comencé a formarme e informarme sobre la profesión especializada en el ámbito de los videojuegos. Las casualidades me llevaron a un curso online que me llevaría después hasta un curso presencial impartido por grandes profesionales de todos los ámbitos del sector. Eso por un lado.
Por el otro, dedicaba varias horas por semana para estudiar y analizar posibles fuentes de trabajo, estuviesen o no en mi especialidad. Grupos de Facebook, páginas web, foros, redes sociales… Todos los recursos valían para métodos de búsqueda activa (buscar activamente ofertas y oportunidades de traducción) y pasiva (establecer un sistema de notificaciones donde fuera posible para ver nuevas ofertas disponibles).
No voy a negar una realidad, más de una vez encontraba una pared en cada esquina. ¿Frustrante? Quizás. Alguna vez sentía que mis esfuerzos eran en vano, pero era algo que duraba apenas veinte minutos. Después reanudaba mi búsqueda. Otras (concretamente la primera), preguntabas de pasada y la siguiente pregunta que recibías era «¿Cuáles son tus tarifas?». Ay… la tarifa. Esa gran desconocida. No voy a extenderme en este asunto porque daría para una historia larga, así que me limitaré a decir que el desconocimiento me llevó a empezar con una tarifa baja… MUY baja. Puede que fuera un error, pero investigando y PREGUNTANDO fui aprendiendo y la tarifa fue aumentando y ajustándose a las necesidades de cada proyecto.
Además, dice el dicho que «quien la sigue, la consigue», y doy fe de ello. El esfuerzo y la perseverancia, por poco que parezcan funcionar, terminan dando sus frutos. La búsqueda pasiva dio como resultado la prueba para un proyecto de traducción, fuera de mi especialidad, para la que requerían marketing (de lo que tampoco tenía ni tengo formación) y de la que salí seleccionado. Fueron más de 90K palabras y fue uno de mis primeros proyectos.
La búsqueda activa, a la par que la más frustrante, es la que después resultaba más gratificante cuando daba resultados. Pero ¿a qué me refiero con búsqueda activa? Para describirlo de forma genérica, hay que buscar posibles clientes que estén desarrollando su producto y que pueda tener posibilidades de localización. Pero no solo eso. Hay que estudiar la viabilidad del producto, la propia empresa, buscar los métodos de contacto disponibles y sopesar cuál es el mejor acercamiento para cada situación, de modo que nos escuchen.
Sin embargo, puede que este método poco ortodoxo no pueda
ser generalizado. No siempre sabemos qué producto o proyecto puede estar
formándose entre las sombras porque no hay forma de verlo. En el campo de los
videojuegos, esto resulta bastante transparente, pero en otros quizás no tanto.
Por eso no hay que tener miedo y hay que preguntar a otros profesionales que ya lleven tiempo asentados. Pero no me refiero a «¿Me podrías dar trabajo?» o «¿Qué tengo que hacer?». A veces puede ser tan sencillo como preguntar por sus comienzos para conseguir referencias. Ellos han pasado también por la casilla de salida y pueden ver en nosotros la dedicación que tenemos. No nos darán el trabajo ni nos allanarán el camino solo por nuestra cara bonita, pero pueden enseñarnos una POSIBLE dirección. El resto dependerá de nosotros.
Y por frustrante que pueda ser que el 90 % de las veces no contesten a nuestros mensajes y que el 9,9 % restante sean callejones sin salida, siempre queda un 0,1 % que llegará buen puerto. Yo me he estrellado, he podido no conseguir nada tras horas o días luchando, pero al final, siempre surge la oportunidad.
Y nunca hay que dejar de aprender, sea por nuestra cuenta o de
los demás profesionales, porque, aunque parezca que no, están muy dispuestos a
tendernos la mano para orientarnos.
Estudia el campo en el que quieres especializarte (si es que
hay uno), identifica a los profesionales adecuados para aprender de ellos (pero
sin ahogarles), no dejes de aprender y formarte por tu cuenta, acepta los
fracasos y aprende de ellos, celebra tus éxitos, enfréntate a pruebas de
traducción tantas veces como haga falta y, lo más importante, no te ahogues en
un vaso de agua, usa ese tiempo para seguir avanzando o preparando el terreno
por el que quieres pisar.
Sinceramente, creo que me he dispersado un poco, así que si
queréis hacerme alguna pregunta en particular, no dudéis en contactarme.
Poco puedo añadir a este testimonio. Brice nos demuestra que es posible reorientar tu futuro profesional para hacer algo que realmente te llene. Que con formación, tesón y llamando a las puertas adecuadas, es muy factible.
Remarca la importancia de relacionarse y de pedir ayuda a los más experimentados, pero sin pedir trabajo directamente, sino orientación; esa mano amiga que nos pueda echar un cable. No subestimemos nunca el factor humano, porque, por suerte, somos un gremio muy solidario en general.
Esta semana son tres las traductoras que nos hablan de sus primeras veces después del grado. Ana, Fabiana e Irene, con contextos y experiencias muy distintas, nos ofrecen nuevas perspectivas. Conozcámoslas un poco más.
Me llamo Ana y terminé la carrera de Traducción e Interpretación en la Universidad de Alicante en 2014. En 2017 acabé el máster de Traducción institucional de la misma universidad y el máster de Traducción literaria de la Universidad Complutense. He trabajado siempre en sitios relacionados con los idiomas y la redacción de textos: auxiliar administrativo con alemán, prácticas de traducción en la Comisión Europea, traductora técnica y jurídica para un abogado de propiedad intelectual y, ahora, redactora de actas.
Cuando acabé la carrera estaba un poco perdida, así que lo que hice fue pedir la beca de auxiliar de conversación en Alemania para trabajar mi lengua C y además tener algo más de tiempo para pensar sobre el camino que quería seguir. ¡Hoy en día tampoco lo tengo muy claro! Pero no he dejado de trabajar en el ámbito.
Tengo tres consejos que a mí me habría gustado escuchar cuando estaba acabando:
Antes de acabar la carrera, informaros bien de qué opciones tiene vuestra universidad para estudiantes y egresados. Suele haber cursos para preparar bien el currículo y bolsas de trabajo o prácticas. Así encontré yo prácticas remuneradas y después trabajo.
No descartéis la opción de hacer otros trabajos relacionados con la lengua. Nuestro perfil sirve para muchos otros puestos que darán experiencia y pueden abrir puertas después, en tareas como la redacción o la corrección.
No os quedéis quietos. Siempre hay opciones para mejorar y seguir aprendiendo. Hay cursos online, charlas, becas en el extranjero, másteres y mil cosas más para continuar con la formación en traducción, corrección o idiomas. Eso sí, no hace falta hacer un máster o hacerlo enseguida; podéis tomaros vuestro tiempo para pensarlo, pero sin parar de hacer cosas.
Sobre todo, mucho ánimo. Nunca es fácil empezar, pero opciones siempre hay. Estoy disponible en Twitter o LinkedIn para ayudar en lo que sea. 🙂
FABIANA Q. MENDES
Para mí, lo más difícil ha sido cambiar la estructura mental de «trabajador en relación de dependencia» a la de «autónomo».
A lo largo de la carrera
te dicen y enseñan muchas cosas, pero pensar como autónomo no es una de ellas.
Es difícil trabajar sin tener quien te diga qué y cómo hacer las cosas, hay
mucho en lo que pensar: a quiénes me gustaría tener como cliente, cómo darme a
conocer, cómo usar las redes sociales, qué cursos hacer, especializarme o no,
cómo tener una tarifa competitiva, acepto cobrar menos y tengo un cliente
directo o trabajo con una agencia, qué hago con los plazos, qué herramientas
uso, cómo optimizar mi tiempo…
Y podría seguir con muchas otras cosas que como autónomo hay que hacer para ser proactivo y no esperar a que el trabajo caiga del cielo.
Yo soy uno de esos casos unicornio: soy una traductora que solo ha trabajado en plantilla. No obstante, comparto muchas cosas con los compañeros autónomos. Cuando acabé la licenciatura y mis prácticas como terminóloga en una empresa, me encontré ante el abismo del «¿y ahora qué?». Da mucho miedo, todos hemos pasado por eso. No obstante, decidí seguir estudiando a distancia y aprovechar el tiempo mejorando mi francés como au pair donde, además, me vi «obligada» a aprender italiano. Maté dos pájaros de un tiro. Cuando no corría detrás de tres diablillos, aprovechaba para conocer el mercado francosuizo en cuanto a la traducción. Aprendí muchísimo de todas las entrevistas que hice, además de tácticas de búsqueda de empleo que pude poner en práctica cuando volví a España. Sí, volví a casa, sin trabajo y después de pasar un tiempo fuera. En esa época recibí una de las lecciones más importantes: «volver» no significa «dar un paso atrás» sino «coger impulso».
Gracias a todo eso y a la formación constante, me contrataron en la primera empresa a la que mandé mi CV. Empecé con ganas, motivación y dedicación, tres factores que me permitieron hacer bien mi trabajo y estar en esa empresa durante casi tres años. No obstante, llegó el momento en el que decidí cambiar de empleo. ¿Qué podía hacer además de ver miles de ofertas? Sencillo, me dejé ver por los #tradusaraos, lo que me permitió conocer de cerca a muchas empresas e incluso acabé como ponente en el VIII Congreso de la SELM. Aunque no lo creáis, eso influye positivamente cuando se trata de buscar trabajo.
Actualmente sigo trabajando en plantilla, pero en una empresa que me ofrece oportunidades más acordes a mi personalidad. Seguramente muchos de vosotros me habéis visto en el ENETI 2019 como la chica del estand de las chapas y los caramelos.
La fórmula secreta de mi poción de Panorámix es sencilla: pasión, formación y dedicación. Cuando ponemos el corazón en nuestros actos, el resultado suele ser el óptimo. Y lo más importante: el que la sigue la consigue.
* Encontraréis a Irene en Twitter, LinkedIn y podéis poneros en contacto con ella también por correo.
***
¿Trabajar en plantilla o como autónoma desde casa? ¿Seguir formándome nada más acabar la carrera o entrar de lleno en el mundo profesional? Cuando el grado termina todo son incertidumbres. Yo siempre digo que primero hay que ir a por lo que más te gusta porque siempre hay tiempo para cambiar de rumbo después.
¿Quieres especializarte en TAV? Busca estudios de doblaje e intermediarias para empezar a adquirir experiencia desde ya o haz algún curso si quieres ganar algo más de confianza. ¿Prefieres la seguridad (en términos de flujo de trabajo) que te puede ofrecer una agencia? Busca por Internet y envía tus datos; hay muchísimas agencias de traducción en la actualidad. ¿Te gustaría meter la cabecita en editorial? Escribe a las editoriales directamente (sé de buena tinta por un par de casos recientes que pesa más la prueba de traducción que la experiencia en sí) o mírate algún curso o taller para pulir destrezas, por ejemplo.
Escribid, llamad, sed pacientes pero insistid. El no ya lo tenéis.
Tras el descanso estival, volvemos a la carga con más testimonios y más contenidos. Esta semana contamos con las experiencias de Martín Díaz y Yasmina Casado.
MARTÍN DÍAZ MORENO
Cuando terminé el Grado en Traducción e Interpretación en 2017 (Universidad de Valladolid), si algo tenía claro, era que quería continuar ejerciendo esta profesión. Puede sonar algo obvio, pero mi propia experiencia (más bien la de mis compañeros de carrera) me ha hecho darme cuenta de que una gran parte de los estudiantes de TeI, al terminar su grado, no continúan con su profesión de traductores o intérpretes, sino que cursan másteres para trabajar de profesores, diplomáticos, etc.
No obstante, yo no me dejé llevar por los cantos de sirena: «no vas a tener trabajo estable de traductor», «es muy inseguro», etc. Como decía una profesora mía de la carrera: That is all bla bla bla. Yo lo tenía claro, quería al menos intentarlo y, sobre todo, especializarme en la rama que más me llamaba la atención, la traducción audiovisual.
Así pues, decidí cursar el Máster en Doblaje, Traducción y Subtitulación de la Universidad Europea
de Madrid (sí, es privada). Si bien no me arrepiento de haberlo hecho, puesto
que he tenido grandes oportunidades con profesionales del sector, es cierto que
no sé hasta que punto hay diferencias con los másteres públicos en otras
universidades como Cádiz o Barcelona. Lo que está claro es que yo quedé muy
satisfecho con mi año en Madrid.
De la mano de mi máster tuve la oportunidad de hacer prácticas en algunos de los mejores estudios del país, lo que me abrió un poco la puerta al finalizar los estudios.
Lo que nadie me dijo fue que esto de ser autónomo es mucho más que sentarte en pijama a traducir delante del ordenador. Al principio puedes sentirte abrumado, pero si consigues contactar con alguien que pueda aconsejarte bien acerca del tema «autónomos» (yo he tenido la suerte de que mi padre también lo es y me ha podido ayudar) y pagas una cuota a un gestor para que te lleve las cuentas, todo resulta un poquito más fácil.
En cuanto al propio trabajo de traductor, al principio es complicado. Aún me encuentro en esta etapa temprana yo también. Han pasado 10 meses desde que terminé el Máster y he tenido bastante suerte con algunos encargos y proyectos, pero sigue sin ser un volumen de trabajo que dé para vivir. Sigo sin desistir, eso sí. La clave creo que es no desfallecer: me levanto todas las mañanas entre semana tenga o no encargos para hacer y busco agencias o estudios audiovisuales a las que no haya echado mi CV. Y si no contestan, a picarles a la puerta a las que estén aquí en Madrid. Será por tiempo…
A veces se hace duro levantarse y no tener nada que hacer, pero por lo que tengo entendido de muchas otros profesionales, los primeros meses (incluso años) son muy difíciles hasta que llega la oportunidad de oro. Yo aún sigo esperando la mía para asentarme en un mundo difícil pero ilusionante para los que amamos esta profesión. ¡Ojalá tengamos suerte!
Desde
que era una cría siempre me han fascinado los idiomas.
En 2012 me metí a Estudios Ingleses (aquí donde me veis, venía de hacer un bachillerato de ciencias puro, así que me era imposible acceder a TeI) y ahí no solo profundicé en mis conocimientos del inglés y descubrí otros maravillosos idiomas, sino que también tuve mi primera toma de contacto con la traducción… y me enamoré.
Al acabar la carrera decidí hacer el Máster de Traducción Audiovisual: Localización, Subtitulación y Doblaje del ISTRAD. ¿Y por qué me decidí por este? Pues en parte porque tenía muy buena pinta y el precio era asequible, pero principalmente porque me ofrecían algo que considero vital para hacerse un hueco en el mundo de la traducción: prácticas de empresa. Fueron tres meses intensos en los que aprendí muchísimo y pude poner en práctica todo lo que había aprendido, y la recompensa a mi esfuerzo fue que dicha empresa se convirtió en mi primer cliente. A partir de ahí, para seguir creciendo, eché mano de una sencilla fórmula: investigar el mercado laboral, echar currículum como si no hubiera un mañana (con cabeza, eso sí) y seguir formándome y especializándome. Y esto lo hago siempre que tengo un ratito libre. Al margen de eso, procuro tener mi perfil de Linkedln organizado, actualizado y bien clarito (aunque esta asignatura está algo pendiente), sigo por redes sociales a varios compañeros e intento aprender todo lo que puedo de ellos a la vez disfruto de su trabajo, me hice socia de ATRAE, una asociación que ofrece cursos profesionales, una bolsa de trabajo y que vela por los intereses y derechos de los traductores audiovisuales…
Es cierto que apenas llevo un año y medio trabajando en este sector y no tengo ni la experiencia ni la cartera de clientes que muchos otros compañeros ya veteranos, pero creo que precisamente por eso puedo empatizar algo mejor: porque hasta hace nada estaba en vuestra piel y estaba igual de cagada que vosotros.
Y no voy a mentiros, meter un pie en el mundillo cuesta lo suyo y quedarse en él otro tanto. Hay épocas de sequía y épocas en las que tengo que rechazar trabajo porque no doy abasto, épocas en las que las empresas ignoran mi existencia y épocas en las que pasas una prueba de traducción y parece que te vas a comer el mundo, épocas en las que las tarifas son más bajas de lo que me gustaría pero hay que pagar las facturas… Es un camino difícil, pero no es imposible.
Y si
tenéis dudas, miedos o queréis algún consejo, preguntad, preguntadme a mí, preguntadle a Scheherezade,
preguntadles a otros compañeros, que es un gremio fantástico y con gente maravillosa
dispuesta a ayudaros.
Y creedme, si os apasiona tanto este trabajo como a mí, todo habrá merecido la pena.
*Si queréis saber algo más de Yasmina, podéis encontrarla en LinkedIn.
***
Martín dice algo muy interesante en su testimonio: «ser
autónomo es mucho más que sentarte en pijama a traducir delante del ordenador».
Así es. Como autónomos, no solo realizamos las tareas propias lingüísticas de
la profesión (documentación, traducción, revisión, transcripción, etc.), sino
que además debemos gestionar bien el apartado profesional (búsqueda de
clientes, preparación de presupuestos, gestión de reclamaciones) y el financiero
(facturas, declaraciones trimestrales, posible cobro de deudas, etc.).
También da en el clavo cuando dice que al principio es complicado y que la clave es no desfallecer. Es algo que ya se ha mencionado en este blog y en otros testimonios. Sí, cuesta abrirse camino, que te den esa primera oportunidad que se convierta en una línea más de experiencia demostrable, pero eso no significa que sea imposible. ¿Frustrante? Mucho. Al poco de graduarme me sentía fatal por no encontrar nada de trabajo. Por enviar correos electrónicos a diestro y siniestro, apuntarme a todas las ofertas de ProZ que podía… y nada. Hasta que ese nada es un «venga, te hacemos una prueba» y sigues llamando a más y más puertas, y alguna más se va abriendo con el tiempo.
Esto una carrera de fondo, también lo decimos mucho, pero es así. Se dice que se tarda un par de años en conseguir cierta estabilidad, pero tampoco os fieis, cada persona es un mundo y la suerte y las circunstancias personales influyen mucho. Eso sí, marcaos un rumbo, poneos objetivos y aprovechad estas mañanas de silencio para retocar el currículo, revisar los perfiles profesionales que tenéis en las distintas redes, buscar clientes que os interesen y presentaos de forma individual. Poco a poco se hace camino.
Yasmina, por su parte, hace hincapié en la formación y el reciclaje profesional. Es importante estar al día en este sector, no solo por las nuevas herramientas que pueden hacernos la vida un poco más fácil, sino también por cómo se están moviendo las tarifas y en qué dirección va la profesión. Por eso, como ella dice, es tan importante asociarse y hacer piña como traductores.
La traducción es una auténtica montaña rusa (como cualquier otra profesión, vaya, llena de altibajos). Puedes tener una temporada sin parar en la que los encargos llegan sin buscarlos y luego otra de sequía en la que parece que tienes que ir llamando e insistiendo. Yo misma he tenido un agosto demasiado tranquilo y un principio de septiembre de trabajo excesivo. Y estos altibajos no se dan solo en cuanto carga de trabajo. Puede que un día te feliciten por una traducción brillante y al otro te den un toque de atención. Y no pasa nada. Atesoramos lo bueno y aprendemos de lo malo. No somos maquinitas; no todos los días nos cunden igual ni estamos igual de inspirados. Lo importante es no bajarse de la atracción y seguir adelante.
Llega agosto y, con él, el descanso del blog, lo que significa que retomaremos los testimonios a partir de septiembre. (Breve inciso para decir que estoy muy contenta con la acogida que ha tenido esta iniciativa y os doy las gracias a todos los que habéis querido participar.) Pero no puedo marcharme sin una entrada para aprovechar estas semanas estivales.
Para algunos, agosto es un mes muy tranquilo; otros, sin embargo, van a tope. Ya sabéis que esto va como va. Aun así, este mes, igual que los momentos de poco trabajo, suele darnos la oportunidad de parar un poco, ver cómo va todo y actualizarnos.
Empecemos por descansar. Si llevas semanas a destajo, lo primero que puedes hacer es invertir un poco en ti y darte un descansito. La máquina funciona mejor cuando todas las piezas están en buen estado. Otra cosilla que también va bien en momentos de tranquilidad es organizar el escritorio. Sí, has leído bien. No sé si te pasa a ti, pero con el fragor de la batalla voy acumulando cosas sin darme cuenta y luego no hay quien encuentre nada entre el montón de libros o papeles. Poner un poco de orden en tu vida te hará sentir mejor.
Después de descansar y ordenar un poco, y ya pensando en la productividad, podemos hacer varias cosas más.
1. Actualizar currículum y perfiles varios. Seguro que lo has ido dejando. Pues ahora es una buena ocasión de retocar tu currículum si has hecho un nuevo curso, tienes otra experiencia para apuntar, usas un programa de traducción que antes no manejabas, etc. También puedes aprovechar y traducirlo a tus otros idiomas. En LinkedIn o Proz.com, tres cuartos de lo mismo. Aunque sean una forma pasiva de encontrar trabajo, no está de más darles un poco de amor. Y de chapa y pintura.
También puedes preparar cartas/correos de presentación —que luego puedas personalizar según el cliente— para tenerlo todo listo cuando haya alguna oferta interesante.
2. Hacer balance de tu empresa y tus clientes. ¿Quién te envía más trabajo ahora y quién te envía menos o ha dejado de hacerlo? Tal vez quieras darles un toque ahora o dejarlo apuntado para escribirles en septiembre cuando vuelva a reactivarse todo un poco más.
Aquí entran también los objetivos. ¿Estás satisfecho/a con lo que has conseguido? ¿Quieres acceder a otra rama de traducción? Valora en qué momento estás y traza tu plan de acción: ¿Necesitas más clientes para los ingresos que quieres conseguir? ¿Deberías hacer algún cursillo? ¿Podrías subir la tarifa para ese servicio o tipo de traducción?
3. Buscar clientes nuevos. Es verdad que todo se ralentiza en verano, pero sacar a pasear el CV que has actualizado es muy buena idea. Busca nuevos clientes y lleva un buen registro de todos estos contactos. Nunca es mal momento para lanzarse a la caza.
4. Ponerte al día con lecturas recomendadas. Tal vez tengas artículos de traducción por leer, de esos que marcas como favoritos y luego quedan relegados a un segundo o tercer plano. O ha salido un libro nuevo sobre lingüística o traducción que pinta muy bien y no has tenido tiempo ni de comprarlo o leerlo siquiera si ya te lo compraste. Yo acabo de recibir los últimos números de Archiletras, por ejemplo, así que tengo lectura para rato.
Para más ideas, aquí encontraréis las que queráis:
5. Planificar las salidas de la traducueva. Octubre y noviembre suelen ser meses fértiles en jornadas y conferencias. Podemos aprovechar los momentos de menos trabajo, y aquí entraría también agosto, para ver qué se organiza y dónde y empezar a hacer los preparativos del viaje (comprar billetes, planificar los días de parón si tenemos encargos a largo plazo, etc.).
6. Aprender a usar o perfeccionar una herramienta. Si hace tiempo que querías trastear el Aegisub para subtitular, te apetece probar MemoQ o entrenar a fondo tu dragón, ahora es un momento ideal. Podrás echarles un buen vistazo sin interrupciones o sin la presión de tener que acabar otros encargos más urgentes.
¿Y tú? ¿Qué haces en estos momentos de menos trabajo? Si me dejas un comentario con tus trucos entrarás en el sorteo* de 5 lotes con cositas de traducción (libreta, pósits, pegatinas…). [SORTEO CERRADO]
***
*Para entrar en el sorteo solo es necesario dejar un comentario sobre el tema de hoy. Podéis participar hasta el domingo 11 de agosto de 2019 a las 23:59. El sorteo se hará el lunes 12 y los artículos se enviarán a toda Europa.
Esta semana contamos con el testimonio de Carmen María González Morales, egresada de la Universidad de Córdoba, que ha hecho de todo un poco y tiene muchas ideas que darnos. Le cedemos la palabra.
Me llamo Carmen María, tengo casi 25 años y, aunque actualmente vivo en Salamanca, soy cordobesa de los pies a la «cabesa». Mi pasión por los idiomas, la comunicación y las relaciones interculturales, desde que tenía 12 años, me condujo directamente al mundo de la traducción. Así fue como en 2012 entré en el Grado de Traducción e Interpretación de la Universidad de Córdoba y, cuatro años después, me embarqué en un Máster de Traducción y Mediación Intercultural en la Universidad de Salamanca.
En este máster, tuve la oportunidad de realizar unas prácticas como gestora de proyectos para la revista de la universidad y, a pesar de todo el agobio y problemas que tuve que solventar, descubrí que me apasionaba el trabajo. Las tareas de organización, la negociación con los clientes, la resolución de problemas en el equipo, la gestión de terminología y los plazos de entrega ajustados me hacían sentir muy realizada, a la par que me obligaban a aprender constantemente. Fue entonces cuando decidí especializarme en Gestión de Proyectos con un curso a distancia en Cálamo y Cran.
Antes de terminar la
universidad, empecé a buscar trabajo a la misma vez que estudiaba, ya que para
mí era muy importante tener una primera toma de contacto con el mundo real
antes de salir al mercado laboral. Me postulé a todas las ofertas que
encontraba interesantes y realicé varias entrevistas fructíferas, pero las
condiciones que me ofrecían no se adaptaban a mis necesidades. Siempre recibía
la misma respuesta: «Nos gusta tu perfil, pero no tienes experiencia. Podemos
ofrecerte un contrato de prácticas». ¿Estaba dispuesta a trabajar 8 h al día
durante 6 meses o 1 año sin poder llegar a fin de mes? En ese punto de mi vida,
necesitaba un trabajo y conseguir experiencia, pero también ser independiente
y, aunque eran ofertas tentadoras, decidí no aferrarme a opciones que no me
llenaban.
Tras mes y medio recibiendo respuestas desalentadoras, me di cuenta de que me había estancado y que tenía que replantearme la situación. Fue entonces cuando surgió en mi cabeza la idea de ser autónoma. Si había conseguido que varias empresas se fijaran en mi CV, ¿por qué no lo iban a hacer también mis potenciales clientes? Así fue como dos semanas después de terminar la universidad, conseguí mi primer proyecto. Ya han transcurrido casi dos años desde aquel momento y, a día de hoy, sigo trabajando como traductora y gestora de proyectos autónoma. Aún me queda mucho camino por recorrer y muchos sueños por cumplir, pero, a pesar de todos los momentos malos que han venido y que vendrán, ahora tengo una seguridad en mí misma que nunca antes había tenido.
Basándome en mi breve,
pero intensa experiencia, me gustaría dejaros los consejos que más habría valorado
cuando empecé:
Lo más importante desde mi punto de vista es que tengáis claro a qué queréis dedicaros. Aunque parezca una tontería, conozco a muchas personas que no consiguen encontrar un trabajo en el que se sientan realizadas y valoradas. Si no lo tenéis claro, no pasa nada, a veces hay que probar diferentes opciones hasta encontrar la adecuada. Yo misma trabajé en una academia tres meses, a la misma vez que traducía, y me sirvió para darme cuenta de que la formación no era lo mío. La pregunta es: ¿dónde os gustaría estar dentro de 5 o 10 años?
Me gustaría hacer hincapié en algo a lo que, quizás, no se le da tanta importancia: el diseño de uncurrículum original. Vivimos en un mundo lleno de posibilidades, pero también de muchísima competencia. Por tanto, tenemos que esforzarnos lo máximo posible para diferenciarnos de los demás. Como gestora de proyectos autónoma, recibo varios currículums al día y he visto muy pocos que me hayan llamado la atención. Yo dediqué muchas horas de trabajo a la creación de mi propio CV. Busqué miles de ideas y, cuando tuve en mente lo que quería, me puse manos a la obra. Tengo que decir que más de una vez me han felicitado por él y, por esta razón, os recomiendo invertir dinero en un especialista si vosotros no podéis o sabéis hacerlo. Se trata de una inversión de futuro.
Buscad prácticas en empresas en plantilla o en remoto, haced voluntariados como traductores o traducid libros por pasión. Adquirid experiencia antes de terminar los estudios y os aseguro que os dará muchísimas más posibilidades y seguridad en vosotros mismos. En mi caso, opté por realizar una mentoría con una profesional fabulosa, Marián Amigueti, que ahora se ha convertido en una increíble amiga en la que sé que siempre puedo confiar. Ha sido una de las personas que más seguridad me ha aportado, ya que, desde el principio, estuvo encantada con mi forma de trabajar. Fue el empujón que necesitaba para darme cuenta de que este era mi futuro.
Intentad formaos todo lo que podáis, durante la universidad
y cuando estéis trabajando. El saber no ocupa lugar. La traducción es una
profesión que no solo se aprende con la experiencia, sino que requiere una
formación constante. Tampoco está de más que os mantengáis informados de las
nuevas tecnologías y de la evolución de nuestro sector.
Si podéis, aprended marketing, sobre todo, si queréis ser autónomos. Saber vender nuestros servicios o a nosotros mismos es fundamental hoy en día para conseguir clientes, para encontrar trabajo en cualquier empresa o incluso en nuestra vida personal. Entender cómo funcionan otras marcas puede ayudarnos a adaptar nuestro negocio y diferenciarnos de la competencia.
Por último, pero no menos importante, creo que el principal consejo que os puedo dar es que creáis en vosotros mismos y que nadie os diga que es imposible o que no podréis hacerlo. Los sueños también se cumplen y os animo a que luchéis por ellos. Mucha suerte a todos y no dudéis en poneros en contacto conmigo en mi correo electrónico o LinkedIn si creéis que puedo ayudaros en algo más.
Gracias, Carmen, por el testimonio tan completo. Como ya sabéis, los comentarios y mi correo están abiertos para vuestras consultas y testimonios. ¡Hasta la próxima!
Tras el parón de San Juan, volvemos a la carga este lunes con dos testimonios más. ¡Y ya van ocho entregas! Hoy nos acompañan Cristina Zuil y Rosana Esquinas. ¿Qué nos contarán? Preparad papel y lápiz y vamos allá, porque el verano es el momento ideal para parar un poco, tomar aire y coger ideas.
Soy Cristina Zuil, graduada en Lenguas
Modernas y Traducción y estudiante del último año de la simultaneidad con
Estudios Ingleses que oferta la Universidad de Alcalá. Además, llevo un año
trabajando en el ámbito de la traducción; estoy especializada en literaria y
audiovisual (páginas web). Voy a intentar daros una serie de recomendaciones
desde mi experiencia.
Mi primer consejo para alguien que esté terminando la carrera de Traducción es que se ponga las pilas en las prácticas. No solo lo digo yo, lo he escuchado muchas veces. En algunas ocasiones, pensamos que son un mero trámite para terminar el grado, pero conozco un montón de estudiantes que ha seguido trabajando para la empresa una vez finalizadas. En mi caso, las hice con la autora de este blog y a día de hoy sigo colaborando con ella en algunos proyectos. Supongo que no las hice tan mal, después de todo.
Mi segundo consejo es que hay que moverse. Ir a congresos, charlas, conferencias… De esta manera, conoces a una gran variedad de profesionales del gremio que te pueden ayudar directa o indirectamente. Por ejemplo, yo he tomado prestados algunos truquitos para mejorar mi manera de trabajar al escuchar cómo lo hacían los demás. Además, lo mejor de estos encuentros es entrar en contacto con opiniones que suelen ser positivas con respecto a la profesión, contradiciendo muchas veces a las de nuestro entorno. Eso, y hablar de cosas frikis sin necesidad de contenerse, como el amor por la lengua o la rabia que da ver carteles sin revisión.
Por otra parte, hay que seguir formándose. Aunque salgamos de la carrera pensando que ya tenemos todos los conocimientos necesarios, hay que seguir curioseando y leyendo sobre la especialización que os guste. De esta manera, estaréis en constante contacto con el mercado y hará que os deis cuenta de si realmente es tan genial como parece o si deberíais buscar otro campo.
Por último, aunque no menos importante, hay que saber promocionarse. Como María Galán ha comentado en alguna charla, todo vuestro entorno tiene que saber que sois traductores, incluso el pescadero o el vecino del 4.º. Así he conseguido yo uno de los clientes con los que trabajo, a través de contactos. Además, debéis tener en cuenta que, muchas veces, no conseguir un trabajo no depende de vuestra valía, sino de haber llegado tarde. Con esto quiero decir que, aunque no os cojan para un proyecto, no hay que perder la autoestima porque a lo mejor no tiene nada que ver con vuestra manera de traducir. Por otro lado, hay veces que os seleccionan y, según vais colaborando con el cliente, os vais percatando de que no merece la pena porque prácticamente estáis pagando por trabajar. En ese caso, es mejor darse la vuelta y seguir buscando.
Espero que nos vaya a todos bien en este mundillo. Como última puntualización, si tenéis ganas, no perdáis nunca la esperanza.
Podéis hablar con Cristina por Twitter y por correo o encontrarla también en LinkedIn.
Cuando nos enfrentamos a una
etapa nueva es inevitable sentir una mezcla de emoción y miedo, pero creo que
cuando tienes claro a qué te quieres dedicar, siempre es fácil encontrar la
motivación. En mi caso, mi interés por la lectura me llevó al grado de Traducción
e Interpretación, pero una vez allí descubrí todas las posibilidades laborales
que te ofrece esta profesión. En esto me gustaría hacer hincapié, puede que
tengamos un objetivo claro, pero, ¿por qué no disfrutar del resto de
posibilidades? Cuando se acercaba el final, solo pensaba en lo difícil que es
acceder al mundo editorial, está claro que todos queremos especializarnos, y
estoy segura de que con el tiempo sucederá; pero no podemos cerrarnos a
trabajar con textos de otros campos.
Después del grado, me matriculé en el Máster de Traducción Editorial de la Universidad de Murcia, donde pude conocer los entresijos del mundo editorial, pero pasó algo que no me esperaba: me interesé por el mundo de la investigación y por esto, este año he comenzado mis estudios de doctorado que combino con la traducción, posedición y transcripción y trabajando como examinadora de español para extranjeros. Durante este primer año de novedades, trabajé como profesora de inglés para tener un buen colchón de ahorros y poder lanzarme al mundo autónomo.
Siguiendo los consejos de la
clase de marketing que impartió Xosé Castro en el máster, mandé mi currículum no solo a agencias de traducción, sino a todas las
empresas que tenían banderitas en su página web. ¡Si la web está en varios
idiomas, quiere decir que podrían necesitarnos! Y así fue, mi primer encargo
fue un proyecto de traducción y transcripción de inglés y alemán enmarcado en
el mundo de LaLiga. No me creía que estuviera traduciendo entrevistas de tantos
futbolistas que había visto en televisión, sin tener yo el más mínimo interés
por otro deporte que no fuera el yoga o el pilates. Después de ese, fueron
surgiendo más proyectos.
Al principio, me puse una regla: si es la primera vez que
me escriben, intentaré sacar el tiempo de donde sea para aceptar el encargo.
Y funcionó, después del primer encargo, la mayoría de veces vuelven a contar
contigo si están contentos con tu trabajo y es una buena forma de fidelizar
clientes. A raíz de esos encargos, he descubierto que puedo traducir textos
sobre marketing y software, que la posedición puede ser tu amiga y que las
transcripciones también existen.
En definitiva, áreas que no me habría planteado nunca y en lo que me interesa seguir trabajando y formándome, razón por la que este año empecé a cursar el máster de Traducción Audiovisual del ISTRAD, pero a distancia y a tiempo parcial. En cuanto a iniciarse en el mundo editorial, mi consejo es que no mandéis solamente vuestro currículum, reciben cientos y será más efectivo si les enviáis un informe de lectura donde hacéis una propuesta editorial que encaje en su catálogo y lo acompañáis de una muestra de traducción. Por eso es importante que os estudiéis bien el catálogo de la editorial que os interesa, ¿encaja vuestra propuesta en esa editorial? Otro aspecto positivo a incluir en el informe de lectura es que investiguéis si el país de origen de esa publicación ofrece subvenciones para traducir su literatura. Esta información es muy golosa para las editoriales, países como Alemania ofrecen subvenciones para promover la traducción de obras en lengua origen alemán. Así fue como conseguí mi primer encargo editorial.
Como veis, todo es posible con
esfuerzo y una pizca de suerte. Si bien es cierto que a veces el proceso de
enviar currículums es desesperante, aunque no nos contesten y decaiga el ánimo,
ya saben que existimos y no es la primera vez que de un currículum que mandé en
agosto, me encargaron una traducción muchos meses después. Si tuviera que
hablar de algún aspecto negativo, subrayo el tema de los plazos de pago, aunque
te sorprenda, hay agencias que pagan a los 60 días de emitir la factura, algo
que, según me han dicho, no es del todo legal. En esta profesión hay que batallar
mucho por hacernos valer y pelear por nuestros derechos, queda mucho por hacer,
pero con constancia todo se consigue.
Así que mi consejo sería que no os desaniméis, tenemos una formación buenísima, muchísimas opciones de seguir especializándonos, un montón de asociaciones y un ambiente de buen rollo y compañerismo en redes y congresos con los que cargar pilas y seguir aprendiendo. Hay vida después de la carrera, ¡te lo aseguro!
Rosana está en Twitter, pero podéis escribirle también por correo y darle un toque por LinkedIn.
«Hay vida después de la carrera», dice Rosana, y así es aunque en un principio lo veamos más negro que rosa. Lo que pasa que, como todo en esta vida, la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar hay que trabajar, ser constante y, además, tener una pizquita de suerte.
Las dos compañeras hablan del factor humano —estar en contacto con otros traductores, de tejer una buena red de contactos y asociarse—, pero también de seguir formándose. Ambos son esenciales. Aunque nos parezca un trabajo solitario (al fin y al cabo traducimos solos en casa, en la biblioteca o tal vez en el coworking), necesitamos relacionarnos con otros compañeros no solo por si nos cae trabajo, sino para aprender cosas y enriquecernos mutuamente.
Y, por otro lado, la importancia de la formación continua se explica sola. No podemos dar la espalda a los nuevos cambios ortográficos, a los nuevos programas de traducción asistida o demás aplicaciones que nos pueden facilitar un poquito más la labor. Traducir de un modo eficiente es utilísimo; el tiempo es oro, ya sabéis.
Y para no robaros más tiempo, lo dejamos por hoy. La próxima semana, más. Si queréis dejar vuestro testimonio, ya sabéis que tenéis la sección de comentarios abajo o podéis escribir a: info@las1001traducciones.com.
Mientras, podéis deleitaros con los que ya hemos ido publicando:
¿Pensábais que esta semana no tocaban testimonios? Meeeec, ¡error! Pero recuperarse de la Feria del Libro cuando llevas meses sin salir de la traducueva cuesta lo suyo. Bueno, al grano, hoy nos acompañan Estíbaliz Montero, Juan Rivera y Elisa Manzanal, que nos cuentan de todo un poco. ¡Al lío!
Durante los meses finales de mis posgrado en Traducción Audiovisual, empecé a ponerme nerviosa. Mi periodo como estudiante llegaba a su fin, y por extensión, mis prácticas extracurriculares también. Sabía que estaba haciendo un buen trabajo en las prácticas, pero, como en muchos sitios, concedían pocos recursos a la traducción y solo contrataban becarios. De modo que entré en pánico y empecé a enviar correos como una loca, principalmente a editoriales y a academias de inglés o de ELE. Pocos me contestaron. Y todas las respuestas fueron negativas. Amables, pero suponían un rechazo tras otro. De momento no necesitaban a nadie. Eso los que contestaban. ¿Por qué el resto no lo hacía? Me había tomado el tiempo de investigar las empresas a las que había enviado el currículo. La mayoría de los correos los había dirigido a una persona en concreto y había personalizado al máximo mi solicitud con la información recopilada. ¿No era eso lo que se suponía que debía hacer? Pero ya me había topado de lleno con aquello de lo que llevaban advirtiéndome muchas voces más experimentadas que yo: en el mundo de la traducción, hacerse un hueco es difícil. Solo quedaba una opción: insistir, insistir e insistir. Hice un Excel kilométrico con editoriales y direcciones de contacto. Pregunté por Twitter a algunas editoriales a que correo de contacto podía dirigirme. Solo una me contestó. Pero bastó con esa.
Tras una prueba de traducción, antes de terminar el año ya había traducido dos novelas. Y no solo eso, con el paso del tiempo, gente a la que había enviado el currículo hacía meses me llamaba para ofrecerme algún que otro puesto como profesora a tiempo parcial. Aquello me ayudaría a ganar cierta estabilidad mientras seguía buscando clientes de forma autónoma, de modo que acepté uno de los empleos y tuve que ir rechazando las llamadas siguientes, algo que nunca me había imaginado que haría.
Pero la conclusión que saqué fue que no había sido en vano enviar todos aquellos correos. Lo ideal habría sido que me contestaran de forma más o menos inmediata, pero por lo menos parecía que la gente guardaba mi currículo.
Ese conocimiento me mantuvo enviando más correos y correos, comunicándome por redes sociales y plataformas de trabajo hasta que al final, seis meses después de finalizar mis estudios, logré algo relativamente difícil: un puesto fijo de traductora en una gran empresa. Es un puesto que me está permitiendo formarme en el manejo de herramientas que en la carrera no me habían enseñado, pero que son prácticas en la realidad, como por ejemplo InDesign. Con la seguridad y estabilidad que me da un puesto fijo, sigo investigando empresas y editoriales y mandando tantos correos como puedo. Al final, alguno dará sus frutos.
Y eso es lo que he aprendido de momento: hay que tener ganas, insistir, emplear con inteligencia las redes sociales, crearse una web propia si es posible, no rendirse, mantener el entusiasmo por la profesión que amas e insistir, insistir y volver a insistir. Es duro, y tengo claro que seguirá siéndolo, pero el sueño de mi vida siempre había sido traducir libros y cuando veo mi nombre impreso en mis ejemplares justificativos, sé que merece y merecerá la pena. ¡Ánimos a todos!
Encontraréis a Estíbaliz en su web o en su perfil de LinkedIn.
Me gradué en Traducción e Interpretación en 2017, por la Universidad Pontificia de Comillas. En la carrera tuve la suerte de poder hacer prácticas dos años (en 3.º y en 4.º) en empresas diferentes. Esto me enseñó mucho de los distintos campos de la traducción, sobre todo jurídica y económica, aunque mis intereses estaban más enfocados a traducción literaria, audiovisual y publicitaria. Desde antes de graduarme ya estaba buscando trabajo en el campo de la traducción, aunque sin mucho éxito.
Poco después de egresar, uno de los profesores que nos dio clase nos envió dos ofertas de trabajo, a las que presenté currículum sin dudarlo. De esas dos, solo recibí una respuesta: una empresa de traducción de Guadalajara buscaba formar un equipo de trabajo ad hoc para un proyecto de posedición muy grande. Me enviaron la prueba y la superé, y estuve trabajando con ellos durante el verano bajo contrato, en sus oficinas de Guadalajara. Después del verano continué trabajando con ellos, pero esta vez como colaborador autónomo y desde casa. La tarifa era muy baja, pero con el volumen de trabajo que nos mandaban cada semana se lograban unas cifras decentes al final del mes. Mi principal dificultad fue conciliar el trabajo (que me quitaba muchas horas a la semana) con el Máster en Traducción Literaria que acababa de empezar. Estuve colaborando con esta empresa (en unas condiciones cada vez peores) hasta marzo de 2018.
Mis siguientes trabajos me llegaron a través de conocidos o de recomendaciones; sin embargo, no he dejado de enviar currículos a todas las ofertas que puedo (siempre y cuando sean decentes). En 2018 se publicó mi primera traducción editorial: la introducción de un libro de historia del pensamiento económico, para cuyo autor (un catedrático de dicha materia) había traducido otros textos también.
Mi último trabajo ha sido una
prueba de traducción en un estudio de doblaje en el que he estado de prácticas
este curso, durante el Máster en Traducción Audiovisual y Localización.
Hoy en día estoy más centrado en mi máster, pero sigo buscando trabajo en traducción y posedición. Aunque mis intereses principales siguen siendo la traducción audiovisual y la literaria, hoy por hoy solicito trabajo para traducir cualquier tipo de texto, siempre y cuando me vea capacitado para ello.
Voy a hablar un poco sobre la importancia de hacer prácticas en una agencia de traducción. Estudié Lenguas Modernas y Traducción y, posteriormente, hice el Máster en Traducción Profesional en la especialidad de Traducción Jurídica. Una de las cosas buenas que tuvo el máster fue que era obligatorio realizar prácticas externas en una agencia de traducción. Supuse que me iban a asignar una empresa dedicada a la especialidad que yo había elegido, pero no fue así. Me asignaron una empresa dedicada, principalmente, al sector de la traducción especializada científico-técnica. En un primer momento pensé: «¿Cómo voy a hacer prácticas en una empresa de este ámbito si no he traducido apenas nada de medicina ni de automoción?».
Bueno, pues lo hice y fui capaz. Gracias a la ayuda de mi tutora de prácticas de la empresa, Sonia Tirado Gómez, y a todo el proceso de documentación relacionado con esta área especializada, he podido superar barreras y retos que veía imposibles. Tanto fue así, que hoy en día sigo trabajando en plantilla en la misma empresa en la que comencé las prácticas y el área de traducción que más me gusta es la traducción del ámbito biosanitario. ¿Quién me lo iba a decir cuando salí de la carrera pensando que me iba a dedicar a la traducción jurídica?
Desde mi experiencia, considero que hacer prácticas en una agencia de traducción tiene un gran impacto en nuestra formación como traductores profesionales. Con esto no digo que no hacer prácticas signifique que un traductor no sea profesional o no sea bueno. Conozco a muchos traductores que no hicieron prácticas y que hoy son unos traductores excelentes. Pero, al ver mi situación, es algo que considero muy recomendable e importante, puesto que salimos de la carrera o del máster como «pollos sin cabeza» con mucha teoría, pero sin saber muy bien cómo aplicarla.
Cuando terminé la carrera y el máster no sabía cómo se utilizaban correctamente las herramientas de traducción asistida (TAO), cómo elaborar glosarios en herramientas de gestión terminológica, cómo desarrollar medias reales palabras-calidad-productividad, etc. Y gracias a estas prácticas, he podido obtener una gran cantidad de conocimientos nuevos que me han dado la posibilidad de continuar formándome y crecer como traductora profesional. También he podido aprender cómo es el proceso de la gestión de proyectos (qué hace el gestor de proyectos, cómo debemos comunicarnos con los clientes, cómo calcular el coste de un proyecto…), así como aprender de otros compañeros traductores y revisores que contaban con más experiencia que yo.
Conclusión: recomiendo hacer prácticas externas, estén o no incluidas en el plan académico de la carrera o máster. Y aunque las prácticas que vayamos a hacer no estén particularmente relacionadas con la especialidad que nos gusta, no debemos rechazarlas en absoluto. SIEMPRE vamos a aprender cosas nuevas que nos van a aportar aspectos positivos para nuestra carrera profesional. Incluso a la larga, si les gustas, pueden contactar contigo para mandarte trabajo si eres autónomo. Nunca sabemos cómo ni dónde vamos a acabar trabajando, por lo que si se nos presenta una oportunidad, no debemos dejarla escapar.
Elisa, un amor de compañera (lo sé de buena tinta porque la conocí en la feria), os atenderá encantada por correo o LinkedIn.
¿Qué os han parecido? Me han gustado estas tres porque inciden en cosas distintas pero esenciales. Estíbaliz tiene muchísima razón al recordarnos que hay que insistir. A veces es descorazonador no recibir respuesta, pero hay que seguir al pie del cañón. Llevar un registro de los clientes a los que enviamos nuestros datos es imprescindible. Pasado un tiempo, si no ha habido respuesta y, por ejemplo, tenemos una línea de experiencia más o hemos terminado un curso, podemos volver a escribir con nuevos datos. Como se suele decir, el no ya lo tenemos, ¿verdad?
Además de enviar CV, Juan habla de los encargos que llegan a través de conocidos y compañeros. ¡Qué importante es hacerse una buena red de contactos! Decimos muchas veces que todo el mundo debe saber que somos traductores y así es. Tal cual. Con el paso de los años, muchas de las ofertas de trabajo me han llegado por conocidos que saben a lo que me dedico, por compañeras de la facultad que ahora son gestoras de proyecto, por editores de mesa que han pasado mis datos a otros, por compañeros que no pueden ocuparse de un encargo y me lo pasan, etc. En fin, si trabajas bien, el boca-oreja es bueno y eso funciona mucho mejor que una llamada a puerta fría, desde luego.
De Elisa me quedo con su reflexión final: «Nunca sabemos cómo ni dónde vamos a acabar trabajando, por lo que si se nos presenta una oportunidad, no debemos dejarla escapar». Efectivamente. Y creo recordar que en la feria lo comenté a varios estudiantes. Es verdad que se insiste mucho en que nos especialicemos, pero debemos estar abiertos a otras posibilidades. Podemos acabar en una rama que no teníamos contemplada pero en la que somos muy buenos… y nos gusta. Así pues, ¡no os cerréis puertas!
Y hasta aquí los testimonios de hoy. Espero que os hayan gustado. Como siempre, gracias por participar, por leer y, ya sabéis, si queréis dejar la vuestra: los comentarios o mi correo os esperan. ¡Hasta la próxima!
Esta semana nos esperan dos testimonios muy completos. Preparaos un cafelito o un té o un zumo y acompañad a Karla Toledo e Iván Fraile en sus primeros pasos en el mundo de la traducción.
Estudié Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca (USAL). Cuando yo entré en la carrera, aún era una licenciatura, o sea, duraba cuatro años, pero, en mi caso, se convirtieron en cinco por una razón muy sencilla: en cuarto me fui de intercambio a Japón con una beca; a la vuelta me quedaban todavía asignaturas troncales y optativas por cursar. En aquella época, la USAL no tenía aún japonés en la combinación lingüística de TeI. Aproveché los créditos de libre elección para matricularme en las asignaturas de lengua japonesa que ofrecían en la Facultad de Filología, con la idea de aprender un idioma «exótico» que pudiera ser un as en la manga el día de mañana. Además, nuestros estudios no existen en Japón, de ahí que mi año de intercambio lo pudiera convalidar únicamente por libre elección.
Recuerdo
que, en aquel entonces, ya había profesores que recitaban el famoso discurso de
que es difícil vivir únicamente de la traducción o la interpretación, por no
decir imposible. Lamentablemente, quienes estudiáis TeI ahora sabéis
perfectamente de lo que hablo, pero también podéis ver, gracias a este blog y
las redes sociales (entre otros medios), que eso no es del todo cierto ;).
En 2008, cuando terminé la carrera, tenía muy claro cuál sería mi siguiente paso: volver a Japón. Llevaba cinco años estudiando japonés, pero, después de haber estado de intercambio en Tokio, sabía que aún me quedaba mucho camino por recorrer si realmente quería trabajar con el japonés, y no solo con el inglés y el francés, mis lenguas B y C en la licenciatura, respectivamente. Aprovecho para comentar que yo había decidido estudiar TeI porque quería ser intérprete de conferencias, principalmente (en la USAL tenían un itinerario específico de interpretación); sin embargo, el japonés cambió completamente mis planes. Con esto lo que quiero decir es, básicamente, que podéis cambiar de opinión, tanto durante la carrera como después. No todo el mundo tiene por qué seguir el mismo camino, ya sea por cuestiones personales o profesionales. Yo iba para intérprete, pero ahora trabajo como traductora de artículos divulgativos sobre Japón; de manga y de novela; de audiovisual… De vez en cuando, interpreto, pero en cabina inglés-español-inglés (es una combinación con poca demanda en Japón, pero suele haber trabajo varias veces al año). Además, hago cosas que no están tan relacionadas con la traducción, como locutar en radio y hacer narraciones para libros de texto, por ejemplo.
El caso es que volví a Japón, donde compaginé mis estudios de lengua y cultura japonesas con la enseñanza del español durante cuatro años. En ese tiempo, también pude trabajar como traductora y revisora de inglés a español, y como correctora de traducciones del japonés al español hechas por traductores no nativos (japoneses). En 2011, un amigo me recomendó para una empresa con la que él colaboraba, así que decidí lanzarme a la piscina y hacer la prueba de japonés-español; la pasé. De hecho, sigo trabajando con esa empresa a día de hoy. Un año más tarde, hice el examen para ser traductora y locutora en la sección de español del servicio internacional de la radiotelevisión japonesa, un trabajo que, dicho sea de paso, me llegó gracias a otro contacto. Y esto me lleva a otra de las cosas que me gustaría contaros: los contactos son muy importantes. Eso que se dice en nuestro gremio de que hay que hacerle saber a todo el mundo a qué os dedicáis es totalmente cierto. A lo largo de estos años, el 80 % del trabajo me ha llegado por mediación de otros traductores e intérpretes (¡GRACIAS!), e incluso de personas que no tienen nada que ver con la profesión pero que se han acordado de mí cuando alguien buscaba traductor. Por eso, siempre que me ofrecen algún encargo que yo no puedo coger, por el motivo que sea, procuro pasárselo a alguien; también les envío ofertas de trabajo a compañeros cuyo perfil considero que se puede adecuar a lo que una determinada empresa o particular esté buscando.
Por último, me gustaría comentaros que ahora mismo estoy redactando el TFM de mi primer —y puede que último— máster, el de Traducción Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona. Como veis, no todo el mundo cursa uno nada más terminar la carrera. Yo, por ejemplo, lo empecé en 2017, casi diez años después de licenciarme. Tenía tiempo y dinero para permitírmelo, algo que, modestia aparte, me llena de orgullo (y satisfacción). En su momento, decidí especializarme en una combinación lingüística «rara»; creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida… y de las más aleatorias (con 17 años, realmente no tenía ni idea de a dónde me llevaría todo esto). Si hay alguien al que le interese orientar su carrera de esta forma, estaré encantada de darle más detalles y consejos.
Karla os atenderá por Twitter y por LinkedIn, si os apetece.
Mi historia se remonta a hace relativamente poco. En 2015 finalicé mis estudios del grado en Estudios Ingleses. Al contrario que gran parte de profesionales, mi formación universitaria fue de Filología inglesa, y no de Traducción e interpretación, y aprovecho para recalcar que sí: cualquiera que se gradúe en alguna filología puede acabar dedicándose a la traducción, siempre y cuando siga formándose y especializándose, por supuesto. Así que mi caso en concreto tal vez pueda servir de cierta ayuda y guía a aquellos graduados o universitarios que estén cursando un grado diferente al de Traducción e interpretación. O, como mínimo, puedan sentirse más identificados.
Terminé el grado con ilusión, todo lo contrario de lo que había sido en años anteriores, puesto que había ocasiones en las que se me hizo muy cuesta arriba en lo que a motivación se refería; en ocasiones sentía que no avanzaba, que no aprendía mucho, e incluso llegaba a dudar de si hice bien en escoger esta carrera, pese a que hubo bastantes asignaturas que disfruté mucho. Por ello, tardé más de la cuenta en finalizar el grado, pero todo ocurre por una razón y no todos debemos llevar el mismo ritmo, claro está. Sin embargo, al final la cosa fue a mejor; sobre todo en el último año, cada vez tenía más ganas de comerme el mundo, de meterme en el mundo de la traducción de lleno, ya que mi único contacto con la traducción hasta 2015, quitando mi práctica personal por mi cuenta, solo había sido una asignatura del grado, de traducción y lingüística contrastiva, y el TFG, en el que investigué y analicé varias traducciones audiovisuales.
Sin embargo, tardé un poco en decidir qué hacer a continuación. Y esto no es malo; es importante saber qué se quiere hacer, y más si se opta por posgrados o un máster. Estuve un año sin estudiar, pero, además de no dejar de lado la práctica de traducción para estar aún más preparado para mi siguiente paso académico, hice una investigación a fondo de lo que tenía a mi disposición y, frente a cualquier duda, escribí a varios traductores profesionales en busca de cierta orientación y consejo. Busqué, busqué y busqué, hasta que encontré muchas opciones diferentes: varios másteres en traducción audiovisual, dos a distancia y uno presencial, muchos cursos sobre traducción, especializados en diferentes modalidades, algún que otro máster en traducción editorial, literaria… Barajé las opciones que tenía, todo esto durante meses, y finalmente me decidí por el máster en traducción audiovisual de ISTRAD. ¿Cómo lo decidí? Leyendo los programas de cada máster y curso y barajando lo que yo consideraba que me convenía más. El resto, cuestión de preguntar, nuevamente, qué opinión había sobre los másteres que más dudaba. Personalmente, recurrí a este porque su programa me gustaba ligeramente más que el de otros. Y no podría estar más contento con el resultado a día de hoy. ¡Ah! Y no dudéis de la eficacia de unos estudios a distancia; son igual de eficaces. A veces incluso más.
Finalicé el máster hace casi dos años y fue el año que más disfruté de toda mi formación académica. Su formación me pareció muy completa, aprendí muchísimo y su amplia oferta de prácticas con empresas resulta de lo más útil e inspirador a la hora de entrar en contacto con el mundo profesional. Durante el máster, realicé dos periodos de prácticas; uno, en una agencia de subtitulado, durante tres meses, en plantilla; otro, con una agencia de traducción audiovisual a distancia durante un mes. Ambas experiencias fueron diferentes y muy enriquecedoras; nuevamente, aprendí aún más. No cabe duda de que las prácticas son un paso esencial en la formación de un profesional de la traducción, ya que es con trabajo real con lo que más se aprende al fin y al cabo, y puede ser la clave para empezar a trabajar, ya sea como autónomo o en plantilla.
Incluso antes de finalizar el máster, empecé a recibir encargos de una de estas agencias y comenzó oficialmente mi etapa profesional como traductor autónomo y desde entonces no he parado de traducir, revisar y pautar subtítulos de películas, series, programas y documentales para diferentes ciclos de cine de Madrid, televisión y plataformas VOD (Netflix y Amazon Prime Video, principalmente). Como anécdota curiosa que puede motivar a los demás en cierto modo, justo en mi primer mes de autónomo recibí un encargo de traducción de una parte de mi serie de anime favorita; por supuesto, es el típico caso de llegar al lugar adecuado en el momento oportuno, pero para que veáis las vueltas que puede dar la vida. Con esta misma agencia tuve también la suerte de trabajar durante varios meses en plantilla como gestor de proyectos, subtitulador y revisor, etapa durante la que también aprendí muchísimo de mis compañeros, todos un encanto, y de todo el proceso que hay detrás de las traducciones. Volviendo al trabajo de traductor desde casa, afortunadamente, con sus más y sus menos, ningún mes he dejado de recibir trabajo, aunque es inevitable que haya meses de menos actividad, sobre todo al principio. Pero con ganas, perseverancia, mimo y pasión, se puede con todo. Y por supuesto, se nota. Al principio recibía menos encargos; no había hecho más que empezar, pero conforme pasaban los meses, cada vez recibía más trabajo, hasta que llegó un punto en el que tenía un flujo de trabajo de no parar semana tras semana. Se acaba formando un vínculo de confianza mutua entre traductor y agencia. Aun así, sigue habiendo meses que, inevitablemente, hay menos trabajo. Esto a veces puede generar bastante preocupación si a finales de mes notamos una disminución destacable de ingresos, pero al final, siempre acaban llegando meses de más curro.
Y claro, ojo. No todo es coser y cantar en cuanto uno se da de alta de autónomo y recibe encargos de algún cliente. Es una profesión que consiste en no parar de moverse. Hay que estar en una constante búsqueda de clientes, de agencias con las que colaborar. Dentro de un mes hago dos años como traductor autónomo y esto, para mí, sigue siendo así; he pasado de recibir trabajo de un solo cliente a recibirlo de dos. Pero, de nuevo, no hay que desistir. La búsqueda de clientes es dura y frustrante; no es fácil. La mayoría de veces no recibimos respuesta a ese correo electrónico que tan bien hemos redactado y en el que tan bien nos hemos vendido; otras veces, aunque obtengamos respuesta, la cosa no da más de sí y no volvemos a saber más; y a veces, incluso tenemos la suerte de que la agencia en cuestión acepta colaborar con nosotros y nos introduce en su base de datos, pero de ahí a que podamos recibir algún encargo puede pasar mucho tiempo. En este sentido, de la mano de la perseverancia, hace falta mucha paciencia, puesto que es un proceso largo mediante el que no se ven resultados inmediatos, pero poco a poco, todo trabajo da sus frutos, y el de la búsqueda de clientes no es menos. Por desgracia, no hay ninguna fórmula mágica para conseguir más clientes una vez que se está metido en el mundillo, más allá de insistir, insistir e insistir, además de presentarse debidamente y destacar los puntos en los que podrías llamar la atención de las agencias para que se interesen en ti, así que os animo a todos a no rendiros nunca en vuestra búsqueda de clientes. Y es que, a pesar de sus dificultades, una cosa está clara: es una profesión preciosa.
En lo de moverse también entra la formación: el saber no ocupa lugar. Siempre podemos aprender más, siempre podemos especializarnos aún más en algo, por mucho que hayamos hecho un grado, un máster y varios cursos, siempre quedará algo en lo que podamos meternos de lleno para, en algún momento, recibir más trabajo, que de esto va todo al final. En lo personal, hace poco he comenzado un curso de Trágora, el de traducción para plataformas VOD, impartido por la tutora Alba Mas, con el que aspiro a profundizar en mis conocimientos ya asentados de la traducción audiovisual y practicar la traducción para doblaje y voz superpuesta, especializándome también en estas modalidades, ya que, hasta ahora, mi experiencia profesional en estos años se ha centrado sobre todo en el subtitulado.
Otro aspecto que considero importante son los contactos y moverse por círculos de traductores. En mi caso, desde que lo hago mediante redes sociales y correo electrónico, no me he sentido tan solo profesionalmente hablando. He podido hablar con compañeros de profesión de dudas, inquietudes, opiniones, experiencias… e incluso leer artículos o ver vídeos muy interesantes e instructivos. También va de la mano unirse a asociaciones, como ATRAE, de la que soy socio, en la que se intensifica aún más ese contacto interprofesional, así como asistir a charlas, reuniones, etc. Además, matas dos pájaros de un tiro: conoces a gente de tu misma profesión de quienes puedes aprender mucho y te abres frente al mundo; porque, oye, quién sabe dónde puedes encontrar a tu próximo cliente. Por lo tanto, otro punto importante en esta profesión es socializar.
En definitiva, nada es fácil, y esto se oye en nuestra profesión y en cualquiera, pero la clave está en seguir adelante, en no rendirse. ¿Que antes necesitas dedicarte a otra cosa por cualquier motivo? ¡Adelante! No te cierres puertas a nada. Si tu pasión y tu sueño es dedicarte a la traducción, ese día llegará si no te rindes y no lo dejas de lado, incluso aunque antes tengas que pasar por otras etapas. Es importante, además, no tener prisa, ya que cada uno avanza a su propio ritmo, y evitar las comparaciones con los demás, que pueden dar lugar a ligeras desmotivaciones: no, no y no. No sois menos que nadie por tardar más en formaros o en empezar como traductor ni en encontrar los suficientes clientes como para poder ser totalmente independientes. Así que, de verdad, os animo a todos a luchar por lo que queréis y a anteponeros ante cualquier situación. Tanto para los que sigáis formándoos o hayáis acabado el grado como para los que ya han puesto un pie en la traducción profesional: no perdáis nunca la esperanza y curráoslo siempre al máximo, porque todo llega y, al final, el resultado hará que todo por lo que pasamos previamente merezca la pena, ¡y con creces!
Además de Twitter, podéis encontrar a Iván por correo.
Menudos dos perfiles, ¿verdad? Son un ejemplo buenísimo de lo que se consigue con mucho trabajo y tesón… y con unos ritmos personales, un camino que no tiene que ser el que recorre todo el mundo. Me siento muy identificada con Karla en cuanto al máster. Siempre digo que aproveché bastante más mi máster de TAV tras unos años trabajando en esto; la experiencia que te dan los años hace que lo absorbas de otro modo. Con esto no quiero decir que no sirva de nada si se hace al terminar al grado, ¿eh?, pero que unos años de parón estudiantil no os impidan disfrutar de una formación reglada más adelante. Se aprovecha muchísimo.
En cuanto a Iván, ¿qué puedo añadir que no haya dicho ya? Sus reflexiones me parecen acertadísimas y son cosas que tanto desde este blog como en charlas y en foros varios se insiste mucho: formarse es importante, así como no tirar la toalla cuando no recibimos respuesta, asistir a jornadas de traducción, etc. Paso a paso y con buena letra se llega lejos.
Hasta aquí los testimonios de hoy, pues. Espero que os hayan gustado y os animen a seguir adelante. ¡Gracias, como siempre, a todos los que participáis y los que nos leéis!
¿Nos vemos en la Feria del Libro?*
*N. de la T.: Si estáis en Madrid este domingo día 16 de junio y os queréis pasar por la Feria del Libro, estaré en la caseta de ASETRAD, la número 15, de 12:00 a 14:00. ¡Pasad a saludar y hablamos un ratito de traducción!