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En la luna de Babel

~ Blog sobre lenguas y traducción

En la luna de Babel

Archivos de etiqueta: consejos

Encontrar trabajo en traducción literaria: hablamos con Juan Pascual

28 lunes Mar 2016

Posted by enlalunadebabel in Cuestiones laborales, Traducción, traducción literaria

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buscar trabajo, cómo empezar a traducir, consejos, editoriales, orientación laboral, primeros pasos en traducción, traducción editorial, traducción literaria, traducir libros, traducir novelas

Sea del ámbito que sea, un blog tiene mucha carga personal; es una colección de entradas con experiencias individuales, de cómo ve cada uno un tema o su profesión. Como no me gusta pontificar sobre ninguna cuestión y pienso que nos enriquece muchísimo conocer el punto de vista y la experiencia de los demás, cuento en esta ocasión con la colaboración de un traductor literario y amigo, Juan Pascual.

En este artículo Juan nos cuenta su experiencia como traductor y nos da algunos consejos para encontrar trabajo en el sector de la traducción editorial. Si no tenéis la suerte de conocerlo en persona, tal vez le hayáis escuchado en la mesa redonda sobre traducción romántica y erótica que compartí hará unos meses en este blog. Sin embargo, si queréis saber más, seguid leyendo.

***

Empecemos un poquito por mi propia historia: yo soy lo que algunos en este mundillo llaman un «intruso», es decir, que no hice la Licenciatura en Traducción, sino en Filología Inglesa, porque en mi época (sí, ya hablo de épocas), no había estudios de traducción en Málaga, mi ciudad, y lo de irse a Granada —la alternativa más cercana— estaba complicado en mi caso. Cuando me licencié, ya sí existían unos cursos de doctorado especializados, así que me matriculé y empecé a formarme en traducción.

El «problema» fue que a mediados del segundo año conseguí trabajo en el departamento de redacción de la matriz española de una empresa de juegos… en Barcelona. Pero como era trabajo, y era de traducción, me lie la manta a la cabeza. Después de tres años, me tocó revisar las traducciones de los libros que la empresa original sacaba en Gran Bretaña. Me conocía al dedillo todos los términos, así que le pregunté a la editorial por qué no me encargaba la traducción directamente a mí. Y desde entonces… hasta ahora.

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Ese es solo uno de los miles de ejemplos que encontraréis cuando hagáis la gran pregunta: ¿Cómo iniciarse en la tarea de traducir? De todos modos, me gustaría daros algunas pautas más generales que quizá os sirvan, que podrían resumirse en la que yo creo que es la mejor combinación posible: una buena formación, el establecimiento de una buena red de contactos y la cantidad adecuada de lo que en términos académicos se viene llamando… morro. Nada de lo que voy a explicar a continuación es descubrir la pólvora, pero nunca está de más recordarlo e insistir en ello.

Me explico: nadie puede discutir que es posible traducir sin haber estudiado traducción (¡anatema!). Y tampoco se trata de que baste, por ejemplo, con ser bilingüe. Pero yo envidio a los que han tenido la posibilidad de estudiar la carrera. Donde yo he tardado años en aprender algo, ellos ya lo traen de serie. Tienen soluciones inmediatas a problemas con los que yo me he atascado días (eso sin contar con la formación «tecnológica», tipo herramientas de traducción y similares).

Eso sí, bajo mi punto de vista, a los años de carrera siempre, siempre, hay que añadirles cursos, del tipo que sea, para completar y afinar esa formación. Sé que suena a verdad de Perogrullo, pero no todo el mundo tiene claro que hay que seguir estudiando, sin importar los años que lleves en el oficio. En muy pocos casos basta con acabar la carrera, ya sea para traducir documentos técnicos, legales o literatura. Existen todo tipo de cursos, desde los de las asociaciones de traductores (APTIC, ACETT), hasta los de las propias universidades. Buscad, mirad, comparad… y ahorrad. Todo esto es una inversión, y lo mismo que uno se gasta dinero en el ordenador, debe hacerlo en la formación (o más).

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Juan Pascual con otros dos grandes, Pilar Ramírez Tello y Manuel de los Reyes, en el encuentro sobre traducción de literatura fantástica en Málaga.

La red de contactos resulta básica. Vuestros compañeros son los que avisan de las posibles ofertas de trabajo, os dan a conocer a otras personas del mundillo, avisan de qué editorial va a aumentar su catálogo en italiano, por ejemplo, y de que ya va siendo hora de que mandarles el currículum (otra vez, si hace falta), pasan faena si por casualidad ellos no dan abasto, etcétera. ¿Y cómo se consigue esa red? Mantened el contacto con los compañeros de facultad, asiste a congresos, reuniones, encuentros de traducción y demás, a todo lo que ofrezca formación (sí, otra vez), información y posibilidad de conocer a nuevos compañeros. Uníos a los grupos de traducción que se organizan en las distintas redes sociales.

Por último, la parte más académica: el morro. No dudéis en enviar el currículum, en abordar (abordar, no asaltar) a la persona encargada de asignar una traducción, ya sea en un congreso, por correo electrónico o similares. Ejemplo: conozco el caso de una persona que no solicitó una beca de investigación porque estaba segura al 110 % de que no se la iban a dar. Resultado: ese año, el concurso de la beca quedó desierto. Pues como con eso, con todo.

Todos estos consejos son muy generales (deben serlo, abarcamos mucho) para dedicarse a la traducción en cualquier ámbito, pero centrándonos en el campo editorial, ahí va un caso algo más concreto: una compañera presentó una propuesta a una editorial de cómics y se curró la traducción de las primeras páginas de una novela gráfica hasta el punto de utilizar un programa y sustituir el original griego de las viñetas por su traducción. Sabía que eso no formaría parte de su trabajo, pero sí que sería un modo muy gráfico (valga la redundancia) de presentar su propuesta.

Otro modo es buscar un autor que se adapte al catálogo de la editorial. Siempre, siempre, hay que consultar el catálogo: una propuesta de un libro de cocina difícilmente encaja en una editorial como Minotauro (¿Qué tiene Minotauro? ¡Primer ejercicio, miradlo!). Si ese autor además ya está libre de derechos, mejor que mejor: le ofrecéis un ahorro a la editorial, lo que siempre hará que sea un propicio día.

¿De dónde he sacado esa última frase tan curiosa? ¡Buscad, leed, «bichead», como dicen algunas compañeras por aquí! Cualquier traductor editorial debe leer siempre que pueda, y de todo lo que pueda, aunque el tema a veces no sea del completo interés de uno. Nunca se sabe qué clase de libro te puede caer (con suerte).

Todo lo anterior son consejos generales y evidentes, quizás conocidos por la mayoría de quienes han leído esto, pero nunca se sabe qué se puede aprender, qué detalle se nos ha pasado por alto, qué posibilidad no hemos contemplado. Aprendemos algo todos los días (como yo escribiendo este texto, por ejemplo, que me cuesta una hueva redactar pensamientos coherentes).

¡Buena caza!

juan

***

Artículos relacionados:

  • Traducir para editoriales
  • A puerta fría. Encontrar trabajo «con la que está cayendo»
  • La relación entre lector y traductor: mesa redonda sobre la traducción del género romántico
  • Traducir literatura: algunas curiosidades

4 consejos para trabajar con tus amigos… y no morir en el intento

21 martes Jul 2015

Posted by enlalunadebabel in Cuestiones laborales, Productividad, Vida traductoril

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amigos, amistad, consejos, equipos de trabajo, proyectos, subcontratación, traducción colaborativa, traductores

Tras un tiempo de inactividad por trabajo (¡no me quejo, no!), me asomo hoy para hablar de algo que seguramente ya habéis vivido en vuestras carnes: el trabajo en equipo… con amigos, en principio los de la Universidad y, por extensión, los demás profesionales con los que establecemos una relación laboral más estrecha que termina en amistad.blog1

Las malas y sabias lenguas dicen por ahí que nunca trabajes ni con la familia, ni con los amigos; es un buen consejo, sí, pero en muchas ocasiones no puedes o no quieres renunciar a mantener una relación profesional con tus primos, padres, novias, novios y, cómo no, amigos y compañeros de la Universidad. La gran ventaja de trabajar con estos últimos es que les conoces mejor que nadie, tanto en el plano personal como en el profesional.

Durante largos años has pasado más horas con ellos que con tu propia familia, les has visto en sus mejores momentos y también en los peores, sabes lo que pueden y no pueden hacer, has visto con tus propios ojos cómo soportan el estrés del examen del siglo, la ignorancia de ese profesor adjunto primo hermano enchufado del decano, las fiestas canallas universitarias o las tardes eternas en la biblioteca con la nariz metida entre los libros.

Sí, trabajar con los amigos de la uni tiene sus ventajas y sus inconvenientes, de modo que con Okodia —agencia de un compañero de Universidad con la que he tenido la suerte de compartir proyectos— hemos recopilado unos cuantos consejos para que la relación profesional no estropee esa larga y preciosa amistad que nos une a ellos. Así que aquí van cuatro consejos para trabajar con tus amigos… y no morir en el intento. Por supuesto, se aceptan sugerencias.

  1. Fijar reglas como en el parchís

¿Jugaste al tute, al parchís, al trivial, al póquer o al mus en la cafetería de la facultad? Pues el primer consejo, ya sea en cuanto a traducción técnica, jurada o médica, es tan sencillo como estos entretenimientos: marca desde el principio unas reglas claras del «juego» profesional que vais a comenzar.

Si ponéis por escrito y consensuáis normas y detalles importantes como, por ejemplo, el horario de trabajo, los plazos de entrega de cada proyecto de traducción, la obligación de cumplimentar fichas de calidad, el sueldo, las fechas de pago y cobro, etc., evitaréis a la larga esos malentendidos que pueden empezar a minar esa amistad profesional y personal que ahora os une.

  1. En boca cerrada no entran moscas = error

No hace mucho asistí a una interesante jornada sobre empresas familiares de traducción e interpretación. Una de las principales quejas de los asistentes era que muchas veces dejaban de comentar aspectos que no les gustaban de un proyecto «para no liarla». Craso error. En una relación profesional con la familia o los amigos no debes callarte absolutamente nada porque si lo haces empezará a acumularse un resentimiento tal que en dos días estarás a punto de ebullición. Tampoco queremos decir que tengas que soltar cuatro gritos cada vez que algo no te gusta, pero si algo no te encaja, coméntalo, no esperes a tener cinco, diez, cien motivos de queja, no merece la pena.

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Alberto Montt siempre da en el clavo.

  1. No mezcles churras con merinas

No se puede negar, hay trabajos muy absorbentes, proyectos tan interesantes o estresantes que, sin querer, te los llevas puestos cuando termina la jornada laboral. Es el caso, por ejemplo, de los proyectos de traducción especializada. Algunos son tan complejos que estamos encima de ellos días y días, ocupan nuestra mente a todas horas y, en definitiva, nos acompañan cuando cerramos la puerta de la oficina para ir al cine, al gimnasio o a echar un cafelillo con los amigos. Eso en sí ya es bastante latazo, pero el problema se agrava si compartimos esas horas de ocio con compañeros de trabajo que, además, son grandes amigos.

Casi sin querer, la estupenda charla que habéis empezado sobre tal o cual equipo de fútbol, estreno de cine o cotilleo del barrio se convierte en un brainstorming sobre el proyecto de traducción, un cambio completo del índice o una discusión sobre el dichoso sinónimo pendiente de traducir. ¿Nuestro consejo? Haz un esfuerzo e intenta separar tu vida personal de la profesional; no te lleves el trabajo a casa.

  1. La confianza da asco

Pues sí, tal cual. Nos pasa a todos: cuando trabajamos con alguien con quien nos sentimos a gusto tendemos a quitarnos esa máscara social que todos llevamos puesta, dejamos atrás las normas de cortesía convencionales que, como le diríamos al Sheldon Cooper de Big Bang «son de obligado cumplimiento». Durante el horario de trabajo, por favor, extrema la cortesía. Ya tendrás tiempo de mostrarte más brusco, directo y natural cuando salgáis del trabajo en busca de esas merecidas cañitas.

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Sí, lo sé, demasiado ilustrativa.

En fin, estos cuatro consejos, y algunos más, nos han servido de ayuda para trabajar con algunos de los mejores profesionales del sector de la traducción de nuestro país: nuestros compañeros y compañeras de facultad. Esperamos que a ti te resulten tan útiles como a nosotros. ¿Añadirías algo más?

Hasta la próxima entrada y acabad de pasar una buena semana.

***

Bonus track:

  • Más consejillos para traductores: primera parte, segunda y tercera.
  • El interesante blog de Okodia.
  • Tarifas: el autónomo que se convierte en agencia mala, de Alessandra Vita, que aborda la cuestión de las tarifas en los casos de subcontratación.

Cada maestrillo… Consejos para el traductor autónomo (III)

02 lunes Mar 2015

Posted by enlalunadebabel in Productividad, Recursos, Traducción, Vida traductoril

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consejos, emprender, productividad, recursos, traductor autónomo, traductor principiante

Tras la primera entrega de consejos en la que hablamos de los textos y el oficio en sí y la segunda, con aspectos burocráticos y de aprendizaje, en esta tercera entrega nos centramos en el trato con los clientes, ya sean agencias de traducción o clientes directos. Veremos cómo nos dirigimos a ellos para ofrecer nuestros servicios, cómo trabajar para facilitarles (y facilitarnos) el trabajo y, por último, qué podemos hacer en el caso de recibir alguna queja.

TRATO CON LOS CLIENTES: DIRECTOS Y AGENCIAS

Como suele pasar, lo mejor es hacerle caso al sentido común, pero por si se nos distrae, aquí van algunas cosas que vale la pena tener en cuenta. Para más información sobre cómo trabajar con agencias, encontrareis buen material en el libro de NYA Communications Working with agencies demystified y en este artículo de la agencia TradOnline: ¿Cómo tratar un encargo de traducción?.

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Unir culturas está muy bien, pero hay que conseguir que las piezas encajen correctamente.

✏ Santo Currículum (y demás material de promoción). Hay que adaptarlo siempre al cliente. El currículum tiene que contener toda la información necesaria para el trabajo/agencia en cuestión y la información básica (combinaciones lingüísticas, especialización, etc.) tiene que quedar clara.

La carta de presentación (o cuerpo del correo electrónico en su defecto) tiene que ser coherente con lo que ofertamos y con lo que se nos pide. Nada de andarse por las ramas y ofrecer el oro y el moro. Vayamos al grano. Y, por su puesto, nada de faltas de ortografía.

¿Cómo encontrar trabajo? No existe una receta para el éxito (igual que no la hay para nada), pero aquí tenéis algunos enlaces de interés en los que algunos traductores hablamos de cómo fueron nuestras primeras veces y qué nos ha funcionado:

  • A puerta fría. Encontrar trabajo con la que está cayendo (de este blog)
  • Cómo conseguir un trabajo de traducción: da confianza (de Pablo Muñoz)
  • Encontrar trabajo como traductor (de TransSpanish)
  • ¿Cómo obtener mi primer trabajo de traducción? (de Juan Pablo Sans)

✏ La comunicación es esencial y más cuando hay tanta competencia. Sí, hay clientes que esperarán a que tú les hagas la traducción si ya han trabajado contigo antes y disponen de un buen margen. Otros, sin embargo, necesitan rapidez. Ten el correo configurado en el teléfono y sé rápido al contestar una posible oferta o resolver dudas del cliente.

Sin embargo, si recibes un posible encargo, no te aceleres demasiado. Asegúrate de leerlo bien y de que eres capaz de hacer lo que se te pide. No aceptes sin más sin cerciorarte de que podrás cumplir el plazo, que el archivo (si te lo envían en ese primer correo de tanteo) se puede abrir y que sabes bien qué hay que traducir de él y cómo lo quiere el cliente.

✏ Sé profesional cuando envíes tu oferta al cliente o tu presupuesto y no empieces hasta que recibas confirmación por escrito por parte del cliente. De esta forma te evitas disgustos. En cuanto al presupuesto, lo ideal sería que incluyera una descripción del trabajo que harás, de la cantidad de palabras, el plazo previsto, el precio y la forma de pago. Cuanto más completo sea todo, más claro será y más profesional queda.

dudas

✏ Preguntas y respuestas. Decíamos en otras entradas de esta serie que entender el texto es esencial, así como tener claro a quién va dirigido. No hay que tener miedo a preguntar o a transmitirle nuestras dudas a la agencia o al cliente, pero hay que hacerlo con tiempo. De nada sirve entregar el texto con todo un listado de dudas porque ya no habrá margen y si hay que cambiar algo puede que sea demasiado tarde. El momento de hacer las preguntas es al principio o bien mientras se trabaja, pero con antelación.

Puede pasar que tengamos otros proyectos en danza y dejemos un texto para otro día porque en un principio no le vemos la dificultad y luego… ¡sorpresa! Hay que intentar anticiparse y no ser una molestia para el cliente después. Ahora bien, intentemos acumular todas estas dudas en un mismo correo; el cliente lo agradecerá.

✏ Sé puntual con las entregas. Si no puedes ser puntual, envía el documento antes. De nada vale que entregues una traducción perfecta si llega tarde. Por ejemplo, si por la mañana sé que no voy a estar en el despacho, prefiero enviar por la noche, aunque sea ya tarde, porque así sé que podrán disponer de ella a primera hora.

De este modo también hay más margen de acción si, por lo que sea, falta darle un repaso o hay que cambiar algo.

✏ Decir «no». Cuesta mucho, muchísimo, pero es mejor ser sinceros con el cliente cuando lo que nos proponen está fuera de nuestro alcance en cuanto a capacidad o el plazo es tan ajustado que la calidad se vería comprometida. Los clientes aprecian esta sinceridad y, si son buenos clientes, no hay motivo para que no sigan enviando trabajo después.

Pero, ojo, ese «no» va con matices. Si tú no puedes hacerlo, ¿puedes pasárselo a alguien? ¿Le puedes facilitar un contacto al cliente? Así le ayudas un poco y te lo agradecerá.

✏ El cliente directo. Devadip Rivero, de TraducThor, nos da algunos consejos para tratar al cliente directo, esa persona o empresa que actúa en su nombre y no como agencia de traducción:

1. Recuerda que el cliente directo, muchas veces, no sabe en qué consiste el proceso de traducción. Algunos piensan que estás esperando sin más a que te envíen 4 000 palabras y que tienes una varita para pasarlas de un idioma a otro en 10 minutos. Por eso, tu presupuesto puede resultar caro. Intenta ser muy explicativo. Sin vergüenza, pero con educación, se puede aclarar el proceso y el cliente, normalmente, acaba valorando tu trabajo. Ofrece calidad y soluciones para que el cliente te valore.

2. Sé solucionador. Si no puedes ofrecer el servicio, deriva a un compañero. ¡Pero del que estés muy seguro que va a cumplir! No suele convenir decir un no rotundo al cliente sin ofrecer otras posibilidades: contacto con alguna agencia de confianza para que busque otro traductor, pregunta qué urgencia tiene realmente, intenta explicar por qué no puedes atender el encargo, si se trata de un encargo grande, di que repartirlo puede crear problemas de terminología e incongruencias, etc.

Si ya has trabajado en proyectos similares al que te ha encargado un cliente nuevo, piensa en los errores del pasado e intenta adelantarte. Advierte al cliente de posibles problemas, pregunta si tiene glosarios, bases terminológicas: ofrece tu saber hacer, tu experiencia. En fin, no seas un mero aceptador de encargos de traducción, pues debes ayudar a los clientes más allá de pasar palabras de un idioma a otro.

3. Ten un buen trato con el cliente. Ofrecer descuento si ves que te envía gran volumen de trabajo puede ser una buena opción (valorada previamente, claro), así como enviar tarjetas por Navidad, pagar el servicio de Correos si el importe de la traducción es grande o decir que el primer envío de traducción jurada es gratuito, avisar con antelación de que te vas de vacaciones (o estarás ausente porque vas a un congreso de traducción; si dices esto, verá que quieres seguir formándote, que te mueves, etc.).

Si un cliente contacta contigo a menudo para trabajos de muchas palabras, y una vez durante esa colaboración te envía un texto pequeño (unas pocas líneas), dile que no se lo cobras (o no cobres tu mínimo, sino incluye el importe real de 23 palabras, pongamos, en la siguiente factura).

André Höchemer, de Diario de un alemol, también ofrece algunos consejos en su blog, entre los que destaco el de romper el anonimato. André comenta que cuando conoces en persona al cliente, cuando os habéis visto cara a cara, es mucho más fácil negociar mejores precios y plazos de entrega. Para eso es recomendable también explotar nuestras habilidades de comunicación y las tecnologías y nos recuerda que: «Un correo electrónico está bien, una llamada es mejor, y una videoconferencias es óptima».

En cuanto a la facturación (tema que ya abordamos en el artículo anterior), quiero destacar también la entrada de André sobre la política de pago de los clientes (¡y la nuestra!). Muchas veces nos limitamos a enviar la factura sin más, sin establecer nuestras condiciones antes.

Esta es su forma de proceder, y me parece muy correcta: «En mi caso son 30 días, tal como señalo en mis facturas y recuerdo a los clientes que, por despiste, por descuido o intencionadamente, lo incumplen. A los pocos días de vencer una factura, envío un mensaje al cliente indicando el presunto despiste y recordándole el número, la fecha y el importe de la factura vencida».

¿Queréis más información sobre agencias, gestores de proyectos y clientes directos? No os perdáis estas entradas:

  • Lo que valora un gestor de proyectos de un traductor (de Elena Fernández)
  • Buenos clientes, malos clientes (de André Höchemer)
  • La gestión de proyectos (de Pablo Muñoz)
  • Cómo detectar a un cliente directo (de Devadip Rivero). En clave de humor, pero vale la pena echarle un vistazo.

Para terminar, trataremos un tema espinoso donde los haya. Todos trabajamos lo mejor que podemos y sabemos, pero a veces surgen complicaciones. Veamos, pues, qué hacer en el caso de una queja del cliente.

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CÓMO GESTIONAR LAS RECLAMACIONES

Sí, todos somos extraordinarios profesionales y estas cosas no nos pasan, o preferimos no hablar de ellas, pero en el fondo sabemos que errar es humano (y herrar también) y que alguna vez vamos a meter la pata.

Regla número 1 al recibir una no conformidad: que no cunda el pánico. Este es uno de los casos en los que el cliente no siempre tiene razón, aunque en ocasiones sí la tendrá. ¿Qué podemos hacer? ¿Abandonar la traducción y flagelarnos con Gran Hermano VIP en modo bucle en el televisor?

Carmen Fernández Gauchi (http://www.carmenfernandez.es/) nos da algunos consejos útiles. En su época de gestora de proyectos en una agencia de traducción aprendió a seguir los siguientes pasos:

1. Escuchar BIEN la reclamación exacta del cliente. No metamos más el dedo en la llaga respondiendo en caliente a un mensaje airado. Aplaquemos los nervios iniciales y veamos cuál es la queja para poder solucionarla. ¿No se ha respetado el plazo de entrega? ¿No se ha utilizado el glosario del proyecto? ¿Hemos traducido erróneamente porque no hemos comprendido el texto?

2. Analizar la situación para comprobar hasta qué punto es cierto. ¿Tenemos su mensaje de encargo y realmente hemos entregado más tarde? ¿O se equivocó al indicar la fecha en el pedido? ¿De verdad nos adjuntó el glosario y nos hemos despistado? ¿O este nunca llegó a nuestras manos? (Por eso es tan importante revisar bien lo que nos envían) ¿Cree que sabe español y nos está modificando expresiones que son correctas? (No es infrecuente que alguien que no hable castellano tenga dudas acerca del estilo, por surrealista que parezca) ¿O bien la hemos cag… hemos cometido errores serios?

3. Actuar en consecuencia

Si el cliente no tiene razón: habrá que demostrárselo, reenviarle el mensaje que recibimos sin el glosario adjunto, o pasarle enlaces a diccionarios especializados donde vea que nuestras traducciones son acertadas. OJO: Algunas quejas pueden proceder de clientes cuyo revisor cree que añadir más rojo es sinónimo de trabajar mejor y habrá introducido cambios por cuestión de gusto y no para reparar verdaderos errores.

Bajo ningún concepto conviene enzarzarse en un cuerpo a cuerpo con el revisor. Puede que goce de la total confianza del cliente y enfrentarle nos deje en peor posición. Bastará con confirmar que la opción del revisor es buena, pero que la nuestra también lo era y que el cambio ha sido cuestión de preferencia.

Si tiene razón: le puede pasar a cualquiera, no somos máquinas, pero eso puede haber causado algún perjuicio al cliente. Por eso lo primero es disculparse sinceramente por las molestias. Quizá no ha podido colgar en su web una noticia que debía salir hoy, o no ha llegado a imprenta un folleto que debería estar mañana en una feria. Lo mínimo que podemos hacer es aceptar nuestra responsabilidad.

Lo siguiente será buscar el modo de compensarle. Si aún estamos a tiempo, podemos modificar el vocabulario de acuerdo con ese glosario que habíamos olvidado. Volver a revisar nuestro texto si lo tradujimos con prisas, o incluso pasarlo a un compañero si vemos que no dimos la talla para el grado de especialización que requería. Por supuesto sin coste para el cliente. Si ya es tarde  para enmiendas, dependiendo del alcance del error y del tamaño del proyecto, podemos buscar algún tipo de compensación.

Asumir las responsabilidades buscando una solución al problema es un buen ejercicio que nos sirve para tomar conciencia de nuestro error y, a la vez, demuestra al cliente un trato profesional. Si el problema causado ha sido realmente grave, habrá que recurrir al seguro de responsabilidad civil.

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4. Tomar medidas para que no vuelva a suceder. Será útil analizar por qué ha pasado y cómo evitarlo la próxima vez: ¿Aceptamos el encargo sin mirar bien la agenda, se nos solaparon los proyectos y hubo que traducirlos muy rápido? ¿Nos encontramos ante un texto demasiado especializado porque no lo leímos antes de aceptarlo? Puede que esta vez ya sea demasiado tarde y hayamos perdido al cliente, pero ya sabemos qué NO hacer en el futuro.

¿Y vosotros? ¿Habéis sufrido alguna queja de un cliente? ¿Supisteis reaccionar y salir bien parados? Y en cuanto al trato con el cliente, ¿añadiríais algún consejo más? ¿Qué os suele funcionar?

¡Gracias por leer y hasta la próxima!

Cada maestrillo… Consejos para el traductor autónomo (II)

09 lunes Feb 2015

Posted by enlalunadebabel in Lengua española, Productividad, Recursos, Traducción, Vida traductoril

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consejos, emprender, productividad, recursos, traductor autónomo, traductor principiante

Después de hablar del traductor y del material con el que están hechos l̶o̶s̶ ̶s̶u̶e̶ñ̶o̶s̶ los textos en la entrada anterior, esta vez nos centramos en las herramientas de traducción asistida, la burocracia y la organización, entre otros.

Aprendizaje, especialización, planificación, ergonomía, tarifas y algo de fiscalidad nos esperan también en el artículo de hoy, en el que podéis descargaros un ejemplo de factura, una base de datos muy sencillita para estar al día de las empresas con las que contactáis y hasta un libro de ingresos y gastos.

APRENDIZAJE Y ESPECIALIZACIÓN

✏ El aprendizaje en nuestra profesión tiene que ser continuo. No podemos quedarnos atrás con las herramientas TAO. Tal vez no te las pidan ahora, pero aprovecha para aprender cómo van porque tal vez llegue algún cliente que las requiera. Y no solo eso, aunque el cliente o la agencia no te las pida, puedas echar mano de ellas para agilizar el trabajo y ser más eficiente.

Algunos enlaces:

  • SDL Trados Studio: http://www.translationzone.com/trados.html
  • Memo Q: https://www.memoq.com/translation-products/get-memoq
  • Omega T: http://www.omegat.org/
  • Wordfast: http://www.wordfast.net/

A cada traductor le llega su TAO y hay quien tiene sus preferencias. Yo suelo usar Trados, pero por si queréis más información os recomiendo el blog de Jordi Balcells, Méteteme, y estas entradas:

  • Software para traductores: herramientas TAO (de Rafael Sánchez)
  • Comparación de herramientas TAO o CAT (de Sara Bueno)
  • MemoQ, SDL Trados y Wordfast (de Carla Manrique)
Al principio las herramientas TAO intimidan, pero vale la pena saber usarlas

Al principio las herramientas TAO intimidan, pero vale la pena saber usarlas

✏ No subestimes tu idioma. Dominar inglés, alemán o francés es indispensable (si son tus lenguas de trabajo), pero de nada vale si no sabes comunicarte bien en tu idioma. Como dicen en 101 things: «As a translator, you are a writer. And your written skills must be better than 98 per cent of the general population (including university graduates)».

✏ Aprovecha toda la oferta formativa que tenemos ahora: carreras, posgrados y másteres universitarios, cursos, webinarios, charlas, etc. Encontrarás cursos de todo tipo para mejorar como traductor. Para escoger bien, sobre todo, fíjate en quién imparte el curso y qué se va a tratar para ver si se ajusta a lo que necesitas.

Algunas propuestas para traductores:

  • Cálamo y Cran: http://www.calamoycran.com/
  • Trágora Formación: http://www.tragoraformacion.com/
  • Aulasic: http://www.aulasic.org/
  • Con trazo firme: http://www.contrazofirme.es/
  • Zot Formación: http://www.zotformacion.com/
  • Estudio Sempere: http://www.sampere.edu.es/index.php/cursos-a-distancia
  • Traduversia: http://traduversia.com

Y no olvidemos los cursos que ofrecen las asociaciones de traducción de todo el país: Asetrad, Aptic, Xarxa, etc.

✏ Seguramente en tu vida como traductor traducirás de todo un poco, pero es buena idea especializarse para destacar y desmarcarse de la competencia. Si en nuestro currículum ponemos una larga retahíla de sectores y ramas, resultará poco creíble. Ya se sabe, quien mucho abarca…

Una buena forma de buscar la especialización es empezar con nuestras aficiones. Si nos apasiona la astronomía, conoceremos la terminología y tendremos unos conocimientos impagables con los que podremos traducir sin (muchos) problemas. Además, teniendo claro estos temas, podremos dirigirnos a unos clientes o a otros y no limitarnos exclusivamente a agencias, por ejemplo.

DESPACHO Y ERGONOMÍA

✏ Bromeamos mucho con lo de trabajar en pijama, pero a veces se trabaja mejor si separas bien tu zona de trabajo de la de vida. Muchos compañeros prefieren vestirse y «aparentar» de algún modo que salen a trabajar. Cada maestrillo tiene su librillo, pero sí creo que trabajar toda la semana pegado a la silla en pijama no es bueno a la larga.

✏ ¿Que lo bueno de los traductores es que podemos trabajar en cualquier lugar? Sí, pero necesitamos un espacio destinado a tal fin. Traducir en el sofá con el portátil está bien un rato, pero no es bueno para tu espalda. Llevarte el Mac al Starbucks es muy moderno, pero la concentración no va a ser la misma. Al final lo clásico es lo mejor: una mesa relativamente grande y despejada, con una pantalla a la altura de los ojos, una silla cómoda y ergonómica y un reposapiés. Otra tarea pendiente también para mí, que siempre termino sentada cual faquir en un lecho de clavos (y así tengo las cervicales).

✏ Es importante tener un horario definido para que el trabajo no nos coma parte de tiempo de ocio. Si conoces a tus clientes (agencias, sobre todo) sabes sus horarios y es recomendable que estéis a la par. También pasa con empresas y otros clientes directos. Al final siempre le echarás alguna hora más o tendrás que echar mano de un fin de semana, pero lo mejor sería tener el trabajo acotado a sus horas. Tarea pendiente para mí, os confieso.

ergonomia

ORGANIZACIÓN

Ser organizado en esta profesión en la que, como traductores, somos hombres y mujeres orquesta es esencial. Elena Fernández, de Trágora, nos da algunas claves en su blog.

✏ Hacer números da mucha pereza, pero lo mejor para no agobiarse a última hora es llevarlos al día. Actualmente existen varias herramientas de gestión, como 4visions manager, que pueden ayudarte a organizarte mejor. Si no, para empezar, siempre puedes tener un Excel a modo de base de datos. En cuestión de ingresos y gastos, en Infoautónomos nos regalan una plantilla bastante útil.

Por ejemplo, yo me preparo un dossier a principios de cada año para apuntar los encargos de cada día, el plazo, el precio y si se ha cobrado o no. Es todo muy manual, como una especie de libro de cuentas, pero es lo que mejor me va. Así, de un vistazo sé cuándo entrego qué y cuándo lo he cobrado.

De este modo se tienen también las armas para gestionar mejor los impagos. «El día YY de ZZ os envié la factura número XXX que debería estar abonada puesto que han pasado X días y…». Tenerlo todo controlado va en nuestro beneficio.

✏ Ten bien fichados a los clientes. Hazte una base de datos con su información (dirección, CIF, persona de contacto, etc.) y las tarifas que tienes con ellos, porque tal vez no sean las mismas para todos. Del mismo modo, apúntate bien con quién te pones en contacto, cuándo y cómo (correo, formulario) y realiza el seguimiento si no responden. Aquí tenéis una propuesta muy sencilla de base de datos para estos menesteres.

Estar pendiente de todo puede parecer complicado al principio, pero es cuestión de coger el ritmo. Somos nuestra empresa y si no estamos nosotros al tanto, nadie lo estará.

✏ En cuanto a la organización de tiempo, cada uno tiene sus truquillos también. Como además de traducir imparto clases en escuelas y empresas, suelo dividirme el trabajo según las horas de que dispongo cada día. También suelo trabajar con listas según prioridades y fechas de entrega.

Lo mismo sucede con la presencia en Internet, que ahora es más fácil que nunca con aplicaciones como Hootsuite, IFTTT o con las herramientas de programación de publicaciones de facebook, por ejemplo. Que publique mucho no quiere decir que esté ociosa (hablo por mí, ¿eh?).

Podéis sacar algunas ideas más de los numerosos blogs que tratan de la organización de tiempo (en general, no sobre traducción):

  • Técnicas de organización: http://www.tecnicasdeorganizacion.com/
  • Cómo me organizo: http://www.comomeorganizo.com/
  • El canasto: http://canasto.es/

Algunos programas y aplicaciones útiles:

  • Pomodoro: http://pomodorotechnique.com/
  • Focus booster: https://www.focusboosterapp.com/
  • Keep focused: http://keepfocused.codeplex.com/
  • Moosti: http://www.moosti.com/

Técnica-Pomodoro

FISCALIDAD

Normalmente, al salir de la carrera no sabes cómo darte de alta y ser autónomo. De hecho, ni sabemos hacer una factura (impuestos que poner, formato, datos que debe llevar, etc.). Puedes descargar modelos de Internet y adaptarlos o bien pedir ayuda a algún compañero traductor. Aquí tenéis una propuesta de factura descargable (con el cálculo del IRPF sin reducción e IVA actual).

✏ Antes de lanzarte, calcula los ingresos que tendrás, estudia todas las ayudas (% de IRPF que se aplica a los nuevos autónomos, ¿me ayudan por ser mujer menor de 30 años?, etc.), lee páginas especializadas (Infoautónomos), blogs de traductores que hablen sobre ello, pregunta a traductores que ya sean autónomos: en definitIVA, infórmate antes de acudir a la Agencia Tributaria o una gestoría. Tal vez recibas directrices erróneas o diferentes; si conoces tus derechos de antemano, gestionarás mejor esta tarea.

Para temas de fiscalidad, la traductora Herminia Páez tiene una serie de entradas muy útiles:

  • Papeleo del demonio (I): El secreto del IAE
  • Papeleo del demonio (II): Viaje a la Seguridad Social
  • Papeleo del demonio (III): Fiscalidad básica: ROI e IVA
  • Papeleo del demonio (IV): Cabalgando el IRPF (con estilo)

PRECIO Y TARIFAS

Tema delicado donde los haya. No se pueden «recomendar» tarifas y algunas asociaciones han sido multadas por ello, pero por otro lado los traductores que empiezan no saben bien por dónde tirar. ¿Qué hacemos? Muchas veces pueden consultarse encuestas con los rangos de precios o bien preguntar a traductores con los que se tiene cierta confianza. Como siempre, es mejor hacerlo con tacto.

Saber qué cobrar no es fácil, pero se puede echar mano de herramientas como CalPro, desarrollada por los socios de Asetrad. En sus palabras, es una «herramienta concebida para ayudar a los traductores a evaluar sus gastos, ingresos y rendimiento profesional y está dirigida tanto a traductores noveles como a los que llevan años en la profesión». Podéis encontrarla aquí: http://www.asetrad.org/pdfs/CalPro_v1.3.xls.

Y con los clientes, bueno, habrá que pulir las destrezas de negociación para proponer tarifas y realizar presupuestos. Todo se aprende, creedme.

Para más información:

  • 5 razones para no bajar tus tarifas, de Ricard Sierra, Kobalt Languages.
  • A las tarifas de traducción también hay que echarles huevos, de Pablo Muñoz.
  • El traductor autónomo (documento de la Universidad Pompeu Fabra).
No está muy fino, pero en esto tiene toda la razón

No está muy fino, pero en esto tiene toda la razón

PSICOLOGÍA

No voy a soltaros ningún rollo aquí, no soy una psicóloga experta ni me va la autoayuda, pero creo que en algún momento podemos sentirnos identificados con algunas de estas sensaciones.

✏ Los inicios son difíciles e incluso cuando tienes años experiencia habrá temporadas de sequía. Intenta tomártelo con filosofía y no venirte abajo. Aunque es preferible buscar clientes cuando uno tiene la barriga llena, aprovecha estos periodos para retocar el currículum, pulir destrezas y buscar nuevas oportunidades.

✏ En el paraíso también hay nubarrones. Meterás la pata, es inevitable. Cuando recibas una crítica negativa, asúmelo y no te pongas a la defensiva. Escucha al cliente, explícale tu punto de vista y arguméntaselo bien si crees que no lleva razón (no te enzarces en discusiones) y si la tiene, acéptalo, sé sincero y asume la responsabilidad. Ofrécele alguna opción o compensación si es necesario. No somos infalibles, pero tratamos con personas y siempre hay una solución.

De todos modos, sobre este último tema hablaremos más en la próxima entrada, en la que abordaremos el trato con el cliente directo y las agencias. Algunos compañeros nos ofrecerán su visión de este asunto, así que yo no me lo perdería. ¿Qué voy a decir, no?

¡Hasta la próxima!

Cada maestrillo… Algunos consejos para el traductor (I)

26 lunes Ene 2015

Posted by enlalunadebabel in Errores, Lengua española, Productividad, Recursos, Traducción, Vida traductoril

≈ 21 comentarios

Etiquetas

consejos, emprender, errores, productividad, recursos, revisión, traductor autónomo, traductor principiante

Podría llamarlo «15 consejos para el traductor», pero estos títulos están ya muy manidos y, además, soy de letras. ¿Cuela? En fin, en estos días de propósitos y buenos deseos, me gustaría revisar los puntos más útiles de la profesión que se adquieren con el paso del tiempo y, cómo no, también por ensayo y error.

Este artículo será el primero en una serie de entradas en las que se expondrán algunos consejos o trucos para traducir, tratar a los clientes, ser más eficientes, etc. Como suele pasar con los consejos, no son verdades universales ni tienen por qué funcionar siempre a todo el mundo. Solo son algunas observaciones que pueden ayudar al traductor novel (y no tan novel) en su quehacer.

A continuación, los primeros apuntes sobre la tarea del traductor, los textos en sí, la revisión, etc. La mayoría son personales, pero los hay de otras fuentes, como 101 things a translator needs to know de WLF Think Tank, A practical guide for translators de Geoffrey Samuelsson-Brown y How to succeed as a freelance translator de Corinne McKay y, por supuesto, de la experiencia de otros compañeros con los que de tanto en tanto hablo de estos temas.

Consejos

Llamémosle sentido común, gustos o preferencias. No se pretende sentar cátedra.

Si tenéis alguna sugerencia más, no dudéis en dejarla en los comentarios.

SER TRADUCTOR

Empezamos por el principio, por el traductor mismo, y damos una pincelada al modo de trabajo, a las tipologías textuales que abordamos y la calidad del trabajo.

✏ Es fundamental saber cómo es la rutina de un traductor. No todo es ser traductor de algún organismo como la ONU. Al contrario, cabe la posibilidad de que trabajes desde casa. Quizás convenga concienciarse antes de afrontar esta actividad laboral. Puede resultar poco comunicativa con el exterior, puede que tengas que trabajar en horarios que no te gusten (fines de semana, días 1 de enero, etc.).

Como supongo que sucede en otros trabajos, conviene amar la traducción si te vas a dedicar a ello. Muchas veces, será tu pareja, tu confidente, tu vía de escape; otras ocasiones, tu frustración, tu «Déjame en paz, necesito salir a tomar el aire». Además, puede que en algún momento te sientas infravalorado, te enfade que regateen tus tarifas o te sientas explotado, etc. La vida real, en definitiva. Paciencia.

✏ Aunque curses un máster que te especialice y, aparte de eso, seas un gran entendido en la materia, suele ser complicado poder pagar las facturas solo con una especialización. Normalmente, tendrás que traducir varios textos que sean aburridos y que nada tengan que ver con lo que te gusta. Tranquilidad, después de un texto que da sueño, vendrá otro que te haga soñar. Cheesy, but true.

✏ Has hecho una carrera especializada en lenguas, puede que seas (casi) bilingüe, lector incondicional desde que tienes tres años o que te hayas leído El Quijote al revés… ¡vas a cometer errores! No solo debes evitar contrasentidos en tu trabajo, también hay que ser humilde. El mejor escribano echa un borrón.

Duda de todo. De la colocación correcta de una coma, de lo que puedas creer que es un anglicismo, de la colocación correcta de las palabras dentro de una frase. Y, sobre todo, no ames el idioma extranjero más que al tuyo. El castellano merece todo tu amor, tu trato con delicadeza. ¡Duda, pregunta y revisa!

TEXTOS. EL QUID DE LA CUESTIÓN 

Como la palabra es nuestra divisa, seguimos con algunos consejos sobre los textos y los encargos en sí.

✏ Acepta un encargo siempre que esté dentro de tus posibilidades. Si es muy técnico, ¿disponemos de las herramientas necesarias y de la ayuda suficiente por parte del cliente? ¿Nos proporcionarán su glosario o unas directrices claras? Si piden una herramienta determinada, ¿sabemos usarla bien? ¿Es la versión que piden? Las comprobaciones son esenciales antes de empezar.

✏ Asegúrate de que entiendes bien lo que vas a traducir, de que eres consciente del ámbito en el que se va a usar y el destinatario que va a recibir el texto, sobre todo el lector, porque quien te pide la traducción no siempre es el destinatario final. Ante la duda, lo mejor es consultar siempre al cliente. Más vale pecar de preguntón.

✏ Hay que tener en cuenta también la idiosincrasia de cada idioma y del texto en cuestión: longitud de frases, ritmo, tono… Recordemos que no trabajamos con palabras sueltas. Como dicen en 101 things: «Translation is about conveying ideas and emotions, preserving the logic and development of an argument. But it is also about reflecting pace, tone, flavour —idiosyncrasies even— in order to achieve a comparable effect on the reader of the translated text».

Traducir implica un proceso mental más complicado de lo que parece (foto de http://www.msktc.org/Knowledge-Translation)

Traducir implica un proceso mental más complicado de lo que parece
(foto de http://www.msktc.org/Knowledge-Translation)

✏ En cuanto al léxico, piensa que muchas veces hasta las palabras más simples puede que no tengan los mismos significados y connotaciones en otros idiomas. Esto sucede con mayor frecuencia en los textos técnicos, en los que una misma palabra en inglés puede tener varias en español dependiendo del ámbito específico.

Recuerdo traducir manuales técnicos para la empresa en la que trabajaba mi padre en los que los términos de diccionario no eran aplicables. Y recuerdo lo que me decía él siempre cuando me revisaba: «Sí, es un X, pero nosotros le llamamos Z y es lo que espera leer el instalador». Como la terminología puede cambiar de una empresa a otra, es muy importante tener claro el ámbito y disponer de glosarios fiables.

Suele ser buena idea avisar previamente al cliente, incluso. Decirle que como ya has traducido proyectos similares anteriormente, te gustaría saber si desea alguna nomenclatura en concreto y para quién va dirigido, etc.

✏ ¿Invisibilidad? Siempre reivindicamos la visibilidad del traductor, pero no en los textos. La traducción tiene que sonar como si se hubiera escrito originalmente en nuestra lengua materna: natural, sin costuras, sin dobleces; que no solo el contenido, sino el registro y el ritmo sean adecuados. Cuidado con los giros locales o expresiones que llaman mucho la atención (por un argot muy ligado a una zona, por ejemplo) y que van a «sacar» al lector del texto.

En este sentido, no olvidemos la importancia del registro. En textos literarios y en la traducción para subtitulación y doblaje, sobre todo, hay que pensar si la persona que traducimos hablaría así. ¿Queda creíble?

Y muy importante: evitemos la ampulosidad. No queramos demostrar que somos mejores que el autor. El texto es como es y mejorarlo no suele ser buena idea. Lo que dice es lo que es.

✏ El formato también es una parte importante del texto. Un cliente directo, sobre todo, espera que su texto traducido tenga el mismo aspecto que el original (normalmente). En este caso, llevaremos cuidado para reproducirlo todo con esmero y para eso las herramientas TAO son de gran ayuda.

En literaria, no obstante, el formato deberá ser lo más sencillo posible para facilitar el trabajo del maquetador. Cada editorial tiene sus preferencias, pero lo más habitual es esto: fuente Times New Roman 12, interlineado doble y sangría de 1 cm (salvo en la primera línea de capítulo y tras un cambio de sección/contexto). En este último caso, cambió de sección, de escena, etc., muchas editoriales prefieren que se marque con *** entre párrafo de sección anterior y párrafo de sección nueva. El TO suele marcarlo con un triple espacio.

De todos modos, pregunta siempre al cliente qué formato desea o si tiene alguna preferencia.

La revisión es esencial (foto de http://venderenlared.com/puntos-a-revisar-de-nuestro-comercio-electronico/)

La revisión es esencial (foto de http://venderenlared.com/puntos-a-revisar-de-nuestro-comercio-electronico/)

✏ Ay, la revisión. Somos humanos y por muy bien que escribamos, algún gazapo se nos escapa. ¿La solución? Releer, releer y releer antes de enviar el texto. Si no tenemos la opción del comodín del compañero, imprimir el texto (no sé en el caso de los nativos digitales, pero yo reviso mejor los textos impresos) y tener claros los posibles errores que podemos cometer (sé en qué cosillas fallo siempre).

No caigamos en la soberbia del traductor como conocedor absoluto de la lengua. Es mejor dudar de todo por sistema y revisar. Si no dudamos de nosotros mismos podemos meter la pata… hasta el corvejón.

Para esto va muy bien tener una lista de elementos esenciales (para antes de empezar) y de sospechosos habituales (para revisar a posteriori).

Algunos trucos antes de empezar o mientras se trabaja:

  • Escribe siempre con la función «Mostrar todo» habilitada, te permitirá evitar la mayoría de errores de formato. Se activa pulsando el calderón (¶).
  • Memoriza los atajos de teclado más útiles. Puedes incluso configurar tu teclado para asignar números sencillos a ciertos símbolos frecuentes.
  • Automatiza las palabras que siempre (o casi siempre) escribimos mal. Me pasa con «tambine» o «entocnes», por ejemplo. Si sabes con qué palabras fallas más, utiliza el autocorrector para memorizar estas formas erróneas y que te las cambie automáticamente por la forma correcta.
  • Controla el uso de las comillas. La secuencia es la siguiente:  «…“…‘…’…”…».
  • Asegúrate de que tienes controlado todo lo que hay que traducir: ¿La presentación en Powerpoint lleva notas? ¿Te has fijado en todas las pestañas del Excel y las columnas escondidas? ¿El Word lleva notas al pie?
Más sobre comillas: http://www.factoriadeautores.com/uso-de-comillas-y-cursivas/

Más sobre comillas: http://www.factoriadeautores.com/uso-de-comillas-y-cursivas/

Trucos para después:

  • Busca y reemplaza los dobles espacios por uno solo.
  • Asegúrate de haber escrito bien las cifras y los espacios antes de símbolos como el %.
  • Sé coherente con los nombres de los personajes y que el autocorrector no haga de las suyas. Para eso va bien guardarlos en el diccionario del Word (para literaria).
  • Comprueba que el uso de la raya en los diálogos sea correcto (para literaria).

✏ También relacionado con la revisión, va muy bien leer en voz alta lo que traducimos. Como no trabajamos con palabras sin contexto, cada texto tiene su ritmo y su música, y la mejor manera de comprobarlo es leerlo en voz alta.

Por eso he visto que me va tan bien trabajar con Dragon. Mientras dicto me hago una idea de cómo suena y como siempre hay cierto retraso al dictar, mientras no se escribe lo último le puedo echar un vistazo a lo anterior. De todos modos, se tenga o no se tenga un software de dictado, releer el texto es esencial.

Por último, sobre esto de revisar os recomiendo el artículo de Tenesor Rodríguez-Perdomo, Sobre el difícil arte de revisar traducciones, y el de Isabel G. Cutillas, La revisión: el yang de la traducción.

✏ Anglicismos, el gran escollo. Con toda la información que tenemos a nuestro alcance se diría que sabemos cómo protegernos de ellos, pero precisamente por la influencia del inglés sucede todo lo contrario. Aquí van algunos artículos útiles sobre el tema:

  • La traducción y sus trampas (Sousa): https://www.dropbox.com/s/b405rpk89745hng/%28de%20Sousa%29%20La%20Traducci%C3%B3n%20y%20sus%20Trampas.pdf?dl=0
  • Los anglicismos ortotipográficos (Sousa): https://www.dropbox.com/s/a0yiwsdekzwtdb3/%28De%20Sousa%29%20Los%20Anglicismos%20Ortotipogr%C3%A1ficos.pdf?dl=0
  • El gerundio: https://www.dropbox.com/s/k0upc1jb7ejyihl/Tradu%201%20-%20Gu%C3%ADa%206%20-%20Gerundio%20%281%29.pdf?dl=0
  • Resumen de anglicismos de estructura: https://www.dropbox.com/s/h169czv562n8qk8/Anglicismos%20Resumen.pdf?dl=0
  • Anglicismos de frecuencia: https://www.dropbox.com/s/h169czv562n8qk8/Anglicismos%20Resumen.pdf?dl=0

COMPAÑEROS. ¡BENDITO TESORO!

Sí, también son competencia, pero podemos aprender muchísimo de nuestros colegas de profesión.

✏ Tener un título de traductor es como tener el carnet de conducir. Me encanta esta metáfora de 101 things: «Like a driving licence, [your degree] means you can now move out into the world and start gaining experience. It doesn’t mean your technique is flawless […]. But it does allow you to embark on the lifelong task of perfecting your skills». Lo que encuentras luego en tu camino es puro aprendizaje y habrá tanto paseos agradables como pequeños baches. Pincharás alguna rueda que otra, así que tendrás que estar preparado.

La unión siempre hace la fuerza (foto de http://teaching.monster.com/)

La unión siempre hace la fuerza (foto de http://teaching.monster.com/)

En este proceso, trabajar con otros compañeros, llevar a un copiloto experto al lado, es de gran utilidad. Puedes ofrecerte a algún compañero para revisar su trabajo; traducir tú tus textos y que sea otro compañero quien te revise al principio (y no tan al principio). Es una experiencia enriquecedora para ambos y sobre todo para el que empieza. Si no tienes suficiente confianza con alguien, siempre puedes recurrir a las asociaciones, que a veces tienen programas de mentoring o prácticas también.

✏ Llevarse bien con los compañeros es esencial. Parece de cajón, ¿no? No ganamos nada con malos rollos, ni en el trabajo ni en la vida. Conocer a gente en conferencias, charlas y eventos varios es una buena forma de combatir la soledad del traductor, pero no solo. Establecer buenos lazos con los compañeros te permitirá tener a un «suplente» cuando estés de vacaciones, alguien que pueda coger tus encargos si no estás y conservar así al cliente, o bien saber que tienes compañeros que pueden pasarte trabajo cuando van desbordados.

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Lo dejamos aquí por hoy. En la próxima entrada veremos algo de fiscalidad, trato con los clientes, ergonomía y tarifas, entre otros. Y, ya sabéis, si queréis dejar vuestro granito de arena en los comentarios, ¡aquí os espero!

***

Algunos artículos relacionados:

  • La traducción e interpretación como negocio de David Polo.
  • La revisión: el yang de la traducción de Isabel G. Cutillas.
  • Errores y vicios más comunes del español de Mónica Matínez.
  • Manual de revisión de la Dirección General de Traducción de la Comisión Europea.

 

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