Shaila Mélmed nos trae esta semana un testimonio tan extenso y completo que merecía un artículo único. Consejos y sentido común a raudales. Le cedo la palabra:
Aún recuerdo la primera vez que nos dijeron durante la carrera que podíamos empezar a trabajar ya. ¿Trabajar? ¿Nosotros, estudiantes? Llevábamos dos años estudiando y parecía que el tema laboral era algo tabú. Mucha teoría y poca práctica y, de repente, una profesora de una asignatura optativa había entrado en el aula pisando fuerte y nos había enseñado una factura, una lista de tarifas (¡por fin se había desentrañado el gran misterio de cuánto cobraba un traductor!), un ejemplo de una carta de presentación y primeros contactos, un presupuesto… Nuestros ojos y nuestras mentes se abrieron de golpe.
Pero su ayuda no se
limitó a enseñarnos y darnos plantillas (las cuales aún conservo y sigo
utilizando), sino que también nos orientó para que empezáramos a darles uso.
Nos dio unos pasos simples pero importantes:
Redacción de documentación
Seleccionar el mercado y especialización al que nos queremos dirigir
Hacernos visibles en internet
Especialización
Envío de CV
1. Redacción de documentación: aquí, obviamente, lo primero que nos viene a la mente es el currículum. Lo que yo hice fue prepararlo en mis idiomas de trabajo. Hay muchas páginas, blogs y vídeos de profesionales de la traducción donde podréis encontrar plantillas, ejemplos, consejos y errores más frecuentes. También sería interesante tener preparado de antemano una lista de tarifas en varios idiomas, modelos de facturas… estos pasos nos ahorrarán tiempo en un futuro.
2. Seleccionar el mercado y especialización al que nos queremos dirigir: es importante tener claro el mercado que va a ser nuestro objetivo, porque esto nos ayuda a saber cómo acercarnos a él. Dependiendo de tu área de especialización, puedes empezar a colaborar en proyectos sin ánimo de lucro donde puedes adquirir mucha experiencia. Yo, por ejemplo, estuve un tiempo traduciendo anuncios para ONGs o aplicaciones para móviles financiadas con crowdfunding donde gané confianza y trabajos que añadir a mi CV. Hace poco vi un proyecto muy interesante de varias chicas que estaban a punto de acabar la carrera y habían creado una antología de traducciones de relatos como forma de salir al mundo laboral, para mostrar un ejemplo de su trabajo.
3. Hacernos visibles en internet: este es el modo de decir que estás en el mercado, de conectar con colegas de profesión y de contactar con futuros clientes. Si estás leyendo esto ahora mismo y no tienes, como mínimo, un correo profesional, ve corriendo a hacértelo. Personalmente, te recomiendo uno de gran capacidad y que tenga herramientas adicionales como Gmail, donde también sería interesante añadir una firma con tus datos cada vez que envíes un correo laboral. También he leído a otros compañeros que dicen que, aunque el currículum sigue siendo muy importante para el traductor, hoy en día es más producente mantener actualizado y completo el perfil de LinkedIn o crearse una página web sencilla. Siendo honesta, mi experiencia con LinkedIn no ha sido muy fructífera, seguramente porque no he invertido el tiempo suficiente en él. En cambio, sí puedo recomendarte con propiedad que te crees una página que te respalde cuando un cliente quiera informarse sobre tu trabajo y que sirva de tarjeta de presentación online, sobre todo si eres autónomo. Si en un principio no cuentas con medios económicos suficientes para conseguirlo, existen algunos gratuitos como WordPress, Blogger, Wix… Yo también tengo cuenta en Twitter donde sigo a otros compañeros, ya sean de mi rama de especialidad o no, y compartimos anécdotas de trabajo, consejos, búsquedas de trabajo, dudas, noticias que afectan a nuestro sector… es importante este intercambio que también puedes encontrar en bases de datos de traductores, foros de traducción, asociaciones y revistas especializadas. Compartir con los colegas de profesión, te ayudará a sentirte menos solo ante el gran gigante que puede parecer a veces el mundo laboral. Pero también puede convertirse en una recopilación de recursos y experiencia. Recuerdo que mis primeros pasos más serios los di después de leer en blogs y páginas personales cómo otros los habían dado antes que yo.
4. Especialización: una de las primeras cosas que aprendí y de las que fui consciente es que los idiomas son algo que está en constante cambio, por lo que no podemos quedarnos atrás si queremos que sigan contando con nosotros. Nuestra carrera es una de formación continua. Existen másteres, postgrados o cursos en modalidad presencial u online que pueden ayudarnos a especializarnos y seguir aumentando nuestros conocimientos. También tengo que añadir que existen cursos, charlas y clases magistrales gratuitas en internet o, por ejemplo, tutoriales sobre herramientas de traducción a los que podemos acceder con un solo clic. Hacerte un hueco en un nicho particular es conseguir que los clientes se interesen por ti porque ofreces algo que nadie, o pocos más, pueden ofrecer.
5. Envío de CV: resulta casi imprescindible diferenciar el destinatario de nuestro currículum entre clientes directos o empresas de traducción, porque dependiendo de si se trata de unos u otros, será más útil usar según qué métodos para aproximarnos a ellos. Según mi experiencia, el CV es lo que suelen pedir las agencias de traducción junto a alguna prueba, mientras que con los clientes directos me ha funcionado el ponerme yo en contacto exponiéndoles por qué iban a necesitar mis servicios para un proyecto concreto; mandar un correo personalizado, por ejemplo, a una editorial cuya línea de publicación hubiera revisado antes y adjuntara ejemplos de traducciones similares, sin necesidad de que me pidan el CV. En algunas ocasiones, aunque no te cojan en un primer momento, se quedan con tu propuesta por si les interesa más adelante.
Tres consejos de propina:
1. Existe una leyenda urbana de que si buscas todo el tiempo palabras en diccionarios mientras trabajas, no tienes ni idea de traducir, o no sirves para ello. Nos acostumbran en los exámenes a no tener material de apoyo a mano pero, a medida que leas experiencias de traductores pro, verás que esto es falso, que todos buscamos palabras y definiciones todo el tiempo porque esto significa que quieres el término más adecuado para ese contexto. No sientas que sabes menos por eso, ¡recuerda que no somos diccionarios andantes!
2. Que no te dé miedo trabajar en campos similares y no en trabajos estrictamente de traducción. Yo, por ejemplo, he estado bastantes años dando clases de inglés que me ayudaban a pagar.
3. Una buena inversión inicial que puede resultar complicada al principio, pero que agradeceremos a la larga, es la que hagamos en hardware (equipo informático adecuado) y software (ofimática y herramientas de traducción). En cuanto a las TAO, no olvides que hay algunas gratuitas e igual de profesionales que pueden servirte de ayuda según tu especialización.
Espero que mi humilde experiencia te haya servido de ayuda, igual que leer el punto de vista de otros compañeros me ha ayudado siempre a mí. Si me permites un último consejo, es que practiques; nunca dejes de traducir, después de todo, a traducir se aprende traduciendo.
Podéis hablar con Shaila por Twitter, consultar su web o enviarle un correo.
Diez artículos llevamos ya y cada vez está claro que cada uno se forja el destino a su manera. Hoy tenemos tres testimonios muy distintos que nos ayudarán a seguir explorando esta búsqueda de oportunidades desde otras perspectivas.
Me llamo Alba Valle, tengo 25
años y en 2016 terminé el grado de Traducción e Interpretación en la
universidad Pablo de Olavide. En aquel entonces, recuerdo que me sentía muy
perdida y desorientada de cara al mundo laboral, los comentarios de los
compañeros de otras promociones no eran del todo alentadores y me daba la
sensación de que en la universidad no nos contaban del todo lo difícil que
sería el camino, a veces incluso se insinuaba lo contrario.
Mi sueño siempre ha sido trabajar en el mundo de la localización y la TAV, por lo que decidí inscribirme al Experto en Traducción y Localización de Videojuegos del ISTRAD para reforzar y ampliar conocimientos, además de comenzar a meter la cabeza en el mundillo laboral. Recuerdo que a mitad de curso Todas Gamers llegó a mi vida. Me registré y comencé a hablar con diferentes compañeras de gremio, y de casualidad, di con Eugenia Arrés, le comenté que no tenía prácticas obligatorias en el Experto de Traducción y me ofreció unas prácticas remuneradas centradas sobre todo en traducción y localización de videojuegos y TAV.
Comencé las prácticas en verano de 2017 y al finalizar estas, me di de alta como autónoma, ya tenía un par de clientes y quería seguir creciendo en el ámbito. Además de trabajar como autónoma, decidí matricularme en el Máster en Traducción y Nuevas Tecnologías, también del ISTRAD.
A lo largo de este año y medio,
he enviado cientos de CV a diferentes empresas, a veces con respuesta y otras
con el silencio más absoluto. Mentiría si dijera que no he pensado que me
equivoco de profesión o que no sirvo para esto. Darse de bruces contra el
silencio al enviar una carta de presentación y tu CV cargados de ilusión y ganas
siempre duele, aunque se aprende a sobrellevarlo.
A día de hoy, continúo como
autónoma, con más clientes y cada vez más ganas de hacerme visible, aunque me
cueste horrores socializar y crear vínculos.
No puedo decir que la entrada en el mundo de la traducción sea sencilla, es complicado y hay que invertir esfuerzo y tiempo para ver resultados a largo plazo, pero siempre hay que tener en cuenta que no todo depende de uno mismo, también hace falta suerte y conocer a la gente adecuada para conseguir avanzar.
Si tienes alguna duda o quieres escuchar un consejo, puedes ponerte en contacto conmigo a través de mi correo electrónico, Twitter o LinkedIn. ¡Estaré encantada de ayudarte!
Mis aventuras en el mundo de la traducción profesional
empezaron cuando terminé de cursar un máster de traducción audiovisual hace ya
dos años. ¿Por qué hice un máster después de la carrera? Pues porque creo que
en esta profesión hay que especializarse en algún ámbito, sea el que sea, ya
que lo normal es que una persona que quiere traducir, por ejemplo, un
videojuego, buscará a algún profesional especializado en eso antes que a
alguien que dice que traduce de todo. Y ojo, esto no quiere decir que no se
pueda probar a colaborar con agencias o empresas que se dediquen a otro ámbito
diferente al de nuestra especialización.
A los pocos meses de terminar este máster, elaboré mi primer currículum y empecé a enviarlo a empresas especializadas en localización de videojuegos para tantear un poco el terreno y ver cómo funciona lo de buscar clientes. Muchas empresas ni siquiera van a contestar, muchas otras te incluyen en su base de datos y no vuelves a saber más de ellas y algunas hasta pueden llegar a hacerte una prueba de traducción y, aunque la apruebes, tampoco te ofrecerán trabajo. Sin embargo, puede que más tarde o más temprano, una de estas empresas te ofrezca proyectos o te contacte para hacer una prueba. Una práctica que me resultó muy útil es crear un documento donde voy apuntando el nombre de las empresas o agencias con las que contacto, la dirección de correo, la forma en la que les he enviado mi CV (por correo o algunas tienen formularios en sus páginas web), la fecha y cómo me han respondido. Así puedo ver si me interesa contactar de nuevo en el futuro con esas empresas para volver a intentar colaborar con ellas.
Otra buena forma de encontrar clientes es LinkedIn. Yo me creé un perfil y por ahí aparecen muchas ofertas de trabajo e incluso puedes crear alertas de las búsquedas que más te interesen y contactar directamente con las empresas o clientes. A veces, puede que algunos te hablen directamente por ahí sin que tú ni siquiera les hayas enviado tu CV (aunque tampoco hay que confiar en esto).
Por último, también es interesante crear un perfil en páginas como ProZ, ya que continuamente surgen ofertas para traducir todo tipo de textos de todo tipo de empresas y sectores. Y hasta puedes hacer que las ofertas te lleguen al correo.
Y de estas tres formas conseguí a mis tres únicos clientes por ahora, que por suerte me envían encargos a menudo exceptuando dos o tres meses en los que no he recibido ningún proyecto. En mi caso, tuve que hacerme autónomo nada más empezar porque me ofrecieron formar parte de un proyecto muy grande y difícil de rechazar, pero mi intención era buscar trabajo en plantilla en alguna agencia. Y sí es verdad que hay oportunidades que no se pueden dejar pasar, aunque luego cueste más.
Creo que el mejor consejo que puedo dar es que hay que ser perseverante e intentar no caer en el desánimo, porque si no paras de intentarlo (¡pero con cabeza!), se puede vivir de esta maravillosa profesión. Además, es muy importante formarse continuamente, ya sea con talleres, cursos o eventos de traducción, por ejemplo. Seguro que me he dejado muchas cosas más en el tintero, pero mi correo y mi LinkedIn están abiertos a cualquier duda. ¡Mucha suerte!
Una semana más, gracias a todos por participar y por leernos. Hasta la próxima.
Esta semana contamos con el testimonio de Carmen María González Morales, egresada de la Universidad de Córdoba, que ha hecho de todo un poco y tiene muchas ideas que darnos. Le cedemos la palabra.
Me llamo Carmen María, tengo casi 25 años y, aunque actualmente vivo en Salamanca, soy cordobesa de los pies a la «cabesa». Mi pasión por los idiomas, la comunicación y las relaciones interculturales, desde que tenía 12 años, me condujo directamente al mundo de la traducción. Así fue como en 2012 entré en el Grado de Traducción e Interpretación de la Universidad de Córdoba y, cuatro años después, me embarqué en un Máster de Traducción y Mediación Intercultural en la Universidad de Salamanca.
En este máster, tuve la oportunidad de realizar unas prácticas como gestora de proyectos para la revista de la universidad y, a pesar de todo el agobio y problemas que tuve que solventar, descubrí que me apasionaba el trabajo. Las tareas de organización, la negociación con los clientes, la resolución de problemas en el equipo, la gestión de terminología y los plazos de entrega ajustados me hacían sentir muy realizada, a la par que me obligaban a aprender constantemente. Fue entonces cuando decidí especializarme en Gestión de Proyectos con un curso a distancia en Cálamo y Cran.
Antes de terminar la
universidad, empecé a buscar trabajo a la misma vez que estudiaba, ya que para
mí era muy importante tener una primera toma de contacto con el mundo real
antes de salir al mercado laboral. Me postulé a todas las ofertas que
encontraba interesantes y realicé varias entrevistas fructíferas, pero las
condiciones que me ofrecían no se adaptaban a mis necesidades. Siempre recibía
la misma respuesta: «Nos gusta tu perfil, pero no tienes experiencia. Podemos
ofrecerte un contrato de prácticas». ¿Estaba dispuesta a trabajar 8 h al día
durante 6 meses o 1 año sin poder llegar a fin de mes? En ese punto de mi vida,
necesitaba un trabajo y conseguir experiencia, pero también ser independiente
y, aunque eran ofertas tentadoras, decidí no aferrarme a opciones que no me
llenaban.
Tras mes y medio recibiendo respuestas desalentadoras, me di cuenta de que me había estancado y que tenía que replantearme la situación. Fue entonces cuando surgió en mi cabeza la idea de ser autónoma. Si había conseguido que varias empresas se fijaran en mi CV, ¿por qué no lo iban a hacer también mis potenciales clientes? Así fue como dos semanas después de terminar la universidad, conseguí mi primer proyecto. Ya han transcurrido casi dos años desde aquel momento y, a día de hoy, sigo trabajando como traductora y gestora de proyectos autónoma. Aún me queda mucho camino por recorrer y muchos sueños por cumplir, pero, a pesar de todos los momentos malos que han venido y que vendrán, ahora tengo una seguridad en mí misma que nunca antes había tenido.
Basándome en mi breve,
pero intensa experiencia, me gustaría dejaros los consejos que más habría valorado
cuando empecé:
Lo más importante desde mi punto de vista es que tengáis claro a qué queréis dedicaros. Aunque parezca una tontería, conozco a muchas personas que no consiguen encontrar un trabajo en el que se sientan realizadas y valoradas. Si no lo tenéis claro, no pasa nada, a veces hay que probar diferentes opciones hasta encontrar la adecuada. Yo misma trabajé en una academia tres meses, a la misma vez que traducía, y me sirvió para darme cuenta de que la formación no era lo mío. La pregunta es: ¿dónde os gustaría estar dentro de 5 o 10 años?
Me gustaría hacer hincapié en algo a lo que, quizás, no se le da tanta importancia: el diseño de uncurrículum original. Vivimos en un mundo lleno de posibilidades, pero también de muchísima competencia. Por tanto, tenemos que esforzarnos lo máximo posible para diferenciarnos de los demás. Como gestora de proyectos autónoma, recibo varios currículums al día y he visto muy pocos que me hayan llamado la atención. Yo dediqué muchas horas de trabajo a la creación de mi propio CV. Busqué miles de ideas y, cuando tuve en mente lo que quería, me puse manos a la obra. Tengo que decir que más de una vez me han felicitado por él y, por esta razón, os recomiendo invertir dinero en un especialista si vosotros no podéis o sabéis hacerlo. Se trata de una inversión de futuro.
Buscad prácticas en empresas en plantilla o en remoto, haced voluntariados como traductores o traducid libros por pasión. Adquirid experiencia antes de terminar los estudios y os aseguro que os dará muchísimas más posibilidades y seguridad en vosotros mismos. En mi caso, opté por realizar una mentoría con una profesional fabulosa, Marián Amigueti, que ahora se ha convertido en una increíble amiga en la que sé que siempre puedo confiar. Ha sido una de las personas que más seguridad me ha aportado, ya que, desde el principio, estuvo encantada con mi forma de trabajar. Fue el empujón que necesitaba para darme cuenta de que este era mi futuro.
Intentad formaos todo lo que podáis, durante la universidad
y cuando estéis trabajando. El saber no ocupa lugar. La traducción es una
profesión que no solo se aprende con la experiencia, sino que requiere una
formación constante. Tampoco está de más que os mantengáis informados de las
nuevas tecnologías y de la evolución de nuestro sector.
Si podéis, aprended marketing, sobre todo, si queréis ser autónomos. Saber vender nuestros servicios o a nosotros mismos es fundamental hoy en día para conseguir clientes, para encontrar trabajo en cualquier empresa o incluso en nuestra vida personal. Entender cómo funcionan otras marcas puede ayudarnos a adaptar nuestro negocio y diferenciarnos de la competencia.
Por último, pero no menos importante, creo que el principal consejo que os puedo dar es que creáis en vosotros mismos y que nadie os diga que es imposible o que no podréis hacerlo. Los sueños también se cumplen y os animo a que luchéis por ellos. Mucha suerte a todos y no dudéis en poneros en contacto conmigo en mi correo electrónico o LinkedIn si creéis que puedo ayudaros en algo más.
Gracias, Carmen, por el testimonio tan completo. Como ya sabéis, los comentarios y mi correo están abiertos para vuestras consultas y testimonios. ¡Hasta la próxima!
Tras el parón de San Juan, volvemos a la carga este lunes con dos testimonios más. ¡Y ya van ocho entregas! Hoy nos acompañan Cristina Zuil y Rosana Esquinas. ¿Qué nos contarán? Preparad papel y lápiz y vamos allá, porque el verano es el momento ideal para parar un poco, tomar aire y coger ideas.
Soy Cristina Zuil, graduada en Lenguas
Modernas y Traducción y estudiante del último año de la simultaneidad con
Estudios Ingleses que oferta la Universidad de Alcalá. Además, llevo un año
trabajando en el ámbito de la traducción; estoy especializada en literaria y
audiovisual (páginas web). Voy a intentar daros una serie de recomendaciones
desde mi experiencia.
Mi primer consejo para alguien que esté terminando la carrera de Traducción es que se ponga las pilas en las prácticas. No solo lo digo yo, lo he escuchado muchas veces. En algunas ocasiones, pensamos que son un mero trámite para terminar el grado, pero conozco un montón de estudiantes que ha seguido trabajando para la empresa una vez finalizadas. En mi caso, las hice con la autora de este blog y a día de hoy sigo colaborando con ella en algunos proyectos. Supongo que no las hice tan mal, después de todo.
Mi segundo consejo es que hay que moverse. Ir a congresos, charlas, conferencias… De esta manera, conoces a una gran variedad de profesionales del gremio que te pueden ayudar directa o indirectamente. Por ejemplo, yo he tomado prestados algunos truquitos para mejorar mi manera de trabajar al escuchar cómo lo hacían los demás. Además, lo mejor de estos encuentros es entrar en contacto con opiniones que suelen ser positivas con respecto a la profesión, contradiciendo muchas veces a las de nuestro entorno. Eso, y hablar de cosas frikis sin necesidad de contenerse, como el amor por la lengua o la rabia que da ver carteles sin revisión.
Por otra parte, hay que seguir formándose. Aunque salgamos de la carrera pensando que ya tenemos todos los conocimientos necesarios, hay que seguir curioseando y leyendo sobre la especialización que os guste. De esta manera, estaréis en constante contacto con el mercado y hará que os deis cuenta de si realmente es tan genial como parece o si deberíais buscar otro campo.
Por último, aunque no menos importante, hay que saber promocionarse. Como María Galán ha comentado en alguna charla, todo vuestro entorno tiene que saber que sois traductores, incluso el pescadero o el vecino del 4.º. Así he conseguido yo uno de los clientes con los que trabajo, a través de contactos. Además, debéis tener en cuenta que, muchas veces, no conseguir un trabajo no depende de vuestra valía, sino de haber llegado tarde. Con esto quiero decir que, aunque no os cojan para un proyecto, no hay que perder la autoestima porque a lo mejor no tiene nada que ver con vuestra manera de traducir. Por otro lado, hay veces que os seleccionan y, según vais colaborando con el cliente, os vais percatando de que no merece la pena porque prácticamente estáis pagando por trabajar. En ese caso, es mejor darse la vuelta y seguir buscando.
Espero que nos vaya a todos bien en este mundillo. Como última puntualización, si tenéis ganas, no perdáis nunca la esperanza.
Podéis hablar con Cristina por Twitter y por correo o encontrarla también en LinkedIn.
Cuando nos enfrentamos a una
etapa nueva es inevitable sentir una mezcla de emoción y miedo, pero creo que
cuando tienes claro a qué te quieres dedicar, siempre es fácil encontrar la
motivación. En mi caso, mi interés por la lectura me llevó al grado de Traducción
e Interpretación, pero una vez allí descubrí todas las posibilidades laborales
que te ofrece esta profesión. En esto me gustaría hacer hincapié, puede que
tengamos un objetivo claro, pero, ¿por qué no disfrutar del resto de
posibilidades? Cuando se acercaba el final, solo pensaba en lo difícil que es
acceder al mundo editorial, está claro que todos queremos especializarnos, y
estoy segura de que con el tiempo sucederá; pero no podemos cerrarnos a
trabajar con textos de otros campos.
Después del grado, me matriculé en el Máster de Traducción Editorial de la Universidad de Murcia, donde pude conocer los entresijos del mundo editorial, pero pasó algo que no me esperaba: me interesé por el mundo de la investigación y por esto, este año he comenzado mis estudios de doctorado que combino con la traducción, posedición y transcripción y trabajando como examinadora de español para extranjeros. Durante este primer año de novedades, trabajé como profesora de inglés para tener un buen colchón de ahorros y poder lanzarme al mundo autónomo.
Siguiendo los consejos de la
clase de marketing que impartió Xosé Castro en el máster, mandé mi currículum no solo a agencias de traducción, sino a todas las
empresas que tenían banderitas en su página web. ¡Si la web está en varios
idiomas, quiere decir que podrían necesitarnos! Y así fue, mi primer encargo
fue un proyecto de traducción y transcripción de inglés y alemán enmarcado en
el mundo de LaLiga. No me creía que estuviera traduciendo entrevistas de tantos
futbolistas que había visto en televisión, sin tener yo el más mínimo interés
por otro deporte que no fuera el yoga o el pilates. Después de ese, fueron
surgiendo más proyectos.
Al principio, me puse una regla: si es la primera vez que
me escriben, intentaré sacar el tiempo de donde sea para aceptar el encargo.
Y funcionó, después del primer encargo, la mayoría de veces vuelven a contar
contigo si están contentos con tu trabajo y es una buena forma de fidelizar
clientes. A raíz de esos encargos, he descubierto que puedo traducir textos
sobre marketing y software, que la posedición puede ser tu amiga y que las
transcripciones también existen.
En definitiva, áreas que no me habría planteado nunca y en lo que me interesa seguir trabajando y formándome, razón por la que este año empecé a cursar el máster de Traducción Audiovisual del ISTRAD, pero a distancia y a tiempo parcial. En cuanto a iniciarse en el mundo editorial, mi consejo es que no mandéis solamente vuestro currículum, reciben cientos y será más efectivo si les enviáis un informe de lectura donde hacéis una propuesta editorial que encaje en su catálogo y lo acompañáis de una muestra de traducción. Por eso es importante que os estudiéis bien el catálogo de la editorial que os interesa, ¿encaja vuestra propuesta en esa editorial? Otro aspecto positivo a incluir en el informe de lectura es que investiguéis si el país de origen de esa publicación ofrece subvenciones para traducir su literatura. Esta información es muy golosa para las editoriales, países como Alemania ofrecen subvenciones para promover la traducción de obras en lengua origen alemán. Así fue como conseguí mi primer encargo editorial.
Como veis, todo es posible con
esfuerzo y una pizca de suerte. Si bien es cierto que a veces el proceso de
enviar currículums es desesperante, aunque no nos contesten y decaiga el ánimo,
ya saben que existimos y no es la primera vez que de un currículum que mandé en
agosto, me encargaron una traducción muchos meses después. Si tuviera que
hablar de algún aspecto negativo, subrayo el tema de los plazos de pago, aunque
te sorprenda, hay agencias que pagan a los 60 días de emitir la factura, algo
que, según me han dicho, no es del todo legal. En esta profesión hay que batallar
mucho por hacernos valer y pelear por nuestros derechos, queda mucho por hacer,
pero con constancia todo se consigue.
Así que mi consejo sería que no os desaniméis, tenemos una formación buenísima, muchísimas opciones de seguir especializándonos, un montón de asociaciones y un ambiente de buen rollo y compañerismo en redes y congresos con los que cargar pilas y seguir aprendiendo. Hay vida después de la carrera, ¡te lo aseguro!
Rosana está en Twitter, pero podéis escribirle también por correo y darle un toque por LinkedIn.
«Hay vida después de la carrera», dice Rosana, y así es aunque en un principio lo veamos más negro que rosa. Lo que pasa que, como todo en esta vida, la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar hay que trabajar, ser constante y, además, tener una pizquita de suerte.
Las dos compañeras hablan del factor humano —estar en contacto con otros traductores, de tejer una buena red de contactos y asociarse—, pero también de seguir formándose. Ambos son esenciales. Aunque nos parezca un trabajo solitario (al fin y al cabo traducimos solos en casa, en la biblioteca o tal vez en el coworking), necesitamos relacionarnos con otros compañeros no solo por si nos cae trabajo, sino para aprender cosas y enriquecernos mutuamente.
Y, por otro lado, la importancia de la formación continua se explica sola. No podemos dar la espalda a los nuevos cambios ortográficos, a los nuevos programas de traducción asistida o demás aplicaciones que nos pueden facilitar un poquito más la labor. Traducir de un modo eficiente es utilísimo; el tiempo es oro, ya sabéis.
Y para no robaros más tiempo, lo dejamos por hoy. La próxima semana, más. Si queréis dejar vuestro testimonio, ya sabéis que tenéis la sección de comentarios abajo o podéis escribir a: info@las1001traducciones.com.
Mientras, podéis deleitaros con los que ya hemos ido publicando:
¿Pensábais que esta semana no tocaban testimonios? Meeeec, ¡error! Pero recuperarse de la Feria del Libro cuando llevas meses sin salir de la traducueva cuesta lo suyo. Bueno, al grano, hoy nos acompañan Estíbaliz Montero, Juan Rivera y Elisa Manzanal, que nos cuentan de todo un poco. ¡Al lío!
Durante los meses finales de mis posgrado en Traducción Audiovisual, empecé a ponerme nerviosa. Mi periodo como estudiante llegaba a su fin, y por extensión, mis prácticas extracurriculares también. Sabía que estaba haciendo un buen trabajo en las prácticas, pero, como en muchos sitios, concedían pocos recursos a la traducción y solo contrataban becarios. De modo que entré en pánico y empecé a enviar correos como una loca, principalmente a editoriales y a academias de inglés o de ELE. Pocos me contestaron. Y todas las respuestas fueron negativas. Amables, pero suponían un rechazo tras otro. De momento no necesitaban a nadie. Eso los que contestaban. ¿Por qué el resto no lo hacía? Me había tomado el tiempo de investigar las empresas a las que había enviado el currículo. La mayoría de los correos los había dirigido a una persona en concreto y había personalizado al máximo mi solicitud con la información recopilada. ¿No era eso lo que se suponía que debía hacer? Pero ya me había topado de lleno con aquello de lo que llevaban advirtiéndome muchas voces más experimentadas que yo: en el mundo de la traducción, hacerse un hueco es difícil. Solo quedaba una opción: insistir, insistir e insistir. Hice un Excel kilométrico con editoriales y direcciones de contacto. Pregunté por Twitter a algunas editoriales a que correo de contacto podía dirigirme. Solo una me contestó. Pero bastó con esa.
Tras una prueba de traducción, antes de terminar el año ya había traducido dos novelas. Y no solo eso, con el paso del tiempo, gente a la que había enviado el currículo hacía meses me llamaba para ofrecerme algún que otro puesto como profesora a tiempo parcial. Aquello me ayudaría a ganar cierta estabilidad mientras seguía buscando clientes de forma autónoma, de modo que acepté uno de los empleos y tuve que ir rechazando las llamadas siguientes, algo que nunca me había imaginado que haría.
Pero la conclusión que saqué fue que no había sido en vano enviar todos aquellos correos. Lo ideal habría sido que me contestaran de forma más o menos inmediata, pero por lo menos parecía que la gente guardaba mi currículo.
Ese conocimiento me mantuvo enviando más correos y correos, comunicándome por redes sociales y plataformas de trabajo hasta que al final, seis meses después de finalizar mis estudios, logré algo relativamente difícil: un puesto fijo de traductora en una gran empresa. Es un puesto que me está permitiendo formarme en el manejo de herramientas que en la carrera no me habían enseñado, pero que son prácticas en la realidad, como por ejemplo InDesign. Con la seguridad y estabilidad que me da un puesto fijo, sigo investigando empresas y editoriales y mandando tantos correos como puedo. Al final, alguno dará sus frutos.
Y eso es lo que he aprendido de momento: hay que tener ganas, insistir, emplear con inteligencia las redes sociales, crearse una web propia si es posible, no rendirse, mantener el entusiasmo por la profesión que amas e insistir, insistir y volver a insistir. Es duro, y tengo claro que seguirá siéndolo, pero el sueño de mi vida siempre había sido traducir libros y cuando veo mi nombre impreso en mis ejemplares justificativos, sé que merece y merecerá la pena. ¡Ánimos a todos!
Encontraréis a Estíbaliz en su web o en su perfil de LinkedIn.
Me gradué en Traducción e Interpretación en 2017, por la Universidad Pontificia de Comillas. En la carrera tuve la suerte de poder hacer prácticas dos años (en 3.º y en 4.º) en empresas diferentes. Esto me enseñó mucho de los distintos campos de la traducción, sobre todo jurídica y económica, aunque mis intereses estaban más enfocados a traducción literaria, audiovisual y publicitaria. Desde antes de graduarme ya estaba buscando trabajo en el campo de la traducción, aunque sin mucho éxito.
Poco después de egresar, uno de los profesores que nos dio clase nos envió dos ofertas de trabajo, a las que presenté currículum sin dudarlo. De esas dos, solo recibí una respuesta: una empresa de traducción de Guadalajara buscaba formar un equipo de trabajo ad hoc para un proyecto de posedición muy grande. Me enviaron la prueba y la superé, y estuve trabajando con ellos durante el verano bajo contrato, en sus oficinas de Guadalajara. Después del verano continué trabajando con ellos, pero esta vez como colaborador autónomo y desde casa. La tarifa era muy baja, pero con el volumen de trabajo que nos mandaban cada semana se lograban unas cifras decentes al final del mes. Mi principal dificultad fue conciliar el trabajo (que me quitaba muchas horas a la semana) con el Máster en Traducción Literaria que acababa de empezar. Estuve colaborando con esta empresa (en unas condiciones cada vez peores) hasta marzo de 2018.
Mis siguientes trabajos me llegaron a través de conocidos o de recomendaciones; sin embargo, no he dejado de enviar currículos a todas las ofertas que puedo (siempre y cuando sean decentes). En 2018 se publicó mi primera traducción editorial: la introducción de un libro de historia del pensamiento económico, para cuyo autor (un catedrático de dicha materia) había traducido otros textos también.
Mi último trabajo ha sido una
prueba de traducción en un estudio de doblaje en el que he estado de prácticas
este curso, durante el Máster en Traducción Audiovisual y Localización.
Hoy en día estoy más centrado en mi máster, pero sigo buscando trabajo en traducción y posedición. Aunque mis intereses principales siguen siendo la traducción audiovisual y la literaria, hoy por hoy solicito trabajo para traducir cualquier tipo de texto, siempre y cuando me vea capacitado para ello.
Voy a hablar un poco sobre la importancia de hacer prácticas en una agencia de traducción. Estudié Lenguas Modernas y Traducción y, posteriormente, hice el Máster en Traducción Profesional en la especialidad de Traducción Jurídica. Una de las cosas buenas que tuvo el máster fue que era obligatorio realizar prácticas externas en una agencia de traducción. Supuse que me iban a asignar una empresa dedicada a la especialidad que yo había elegido, pero no fue así. Me asignaron una empresa dedicada, principalmente, al sector de la traducción especializada científico-técnica. En un primer momento pensé: «¿Cómo voy a hacer prácticas en una empresa de este ámbito si no he traducido apenas nada de medicina ni de automoción?».
Bueno, pues lo hice y fui capaz. Gracias a la ayuda de mi tutora de prácticas de la empresa, Sonia Tirado Gómez, y a todo el proceso de documentación relacionado con esta área especializada, he podido superar barreras y retos que veía imposibles. Tanto fue así, que hoy en día sigo trabajando en plantilla en la misma empresa en la que comencé las prácticas y el área de traducción que más me gusta es la traducción del ámbito biosanitario. ¿Quién me lo iba a decir cuando salí de la carrera pensando que me iba a dedicar a la traducción jurídica?
Desde mi experiencia, considero que hacer prácticas en una agencia de traducción tiene un gran impacto en nuestra formación como traductores profesionales. Con esto no digo que no hacer prácticas signifique que un traductor no sea profesional o no sea bueno. Conozco a muchos traductores que no hicieron prácticas y que hoy son unos traductores excelentes. Pero, al ver mi situación, es algo que considero muy recomendable e importante, puesto que salimos de la carrera o del máster como «pollos sin cabeza» con mucha teoría, pero sin saber muy bien cómo aplicarla.
Cuando terminé la carrera y el máster no sabía cómo se utilizaban correctamente las herramientas de traducción asistida (TAO), cómo elaborar glosarios en herramientas de gestión terminológica, cómo desarrollar medias reales palabras-calidad-productividad, etc. Y gracias a estas prácticas, he podido obtener una gran cantidad de conocimientos nuevos que me han dado la posibilidad de continuar formándome y crecer como traductora profesional. También he podido aprender cómo es el proceso de la gestión de proyectos (qué hace el gestor de proyectos, cómo debemos comunicarnos con los clientes, cómo calcular el coste de un proyecto…), así como aprender de otros compañeros traductores y revisores que contaban con más experiencia que yo.
Conclusión: recomiendo hacer prácticas externas, estén o no incluidas en el plan académico de la carrera o máster. Y aunque las prácticas que vayamos a hacer no estén particularmente relacionadas con la especialidad que nos gusta, no debemos rechazarlas en absoluto. SIEMPRE vamos a aprender cosas nuevas que nos van a aportar aspectos positivos para nuestra carrera profesional. Incluso a la larga, si les gustas, pueden contactar contigo para mandarte trabajo si eres autónomo. Nunca sabemos cómo ni dónde vamos a acabar trabajando, por lo que si se nos presenta una oportunidad, no debemos dejarla escapar.
Elisa, un amor de compañera (lo sé de buena tinta porque la conocí en la feria), os atenderá encantada por correo o LinkedIn.
¿Qué os han parecido? Me han gustado estas tres porque inciden en cosas distintas pero esenciales. Estíbaliz tiene muchísima razón al recordarnos que hay que insistir. A veces es descorazonador no recibir respuesta, pero hay que seguir al pie del cañón. Llevar un registro de los clientes a los que enviamos nuestros datos es imprescindible. Pasado un tiempo, si no ha habido respuesta y, por ejemplo, tenemos una línea de experiencia más o hemos terminado un curso, podemos volver a escribir con nuevos datos. Como se suele decir, el no ya lo tenemos, ¿verdad?
Además de enviar CV, Juan habla de los encargos que llegan a través de conocidos y compañeros. ¡Qué importante es hacerse una buena red de contactos! Decimos muchas veces que todo el mundo debe saber que somos traductores y así es. Tal cual. Con el paso de los años, muchas de las ofertas de trabajo me han llegado por conocidos que saben a lo que me dedico, por compañeras de la facultad que ahora son gestoras de proyecto, por editores de mesa que han pasado mis datos a otros, por compañeros que no pueden ocuparse de un encargo y me lo pasan, etc. En fin, si trabajas bien, el boca-oreja es bueno y eso funciona mucho mejor que una llamada a puerta fría, desde luego.
De Elisa me quedo con su reflexión final: «Nunca sabemos cómo ni dónde vamos a acabar trabajando, por lo que si se nos presenta una oportunidad, no debemos dejarla escapar». Efectivamente. Y creo recordar que en la feria lo comenté a varios estudiantes. Es verdad que se insiste mucho en que nos especialicemos, pero debemos estar abiertos a otras posibilidades. Podemos acabar en una rama que no teníamos contemplada pero en la que somos muy buenos… y nos gusta. Así pues, ¡no os cerréis puertas!
Y hasta aquí los testimonios de hoy. Espero que os hayan gustado. Como siempre, gracias por participar, por leer y, ya sabéis, si queréis dejar la vuestra: los comentarios o mi correo os esperan. ¡Hasta la próxima!
Esta semana nos esperan dos testimonios muy completos. Preparaos un cafelito o un té o un zumo y acompañad a Karla Toledo e Iván Fraile en sus primeros pasos en el mundo de la traducción.
Estudié Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca (USAL). Cuando yo entré en la carrera, aún era una licenciatura, o sea, duraba cuatro años, pero, en mi caso, se convirtieron en cinco por una razón muy sencilla: en cuarto me fui de intercambio a Japón con una beca; a la vuelta me quedaban todavía asignaturas troncales y optativas por cursar. En aquella época, la USAL no tenía aún japonés en la combinación lingüística de TeI. Aproveché los créditos de libre elección para matricularme en las asignaturas de lengua japonesa que ofrecían en la Facultad de Filología, con la idea de aprender un idioma «exótico» que pudiera ser un as en la manga el día de mañana. Además, nuestros estudios no existen en Japón, de ahí que mi año de intercambio lo pudiera convalidar únicamente por libre elección.
Recuerdo
que, en aquel entonces, ya había profesores que recitaban el famoso discurso de
que es difícil vivir únicamente de la traducción o la interpretación, por no
decir imposible. Lamentablemente, quienes estudiáis TeI ahora sabéis
perfectamente de lo que hablo, pero también podéis ver, gracias a este blog y
las redes sociales (entre otros medios), que eso no es del todo cierto ;).
En 2008, cuando terminé la carrera, tenía muy claro cuál sería mi siguiente paso: volver a Japón. Llevaba cinco años estudiando japonés, pero, después de haber estado de intercambio en Tokio, sabía que aún me quedaba mucho camino por recorrer si realmente quería trabajar con el japonés, y no solo con el inglés y el francés, mis lenguas B y C en la licenciatura, respectivamente. Aprovecho para comentar que yo había decidido estudiar TeI porque quería ser intérprete de conferencias, principalmente (en la USAL tenían un itinerario específico de interpretación); sin embargo, el japonés cambió completamente mis planes. Con esto lo que quiero decir es, básicamente, que podéis cambiar de opinión, tanto durante la carrera como después. No todo el mundo tiene por qué seguir el mismo camino, ya sea por cuestiones personales o profesionales. Yo iba para intérprete, pero ahora trabajo como traductora de artículos divulgativos sobre Japón; de manga y de novela; de audiovisual… De vez en cuando, interpreto, pero en cabina inglés-español-inglés (es una combinación con poca demanda en Japón, pero suele haber trabajo varias veces al año). Además, hago cosas que no están tan relacionadas con la traducción, como locutar en radio y hacer narraciones para libros de texto, por ejemplo.
El caso es que volví a Japón, donde compaginé mis estudios de lengua y cultura japonesas con la enseñanza del español durante cuatro años. En ese tiempo, también pude trabajar como traductora y revisora de inglés a español, y como correctora de traducciones del japonés al español hechas por traductores no nativos (japoneses). En 2011, un amigo me recomendó para una empresa con la que él colaboraba, así que decidí lanzarme a la piscina y hacer la prueba de japonés-español; la pasé. De hecho, sigo trabajando con esa empresa a día de hoy. Un año más tarde, hice el examen para ser traductora y locutora en la sección de español del servicio internacional de la radiotelevisión japonesa, un trabajo que, dicho sea de paso, me llegó gracias a otro contacto. Y esto me lleva a otra de las cosas que me gustaría contaros: los contactos son muy importantes. Eso que se dice en nuestro gremio de que hay que hacerle saber a todo el mundo a qué os dedicáis es totalmente cierto. A lo largo de estos años, el 80 % del trabajo me ha llegado por mediación de otros traductores e intérpretes (¡GRACIAS!), e incluso de personas que no tienen nada que ver con la profesión pero que se han acordado de mí cuando alguien buscaba traductor. Por eso, siempre que me ofrecen algún encargo que yo no puedo coger, por el motivo que sea, procuro pasárselo a alguien; también les envío ofertas de trabajo a compañeros cuyo perfil considero que se puede adecuar a lo que una determinada empresa o particular esté buscando.
Por último, me gustaría comentaros que ahora mismo estoy redactando el TFM de mi primer —y puede que último— máster, el de Traducción Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona. Como veis, no todo el mundo cursa uno nada más terminar la carrera. Yo, por ejemplo, lo empecé en 2017, casi diez años después de licenciarme. Tenía tiempo y dinero para permitírmelo, algo que, modestia aparte, me llena de orgullo (y satisfacción). En su momento, decidí especializarme en una combinación lingüística «rara»; creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida… y de las más aleatorias (con 17 años, realmente no tenía ni idea de a dónde me llevaría todo esto). Si hay alguien al que le interese orientar su carrera de esta forma, estaré encantada de darle más detalles y consejos.
Karla os atenderá por Twitter y por LinkedIn, si os apetece.
Mi historia se remonta a hace relativamente poco. En 2015 finalicé mis estudios del grado en Estudios Ingleses. Al contrario que gran parte de profesionales, mi formación universitaria fue de Filología inglesa, y no de Traducción e interpretación, y aprovecho para recalcar que sí: cualquiera que se gradúe en alguna filología puede acabar dedicándose a la traducción, siempre y cuando siga formándose y especializándose, por supuesto. Así que mi caso en concreto tal vez pueda servir de cierta ayuda y guía a aquellos graduados o universitarios que estén cursando un grado diferente al de Traducción e interpretación. O, como mínimo, puedan sentirse más identificados.
Terminé el grado con ilusión, todo lo contrario de lo que había sido en años anteriores, puesto que había ocasiones en las que se me hizo muy cuesta arriba en lo que a motivación se refería; en ocasiones sentía que no avanzaba, que no aprendía mucho, e incluso llegaba a dudar de si hice bien en escoger esta carrera, pese a que hubo bastantes asignaturas que disfruté mucho. Por ello, tardé más de la cuenta en finalizar el grado, pero todo ocurre por una razón y no todos debemos llevar el mismo ritmo, claro está. Sin embargo, al final la cosa fue a mejor; sobre todo en el último año, cada vez tenía más ganas de comerme el mundo, de meterme en el mundo de la traducción de lleno, ya que mi único contacto con la traducción hasta 2015, quitando mi práctica personal por mi cuenta, solo había sido una asignatura del grado, de traducción y lingüística contrastiva, y el TFG, en el que investigué y analicé varias traducciones audiovisuales.
Sin embargo, tardé un poco en decidir qué hacer a continuación. Y esto no es malo; es importante saber qué se quiere hacer, y más si se opta por posgrados o un máster. Estuve un año sin estudiar, pero, además de no dejar de lado la práctica de traducción para estar aún más preparado para mi siguiente paso académico, hice una investigación a fondo de lo que tenía a mi disposición y, frente a cualquier duda, escribí a varios traductores profesionales en busca de cierta orientación y consejo. Busqué, busqué y busqué, hasta que encontré muchas opciones diferentes: varios másteres en traducción audiovisual, dos a distancia y uno presencial, muchos cursos sobre traducción, especializados en diferentes modalidades, algún que otro máster en traducción editorial, literaria… Barajé las opciones que tenía, todo esto durante meses, y finalmente me decidí por el máster en traducción audiovisual de ISTRAD. ¿Cómo lo decidí? Leyendo los programas de cada máster y curso y barajando lo que yo consideraba que me convenía más. El resto, cuestión de preguntar, nuevamente, qué opinión había sobre los másteres que más dudaba. Personalmente, recurrí a este porque su programa me gustaba ligeramente más que el de otros. Y no podría estar más contento con el resultado a día de hoy. ¡Ah! Y no dudéis de la eficacia de unos estudios a distancia; son igual de eficaces. A veces incluso más.
Finalicé el máster hace casi dos años y fue el año que más disfruté de toda mi formación académica. Su formación me pareció muy completa, aprendí muchísimo y su amplia oferta de prácticas con empresas resulta de lo más útil e inspirador a la hora de entrar en contacto con el mundo profesional. Durante el máster, realicé dos periodos de prácticas; uno, en una agencia de subtitulado, durante tres meses, en plantilla; otro, con una agencia de traducción audiovisual a distancia durante un mes. Ambas experiencias fueron diferentes y muy enriquecedoras; nuevamente, aprendí aún más. No cabe duda de que las prácticas son un paso esencial en la formación de un profesional de la traducción, ya que es con trabajo real con lo que más se aprende al fin y al cabo, y puede ser la clave para empezar a trabajar, ya sea como autónomo o en plantilla.
Incluso antes de finalizar el máster, empecé a recibir encargos de una de estas agencias y comenzó oficialmente mi etapa profesional como traductor autónomo y desde entonces no he parado de traducir, revisar y pautar subtítulos de películas, series, programas y documentales para diferentes ciclos de cine de Madrid, televisión y plataformas VOD (Netflix y Amazon Prime Video, principalmente). Como anécdota curiosa que puede motivar a los demás en cierto modo, justo en mi primer mes de autónomo recibí un encargo de traducción de una parte de mi serie de anime favorita; por supuesto, es el típico caso de llegar al lugar adecuado en el momento oportuno, pero para que veáis las vueltas que puede dar la vida. Con esta misma agencia tuve también la suerte de trabajar durante varios meses en plantilla como gestor de proyectos, subtitulador y revisor, etapa durante la que también aprendí muchísimo de mis compañeros, todos un encanto, y de todo el proceso que hay detrás de las traducciones. Volviendo al trabajo de traductor desde casa, afortunadamente, con sus más y sus menos, ningún mes he dejado de recibir trabajo, aunque es inevitable que haya meses de menos actividad, sobre todo al principio. Pero con ganas, perseverancia, mimo y pasión, se puede con todo. Y por supuesto, se nota. Al principio recibía menos encargos; no había hecho más que empezar, pero conforme pasaban los meses, cada vez recibía más trabajo, hasta que llegó un punto en el que tenía un flujo de trabajo de no parar semana tras semana. Se acaba formando un vínculo de confianza mutua entre traductor y agencia. Aun así, sigue habiendo meses que, inevitablemente, hay menos trabajo. Esto a veces puede generar bastante preocupación si a finales de mes notamos una disminución destacable de ingresos, pero al final, siempre acaban llegando meses de más curro.
Y claro, ojo. No todo es coser y cantar en cuanto uno se da de alta de autónomo y recibe encargos de algún cliente. Es una profesión que consiste en no parar de moverse. Hay que estar en una constante búsqueda de clientes, de agencias con las que colaborar. Dentro de un mes hago dos años como traductor autónomo y esto, para mí, sigue siendo así; he pasado de recibir trabajo de un solo cliente a recibirlo de dos. Pero, de nuevo, no hay que desistir. La búsqueda de clientes es dura y frustrante; no es fácil. La mayoría de veces no recibimos respuesta a ese correo electrónico que tan bien hemos redactado y en el que tan bien nos hemos vendido; otras veces, aunque obtengamos respuesta, la cosa no da más de sí y no volvemos a saber más; y a veces, incluso tenemos la suerte de que la agencia en cuestión acepta colaborar con nosotros y nos introduce en su base de datos, pero de ahí a que podamos recibir algún encargo puede pasar mucho tiempo. En este sentido, de la mano de la perseverancia, hace falta mucha paciencia, puesto que es un proceso largo mediante el que no se ven resultados inmediatos, pero poco a poco, todo trabajo da sus frutos, y el de la búsqueda de clientes no es menos. Por desgracia, no hay ninguna fórmula mágica para conseguir más clientes una vez que se está metido en el mundillo, más allá de insistir, insistir e insistir, además de presentarse debidamente y destacar los puntos en los que podrías llamar la atención de las agencias para que se interesen en ti, así que os animo a todos a no rendiros nunca en vuestra búsqueda de clientes. Y es que, a pesar de sus dificultades, una cosa está clara: es una profesión preciosa.
En lo de moverse también entra la formación: el saber no ocupa lugar. Siempre podemos aprender más, siempre podemos especializarnos aún más en algo, por mucho que hayamos hecho un grado, un máster y varios cursos, siempre quedará algo en lo que podamos meternos de lleno para, en algún momento, recibir más trabajo, que de esto va todo al final. En lo personal, hace poco he comenzado un curso de Trágora, el de traducción para plataformas VOD, impartido por la tutora Alba Mas, con el que aspiro a profundizar en mis conocimientos ya asentados de la traducción audiovisual y practicar la traducción para doblaje y voz superpuesta, especializándome también en estas modalidades, ya que, hasta ahora, mi experiencia profesional en estos años se ha centrado sobre todo en el subtitulado.
Otro aspecto que considero importante son los contactos y moverse por círculos de traductores. En mi caso, desde que lo hago mediante redes sociales y correo electrónico, no me he sentido tan solo profesionalmente hablando. He podido hablar con compañeros de profesión de dudas, inquietudes, opiniones, experiencias… e incluso leer artículos o ver vídeos muy interesantes e instructivos. También va de la mano unirse a asociaciones, como ATRAE, de la que soy socio, en la que se intensifica aún más ese contacto interprofesional, así como asistir a charlas, reuniones, etc. Además, matas dos pájaros de un tiro: conoces a gente de tu misma profesión de quienes puedes aprender mucho y te abres frente al mundo; porque, oye, quién sabe dónde puedes encontrar a tu próximo cliente. Por lo tanto, otro punto importante en esta profesión es socializar.
En definitiva, nada es fácil, y esto se oye en nuestra profesión y en cualquiera, pero la clave está en seguir adelante, en no rendirse. ¿Que antes necesitas dedicarte a otra cosa por cualquier motivo? ¡Adelante! No te cierres puertas a nada. Si tu pasión y tu sueño es dedicarte a la traducción, ese día llegará si no te rindes y no lo dejas de lado, incluso aunque antes tengas que pasar por otras etapas. Es importante, además, no tener prisa, ya que cada uno avanza a su propio ritmo, y evitar las comparaciones con los demás, que pueden dar lugar a ligeras desmotivaciones: no, no y no. No sois menos que nadie por tardar más en formaros o en empezar como traductor ni en encontrar los suficientes clientes como para poder ser totalmente independientes. Así que, de verdad, os animo a todos a luchar por lo que queréis y a anteponeros ante cualquier situación. Tanto para los que sigáis formándoos o hayáis acabado el grado como para los que ya han puesto un pie en la traducción profesional: no perdáis nunca la esperanza y curráoslo siempre al máximo, porque todo llega y, al final, el resultado hará que todo por lo que pasamos previamente merezca la pena, ¡y con creces!
Además de Twitter, podéis encontrar a Iván por correo.
Menudos dos perfiles, ¿verdad? Son un ejemplo buenísimo de lo que se consigue con mucho trabajo y tesón… y con unos ritmos personales, un camino que no tiene que ser el que recorre todo el mundo. Me siento muy identificada con Karla en cuanto al máster. Siempre digo que aproveché bastante más mi máster de TAV tras unos años trabajando en esto; la experiencia que te dan los años hace que lo absorbas de otro modo. Con esto no quiero decir que no sirva de nada si se hace al terminar al grado, ¿eh?, pero que unos años de parón estudiantil no os impidan disfrutar de una formación reglada más adelante. Se aprovecha muchísimo.
En cuanto a Iván, ¿qué puedo añadir que no haya dicho ya? Sus reflexiones me parecen acertadísimas y son cosas que tanto desde este blog como en charlas y en foros varios se insiste mucho: formarse es importante, así como no tirar la toalla cuando no recibimos respuesta, asistir a jornadas de traducción, etc. Paso a paso y con buena letra se llega lejos.
Hasta aquí los testimonios de hoy, pues. Espero que os hayan gustado y os animen a seguir adelante. ¡Gracias, como siempre, a todos los que participáis y los que nos leéis!
¿Nos vemos en la Feria del Libro?*
*N. de la T.: Si estáis en Madrid este domingo día 16 de junio y os queréis pasar por la Feria del Libro, estaré en la caseta de ASETRAD, la número 15, de 12:00 a 14:00. ¡Pasad a saludar y hablamos un ratito de traducción!
Una semana más, volvemos con los testimonios de profesionales que llevan en esto unos pocos años. Arturo Pérez, Marta Llopis y Sara Castro nos cuentan hoy sus primeras veces en el apasionante mundo de TeI.
Mis andaduras en el mundo de la traducción comenzaron en el grado de Lenguas Modernas y Traducción de la universidad de Alcalá. Cuando comencé no tenía muy claro el camino que quería seguir. Interpretación me llamaba la atención, pero también la traducción literaria y audiovisual. Fue el tercer año lo que decidió la dirección que seguiría, al descubrir lo que era la localización.
Siempre me ha gustado trabajar con ordenadores, trastear con programas y archivos, y escogí la optativa de localización de software. Allí descubrí que muchos de los conocimientos que ya tenía sobre informática eran útiles y compatibles con lo que estaba aprendiendo de traducción. También aprendí que la localización era indispensable a la hora de trabajar en la industria de los videojuegos, lo que me interesaba particularmente. Esa fue la meta que me propuse por entonces.
En cuarto curso comencé a
preparar mi TFG centrado en la traducción de videojuegos y a buscar como especializarme
en estos temas. Encontré varios cursos de posgrado entre los que se encontraba
el máster en Informática Multilingüe y Localización de la Universidad de
Limerick, en Irlanda. Este me lo había recomendado en su día mi profesora de
localización, y nada más presentar mi TFG y recibir mis notas me inscribí en
él.
El máster duró un año y fue muy intenso, tanto los profesores como los compañeros eran gente brillante y aprendí muchísimo de localización, herramientas TAO y gestión de proyectos. Días antes de acabar mi TFM recibí una oferta de trabajo en una agencia de traducción como técnico de localización y herramientas de traducción. Para aceptarlo, me mude a Málaga. De esto hace ya tres años. Mis labores diarias en la empresa incluyen la gestión de proyectos, soporte, formar a los traductores…
Al trabajar en traducción, como todos los compañeros saben, formarse es una necesidad constante, y durante mi tiempo en la empresa aproveché para realizar cursos, estudiar idiomas y traducir para no perder la costumbre. Actualmente estoy estudiando el máster de Especialista en Traducción para la Industria del Videojuego en la Universidad de Vigo, gracias a que mi empresa me permite el teletrabajo. De este modo, sigo explorando los campos que me interesan de cara a posibles oportunidades futuras.
En mi caso, tuve mucha suerte y no hubo una pausa entre acabar mis estudios y encontrar mi primer trabajo (lo cual tiene su lado positivo y su lado negativo). Sin embargo, según mi experiencia, esto parece estar justificado. Hay vacantes de gestores de proyecto y empresas buscando a personas con la formación adecuada para ello.
No os voy a mentir: si os gusta traducir, lo echaréis de menos. Además el teletrabajo no es común en esta clase de puestos. Podríais tener que mudaros para aceptar un puesto. Por otro lado, en la gestión de proyectos tendréis la oportunidad de aprender sobre el funcionamiento de la industria desde otra perspectiva más amplia. Fundamentalmente lo considero un trabajo menos solitario, lo cual para algunos es otro punto a favor. Trataréis con clientes y traductores y desarrollaréis otras habilidades distintas que os pueden ser muy útiles también.
Desde aquí, me gustaría animaros a considerar esta alternativa a la hora de formaros. El gestor de proyectos, como el técnico de localización y otros trabajos similares siguen siendo puestos dentro de la industria de la traducción. Con esto, quiero decir que la experiencia que obtengáis seguirá siendo relevante para vosotros. Siempre podéis volver a la traducción habiendo trabajado como gestores, del mismo modo que nunca es tarde para redirigir vuestra carrera si ya sois traductores y os gustaría probar.
Creo que ya me he extendido demasiado con mi experiencia, espero que os pueda ser de utilidad a la hora de valorar vuestras alternativas. Si tenéis cualquier pregunta, podéis mandármela sin ningún problema a arturoenactivo@gmail.com o contactar conmigo a través de mi LinkedIn.
¿Y ahora qué? Acabas la carrera y no sabes qué hacer con tu
vida. ¿Trabajo? ¿Y si me meto a un máster? ¿Y cuál? La sensación de triunfo al
entregar el último examen se entremezcla con el miedo a la incertidumbre.
En mi caso, la incertidumbre era peor, porque mi lengua A era lengua de signos catalana (me va lo exótico) y la segunda el inglés, así que yo iba para intérprete. Pero como la vida es caprichosa, en 3.º me di cuenta de que a mí lo que me gustaba era traducir. Como ya sabía que a traducir se aprende traduciendo y aprovechando que la bolsa de la universidad aún era gratis para mí, me apunté a una oferta de prácticas y mira por dónde ¡me cogieron! Tres meses como revisora de textos jurídicos que me sirvieron para reforzar mi decisión de ser traductora.
Llega cuarto de carrera y termino los estudios sin saber qué hacer: ¿máster? ¿trabajar? Personalmente, no me sobraba el dinero para meterme a un máster al tuntún, por lo que me puse a trabajar de lo que me salía. De mientras que cogía experiencia, cada día, literal, miraba InfoJobs, LinkedIn y derivados, hasta tal punto que me aprendí las horas a las que se subían nuevas ofertas. Me planteé ser autónoma, y como tal, empecé a mirar también portales con ofertas de trabajo de #xl8 como TranslatorsCafé, ProZ, pero decidí que no era para mí. Por último, pagué por apuntarme como alumni a la bolsa de empleo de la universidad; tampoco era una barbaridad de dinero y pensé que igual algún día la inversión me rendiría al encontrar trabajo, y así fue. Allí encontré el puesto en una agencia de traducción en el que ya llevo tres años trabajando como traductora en plantilla.
Para finalizar, te diré que no hay un solo camino para ser traductor, trabajos tendrás muchos durante tu vida y todos te enseñarán algo que te servirá, por ejemplo, con la gestión y el contacto con clientes que suele ir asociada con nuestro oficio.
Cuarto de carrera es el año de las dudas en todas las facultades de TeI. Así estaba yo, empezando el último año y sin saber muy bien qué hacer después de una experiencia agridulce con algunas asignaturas y las expectativas deprimentes del sector que nos pintaba algún docente cenizo.
Una de las profesoras que sí estaba al pie del cañón invitó a una exalumna a hablarnos de las salidas después de terminar la ardua época en la que nos encontrábamos. Os destripo el final: esa exalumna ahora es mi jefa y una de las personas de las que más he aprendido a lo largo de mi trayectoria.
Unos meses después de esa charla, ahí estaba yo, delante de un ordenador en una oficina del centro de Madrid, acompañada por tres profesionales del sector y tecleando mi primera traducción fuera de las aulas. Mi primer día de prácticas también fue mi primer día en el mundo de la traducción. Empecé a gestionar proyectos, a hacer presupuestos, a buscar clientes, a traducir textos diferentes a diario (algunos resueltos mejor que otros) y, lo más importante, descubrí mi especialidad: la traducción audiovisual.
Ahora, dos años después y terminando el Máster de Traducción Audiovisual de la UAB, hago encaje de bolillos para compaginar el trabajo en plantilla con otras prácticas profesionales, esta vez en localización de videojuegos, con otra gran maestra del sector.
Como dice mi madre, a nosotros no nos regalan nada, así que no hay que quedarse de brazos cruzados y, sobre todo, no debemos conformarnos con lo que nos dan masticado en las aulas. En mi facultad, la TAV era la gran ausente — ¿qué es eso, se come? — y las prácticas tenías que buscártelas por tu cuenta, así que, si no hubiera tenido la iniciativa de buscar fuera, no habría llegado hasta aquí.
¡Sed inconformistas y luchad por lo que os apasiona, pequeños traductores!
Esta semana vemos unos caminos distintos. Arturo, por ejemplo, es ahora gestor de proyectos, algo que no se había planteado pero que surgió y le encanta. TeI tiene muchísimas salidas y no necesariamente nos vamos a dedicar a traducir. Abrirse a las muchas opciones que nos ofrece la carrera es muy importante: nunca sabes al final lo que te va a apasionar si no lo pruebas.
Por su parte, Marta incide en la importancia de buscar no solo donde siempre (ProZ, TranslatorsCafé), sino también apuntarse a las bolsas de empleo para exalumnos que ofrecen las universidades. ¿Os lo habíais planteado?
Y en cuanto a Sara, una palabra: iniciativa. No, no nos lo dan todo hecho y hay que empezar a moverse cuanto antes. Creo que es algo que muchos decimos a menudo, pero es imprescindible.
Y hasta aquí los testimonios de la semana. ¡Nos vemos muy pronto! Como siempre, si queréis dejar el vuestro, podéis hacerlo en comentarios o escribiendo a info@las1001traducciones.com. Gracias por participar y por leernos.
Esta semana son tres los compañeros que nos cuentan sus vivencias después del grado: Manuel Crespo, Cristina Esteban y Paula Barbero. ¿Queréis saber qué opinan de cursar un máster o hacer prácticas en agencia? ¡Seguid leyendo!
Quizá mi camino no sirva para ilustrar cuestiones concretas
acerca de cómo buscar clientes o qué hacer con el pago atrasado de una factura
en los primeros meses, pero creo que sirve para dar luz a un recorrido algo
diferente.
Cuando sales de la carrera, te asedian con la idea del máster, un asedio constante que te acaba por hacer creer que todo el tiempo que tardes en elegir un máster es tiempo que pierdes y que tus compañeros ya están aprovechando para formarse por delante de ti. En absoluto.
Al terminar el Grado, no tenía ni repajolera idea de qué hacer con mi vida. Y, mientras tanto, lo mejor era trabajar, de lo que fuera, ganar dinero, ahorrar y conseguir experiencia. Encontré, gracias a una compañera de la carrera, trabajo en un hotel como recepcionista. No era mi trabajo soñado, ni siquiera era algo que me había planteado, pero acabó gustándome y quién sabe, no me habría importado seguir ahí hoy en día. Gracias a ese trabajo, pasé un año ya en el mercado laboral y pude organizar mis ideas y decidir que querría probar suerte en la TAV. Por eso decidí hacer el máster en el ISTRAD, en Sevilla.
Hice las prácticas de manera presencial en Valencia, mi ciudad, y lo que pasó a continuación os sorprenderá, y mucho, pues tuve suerte de que una compañera dejó su plaza y me la ofrecieron a mí. El resto es historia y aquí sigo. Evidentemente, la suerte ha tenido una importancia determinante en mi trayectoria, sin embargo, creo que sí que es importante saber que, cuando acabas la carrera y todo te parece un mundo, el empezar a andar ya forma parte del camino. No hay que agobiarse ni pensar que no se va a poder vivir de ello. Se puede.
En resumen: No te preocupes si has acabado la carrera y no sabes qué hacer con tu vida, te deberías preocupar si no estuvieras sintiendo eso. Tampoco tengas prisa en elegir qué máster hacer, (si es que quieres hacer) mira bien la oferta y date tiempo para saber cuál es la especialidad que quieres hacer. Si yo me hubiera lanzado nada más acabar la carrera, habría ido al Máster de Traducción en los Servicios Públicos de Alcalá o al Máster de Traducción de videojuegos del ISTRAD… Nunca se sabe si en esas especialidades me habría ido bien o mejor que ahora, pero sí que sé que habría sido una decisión fruto de la ansiedad por ponerme a estudiar un máster cuanto antes.
Mi nombre es Cristina, y en 2015 me gradué en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada. Como casi todos mis compañeros, en el último curso estaba bastante asustada y nerviosa por no saber qué iba a ser de mi vida después de la carrera. Había algunos que tenían claro que iban a coger la vía del profesorado, otras muchas compañeras se metieron a azafata de vuelos, pero los que de verdad queríamos ser traductores o intérpretes veíamos el futuro bastante negro.
En mi caso, tengo que decir que tuve bastante suerte. Un día ya casi al final de curso, durante una clase de no me acuerdo qué asignatura (una que no me interesaba mucho, claro está), me decidí a redactar una carta de presentación y a actualizar mi CV para mandárselo a todas las empresas de traducción que hubiese en Marbella, que es de donde soy. Antes de que la clase terminase, una de las empresas me contestó al email diciéndome que justamente estaban buscando a alguien para que se incorporase en verano a su oficina. Fui a Marbella a hacer la entrevista, y al día siguiente de terminar la carrera ya estaba trabajando como traductora en plantilla.
Hacía traducciones de todo tipo, pero ya
que la mayoría de los clientes de la agencia eran despachos de abogados, me especialicé
en la traducción jurídica, que además era la especialidad que había elegido en
la carrera. A los tres meses de empezar, dejé la empresa para irme 6 meses a
China, y cuando volví llamé a la que era mi jefa y me volvieron a dar el
puesto.
Un tiempo más tarde decidí trasladarme a Madrid por motivos personales, pero como estaban muy contentos con mi trabajo me siguieron (y siguen) mandando trabajo. En Madrid empecé trabajando de secretaria para mantenerme, y lo que hice fue mandar mi CV a agencias de traducción y despachos de abogados (insistiendo mucho), y poco a poco me fui haciendo con una cartera de clientes. Me hice unas tarjetas de visita y aprovecho cada oportunidad que tengo para repartirlas. Al final todo es insistir mucho y tener un poco de suerte, aunque haya momentos que todo se vea muy negro.
Podéis encontrar a Cristina en Twitter, en su correo y en su web.
Considero que mis primeros pasos en el mundo profesional los di poco antes de graduarme. En cuarto quise realizar unas prácticas en alguna agencia para poder tener una idea del mundillo más allá de la burbuja universitaria y, tras enviar decenas de correos —muchos de ellos sin respuesta y otros con respuesta negativa, así que no os desmoralicéis—, conseguí entrar a una agencia pequeñita de Madrid. Estuve muy contenta con la decisión porque allí pude adquirir no solo práctica traduciendo, sino que también tuve la oportunidad de experimentar cómo funcionaba una empresa de traducción «entre bambalinas».
Después de esas prácticas, como me dejaron tan buen
sabor de boca, quise probar con las prácticas Erasmus+, pero en el último
momento surgieron problemas con la beca y me vi huérfana de planes en pleno
verano. Ahí fue cuando tuve esa crisis existencial que seguramente hayas tenido
(o tengas ahora mismo) sobre qué hacer al terminar la carrera: máster, cursos,
más prácticas, echar CV a todo lo que se me pusiera por delante, lanzarse como
autónomo… Afortunadamente esa crisis me duró solo una semana, pues dio la
casualidad de que quedó un puesto libre
de gestión de proyectos y traducción en la agencia donde hice esas prácticas
de las que hablaba al principio. En un visto y no visto, me vi con mi primer
contrato de traductora; feliz de poder estar trabajando en lo que había estado
estudiando durante cuatro años y sin haber sufrido demasiados quebraderos de
cabeza.
Además, desde entonces he hecho un curso de traducción jurídica y sigo estudiando alemán. Me caló el mensaje que leo siempre en blogs de que en esta profesión nunca se deja de aprender. ¡Y no se sabe lo que deparará el futuro!
Soy consciente de la suerte que he tenido, pero por testimonios de otros compañeros veo que más gente ha tenido esa suerte. Eso me hace pensar que las oportunidades van surgiendo si facilitamos el camino. Creo que es muy importante que se lleven una buena imagen profesional de ti en todo lugar que trabajes, y no desistir por muchas negativas que te lleguen. Tal vez la siguiente puerta a la que llames sea la que se abra.
Paula estará encantada de aconsejaros en Twitter y también en LinkedIn.
Como veis, las experiencias son muy distintas, igual que el punto de partida, pero los tres están trabajando ahora en lo que querían. Suerte, constancia, paciencia… Se hace camino al andar.
Recordad que podéis encontrar todas estas experiencias cada lunes en el blog, leer las entradas pasadas con la etiqueta «testimonio» en el buscador o, simplemente, clicar aquí: primera, segunda, tercera. Y recordad que aún podéis enviarme vuestra historia a info@las1001traducciones.com. ¡Gracias!
Por tercera semana consecutiva, tras la primera y segunda entregas, abrimos el blog a los testimonios de dos compañeros, Cristian y Laura, que nos contarán cómo se han abierto paso en este mundillo. ¡Vamos allá!
Terminé TeI en el curso 2014/2015. Me quedaban por cursar
unas pocas asignaturas del 2.º cuatrimestre así que, para aprovechar el tiempo
libre que tenía el cuatrimestre anterior, me puse a buscar prácticas en
Alemania, Austria y Suiza. Uno de mis objetivos era ampliar y consolidar los conocimientos
que tenía de mi segunda lengua de trabajo. Entré en contacto con una empresa
con sede en Suiza con la que trabajé 8 meses en prácticas.
Tras regresar y terminar la carrera, inicié la búsqueda de empleo. No fue fácil; la opción más obvia era trabajar como traductor en plantilla en una empresa de traducción, donde los puestos de traductor son limitados. Así pues, al no conseguir respuesta en las puertas a las que llamaba, seguí buscando alternativas que al menos estuviesen relacionadas con los idiomas. Vi un anuncio para trabajar captando clientes internacionales para ofrecer servicios turísticos. Trabajé con mis compañeras unos meses que para mí fueron muy enriquecedores y me permitieron poner en práctica mis lenguas de trabajo, pero también desarrollar habilidades interpersonales.
No obstante, mi verdadera aventura laboral empezó a finales
de ese 2015, cuando llegaron a mí por distintas vías varias ofertas de empleo
como traductor en plantilla y estuve inmerso en pruebas de traducción,
entrevistas, nervios y emoción. Los procesos de selección avanzaron de manera
muy satisfactoria hasta el punto de que tuve que hacer balance y apostar por
una empresa.
Y así es como durante dos años estuve trabajando como traductor en plantilla. Tengo que decir que, aunque uno tenga claro que quiere hacerse traductor por cuenta propia, pasar por una empresa de traducción y conocer los procesos implicados en la cadena de producción ayuda a ampliar horizontes y entender mejor cómo funciona por dentro, qué valoran los gestores de proyectos, cómo puedes facilitar su trabajo, conocer los ratios de producción que se manejan en el sector, etc. No solo eso, sino que lo considero un comienzo más llevadero; a mí me fue de gran ayuda ir más «acompañado»: al trabajar con compañeros con más experiencia que yo recibía correcciones, comentarios de forma continuada y aprendí de diversos errores «por las buenas».
A principios de 2018 decidí cambiar y empecé por mi cuenta. Con algo de experiencia de los dos años anteriores, sería más fácil arrancar desde cero. Tuve la fortuna de empezar con unos poquitos clientes gracias a mis trabajos anteriores. Aun así, sin duda una de las dificultades a día de hoy sigue siendo ampliar mi cartera de clientes. Para superarlas intento acudir de vez en cuando a eventos, formales o informales (congresos, cursos o formaciones, encuentros de traductores…) siempre que la agenda lo permite, además de valorar otras acciones que puedan ser de ayuda, como contactar con agencias y otros potenciales clientes… Sobre todo, buscar y hacerse ver; así es como te van a encontrar; tener una web y ya no es suficiente. ¡Y que tu círculo de amistades sepa qué haces! Nunca se sabe si en sus empresas alguna vez necesitarán una traducción profesional y te podrán recomendar.
Esta dificultad para encontrar clientes no va ligada necesariamente a no «conocerse», sino que a veces la colaboración no es posible por cuestión de tarifas. Aunque es difícil empezar y es muy tentador conseguir cuántos más clientes mejor, recomiendo valorar si compensa. A corto plazo desde luego que no es interesante, pues se contribuye a bajar los precios del mercado. A la larga, además, vas a tener que trabajar el doble o el triple para llegar a fin de mes y ganarte el pan, en detrimento de tu salud. Por eso, yo intento siempre encontrar un punto medio con potenciales clientes y tengo un límite que me he definido a partir del cual no bajo. Solo he hecho alguna excepción de manera puntual, por algún proyecto que me interesaba hacer por un motivo u otro. Si no llego a un acuerdo con algún posible cliente, sigo buscando. Caminante, no hay camino…
Los comienzos son difíciles, pero al final uno recoge lo que siembra 🙂 ¡Muchos ánimos!
Voy a contarles un poquito cómo
empecé. Prometo que esta historia tiene un final feliz, aunque al principio no parezca
tan positiva.
Mi historia comenzó en 2006, cuando entré en la Licenciatura de Traducción e Interpretación. Empecé bien la carrera, aprobando todo a la primera, pero los dos últimos años ya iba arrastrando asignaturas. Acabé muy desganada y desmotivada y toda mi ansiedad me afectaba muchísimo (insomnio y colon irritable). Me fui de Erasmus a Dublín y cuando volví decidí dejar la carrera. Fue una etapa muy mala, no tenía ganas de nada, no me sentía tan inteligente como me decía mi familia (de hecho, sentía que era tonta y que no valía) y me puse a trabajar de azafata de vuelo.
Después de unos años, cuando ya estaba cansada del trabajo de azafata y sus horarios, gracias a la motivación de mi familia, en especial de mi marido (gracias, Dani), saqué fuerzas y me metí en el Grado. Fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Todo esto lo cuento porque no todos tenemos que seguir el mismo ritmo, ni el mismo camino que los demás. Yo NECESITABA ese descanso para coger fuerzas y volver a la carga con más ganas que nunca. Y así lo hice.
Terminé el Grado en Traducción e Interpretación inglés/alemán en junio de 2018, con buenas notas, y sin ansiedad (de hecho, más feliz que nunca). Al igual que muchos compañeros, durante el Grado no tenía ni idea de lo que quería hacer al terminar. Sabía que me gustaban la docencia y la interpretación simultánea, pero la traducción me aburría bastante. Esto fue hasta que llegué a 4º y cursé la asignatura de Traducción Audiovisual. Y, casualidades de la vida, ese mismo año fue el II Tradican (las Jornadas de Traducción e Interpretación de Canarias), y vino el gran Quico Rovira-Beleta (traductor de películas como: Star Wars, Star Trek y casi todas las de Marvel). Después de su ponencia, tuve la oportunidad de entrevistarlo para mi blog (que, por cierto, creé para una asignatura y he seguido con él hasta ahora) y al final de la entrevista, le pregunté si creía que era posible conseguir dedicarme a eso (traducción audiovisual), y me dijo: «Hazlo. Inténtalo. Inténtalo porque lo conseguirás». Siempre me había gustado esa traducción, desde pequeña, cada vez que veía una película o serie, trataba de inventar alternativas si una frase no me convencía. Pero siempre creí que los traductores de películas eran «dioses», no creía que una novata como yo podía empezar en ese mundillo así como así.
Como dije, asistí, durante los dos últimos cursos, al Tradican, y en el primero tuvimos la enorme suerte de contar con Scheherezade Surià (<3), que nos habló de la traducción editorial. Así que el último año de carrera, mientras hacía el temido TFG («Traducción Audiovisual de canciones Disney: Moana»), fui enviando currículums a estudios de doblaje y editoriales. Me di cuenta de que la traducción que me gustaba era la creativa, la que me permitía dejar volar la imaginación y la que no seguía unas pautas estrictas. Por cierto, recomiendo muchísimo asistir a este tipo de jornadas ya que, además de aprender mucho, conoces a profesionales que te ayudan e informan. Yo he tenido la suerte de poder contar con muchos de ellos [i]que me han ayudado y aconsejado, y a los que ahora puedo llamar compañeros.
Finalmente, tras graduarme en junio de 2018, recibí mi primer trabajo para traducir un documental. Ese trabajo me llegó al mes siguiente de graduarme, en julio, y era un documental para el Canal Odisea. No me lo podía creer. Mi primer documental. Se llamaba Norteamérica desde el cielo: Ciudades 24 h. y era de San Francisco. Después de ese, hice algunos más de esa serie. Luego me llamaron para traducir los subtítulos de una película que iba a estrenarse en el Festival de Cine de San Sebastián (Y en cada lenteja, un Dios). Me llamaron diciendo que el estudio de los documentales me había recomendado. Así que imagínense lo importante que es hacer un buen trabajo, por muy pequeño que parezca. Y a partir de ahí empecé a trabajar con estudios para la BBC, HBO (para el que hice el documental de Axios) o Netflix. No quiero decir que fuera fácil, porque me rompí los cuernos buscando, enviando, informándome (y aún sigo), pero al final vale la pena. Tengo muchísima suerte de trabajar en lo que me apasiona (o de que me apasione mi trabajo) y estoy viendo que, con esfuerzo y pasión, todo se consigue.
Me gustaría volver a resaltar la importancia (al menos para mí) de asistir a jornadas, congresos, eventos, #Traducafés (que ahora hay en muchísimas ciudades de España) y otros tradusaraos. Lean muchos blogs de traducción (a mi me ayudó mucho el de Scheherezade) para que aprendan de los expertos. Y no se desanimen, porque el camino puede ser duro, pero es una carrera de fondo, y poco a poco se va consiguiendo.
Y esta es mi historia. Como conclusión, quiero que se queden con el mensaje positivo, con que sí se puede, con que cada uno tiene su ritmo y no hay que cerrarse a nada. Con que de todo se sale. Y con que este es un gremio precioso, con compañeros que se ayudan y apoyan, que no son de poner zancadillas a otros. Espero que esto les sirva de algo, y que les motive para hacer lo que de verdad les apasione.
Cualquier duda que tengan, pueden
escribirme sin problema a través de mis redes sociales o correo electrónico. Si
puedo resolver sus dudas, lo haré encantada.
Keep calm and translate!
[i] Gracias, Quico, Scheherezade, Tenesor, Xosé, Fernando, Reyes, Carlos y muchos más.
Perseverancia y tesón. Si no sale a la primera, sigues intentándolo. Laura y Cristian empezaron trabajando de otra cosa hasta que consiguieron el trabajo que ahora les llena. Laura incluso dejó la carrera y la retomó años después. Estos dos testimonios ilustran que no todo sale a la primera y que no pasa absolutamente nada. Dicen que lo bueno se hace esperar, ¿no?
Coincido con Cristian en que trabajar en plantilla es una buena forma de aprender y de ver lo que hay al otro lado del tapiz. Y también que no basta con una web (¡muy buen apunte!): tienes que moverte, trabajártelo mucho y ser receptivo. Y de Laura ¿qué puedo decir? No la conozco en persona, pero la veo con ganas de comerse el mundo… Como hemos visto en anteriores testimonios, todo es cuestión de trabajo y de una pizca de suerte, pero también hace falta una gran dosis de pasión.
Y hasta aquí llegamos hoy. ¡Os espero en el próximo artículo!
Volvemos a la carga esta semana con dos compañeros más que nos contarán cómo han llegado hasta aquí, lo que les ha funcionado… y lo que no. María Cárcamo es traductora audiovisual y hace también sus pinitos en literaria; Iago se dedica sobre todo al testeo lingüístico de videojuegos. Veamos qué se cuentan.
Estudié Filología Francesa y
luego hice el Máster de Traducción Audiovisual del ISTRAD y la Universidad de
Cádiz. Durante el Máster, cometí el
error de pagar —sí, pagar— a una empresa que se dedicó a enviar mi CV a diestro
y siniestro a un montón de agencias de traducción de todo el mundo, con correos
electrónicos genéricos y repetidos y sin ningún tipo de valor, claro. Fue un
fracaso absoluto y no lo recomiendo en absoluto.
Una de las empresas que recibió
mi CV de esa forma —una de más de 500, creo recordar—, se puso en contacto
conmigo, hice una prueba y empecé a trabajar con ellos mientras aún estaba en
el Máster. Eran poquillas cosas, pero me sirvió para seguir aprendiendo de
otros campos, ya que era una empresa de localización de apps y páginas web.
Al finalizar el Máster, hice las prácticas en BBO Subtitulado, donde aprendí muchísimo y pude conocer el mundo real de la TAV. Pero cuando se acabaron, volví a no saber qué hacer con mi vida. La empresa de localización seguía contando conmigo, pero no era suficiente para darme de alta, ni para vivir. Así que empecé a enviar el CV a más empresas, esta vez con correos personalizados a la persona encargada —cuando sabía quién era la persona encargada— y explicando qué es lo que me había llamado la atención de ellos y por qué quería que colaborásemos. Tampoco obtuve grandes resultados.
Hasta hace un par de años, cuando
alguien en Facebook comentó que en el estudio de doblaje en el que trabajaba,
necesitaban traductores. Empecé a colaborar con ellos en seguida y, hoy en día,
son el cliente que más trabajo me envía, prácticamente a diario.
Twitter también fue bastante importante para mí porque, aparte de conocer a muchísimos colegas traductores con los que compartir penurias y alegrías, una editorial contactó conmigo tras haber leído el famoso hilo que escribí. Me dijeron que habían leído mi Twitter más a fondo y que mi forma de expresarme y de ser les había gustado mucho y que creían que encajaba perfectamente con un libro que tenían pendiente de traducir. Y me lancé a la piscina, por supuesto. Fue toda una responsabilidad y tuve momentos de mucha ansiedad, pero disfruté muchísimo y espero que este dé pie a muchos otros libros más.
El enviar el CV, en mi caso, no
ha sido de gran ayuda. En definitiva,
creo que lo que mejor funciona en el momento que vivimos ahora, es el boca a
boca y el networking. Es mucho más
fácil que contacten contigo porque alguien ha hablado de ti, o porque te han
leído en redes, que por enviar un CV que se perderá en una bandeja de
entrada, por muy personalizado que hagas el correo. No digo que no haya que
hacerlo, ojo. De hecho, lo sigo haciendo. Pero hay que tener la suerte y la
puntería de que sea tu correo el que deciden leer, y no otro. ¡Ay, la suerte! Es muy importante en esta
profesión, aunque no más que la perseverancia y el trabajo duro. Hay que
insistir muchísimo, atreverse a dar el primer paso, aunque sepas que no
buscan traductores en ese momento, y echarle cara, por qué no decirlo. Hay que
saber venderse muy bien, yo aún estoy aprendiendo.
En definitiva: hay que estar en continuo movimiento y conocer a toda la gente que puedas; hay que insistir y no tener miedo a ser pesado y, por último, creo que la presencia en redes, actualmente, es muy importante. Aunque no hables exclusivamente de traducción, nunca sabes quién te está leyendo y cuándo puede necesitar que traduzcas algo de que tú eres experto porque es una de tus mayores aficiones.
¡Mucha suerte!
*Podéis encontrar a María en su web o en LinkedIn*
Al
momento de terminar la carrera, ya tenía claro que me quería especializar en el
ámbito de la localización de videojuegos. De hecho, mi trabajo de fin de grado
consistió en traducir un pequeño juego y mis prácticas de empresa fueron con un
traductor de videojuegos. Tras la carrera, estudié un máster donde impartían
materias relacionadas con este ámbito y, a un mes de terminarlo, el profesor
que llevaba mi TFG me habló de una oferta de trabajo como tester lingüístico (LQA)
de videojuegos en una empresa de Dublín. Decidí intentarlo, hice la prueba y
entrevista correspondientes, me contrataron y me mudé a Irlanda para mi primera
oportunidad laboral.
Al principio todo era un poco raro, muchas cosas nuevas y muchas tareas a las que no estaba habituado, pero con tiempo y práctica acabé cogiendo ritmo y adaptándome a todo. Cuando finalizó mi contrato a los 4 meses, decidí quedarme un mes en la ciudad buscando otra empresa en la que trabajar, fuese de lo mismo o de traductor. A las 3 semanas, y tras enviar varios currículums a diversas empresas repetidas veces, ya fuese a través de portales de búsqueda de trabajo o en las propias webs de las empresas, me contactaron de una compañía para trabajar de tester LQA de videojuegos. De nuevo, hice la prueba y entrevista pertinentes y me acabaron contratando.
Al
tener ya cierta experiencia, la adaptación fue mucho más sencilla. En esta
empresa estuve algo más de año y medio, una etapa en la que aprendí muchísimo,
hasta que decidí dar el salto a la traducción de videojuegos de forma autónoma,
momento en que me volví a mi tierra natal. No obstante, poco antes de volver,
se había puesto en contacto conmigo una empresa de revisión de software a
través de LinkedIn para trabajar de forma autónoma. Tras una exhaustiva prueba,
tal vez la más difícil de mi vida hasta ahora, conseguí el trabajo, algo que
compaginé durante unos meses con mi trabajo de oficina como tester.
Una vez
había vuelto a mi tierra y me había dado de alta de autónomo, comencé a buscar clientes peinando la red.
No obstante, a mayores de los clientes que encontré de esa manera, hubo uno que
fue recomendado a través de un antiguo compañero italiano de mi época como
tester, al cual le había comentado mi idea de hacerme traductor. A este le
gustó mi idea y siguió el mismo camino que yo, y me comentó que uno de los
clientes que había encontrado buscaba traductores de español, por lo que
contacté con ellos y conseguí el trabajo tras pasar la prueba correspondiente.
Del mismo modo, otro amigo traductor, esta vez español, me comentó que estaba
en un proyecto donde necesitaban a un traductor más, por lo que contacté con
ellos para hacer la prueba y conseguir el trabajo.
Por estas cosas, es importante llevarse bien con los compañeros de profesión y ser sociables, así como mantener actualizado vuestro currículum y vuestro LinkedIn, ya que nunca sabes dónde puede surgir una oportunidad laboral o quién puede necesitar vuestros servicios. Por último, quiero destacar que es importante confiar en uno mismo y darlo todo. Es la mejor forma de afianzar clientes y oportunidades, tanto en el trabajo como en la vida personal.
Algo que comentan estos dos compañeros y que me parece esencial es el factor más humano del llamado networking. Quizá es algo que al principio cuesta más crear, pero doy fe de que, a la larga, muchos trabajos os pueden llegar de los compañeros. Alguien oye que buscan a un traductor; un amigo no puede hacerse cargo de una traducción determinada y pasa vuestro contacto; una colega se va de vacaciones y os deriva trabajo, etc. En definitiva, ser proactivos y fomentar el compañerismo solo tiene ventajas.
María habla también de su hilo que se hizo viral y que le abrió las puertas de una editorial. Twitter (o las redes en general) es un escaparate más. Hay quienes lo utilizan solo para cuestiones profesionales, para otros es un desahogo puramente personal y un tercer grupo combina ambas cosas. No hay un método infalible y creo que, en el fondo, hay que ser auténtico y conectar con la gente. Yo también he conseguido trabajo gracias a las redes sociales y sin buscarlo activamente (otras veces sí, claro). Como todo, no son la panacea y sin un buen trabajo detrás solo serás fachada, pero si puedes meter la patita por tu forma de explicar las cosas, por tus tuits o tu blog, aprovéchalo.
Espero que os hayan gustado estas experiencias. Si os apetece, podéis dejar un comentario aquí mismo o enviar vuestro testimonio a info@las1001traducciones.com.