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En la luna de Babel

~ Blog sobre lenguas y traducción

En la luna de Babel

Archivos de etiqueta: palabras

El universo en una palabra (y cómo traducirlo)

24 lunes Abr 2017

Posted by enlalunadebabel in Etimología, Traducción

≈ 17 comentarios

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estrategias de traducción, Idiomas, intraducción, intraducibilidad, intraducibles, Los juegos del hambre, neologismos, palabras, palabras intraducibles, The meaning of tingo, traducción

La Doctora Louise Banks, el personaje de Amy Adams en Arrival, le pedía al coronel Weber que le preguntara al otro experto en lingüística la palabra y significado de «guerra» en sánscrito y así valorar su idoneidad para el trabajo. El otro experto respondió que la palabra era gavisti y significaba «discusión». En realidad, gavisti significaba «el deseo de más vacas».

Pues sí, al parecer, en sánscrito védico, la palabra designada para el concepto «guerra» era gavisti, que literalmente significa «la búsqueda de las vacas» o, con la misma idea, el «deseo de tener más vacas».

Cuentan las referencias históricas que la casta guerrera (Kshatriyas) de cada tribu tenía la función de no solo promover y llevar a cabo la adquisición de bovinos criados por otras tribus, sino también debían velar por la protección de los animales que pertenecían a su propia tribu. De hecho, los Kshatriyas se conocen también como «los protectores de las vacas». Esa protección significaba desarrollar estrategias de ataque y defensa, así como el entrenamiento y equipamiento de lo que hoy denominaríamos un ejército o equipo de personas debidamente preparadas para ese fin.

Queda claro así por qué la palabra védica para la guerra fuera gavisti, que literalmente significa «la búsqueda de las vacas», dado que esta acción en sí misma significaba una guerra por su posesión y cuidado.

¿Es gavisti una palabra llena de significado? Lo es y encierra un concepto maravilloso (lo de querer más vacas, no la guerra en sí). ¿Y es intraducible? No, queda patente que no, que hemos encontrado la forma de traducirla literal y metafóricamente. Y de eso hablamos hoy:

Las palabras y sus secretos ¿indescifrables?

¡Ah, palabras!  Ese conjunto de letras que dan vida a una idea o una imagen que se proyecta en el telón de nuestra mente. Una palabra es un universo mismo, con su sonoridad y su belleza (o no) que evoca una realidad al pensamiento y que, en ocasiones, nos resultará difícil reconocer si viene encriptada en otro idioma. Dicen que si Dios no hubiese derribado la Torre de Babel, hoy hablaríamos una lengua universal y no existirían fronteras gramaticales y literarias.

Lo cierto es que el universo que encierra cada palabra es único para cada lengua y por lo mismo existen palabras que parecen intraducibles para otros idiomas. ¿Por qué digo «parecen»? Pues porque, paradójicamente, todas estas palabras que parecen intraducibles —en los innumerables artículos que se escriben sobre el tema, para empezar—, acaban teniendo traducción cuando, por ejemplo, se da una explicación de su significado o se escribe una paráfrasis.

Entonces, ¿qué es y qué supone la intraducibilidad? Según recoge la Wikipedia, la intraducibilidad es una propiedad de un texto, o de cualquier otro acto de habla, en un idioma, para el cual no existe un texto o acto de habla equivalente a su traducción en otra lengua.

«Los términos no son ni exclusivamente traducibles ni exclusivamente no traducibles; sería más acertado decir que el grado de dificultad de su traducción depende de su naturaleza, así como del conocimiento del traductor de las lenguas origen y meta en cuestión. A menudo un texto o un acto de habla que se considera «intraducible» es en realidad una «laguna léxica», es decir, no hay una equivalencia unívoca entre la palabra, expresión o giro en la lengua origen y otra palabra, expresión o giro en la lengua meta. No obstante, un traductor puede recurrir a un gran número de estrategias de traducción para solventar este problema.»

Por eso, diría que la gran mayoría de las veces, estos artículos sobre palabras intraducibles recogen términos que no tienen una correspondencia 1 a 1 (a una palabra en idioma X, una sola palabra en idioma Y) y que tienen un significado tan preciso, tan exacto, que parece imposible reproducirlo sin perder ningún matiz. Pero eso no siempre es verdad. Por ejemplo, la palabra pålegg en noruego significa «cualquier cosa que le puedes poner al pan». Eso ya es una traducción y, además, me pregunto: ¿no sería muy parecida a nuestro «companaje»?

Imagen de Lost in translation, libro de Ella Frances Sanders

He aquí algunas de estas palabras, que seguro que os suenan de haberlas visto en tantos de estos artículos:

  • Schilderwald (alemán): representa una calle en la que hay tantas señales y letreros que, lo más seguro, es que puedas perderte.
  • Utepils (noruego): es la actividad de sentarse bajo la luz del sol y degustar una cerveza fresquita.
  • Culaccino (italiano): ¿Sabes cuando levantas una copa o un vaso y debajo queda la marca? Pues eso es precisamente lo que significa culaccino, la marca que queda de la base de una copa.
  • Kyoiku mama (japonés): se trata de la madre exigente con sus hijos para que sean eficientes en el estudio y saquen las mejores notas.
  • Chai-pani (hindi): consiste en entregar dinero, por lo general a un burócrata o funcionario, para agilizar el papeleo y conseguir que algo se haga pronto.
  • Fernweh (alemán): sensación que experimentas al añorar un lugar que nunca has visitado.
  • Pochemuchka (ruso): si eres de los que les encanta hacer muchas preguntas, esta sería la palabra que te definiría. En español sería algo así como preguntón (¿veis?, otra que sí tiene correspondencia 1 a 1).
  • Shlimazl (yiddish): se refiere a las personas que tienen mala suerte siempre.
  • Backpfeifengesicht (alemán): una de esas caras que, al verlas, te entran ganas de abofetear.
  • Waldeinsamkeit (alemán): atravesar un bosque en solitario y experimentar esa profunda sensación de paz con la naturaleza.
  • Won (coreano): insistencia de una persona a perseverar en algo que no es más que una ilusión y le llevará a la frustración.
  • Mamihlapinatapei (yagan): una mirada entre dos personas; las dos esperan que la otra comience una acción que ambas desean, pero que ninguna se anima a iniciar.
  • Gattara (italiano): ¿Te acuerdas de la vieja loca de los gatos de los Simpson? Esta es precisamente la palabra adecuada para definir a este tipo de mujer, que vive sola y a su avanzada edad, solo encuentra la compañía de gatos callejeros.
  • Schadenfreude (alemán): el placer que puedes llegar a experimentar ante la situación miserable de otras personas.
  • Age-otori (japonés): si después de ir a una peluquería ves que te ha quedado el pelo mucho peor de lo que estaba antes del corte, esta será la palabra idónea para describir tu frustración.
  • Ilunga (tshiluba): se trata de la persona que tiene el corazón lo suficientemente noble para perdonar los abusos o humillaciones de alguien por primera o segunda vez, pero para negarse por completo a una tercera agresión.
  • Gökotta (sueco): si te levantas muy temprano por la mañana para empezar el día cargado con la energía suave del canto de los pájaros, esta será la palabra adecuada para describir tu sensación.
  • Rire dans sa barbe (francés): aunque es un grupo de palabras más extenso, su significando es único, ya que implica el acariciarse la barba mientras se reflexiona sobre algo vivido en el pasado.

Si, además de su significado tan preciso y alegórico, acompañamos las palabras de unas ilustraciones tan bonitas como las de Marija Tiurina, entendemos algo más el éxito de estas llamadas palabras y expresiones intraducibles, ¿verdad?





En realidad, me atrevería a decir que el supuesto problema que tenemos ante estas palabras ocurre al traducir en general. Al pensar en qué palabra va mejor en qué frase y cómo trasvasar correctamente el sentido de un texto en otro idioma.

¿Cómo nos enfrentamos a la intraducibilidad en un texto?

Si todo o casi todo se puede traducir, ¿qué estrategias podemos usar? Veamos las más importantes. Para no hacerlo demasiado teórico, recurro a varias fuentes y daré simplemente una pincelada para que se entienda. El blog tiene sus limitaciones y la teoría de la traducción es muy extensa, aviso.

1. Adaptación 

Uso de palabras o expresiones totalmente distintas entre una lengua y la otra, para que resulten más familiares al lector. Por ejemplo, en Las aventuras de Tintín, el nombre del perro de Tintín, Milou, se traduce como Snowy en inglés, Bobbie en neerlandés, Kuttus en bengalí y Struppi en alemán; de la misma manera, los detectives Dupont et Dupond se convierten en Thomson and Thompson en inglés, Jansen y Janssen en neerlandés, Jonson y Ronson en bengalí, Schultze und Schulze en alemán, Hernández y Fernández en español, 杜本 y 杜朋 (Dùběn y Dùpéng) en chino, Dyupon y Dyuponn en ruso y Skafti y Skapti en islandés.

La adaptación se usa a menudo para traducir poesía, obras de teatro y publicidad.

2. Préstamo

Un préstamo consiste básicamente en la no-traducción y utilización exacta del término en la lengua meta. Un ejemplo sería: «Los hackers atacaron el sitio de la empresa». Normalmente, los préstamos que no están adaptados en la lengua meta se suelen escribir en cursiva.

3. Calco

El calco o calco léxico consiste en la creación de neologismos a partir de un término extranjero. Un calco léxico es el chilenismo «cachar», derivado de la palabra to catch, comprender, con el mismo significado.

Este calco es un tipo especial de préstamo que no imita la entidad fonética material (significante) del modelo extranjero, sino otros dos aspectos más internos: el esquema o construcción morfológica (ej.: inglés sky-scraper → rascacielos) y la significación (ej.: el francés mirage → espejismo, a partir del significado del francés miroir, «espejo»).

4. Transposición

La transposición consiste en traducir una palabra cambiando su categoría gramatical:

  • Comme nous racontions à Paul, en riant, la haine du propriétaire et le raout des Marin, il nous proposa, mis en verve, sa garçonnière de Paris. → Cuando le referimos, risueños, el odio del propietario y el convite de los Marin, nos ofreció, entusiasmado, su garçonnière en París.

5. Compensación

La compensación es un procedimiento de traducción que consiste en solucionar los problemas de traducción del texto origen que no pueden trasvasarse con la misma forma a la lengua meta sustituyéndolos por otros elementos o formas en el texto meta.

Por ejemplo, muchas lenguas poseen dos formas pronominales, tanto en singular como en plural, para expresar la segunda persona, una informal y otra formal. Esto se conoce como fórmulas de tratamiento, y se encuentra por ejemplo en lenguas como el francés (tu vs. vous), el español (tú/vosotros vs. usted/ustedes), el alemán (du/ihr vs. Sie) o el italiano (tu/voi vs. lei), pero no en el inglés contemporáneo. De ahí que al traducir un texto de una de estas lenguas al inglés el traductor probablemente tenga que compensar esta carencia utilizando un nombre de pila o un apodo, utilizando contracciones propias del inglés informal (I’m, you’re, gonna, etc.) o utilizando vocabulario de un registro lingüístico más o menos formal.

6. Paráfrasis

La paráfrasis o perífrasis es un procedimiento de traducción en el que el traductor reemplaza una palabra del texto origen por un conjunto de palabras o una expresión en el texto meta. Por ejemplo, la palabra portuguesa saudade frecuentemente se traduce al inglés como the feeling of missing someone who is not in a place: sentimiento de echar de menos a alguien que no está. Otro ejemplo, similar al saudade es dor en rumano, que se traduce al inglés como the feeling of missing someone who is gone or the needing of something which is not available in that moment: echar de menos a alguien que se ha ido o necesitar algo que no se encuentra disponible en un momento determinado.

Un ejemplo de intraducibilidad en este caso es la palabra holandesa gezelligheid, que no tiene un equivalente en inglés ni en español, aunque a veces se utiliza la palabra alemana Gemütlichkeit (comodidad). Literalmente es un ambiente acogedor, amigable y agradable, pero también puede connotar un tiempo pasado con los seres queridos, el hecho de ver a un amigo después de mucho tiempo, la amigabilidad y extroversión de una persona o un sentimiento general de unidad.

Este tipo de vacío en una lengua puede llevar a introducir préstamos de la lengua de partida (emisora) en la de llegada (receptora).

7. Nota del traductor

Una nota del traductor (N. del/de la T.) es una nota, por lo general al pie o a final de página, añadida por el traductor en el texto meta para proporcionar información adicional sobre la traducción, sobre un referente cultural o cualquier otra explicación.

En algunos exámenes de traducción se permiten o incluso se piden estas notas. Algunos traductores consideran que tener que recurrir a ellas supone un fracaso en la traducción. En traducción editorial, por ejemplo, poder usar o no notas de traducción viene determinado por la editorial misma.

8. Neologismo

Otra posibilidad ante una palabra que no tenga traducción directa es recurrir a un neologismo. Pasa muy a menudo en el caso de palabras inventadas por un autor en una novela de género fantástico, por ejemplo. En este caso habrá que inventar algo en nuestra lengua.

Sirva de ejemplo el caso de los pajarillos que aparecen en Los juegos del hambre de  Suzanne Collins y que recogía hace un tiempo un artículo de El Periódico: «…dos aves imaginarias, que en el inglés original tendrían el nombre de jabberjay (creada por ingeniería genética y capaz de espiar y reproducir las voces de los humanos) y mockingjay (el cruce entre la primera y el famoso, y ese sí real, mockingbird)».

Pilar Ramírez Tello, la traductora al castellano, decidió seguir la pista al origen de los dos términos para encontrar el término. «Collins imaginó que el perverso Capitolio había creado un arrendajo charlatán (jabberjay), que describe oscuro y con cresta, más parecido al de Steller que al azul como se ve en una lámina que el perverso líder del Capitolio tiene en su despacho, en la que sin embargo aparece con un nombre más parecido a la denominación científica del arrendajo azul, y que la traductora convirtió en»charlajo».

Y aquí entra el mockingbird. Este pájaro, el pájaro burlón, de colorido discreto y con capacidad de imitar unas 200 voces, sí existe, y es conocido en América Latina como sinsonte […]. Así que, si a la hora de cruzar un mockingbird y un jabberjay, Collins inventó el mockingjay, en la traducción al castellano del sinsonte y el arrendajo nació el sinsajo, el pájaro híbrido que ya no podía imitar voces humanas, solo cantos, que dejó de ser utilizable como espía y que por lo tanto es elegido como símbolo por la resistencia».

¿Qué se hizo en catalán? «El nombre del sinsonte en catalán es «mim». Y el del arrendajo, «gaig». Así que si el traductor, Armand Carabén, hubiese seguido la misma senda que su colega, el resultado habría sido un «Mimgaig». Terribe (sic). Así que decidieron inventar un nombre desde cero. Y el elegido fue «muntagarlaire»».

Este caso es particular porque la saga de libros y películas ha tenido mucho éxito y el nombre del pájaro daba nombre a una de las películas, pero no es infrecuente tener que recurrir a la inventiva cuando traducimos. Recuerdo una novela en la que la mejor amiga de la protagonista se inventaba insultos para el novio de la prota jugando con su nombre, Dillon (sí, se llevaban fatal). Tuve que darle bastantes vueltas para encontrar palabras que sirvieran, como por ejemplo Dillipollas.

Conceptos y pensamientos únicos

Más allá de la (in)traducibilidad, algo que me encanta de los idiomas es que cada uno tiene su particular manera de ver el mundo por su cultura, su contexto social, su historia, etc. Por ejemplo, ¿habéis pensado alguna vez en la gran cantidad de refranes en español que tienen que ver con la religión? Un «no es santo de mi devoción» que, al traducirlo al inglés, habrá que echar mano de algo muy típico de su cultura: it’s not my cup of tea o «A quien madruga, Dios le ayuda», que sería the early bird catches de worm. O todas las expresiones relacionadas con el toreo que forzosamente deben traducirse de forma muy distinta a otros idiomas: torear a alguien, entrar por la puerta grande, echar un capote, entre muchas otras.

Y es que cada idioma tiene su forma de entender el mundo y se fija en un determinado aspecto para crear palabras y expresiones. Si os gustan estas cuestiones, no las llamadas palabras intraducibles, sino las palabras peculiares que existen en los demás idiomas, os recomiendo el delicioso librito The meaning of tingo, de Adam Jacot de Boinod (Penguin, 2005).

El autor recoge palabras de cientos de idiomas y las agrupa por temas. Por ejemplo, resulta curioso cómo deseamos suerte en varias lenguas. Hay expresiones tan dispares como mucha mierda, break a leg (rómpete una pierna, en inglés), Hals und Beinbruch en alemán (literalmente: rómpete el cuello y la pierna) o in bocca al lupo (un destino más funesto en italiano: entrar en la boca del lobo).

También podemos descubrir que, en persa, no tener descendencia es ser un fracasado, un abtar, que, literalmente, significa ser un cubo sin asa. Aunque, si tiene un hijo y le sale revoltoso, luego tenga que recurrir al gosh-pech, un castigo que consiste en retorcerle las orejas al chaval.

Y si nos pasamos con la bebida, descubrimos que nuestra resaca es at have tømmermænd en danés, que es como tener a los carpinteros en casa, por eso de escuchar un martilleo o un taladro, etc. En alemán es Katzenjammer, otro idioma que se centra en el sonido, en este caso, el de unos gatos pendencieros. En francés es avoir la gueule de bois, tener la boca de madera por lo seca que queda, algo parecido a cuando Ernesto Sevilla, vestido de Bocasecaman, decía lo de «tengo la lengua como un gatete».

En definitiva, cada idioma tiene su idiosincrasia y es algo que me chifla. Igual que los esquimales tienen un buen puñado de palabras para la nieve, los albaneses tienen muchas otras para hablar de sus bigotes y, en la Isla de Pascua, tienen varias para hablar del progreso y las etapas de un bebé: kaukau es cuando el recién nacido empieza a mover las manitas y los piececitos; puepue es cuando empieza a distinguir a las personas y los objetos; tahuri es cuando ya se mueve de un lado a otro; totoro es cuando empieza a gatear; mahaga es cuando puede tenerse en pie.

¿No son maravillosas las lenguas?

***

Fuentes:

  • Estrategias y técnicas de traducción, presentación de Anna Gil
  • Técnicas de traducción, presentación de Judith Carrera
  • La traducción en Wikipedia y enciclopedia.us.es
  • La intraducibilidad en Wikipedia
  • Por qué el sinsajo se llama sinsajo (y en catalán Muntagarlaire), artículo en El Periódico
  • The meaning of tingo, de Adam Jacot de Boinod (Penguin, 2005)
  • Curiosidades del inglés: war

Leyendas lingüísticas y falsas etimologías

07 lunes Sep 2015

Posted by enlalunadebabel in Etimología, Inglés, Lengua española

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acrónimo, badulaque, canguro, castellano, etimología, etimología popular, falsas etimologías, leyendas urbanas, palabras, siglas, spam, Yucatán

A veces nos repetimos tanto algo que acabamos creyendo que es cierto. Pasa continuamente en nuestra vida cotidiana y, claro está, también es un fenómeno que se aplica a la lengua.

Si a esta ecuación le añadimos el poder de creación y propagación que tiene Internet, preparémonos para encontrarnos de todo. Recuerdo, por ejemplo, el caso del supuesto bando del ayuntamiento de Sa Pobla, Mallorca, de 1987.

viral-sa-pobla

Desmontar textos de este tipo es bastante sencillo también, claro que preferimos creerlo o seguir difundiéndolo por aquello de se non è vero, è ben trovato.

Algo parecido sucede con la creencia de que en la tumba de Groucho Marx hay un «Disculpe que no me levante». Es cierto que una vez comentó en una entrevista que le gustaría que grabaran esa frase en su epitafio, pero al final solo consta su nombre y apellido, la fecha de nacimiento y muerte y una estrella de David.

Epitafio de Groucho

Epitafio de Groucho

En definitiva, con esto, como con tantas otras cosas, lo mejor es recordar lo que dijo Abraham Lincoln: «No os creáis todo lo que leéis en Internet».

Etimologías curiosas… ¿y falsas?

El campo de la etimología es terreno abonado para la inventiva. El origen de algunas palabras es muy curioso y nos llama la atención, por ejemplo los relacionados con el mundo laboral y que alguna vez hemos comentado en twitter o facebook: «salario» deriva del latín salarium, que significa «pago de sal» o «por sal» y proviene del antiguo imperio romano, donde muchas veces se pagaba a los soldados con sal, que era muy valiosa ya que en la antigüedad era una de las pocas maneras que se tenía de conservar la carne.

Otra etimología que gusta mucho es la de «trabajo», por su simbología y el juego que da. Trabajo viene del latín tripalium, que significaba literalmente «tres palos» y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba al reo. Curioso origen, ¿verdad?

Sin embargo, hay otras palabras cuya etimología cambiamos por error o porque comparte raíz con otra palabra que da más juego. Es el caso de «testificar», que parece compartir raíz con «testículo», pero, en realidad, su raíz es la de tres y la de stare: el testigo es la tercera persona que hay en una situación delicada. Y no me extraña, nos encanta encontrarle sentido sexual a todo.

Al César lo que es del César

Otro caso curioso de falsas etimologías son las que se atribuyen a Julio César, que además de gran conquistador, dio pie a muchas palabras y construcciones. Como no tenía suficiente con las batallas, se ve que al hombre le dio por inventar ensaladas. En realidad la ensalada César, aunque se habla de varios orígenes, generalmente se le atribuye al cocinero italoamericano César Cardini.

Se dice que la «cesárea» también es por él, que nació gracias a esta intervención y el procedimiento lleva su nombre en su honor. Sin embargo, su origen es la Lex cesarea, que ordenaba operar a toda mujer que estuviese a punto de morir en las últimas semanas del embarazo, con la intención de salvar al hijo. En este caso el nombre procedería del verbo caedere, «cortar» en latín.

Y de forma tangencial al tema de hoy, se dice que lo del Ave César tampoco era para tanto. Resulta que la célebre frase «Ave Caesar Morituri te Salutant». Esta aciaga frase, popularizada por los cómics de Astérix y las muchas películas ambientadas en la Antigua Roma como Gladiator, es más frecuente en la ficción que en la realidad. Según recogen en un artículo sobre leyendas urbanas en la Vanguardia, algunos historiadores como Suetonio la recogen en sus libros con un inicio distinto: «Ave Imperator» en lugar de «Ave Caesar».

Ave César en Astérix

Leyendas urbanas etimológicas

Cuenta la leyenda que el nombre de «canguro» habría surgido al preguntar los occidentales el nombre de aquel animal y que los aborígenes australianos respondieran: Kan Ghu Ru. Los occidentales creyeron que ese era el nombre, pero resulta que lo que decían era «no entiendo la pregunta».

Sin embargo es más aceptable otro origen. Joan Corominas, experto en etimología, dice que entre los aborígenes australianos significaba «cuadrúpedo en general» y que también deriva de gangurru, una palabra de los indígenes Guugu Yimidhirr (una lengua aborigen australiana), que hace referencia al canguro gris o de mayor tamaño. El nombre fue escrito por primera vez, en su versión inglesa kangaroo, por James Cook el 4 de agosto de 1770 y al castellano nos llegó muy probablemente por el francés.

Algo muy parecido encontramos en la zona de México conocida como Yucatán. Dicen que viene de la conquista, cuando un español le preguntó a un indígena cómo llamaban ellos al lugar y este el indígena le contestó yucatán: no te entiendo. Otros dicen que la respuesta uh yu ka t’ann significa en maya «oye cómo hablan». Y hay una tercera versión que dice que, ante la pregunta de los exploradores foráneos, los nativos, que casualmente tenían en sus manos las gargantillas de sus mujeres, contestaron: U Yu c-atan, «son los collares de nuestras esposas».

Al parecer, la versión que tiene más adeptos es la que dice que viene de Yuk’al-tan mayab, que era la designación lingüista de su nación, y que quiere decir literalmente: todos los que hablan la lengua maya.

Pero llevarse a engaño no es infrecuente ni es algo nuevo, como bien explica Mª Ángeles Sastre en un artículo de El Norte de Castilla:

«Entre 1726 y 1739 la RAE sacó a la luz el Diccionario de Autoridades, el primer diccionario de factura académica, que intentaba ofrecer la etimología de los vocablos registrados, aunque bajo la entrada «etymología» dice que «muchos reciben engaño en las etymologías».

Hoy los especialistas, y en general quienes tengan deseos de averiguar la procedencia de las palabras, tienen a su disposición el monumental Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980), de Joan Corominas y José Antonio Pascual. Los autores, además de ofrecer la etimología de los vocablos registrados, establecen la cronología de la aparición de dichos vocablos en la historia de los textos.

Pero hay muchas etimologías que carecen de fundamento lingüístico porque atribuyen de manera espontánea determinado origen a una palabra relacionándola fundamentalmente con otra de distinto origen o asociándola a una raíz a la que no pertenece. Se producen de este modo cambios fonéticos, morfológicos o semánticos que normalmente no tendrían lugar. Este tipo de etimología se conoce con el nombre de etimología popular.»

Veamos algunas de estas etimologías en castellano. No están todas, pero sí algunas de las más curiosas. (Haced clic en la imagen para verla mejor)

etimo_caste2

¿Quién quiere al badulaque? ♫♪♫♪

Otro fenómeno digno de mención es el de aquellas palabras que acabamos usando de una forma completamente distinta a la original y cambian de significado. Un caso destacable es el de badulaque.

En origen, badulaque no tiene nada que ver con los comercios regentados por paquistaníes, que es el significado que se le da ahora gracias a Los Simpson. Según Alfred López, proviene del mozárabe y hace referencia a un condimento compuesto de varios ingredientes, afeite según la RAE.

Posteriormente pasó a designar un guiso conocido como chanfaina. Este guiso inconsistente, con vísceras y desperdicios, hizo que el nombre pasara a definir a un tonto, a un necio, y así fue como badulaque se empezó a usar como insulto por allá el siglo XIX.

Y ya en esta última etapa —o no, quién sabe lo que le depara a este término—, un badulaque es una tiendecita donde puede encontrarse casi de todo. Al parecer, la idea de llamar así al Kwik-E-Mart fue de Carlos Revilla, director del doblaje de la serie Los Simpson y voz de Homer hasta su defunción en el año 2000.

Según López, «todo parece indicar que se inclinó por este nombre debido a la variedad de ingredientes del afeite (la primera acepción que da el diccionario) respecto a la palabra y la diversidad de productos que se vende en el comercio de Apu».

En todas partes cuecen habas

La curiosidad por el origen de las palabras se extiende a todos los idiomas y todos ellos tienen etimologías de lo más curioso. Como una de mis lenguas de trabajo es el inglés, que no el italiano o el griego o el danés, veremos algunos ejemplos de esta lengua.

Una palabra que me encanta por su historia y porque, de alguna forma, tiene un recorrido parecido al de badulaque es spam. En origen, la palabra surgió como abreviatura de spiced ham, jamón condimentado, que usó la empresa Hormel Foods en 1957 y que abastecía especialmente a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

spam

¡Al rico spam!

Sin embargo, el grupo de humoristas británicos Monty Python se burló de este producto en una famosa escena en el que unos clientes acuden a un restaurante y, ¡sorpresa!, todos los platos llevan spam. Este gag le dio la fama definitiva a la palabra, que entonces pasó a designar algo abundante que nadie quiere, precisamente como los correos basura.

E igual que el origen de las palabras suscita interés, también se dan casos de etimología popular, especialmente en términos soeces o sexuales (¡cómo no!) como fuck o shit, pero no solo. Veamos algunos ejemplos:

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Entre siglas anda el juego

Con este repaso a las etimologías populares, lo que es evidente es que los acrónimos y las siglas dan muchísimo juego para inventarnos los orígenes de las palabras o encontrarles un doble sentido. Según dicen en etimologías.dechile.net, algunos filólogos aseguran que los acrónimos (creación de nuevas palabras mediante siglas) empezaron a popularizarse en el siglo XX y ponen como ejemplo la palabra «láser» (light amplification by stimulated emission of radiation) y «radar» (radio detecting and ranging), pero no está del todo claro.

Es de sobra conocido que tanto el castellano como el inglés —y los demás idiomas europeos—, tienen una gran influencia del latín y se sabe también que los romanos solían usar siglas, como atestiguan INRI, Iesus Nazarens Rex Iudaeorum (Jesús de Nazaret, rey de los judíos) y SPQR, Senatus Populusque Romanus (Senado y pueblo romano).

Sin embargo, es tan fácil dar a las siglas el sentido que uno quiere que son todo un caramelito. Aún recuerdo algunas de cuando iba al colegio: SEAT (Siempre estarás apretando tornillos), RENFE (Rogamos empujen nuestros ferrocarriles estropeados), o ADIDAS (Asociación de idiotas dispuestos a superarse).

Y lo mismo en inglés. Cuando muy desafortunadamente se desintegró el Challenger con siete astronautas a bordo, se popularizaron las siglas de la NASA como Need Another Seven Astronauts.

¿Coincidencia o nombre buscado?

¿Coincidencia o nombre buscado?

Sea como sea, hay etimologías reales muy curiosas y etimologías tan graciosas que por fuerza tienen que ser falsas, pero esto no lo vamos a cambiar ahora. Siempre nos ha gustado mucho el juego del teléfono escacharrado.

Para terminar, y aunque más abajo encontraréis bibliografía sobre el tema, si os gusta la etimología y aún más explicada con humor, os recomiendo el canal de YouTube de Vanfunfun y las entradas etimológicas de Alfred López de su blog Ya está el listo que todo lo sabe.

***

Fuentes:

  • Listado de falsas etimologías en inglés: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_common_false_etymologies_of_English_word
  • Diccionario etimológico: http://etimologias.dechile.net/
  • Etimologías: http://elcastellano.elnortedecastilla.es/castellano/aula/etimologias
  • 1 de 3: http://www.1de3.es/2004/08/26/falsas-etimologias/
  • Las muchas etimologías de OK: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_proposed_etymologies_of_OK
  • Leyendas urbanas: http://flipalo.lavanguardia.com/fans/20150625/54432475094/leyendas-urbanas-mentira.html#ixzz3jucpVbXv

Bibliografía sobre etimología:

  • Recopilatorio: http://etimologias.dechile.net/general/?Bibliografia
  • Beekes, Robert Stephen Paul, Etymological dictionary of Greek, Brill, Leiden, 2010, 2 Vol.
  • Corominas, J., Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Editorial Gredos, Madrid, 1980.
  • Navarro, Fernando, Parentescos insólitos del lenguaje, El Prado, 2002.
  • Ortega, V., Palabralogía, Ed. Planeta, col. Ares y Mares, Madrid, 2014.
  • Vaan, Michiel de, Etymological dictionary of Latin and the other Italic languages, Brill, Leiden, 2008.

En silencio

19 miércoles Mar 2014

Posted by enlalunadebabel in Off topic

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afasia, comunicación, palabras, tumor cerebral

Érase una vez un hombre de negocios a un maletín pegado. Un padre de familia que trabajaba sin cesar y se pasaba semanas enteras de viaje. Tan cansado estaba de hablar, regatear y discutir condiciones que al volver a casa, al calor del hogar, solo quería estar tranquilo.

No era infrecuente que, acostumbrado a sus comidas y cenas de hotel en silencio, le molestara la cháchara de sus hijos que, evidentemente, disfrutaban de su presencia aunque les mandara callar o les lanzara «la mirada del tigre» porque quería ver las noticias.

Era un hombre serio y cortante en ocasiones, pero tenía un gran sentido del humor. Era una persona con don de palabra y una caligrafía exquisita. No se le daban muy bien los idiomas, pero había aprendido inglés solo y aunque su hija le corregía con frecuencia, él se contentaba con comunicarse a lo indio. Siempre decía que no se había quedado nunca sin comer y que lograba hacerse entender con sus clientes sin problemas, aunque se pasara meses enteros en Estados Unidos o en Japón.

Pero todo cambió unas navidades. Una mañana se despertó, se levantó de la cama y se dispuso a prepararse el desayuno como siempre. Los demás seguían acostados. Aquellas primeras horas del día no cruzó ni una sola palabra con nadie. Sin embargo, cuando llegó a su despacho y quiso encender el ordenador, notó que algo no andaba bien: no conseguía acordarse de la contraseña. Una vez. Error. Otra vez. Error. Nada, que no había manera. Y lo malo era que, en la soledad del autónomo, no había nadie alrededor que tuviera esa información.

Frustrado, bajó al bar de siempre para tomarse un cortado. Sus primeras palabras del día. «Qué raro», pensó cuando reparó en la cara de extrañeza del dueño del bar, que le conocía de toda la vida. Al parecer, y aunque en su cabeza el discurso era coherente, lo único que le salían eran sílabas desordenadas y desparejadas.

Acudió al hospital, donde todo el mundo estaba tan extrañado como él. Sentado en su cama con el batín (sí, a lo Hugh Hefner), trataba de mantener una conversación con la familia, pero era imposible. No se le entendía, se le trababa la lengua y al darse cuenta de que las palabras no le salían como quería, exclamó «¡ñoco!» en varias ocasiones. Se rieron juntos; era marca de la casa, aunque del revés.

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Tras una semana en el hospital, le dieron el alta a la espera de volver a ingresar en otro. Tenía un tumor cerebral. Durante su segundo ingreso, empezó a empeorar. Dejó de hablar; no podía. Se tocaba la cabeza, dolorido, pero era incapaz de articular palabra. Ni una.

Una noche tuvieron que intervenirle de urgencia. Se moría y no encontraban el motivo: la medicación no funcionaba. Fue entonces cuando descubrieron por qué. No era un tumor. Le habían estado tratando un tumor inexistente: era una infección cerebral que le ocupaba todo el hemisferio izquierdo. Un absceso por estreptococos causado, muy probablemente, por una leve infección de oído. Entre la espera y el error en el diagnóstico, sufrió una meningitis.

Consiguieron salvarle la vida, pero se pasó unas semanas como un ser primitivo, callado y con arrebatos violentos, que no reconocía a su familia y que se negaba a tragar o fulminaba con la mirada cuando se le daba de comer muy despacio o muy deprisa.

La situación en el hospital no era mucho mejor. El personal le atendía lo mejor que podía, pero cada vez le daban más ataques epilépticos y las pruebas eran más espaciadas. Se pasó prácticamente un mes ingresado en la planta de cardiología y no en la de neurología porque no había camas. Tampoco se le facilitaban botellines de agua y no precisamente por prescripción facultativa. Aún hospitalizado, llegaron a pedirle a la familia que se trajera los medicamentos de casa. Pequeñas o grandes cosas, según se mire, que acrecentaban el dolor de todos.

Cuando le dieron el alta seguía sin poder hablar. Los médicos no se ponían de acuerdo. Algunos decían que recuperaría el habla en breve; otros, que tardaría más. Unos decían que entendía bien lo que se le decía; los demás, que no estaban seguros de que su cerebro funcionara bien todavía. En general, eso sí, todos apostaban por una mejoría. Durante un tiempo acudió a rehabilitación, pero su vida ya había cambiado por completo. De la noche a la mañana había pasado de ser una persona activa a alguien dependiente.

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Este hombre es mi padre. Han pasado dos años y sigue sin poder hablar. Lee a duras penas y no siempre entiende lo que hay escrito. No puede escribir, ni siquiera ayudándose de un teclado. Su caligrafía se quedó donde sus palabras, en algún cajón de su cerebro que no logra abrir.

Echo de menos hablar con él, oír su voz —que apenas se aprecia en sus balbuceos— y su risa. Intercambiar unas pocas palabras, aunque sea para hablar del tiempo. Quién me diría a mí que llegaría a extrañar sus tacos y sus salidas de tono, sus intentos por provocarme con temas políticos. Damos tantas cosas por supuesto que muchas veces no valoramos lo suficiente el poder de las palabras, de una conversación y, en definitiva, de la comunicación.

Hoy, 19 de marzo, estas letras están dedicadas a él, a mi padre, aunque no pueda leerlas.

«T’estimo».

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