Etiquetas
buscar trabajo, cómo empezar a traducir, consejos, editoriales, orientación laboral, primeros pasos en traducción, traducción editorial, traducción literaria, traducir libros, traducir novelas
Sea del ámbito que sea, un blog tiene mucha carga personal; es una colección de entradas con experiencias individuales, de cómo ve cada uno un tema o su profesión. Como no me gusta pontificar sobre ninguna cuestión y pienso que nos enriquece muchísimo conocer el punto de vista y la experiencia de los demás, cuento en esta ocasión con la colaboración de un traductor literario y amigo, Juan Pascual.
En este artículo Juan nos cuenta su experiencia como traductor y nos da algunos consejos para encontrar trabajo en el sector de la traducción editorial. Si no tenéis la suerte de conocerlo en persona, tal vez le hayáis escuchado en la mesa redonda sobre traducción romántica y erótica que compartí hará unos meses en este blog. Sin embargo, si queréis saber más, seguid leyendo.
***
Empecemos un poquito por mi propia historia: yo soy lo que algunos en este mundillo llaman un «intruso», es decir, que no hice la Licenciatura en Traducción, sino en Filología Inglesa, porque en mi época (sí, ya hablo de épocas), no había estudios de traducción en Málaga, mi ciudad, y lo de irse a Granada —la alternativa más cercana— estaba complicado en mi caso. Cuando me licencié, ya sí existían unos cursos de doctorado especializados, así que me matriculé y empecé a formarme en traducción.
El «problema» fue que a mediados del segundo año conseguí trabajo en el departamento de redacción de la matriz española de una empresa de juegos… en Barcelona. Pero como era trabajo, y era de traducción, me lie la manta a la cabeza. Después de tres años, me tocó revisar las traducciones de los libros que la empresa original sacaba en Gran Bretaña. Me conocía al dedillo todos los términos, así que le pregunté a la editorial por qué no me encargaba la traducción directamente a mí. Y desde entonces… hasta ahora.
Ese es solo uno de los miles de ejemplos que encontraréis cuando hagáis la gran pregunta: ¿Cómo iniciarse en la tarea de traducir? De todos modos, me gustaría daros algunas pautas más generales que quizá os sirvan, que podrían resumirse en la que yo creo que es la mejor combinación posible: una buena formación, el establecimiento de una buena red de contactos y la cantidad adecuada de lo que en términos académicos se viene llamando… morro. Nada de lo que voy a explicar a continuación es descubrir la pólvora, pero nunca está de más recordarlo e insistir en ello.
Me explico: nadie puede discutir que es posible traducir sin haber estudiado traducción (¡anatema!). Y tampoco se trata de que baste, por ejemplo, con ser bilingüe. Pero yo envidio a los que han tenido la posibilidad de estudiar la carrera. Donde yo he tardado años en aprender algo, ellos ya lo traen de serie. Tienen soluciones inmediatas a problemas con los que yo me he atascado días (eso sin contar con la formación «tecnológica», tipo herramientas de traducción y similares).
Eso sí, bajo mi punto de vista, a los años de carrera siempre, siempre, hay que añadirles cursos, del tipo que sea, para completar y afinar esa formación. Sé que suena a verdad de Perogrullo, pero no todo el mundo tiene claro que hay que seguir estudiando, sin importar los años que lleves en el oficio. En muy pocos casos basta con acabar la carrera, ya sea para traducir documentos técnicos, legales o literatura. Existen todo tipo de cursos, desde los de las asociaciones de traductores (APTIC, ACETT), hasta los de las propias universidades. Buscad, mirad, comparad… y ahorrad. Todo esto es una inversión, y lo mismo que uno se gasta dinero en el ordenador, debe hacerlo en la formación (o más).

Juan Pascual con otros dos grandes, Pilar Ramírez Tello y Manuel de los Reyes, en el encuentro sobre traducción de literatura fantástica en Málaga.
La red de contactos resulta básica. Vuestros compañeros son los que avisan de las posibles ofertas de trabajo, os dan a conocer a otras personas del mundillo, avisan de qué editorial va a aumentar su catálogo en italiano, por ejemplo, y de que ya va siendo hora de que mandarles el currículum (otra vez, si hace falta), pasan faena si por casualidad ellos no dan abasto, etcétera. ¿Y cómo se consigue esa red? Mantened el contacto con los compañeros de facultad, asiste a congresos, reuniones, encuentros de traducción y demás, a todo lo que ofrezca formación (sí, otra vez), información y posibilidad de conocer a nuevos compañeros. Uníos a los grupos de traducción que se organizan en las distintas redes sociales.
Por último, la parte más académica: el morro. No dudéis en enviar el currículum, en abordar (abordar, no asaltar) a la persona encargada de asignar una traducción, ya sea en un congreso, por correo electrónico o similares. Ejemplo: conozco el caso de una persona que no solicitó una beca de investigación porque estaba segura al 110 % de que no se la iban a dar. Resultado: ese año, el concurso de la beca quedó desierto. Pues como con eso, con todo.
Todos estos consejos son muy generales (deben serlo, abarcamos mucho) para dedicarse a la traducción en cualquier ámbito, pero centrándonos en el campo editorial, ahí va un caso algo más concreto: una compañera presentó una propuesta a una editorial de cómics y se curró la traducción de las primeras páginas de una novela gráfica hasta el punto de utilizar un programa y sustituir el original griego de las viñetas por su traducción. Sabía que eso no formaría parte de su trabajo, pero sí que sería un modo muy gráfico (valga la redundancia) de presentar su propuesta.
Otro modo es buscar un autor que se adapte al catálogo de la editorial. Siempre, siempre, hay que consultar el catálogo: una propuesta de un libro de cocina difícilmente encaja en una editorial como Minotauro (¿Qué tiene Minotauro? ¡Primer ejercicio, miradlo!). Si ese autor además ya está libre de derechos, mejor que mejor: le ofrecéis un ahorro a la editorial, lo que siempre hará que sea un propicio día.
¿De dónde he sacado esa última frase tan curiosa? ¡Buscad, leed, «bichead», como dicen algunas compañeras por aquí! Cualquier traductor editorial debe leer siempre que pueda, y de todo lo que pueda, aunque el tema a veces no sea del completo interés de uno. Nunca se sabe qué clase de libro te puede caer (con suerte).
Todo lo anterior son consejos generales y evidentes, quizás conocidos por la mayoría de quienes han leído esto, pero nunca se sabe qué se puede aprender, qué detalle se nos ha pasado por alto, qué posibilidad no hemos contemplado. Aprendemos algo todos los días (como yo escribiendo este texto, por ejemplo, que me cuesta una hueva redactar pensamientos coherentes).
¡Buena caza!
***
Artículos relacionados:
Pingback: Encontrar trabajo en traducción literaria: hablamos con Juan Pascual | Raffaello Palandri's Blog
Aquí otro «intruso» que estudió Filología Inglesa (bueno, ahora se llama Estudios Ingleses) y, en cuanto vi que lo mío era la traducción, me hice un máster en Traducción Literaria. Y a día de hoy no es que no consiga trabajo, es que raro es el día que me contestan, aunque sea para decirme que no. Y no solo las editoriales, ¿eh? Que incluso cuando intento pedir consejo a otros traductores o gente cercana al sector, muchas veces lo que en un principio parece un profesional agradable («si, claro, tu escríbeme y estamos en contacto, sin problema», suelen decir) luego no vuelves a saber de él.
En general ya conocía estos consejos para buscar trabajo, pero desde que acabé el máster (hace ya casi un año) no me han servido de mucho. El tema de seguir formándome ahora mismo no me es posible porque en mi ciudad no hay manera de encontrar cursos o ciclos sobre traducción, y como no tengo trabajo no puedo permitirme irme a Madrid a seguir estudiando por mucho que lo quiera (porque ya bastante hicieron mis pobres padres dejándose un dineral en 5 años de universidad).
Pero, sobre todo, lo que más me ha desilusionado es el tema de la red de contactos. Todos los conocidos que he hecho en este tiempo relacionados al mundillo han sido, sin ninguna excepción, unos egoístas que solo miraban por ellos y no aceptaban crear piña en favor del grupo. Cuando uno se enteraba de alguna posible oferta, hacía lo imposible por callarse y que no se enterara el resto; si alguno encontró trabajo, no solo no se ofrecía como contacto, sino que ni siquiera compartía el nombre de la editorial/empresa como si por decirnos a los demás algo así fuera a perder su posición… Son ejemplos muy específicos pero el asunto es ese, que aunque de puertas para afuera todo el mundo habla de lo importante que es tener contactos, a la hora de la verdad muy pocos realmente están abiertos a ello. De hecho, mi red de contactos se reduce a una única persona, un muy buen amigo mío que estudió lo mismo que yo y está en mi misma situación, y cada vez que descubrimos una oferta o cualquier cosa, lo compartimos entre los dos.
Sí debo reconocer que lo de echarle morro no era algo que hubiera oído antes (aunque sea algo de cajón) así que me vas a permitir, Juan, que te tome la palabra y te diga sin rodeos que, si existe una ínfima posibilidad de que me eches un cable como sea para empezar, te lo agradecería de todo corazón. Una editorial que busque gente, un trabajito del que tengas constancia por poca cosa que sea…algo. La verdad es que no es algo propio de mí poner a nadie en una situación tan comprometida, especialmente sin conocernos de nada, pero por desgracia hoy me has pillado en un día de bastante bajón en el que me da todo un poco igual, y dado que has hablado sobre echarle morro, pues…
Siento la parrafada para contar mis penas, pero me da mucha rabia que con toda la vocación que tengo por este oficio no solo no encuentre trabajo (que es normal hasta cierto punto, sobre todo dada la situación actual), sino que siento que la gente del sector se comporta con un secretismo y un celo que no ayudan nada a los que estamos empezando.
Un saludo.
Hola, C. Alberto:
¿Por dónde empiezo? Entiendo la frustración, pero debo decirte que todos (o la gran mayoría) empezamos así, teniendo que buscarnos la vida solos. Piensa que cuando yo empecé, allá por 2004, no había ni blogs ni conocía a ningún profesional a quien preguntar.
La sensación de salir de la Universidad y que se abra el gran vacío ante ti es muy común, pero no queda otra que trazar un plan de acción. En cuarto de carrera, antes de terminar, empecé a enviar CV como loca a agencias de traducción. Sí, claro que mi idea era hacer literaria, pero sabiendo que era algo más complicado, decidí ganar experiencia traduciendo para agencias y empresas de todo tipo. No muchos contestaron, pero hice un par de clientes con los que sigo trabajando ahora. Es decir, lo primero y para empezar, no te obceques en una sola rama (my 2 cents).
En cuanto a editoriales —algo de lo que seguiré hablando en el blog y daré algunos consejos más—, el consejo de Juan es muy bueno. Investiga, mira lo que se publica, envía tu CV con una carta de presentación personalizada, busca al responsable (LinkedIn te puede dar pistas), o bien haz una propuesta editorial, aunque eso requiere mucho más tiempo y tampoco es una garantía al 100 %.
Entiendo lo de la vocación, porque opino que la traducción es vocacional en sí (si no, no aguantaríamos los plazos locos y las horas eternas al ordenador), pero no es suficiente. Dices que no te responden a pesar de las ganas que le echas. Te cuento que hace un par de años hice batida a editoriales: me curré la presentación y los materiales, lo personalicé todo… De doce que mandé, solo tres contestaron y he conseguido trabajo con dos de esas, que no está mal, pero con eso quiero decirte que no todas me han contestado. Y eso seguirá pasando tengas la experiencia que tengas.
Muchas veces también influye la suerte, que necesiten traductores justo cuando escribes, porque por lo demás, puede que los CV se queden olvidados en un cajón.
Lo que más me preocupa de tu comentario, no obstante, es lo que dices de la red de contactos y los profesionales a los que has escrito. Mira, recibo correos y mensajes casi cada día en los que me piden consejo. Intento contestar amablemente y ayudar siempre que puedo con los consejos que me funcionaron porque a mí también me gustaría que me hubieran orientado más, cosa que tuve que hacer sola. En general, la gente no me pide directamente los nombres y direcciones de los clientes. Creo que es algo de cajón, ¿no? Un profesional te puede orientar, pero si no tienes ni confianza, así sin más, dudo que nadie te dé su base de datos de clientes.
Y la red de contactos, a mí sí me funciona. Me da pena que digas eso de la gente que conoces, pero tachar a todos de egoístas me parece ir un poco lejos. Quizá he tenido suerte con la gente que me rodea, pero yo te garantizo que SÍ he dado (¡y doy!) trabajo a compañeros. Incluso a alumnos en prácticas que he tenido y que luego han seguido trabajando conmigo. Si tengo mucho trabajo intento o bien pasar el contacto o derivar las tareas, ahora bien, no las confío a alguien si no sé cómo trabaja, eso también es normal, ¿no crees?
Cuando tengo un repunte y los compañeros más directos no pueden hacerse cargo, les pregunto si saben de alguien de confianza y es así como se van estableciendo las redes. Y la gente que conozco sí se pasa ofertas de trabajo o te da chivatazos si sabe de algún sitio en el que busquen traductores.
En mi caso, además, también trabajo para un compañero que se montó su agencia y para la agencia de un profesor que tuve en el máster y a quien envié mi currículum y realicé una prueba. Como ves, tengas o no experiencia, hay que trabajárselo. Que es duro, lo sé, que yo también he estado en ese punto de no saber qué hacer y que no se abran las puertas, pero se puede.
Tienes que seguir intentándolo. Tal vez puedas empezar buscando un trabajo “alimenticio” (dar clases de inglés o de repaso, o buscarte un puesto de administrativo con idiomas, no sé) mientras te abres camino en la traducción enviando CV a agencias y editoriales por igual, que fue lo que hice yo, que aún hoy sigo dando algunas clases.
Le he contado a Juan que habías dejado un comentario. Cuando lo lea supongo que él también podrá decirte algo más.
¡Un abrazo y suerte!
Scheherezade
Hola:
¡Genial entrada! Gracias por ofrecer recomendaciones, se puedan aplicar o no a cada caso. Al menos, se tiene la intención de ayudar y eso ya es loable (como dice Piedrahita: loable quien lo hable).
¿Quién dijo que X era fácil? Lo que sea, buscar trabajo o aprender a nadar. No naces siendo Michael Phelps. Hay que lanzarse al agua, sin saber dar ni una brazada y el instinto de supervivencia ayudará. Luego las instrucciones que te ofrezcan, lo que aprendas y las ganas.
Sirva esta metáfora pobre para resumir lo que creo que intenta expresar Scheherezade, y con razón.
Estoy de acuerdo, traducir tiene bastante de vocación. Además, hay que seguir aprendiendo incluso años y años tras haber empezado (terminado la carrera). Por desgracia, ya sabemos que acabar unos estudios no nos catapulta al ámbito laboral. Buscar trabajo es un trabajo en sí, como se dice (con acierto, creo). No conozco la situación concreta de C. Alberto, pero por lo que leo parece que ganas no faltan y necesidad tampoco. No debemos cejar en nuestro empeño, de todos modos. Puede que no lluevan los trabajos, pero, C. Alberto, ¿ya has enviado CV o cartas personalizadas a empresas del RU, Alemania, Portugal, adonde sea? Quizá tu oportunidad no esté ni siquiera en Europa: debemos aprovechar la ventaja de poder trabajar para casi cualquier país desde el sofá de casa. Sin que esto se entienda como que no hay que moverse. Al contrario, sin movimiento las ganas hacen poco (no digo que C. Alberto no se haya movido, ni idea de eso; hablo en general). El trabajo no va a venir a nosotros. Ya sabemos: hay que buscarlo con mucho esfuerzo y muchísimo ímpetu. Nunca se agotan las puertas en que tocar.
Sobre la red de contactos
Algunos sí pasamos trabajos. Pero tampoco se puede ser casco azul; tenemos que vivir nosotros. Quizá no veamos el trasfondo de entradas como esta, que es precisamente ayudar. No pone el trabajo en la boca, pero da ideas de cómo actuar (y otros tantos artículos muy buenos de este blog u otros blogs).
En suma, las posibilidades están. La verdad/el trabajo está ahí fuera. Hay que buscarlo con ahínco y con humildad. Tener dos carreras y un máster hoy no significa nada. También me rechazan pruebas de traducción; también mando CV y no obtengo respuesta. Y sigo buscando clientes, y sigo. Y no me pongo como ejemplo de nada. Como se ha dicho, si no se puede optar por ahora a la vocación, se pueden tocar otras puertas: clases de inglés, sector turístico, etc. Esto sin dejar de mandar CV en pos de la vocación: ¡traducir!
Espero que les vaya muy bien. Suerte, ánimo y constancia. 🙂
Un saludo.
Devadip
Hola Scheherezade:
(Prepárate porque puede salirme un mensaje incluso más largo que el anterior.) Entiendo perfectamente que un desconocido, por mucho que sea dueño de una editorial o agencia, no va a dar su base de datos de clientes a cualquiera que se le acerque pidiendo trabajo. Del mismo modo, también veo lógico que los que ya estéis metidos en el área y trabajando activamente no vayáis a ir ofreciendo encargos a cualquiera que os escriba pidiendo ayuda para iniciarse como traductor. Ahora bien, dicho esto, lo que ya no me encaja entonces es, ¿cómo voy a hacer contacto alguno? Ya he escrito a unos cuantos blogs (benditos seáis, sois los únicos que realmente demostráis estar interesados en aconsejar y ayudar en cualquier momento), y siempre acabo recibiendo el mismo consejo de «ve a conferencias, a ferias de traducción, habla con traductores y editores». Pero si ninguno de esos profesionales va realmente a tomarme en cuenta debido a que no nos conocemos o a que no sabe cómo trabajo, ¿cómo se supone que voy a empezar a formar esa red de contactos?
Eso lo digo también por experiencia propia. El año pasado, el amigo al que menciono en mi anterior comentario y yo fuimos a la feria de literatura fantástica Celsius232 en Avilés porque alguien nos dijo (no recuerdo quién) que era un buen lugar para ir dándose a conocer ya que iban muchos editores y traductores. Y sí, fueron bastantes, pero no sacamos nada que no hubiéramos podido sacar solo por mandarles correos desde casa, porque la mayoría no nos cogían el currículum o no se paraban siquiera a escucharnos. Pero lo peor venía por otro flanco: los editores o traductores que, directamente, se nos rieron en la cara (concretamente fueron dos). Era presentarnos y decían «¿os habéis metido a traductores? Uuuh, jajaja, pobres, no sabéis lo que hacéis, dedicaros a otra cosa». Y me dirás en su defensa que no lo hicieron con maldad, que simplemente lo hacían porque son conscientes de que es un oficio muy maltratado y ninguneado, pero a mí eso me da igual. Lo que me llevé de ahí fue que fuimos con toda nuestra ilusión (y supongo que, sí, también con nuestra ingenuidad) pensando que alguien valoraría el esfuerzo de hacernos 500 km para conocer gente del oficio, que nos ayudarían de verdad o nos tendrían en consideración, y solo sacamos rechazos, risas o mentiras. Lo de mentiras lo digo porque hablamos con el intérprete oficial del festival, que también era traductor. Muy majo, muy servicial, se ofreció a estar en contacto con nosotros, hasta nos dijo «yo seré vuestro contacto, estaré encantado». Además era joven, decía saber cual era nuestra situación y la frustración de no arrancar. Pues bien, le escribimos varias veces después del festival pero no nos contestó, no volvimos a saber nada de él. Y ese es el tipo de ayuda que nos hemos encontrado en este tiempo. Todo el mundo es muy amable, todos dan consejos, pero a la hora de la verdad, cuando intentas que alguien te de el voto de confianza necesario para demostrar lo que vales, todos desaparecen o se echan para atrás.
¿Que es injusto decir que todos los profesionales de la traducción son unos egoístas? Por supuesto, yo no estoy diciendo que todos lo sean, no quiero ofender a nadie aquí porque de verdad que no pongo en duda que tu o Juan seáis unos grandes profesionales que se preocupan y ceden encargos a otros conocidos. De verdad que toda la negatividad que llevan mis comentarios no va en absoluto dirigida a vosotros. Pero al fin y al cabo, todo es cuestión de experiencia, y la mía, por desgracia, es esa. Es que hasta los profesores del máster me dieron esa impresión. Un día durante el máster, una profesora nos dijo que un editor amigo suyo estaba buscando a 3 alumnos para traducir 3 libros, y le dijo a dicha profesora que nos informara y nos diera su correo, y así él ya mandaría una prueba de traducción o lo que fuera. Pues la simpática de la profesora se quedó con uno de esos 3 libros, eliminando la posibilidad de que uno de nosotros pudiera introducirse, y lo hizo, en sus palabras, «porque le molaba uno de los libros.» Una mujer que ya tiene sus clientes, su experiencia, y que encima además recibe otro sueldo como profesor de universidad… y no solo nos hace esa guarrada, sino que no tiene reparos en contárnoslo con una sonrisa.
Al final me da la sensación de que la única manera medianamente útil de tener esa red de contactos es la de mantener el contacto con los compañeros de la facultad. Pero en mi caso, como ya he comentado, eso no es posible porque quien no era un pelota, era un egoísta. De hecho, estos eran los más, y me remito al caso que describo en el párrafo anterior. Cuando la profesora nos informó de esos 2 posibles encargos, un compañero decidió contárselo a otra profesora y preguntarle si creía que era una buena oferta para que fuéramos diferenciando las ofertas dignas de las que no lo eran (ya fuera por plazos, salario…). En el momento en que le preguntó a esa otra profesora, gran parte de la clase soltó un quejido de fastidio y hasta varios insultos porque ahora, por «culpa» de aquel compañero, la gente de esa asignatura que no cursaba la optativa en la que se nos ofrecieron aquellos 2 encargos sabía de esa oferta. Ahora éramos más y por lo tanto había menos posibilidad de ser elegido. Y sí, sé que es hasta cierto punto normal querer asegurarte de algún modo un hueco pero, ¿tanto como para insultar a alguien solo porque, gracias a él, otras personas van a tener la misma oportunidad? Me pareció increíble, y a lo largo del curso esas personas fueron demostrándome que hacían todo lo posible por no hacer grupo con los demás. Y con una actitud tan detestable, tampoco hubiera querido formar parte de una red de contactos que incluyera ese tipo de gentuza, dicho mal y pronto. Así que, entre esos, los que acabaron el máster sabiendo que no querían dedicarse a la traducción y los que lo cursaron no se sabe muy bien por qué (algunos están opositando a policía, otros haciendo ciclos que nada tienen que ver con la carrera ni el máster…), mi red de contactos se limita a mi amigo Miguel y yo. Y será una red ridícula de la que no vaya a salir nada, pero al menos me siento muy orgulloso de saber que somos honrados y honestos, no nos pisamos, compartimos todas las oportunidades que encontramos y nos ayudamos en lo que haga falta.
Imagino que no os resultará agradable tener que leer a alguien que escribe tantas parrafadas llenas de negatividad y malas experiencias, pero inevitablemente es mi situación y no puedo hacer otra cosa que contarla tal como es para que se entienda que mi frustración no es solo la típica de haber acabado los estudios y no encontrar nada, sino que es más profunda por la cantidad de mierda que me he ido encontrando. De hecho, yo mismo estoy sorprendido de no haberme rendido ya a estas alturas y seguir empeñado en buscar como esa esa primera oportunidad.
Hola Alberto, yo también soy nueva en este mundillo, no te hagas ilusiones falsas. Si te apetece, escríbeme a esthergcastro@gmail.com y charlamos.
Un saludo.
Pingback: Lo mejor de traducción, interpretación y lengua de marzo de 2016 | 20.000 lenguas
¡Hola!
Me ha gustado mucho la entrada. Son consejos que ya sabemos, pero no viene de más recordarlos. También es cierto que es muy fácil perder la esperanza y me ha dado pena leer la experiencia de Alberto. Yo terminé Traducción hace ya 3 años y recuerdo como si fuera ayer la locura que se desató en mi facultad por ese miedo al vacío, a no encontrar trabajo y a no llegar a ejercer nunca. Y bueno, aquí estoy tres años después, trabajando de otra cosa, realizando traducciones para alguna agencia de vez en cuando… y tan feliz. No es que no tenga vocación, que de hecho estoy pensando en invertir en un máster de traducción literaria, pero tampoco se puede ser impaciente ni obcecarse demasiado. Así que estoy de acuerdo con Scheherezade: busca otros trabajos, crece en otros aspectos y poco a poco encontrarás un hueco, por minúsculo que sea.
Mucha suerte y paciencia.
Por cierto, ¿alguna recomendación sobre formación en traducción literaria? ¿Alguien en la sala que haya cursado el máster de la Complutense?
Pingback: Encontrar trabajo en traducción literaria: hablamos con Juan Pascual — En la luna de Babel | Diario de tres traductoras
Muy intereante, me puso la cabeza a trabajar a mil (aunque casi siempre está así, ja,ja). Como escuché alguna vez «el trabajador exitoso es proactivo». ¡Gracias por las ideas y consejos!
Pingback: Carta abierta al traductor principiante | En la luna de Babel
Pingback: Traducción editorial (I). La relación traductor-editor y cómo empezar en traducción editorial | En la luna de Babel
Pingback: Traducción a cuatro manos: la experiencia de Yuliss y Tamara | En la luna de Babel