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Hemos quedado con unos amigos para comer en un sitio al que no hemos ido nunca. Llegamos al restaurante en cuestión, un mesón castizo de nombre tipo Casa Paco (estaréis conmigo en que podría ser peor un Paco’s). Nos sentamos y nos traen las cartas. La abro y ahí está, en un lateral, la traducción al inglés. Se masca la tragedia. Y ya puedo ir masticando bien porque se me está indigestando y eso que Paco aún no nos ha traído nada para comer.
Vale, reconozco que no se puede ir con un traductor a comer o a cenar por ahí porque somos algo tiquismiquis, pero hay errores que claman al cielo. Un error ortográfico me irrita pero, bueno, tiene un pase. Ahora bien, un «I collide to the iron» para unos chocos a la plancha… por ahí no paso.
El origen de la mayoría de estos errores es la excesiva literalidad y la elección del término equivocado ante una palabra polisémica. El caso de «I collide» está claro: han tecleado «choco» y se ha escogido la primera persona del presente del verbo chocar. Pero, en serio, si lo quiere hacer el mismo Paco, por poco que busque verá que «choco» es «cuttlefish«.
Veamos algunas de estas joyitas:


Y no solo hay cartas jeroglíficas, sino también anuncios, carteles y pizarras:
La importancia de redactar bien
Algo que nunca entenderé es el poco cuidado que algunos hosteleros ponen a la hora de traducir los rótulos y las cartas de su establecimiento. La calidad no solo está en el gusto de los platos sino que también entra por los ojos.
Como el mismo Paco sabe (o debería saber), el menú de restaurante es mucho más que una simple lista de platos y precios. Es una poderosa herramienta de marketing y ventas que pone en manos de sus clientes y debe redactarse, diseñarse y editarse estratégicamente. Quiere vender sus productos y hacerlo con credibilidad, algo que mengua, a mi parecer, cuando hay errores ortográficos o traducciones de este calibre.
Hace un tiempo vi un restaurante en el que usaban traducciones literales al inglés de expresiones típicas o frases hechas para decorar el local (en el cuadro inferior) que hacían bastante gracia, pero ¿hacen la misma gracia cuando se cuelan en la carta sin pretenderlo?
Cómo traducir rico, rico y con fundamento
Acabamos de ver algunas de estas grandes meteduras de pata. ¿Y ahora qué hacemos? Para empezar, le recomendaría al señor hostelero que contratara a un buen traductor para que le tradujera la carta y el material promocional como es debido. No es nada caro (no estamos hablando de un proyecto titánico), de modo que no es una cuestión de ahorro y al mismo tiempo le evitamos el sofocón de hacer el ridículo ante el extranjero, que será guiri pero no es tonto.
¿Y cómo abordamos la traducción de algo así? Primero, como cualquier traducción especializada, es básico conocer la terminología. Para mí la dificultad no radica tanto en el nombre de un pescado o de un tipo de carne sino en la forma de cocinarlo. En los casos de, pongamos, unos «callos a la madrileña» o unos «calamares a la andaluza» es primordial entender qué ingredientes lleva y cómo se cocina. Si no, nos pasa como al que tradujo «rape a la marinera» como «rape sailor’s style«. Feo y denunciable.
No podemos dejar tampoco un «Madrid style» o «Andalusian style» si no explicamos, aunque sea entre paréntesis, en qué consiste. A un turista, todo esto le sonará a chino. Es más, si el camarero no tiene ni idea de inglés, ¿cómo le va a explicar qué lleva el plato? ¿No es mejor evitarlo con una buena traducción de partida?
Si no se le puede preguntar al dueño directamente, se pueden buscar recetas por Internet o acudir a la web de Arecetas, que incluye un glosario gastronómico, un glosario de alimentos, de vino y términos relacionados, etc.
Aprovechando el ejemplo de antes, ¿cómo traduciríamos «a la marinera»? Veamos en qué consiste: «Forma de sazonar y preparar los mejillones y otros moluscos, con vino blanco seco aromatizado con hierbas y especias. También se aplica a pescados guisados en vino blanco o guarnecidos con mejillones». Cuidado porque no en todos los sitios lo cocinan igual ni lleva exactamente lo mismo. Una forma clásica, por ejemplo, sería «monkfish (o angler fish) with prawns, mussels and onions in wine sauce» o «in a seafood sauce«, sin entrar en detalles.
En relación a cómo se prepara cada plato, también es complicado trasvasar los productos típicos a otro idioma. Es importante seguir una estrategia concreta: si queremos, podemos dejar el nombre original y entre paréntesis qué es o bien expresar el producto directamente en el otro idioma. Yo optaría, y es mi humilde opinión, por lo primero. Igual que el término «paella» ya está asentado, ¿por qué no dejar el toque español en la carta en los casos en los que no existe una traducción porque el término es muy específico? Por ejemplo, pienso en:
- mojo: spiced olive oil dressing o relish.
- papas arrugadas: Canarian wrinkly potatoes, parecidas a las «jacket potatoes». pero con sal.
- pimientos del Padrón: Padrón bell peppers. El camarero deberá especificar en este caso (más que la carta) lo divertido de pedirlos, toda una ruleta rusa culinaria.
- pimientos del Piquillo: Piquillo peppers, red peppers charred over wood charcoal, peeled and marinated in olive oil with herbs.
- mel i mató: cottage cheese with honey. Y no «honey and killed» como hemos visto en una de las fotografías anteriores.
Veamos ahora partes de una carta real con algunas de estas cuestiones:

Han dejado el término en castellano y una traducción en inglés. ¿Bastaría para saber cómo son? ¿Deberíamos dar más información?

Además de que no hay consenso con las comillas, ¿un extranjero sabría qué es el mojo? A mí, «mojo» en inglés me recuerda las películas de Austin Powers.

¿Qué os parecen estas aclaraciones? Dejan plátano en castellano y luego lo traducen pero no especifican qué es exactamente eso de Príncipe Alberto. El chocolate abarca demasiado, ¿no?
Otro aspecto curioso relacionado con la forma de cocinar un alimento es el cambio de nombre de éste dependiendo de la forma en que se presente. ¿Un ejemplo? La anchoa, el boquerón y el bocarte son el mismo pescado: Engraulis encrasicholus. En este caso, y aunque también existen diferencias según la zona, le llamamos «anchoa» al producto fresco o en conserva con aceite y sal; «boquerón» a la anchoa en vinagre y «bocarte» al pescado frito, ligeramente enharinado y acompañado, algunas veces, de un torrezno de jamón.
También es algo complicado nombrar los distintos cortes de la carne o el pescado. Si alguna vez no sabéis como expresarlo en inglés (de hecho, a mí ya me cuesta en castellano), no os perdáis estos carteles con los cortes de la ternera y del cerdo, y estas imágenes con las partes del atún en castellano y en inglés.
Por último, si necesitáis echarle un ojo a glosarios bilingües, tomad nota de este glosario con términos de uso común en la cocina de la web Delicioso o podéis descargar este pdf de Babel linguistics: Glosario gastronómico. Sin embargo, si lo que necesitáis es un glosario culinario básico de lo que suele haber en una carta, os dejo este documento que he ido confeccionando con el tiempo con unos 250 términos en inglés, francés, español, italiano y alemán: Glosario culinario (si observarais algún error o traducción mejorable, no dudéis en hacérmelo saber).
Y si después de esto los hosteleros siguen usando el traductor automático o no revisan lo que han escrito, oye, que con su pan se lo coman.
***
Las imágenes provienen principalmente de varias páginas de internet, como Microsiervos, de otros compañeros o bien las han enviado directamente a mi página de facebook de Las 1001 traducciones para el álbum Hall of Shame.
¡Me encantan este tipo de entradas!
¡Hola!
Como siempre, genial entrada.
A veces, no sabes si en el momento en el que el camarero te hace entrega de la carta… te la está dando o te está echando las cartas… O, más bien, tienes que echarlas tú para averiguar qué platos son esos planchados con plancha para la ropa, por ejemplo.
Espero que a los ingleses no les recuerde mojo también a Austin Powers; mal asunto para esa rica salsa canaria llamada mojo picón :).
A ver si entre todos se consigue abolir el pensamiento de que: «ah, eso lo traduzco yo en un momentito una noche que tenga unos minutos libres». Una carta, todavía más en un lugar tan turístico como Canarias, por ejemplo, tiene que describir bien lo que vas a comer, si no se traduce bien, nadie va a pedir ese plato.
Gracias por haberme mencionado y haber mencionado mi blog y por haber seleccionado la foto de «Outside the letter» para los platos que se pueden pedir fuera de la carta. 🙂
Un saludo y hasta la próxima entrada (siempre queremos más).
Devadip -> @TraductorJur
¡Felicidades por la entrada! Muy completa, clara, concisa y para mi gusto, muy interesante y entretenida.
Tuve un fantástico profesor en la carrera con el que traducíamos cartas de restaurantes y cafeterías y cómo muestras en la entrada, no es nada fácil y hay que entender muy bien cómo está cocinado el plato en cuestión.
Como siempre, un placer leer tus entradas.
Un saludo
Inés
Justo en un bar de al lado de la oficina donde normalmente vamos a comer, nos hemos encontrado varios compañeros y yo con una perla tremenda que denota varios errores… Básicamente, el uso de Google Translate:
Mel i mató: Honey and killed.
Del catalán, directamente al inglés o vete tú a saber. Lo mejor de todo es otra que hicieron que per culpa de una falta ortográfica era todavía peor. En castellano la cosa era…
Gazpacho con peino (en vez de pepino)
Pues eso, al mirar la carta en catalán, pasó a ser…
«Gazpacho» amb pentino (del verbo pentinar, por supuesto)
Reblogueó esto en TraducThor, la fuerza de las palabrasy comentado:
¿Traducciones a la carta? Mejor bien hechas que servirlas crudas…
cocaine tail aaahahahaaa
No hace falta decir nada. Genial, como siempre. Hace poco he tenido que hacer una traducción de este tipo y, huyendo de las barbaridades que hay por ahí, he hecho precisamente lo que sugieres tú, dejar el toque español explicando un poco algunas cosas entre paréntesis. Creo que es mejor, porque los camareros tampoco entenderían algunas cosas traducidas «macarrónicamente» al inglés, y además le da un buen toque a la carta.
Enhorabuena, una vez más.
Carla
P.D. Esta vez parece que las pin-ups no quieren venir a Alicante 😦
Muy bueno, enhorabuena, ¡me ha encantado!
Traduzco muchas cartas de restaurantes y, por experiencia, sé que, a menudo, los que las redactan pecan de contar demasiado o, por el contrario, de decir nada en absoluto. Desde los «bocaditos crujientes de patatas con una ligera salsa semipicante y nube de pimentón (averigué que eran unas simples «patatas bravas»), hasta la clásica «ensalada de la casa» para la que me costó tres correos averiguar al menos los dos o tres ingredientes principales. A pesar de todo… ¡me encanta traducir platos de restaurantes. Son como deliciosos minibocaditos de traducción literaria con un toque de exotismo local 😉
Muy buena entrada, me he reído un rato.
Hace unos días escribía en mi blog sobre el Traductor de Google y sus peligros… pero la verdad es que hay casos en los que los humanos lo superan. Sin ir más lejos, el «choco a la plancha», Google te lo traduce de maravilla. Hay que echarle imaginación para hacer traducciones como las que aparecen en tu entrada… 😀
Un saludo.
Magda
Sabroso artículo, pero discrepo parcialmente en cuanto a la necesidad de explicar la elaboración del plato en todos los casos. Soy andaluz y no sé qué significa preparar algo «a la andaluza». Muchas veces aparecen este tipo de expresiones y son más fruto de la fantasía del autor que otra cosa. Si el lector local se siente a menudo ante un enigma al ver los nombres de los platos ¿tiene sentido desvelar el misterio a los lectores extranjeros? Además, si se entra en muchos detalles, se corre el peligro de convertir la carta en un recetario.
Si se opta por explicar la elaboración habría que consultar a los cocineros del restaurante para asegurarse de que los términos usados en la carta corresponden efectivamente a los que hayamos podido encontrar investigando por nuestra cuenta. De lo contrario puedes poner algo que no se ajuste al producto ofrecido y tampoco esté especificado así en la carta.
Y una matización más, en Andalucía no se usa «bocarte» en ningún caso, se habla de boquerones, fritos o en vinagre, y anchoas.
¿Se puede repetir? 😉
Muy bueno..En mi ciudad de nacimiento,Cadiz,a la «anchoa» fresca se le llama boqueron y en esta epoca hay a mogollon,solo le llamamos anchoas a las conservas con aceites en lata…y porque biene escrito como tal,si no seria tambien boqueron seguramente….
Ya se que viene se escribe con V,disculpen por la falta de ortografia,se me fue…la B esta al lado de la V……(no me gustan nada las faltas de ortografia)
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Me encantó el artículo. Me he reído (y llorado) con los «horrores».
En cuanto a los ejemplos que has puesto de Canarias, decirte que yo cuando he traducido cartas por ejemplo, para el mojo si es verde o rojo los dejo con el nombre y al lado, entre paréntesis, pongo si es rojo «typical canarian sauce made with oil and pepper» y si es el verde (…) «with oil and coriander». En cuanto al Príncipe Alberto, tienes toda la razón, lo de chocolate abarca demasiado, por lo que dejando el nombre vuelvo a explicar «typical dessert with coffee sponged cakes and a creamy chocolate dressing». Y, el bienmesabe es algo más que una cerma de almendras «thick almond and sponge cake cream».
La verdad es que es una pena que en un lugar donde el turismo es nuestro principal ingreso no se cuiden estos «detalles».
Gracias otra vez.
¡Me ha encantado! Las veces que coma fuera miro con ganas las cartas y sus traducciones, pero no he tenido tanta «suerte» como tú, aún…¡Gracias por pasar un buen rato!
Ya sé que el tema es cachondo y que sale a menudo, pero (y pregunto en general y por pura curiosidad), ¿alguien ha llamado alguna vez al encargado o dueño, le ha expuesto el problema y se ha ofrecido a solucionárselo (al precio que convenga)? No sé, es que una cosa es cachondearse y la otra buscar soluciones. Lo digo porque el buen señor Paco a lo mejor no sabe ni por dónde empezar a buscar a un traductor. Vete a saber, a lo mejor buscando por Google el pobre va a parar a manos de un intruso y la liamos del todo…
Hola, David:
Pues lo he hecho alguna vez que otra, sí, igual que también le he comentado al tendero si su cartel tiene algún error y escribo a alguna editorial si he detectado algo raro. Ahora bien, no lo hago por regla general porque al final una tiene sus límites (es fácil que te tilden de repelente) y no voy siempre con la tarjeta de visita a mano 🙂
Tienes razón en lo del desconocimiento pero, vaya, digo yo que si tienen que escribir las cartas en inglés, en algún momento deberían de pensar en contratar a alguien, ¿no?
No sé qué harán los demás, pero sí veo bueno el consejo de, al menos, avisarlo.
¡Gracias por comentar!
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Una entrada genial.
Soy estudiante de Traducción e Interpretación y creo que he aprendido más leyendo tus artículos que en la carrera.
Me ha encantado tu entrada! Acabo de dar con tu blog de casualidad y me parece muy interesante todo lo que escribes. ¡Enhorabuena! 😉
He llegado aquí por casualidad y me he partido el culo jajajajajaja. Además he leído en los comentarios que a veces te ofreces a corregir errores de este tipo, y esa ha sido la mejor parte la verdad, muy bien que haces! Un saludo!
Como diseñador gráfico en el mundo gastronómico, me ha parecido muy interesante a la vez que entretenido. Siempre que tengo la ocasión de toparme con una carta de estas bilingües, le echo un ojo para buscar gazapos como pasatiempo. Ojo que también ocurre a la inversa, cuando en restaurantes españoles en el Reino Unido los nombres originales de los platos que están mal escritos denotan la falta de autenticidad de los platos y el origen británico de los dueños. ¡Hay que cuidar la imagen!
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No soy traductor, pero me pongo en la piel del extranjero de turno, y no como, literalmente, no como, me voy y compro pan y chocolate.
Por cierto, no son «pimientos del Padrón», sino pimientos de Padrón.
No conocía este blog, pero me gusta.
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