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Hace algún tiempo, estaba viendo una película de miedo, pero lo que más me aterrorizó fue la mala calidad de los subtítulos en español.

Faltaban comas vocativas, había errores de coherencia, brotaban como setas las mayúsculas en mitad de las frases, dos personajes hablaban en un mismo subtítulo sin diferenciación alguna (imagen 1) y había calcos y frases superliterales… Una de las señales reveladoras de la traducción automática, por ejemplo, es que el género por defecto era el masculino (imagen 2), de modo que supongo que nadie los revisó o se los leyó siquiera. Otra es la imposibilidad de discernir el tiempo verbal correcto en frases sin mucho contexto, como suele ocurrir en algunos subtítulos (imagen 3, donde lo adecuado sería «¡Corre!»).

Va subtítulo de propina, a ver qué te parece:
«You see the evil look in her eyes?»
«Yeah.»
«You do?»

Tema miedos, sustos o gracietas aparte, la cosa tiene su aquel. ¿Acabas de hacer una película, documental, serie, etc. y quieres llegar a más espectadores? Contrata a traductores de verdad. Te has pasado meses (¡o años!) creando una obra, escribiendo el guion, pensando en las localizaciones, buscando al reparto adecuado, ideando el vestuario, cuidando todos los detalles, vaya, pero ¿luego escatimas en traducción? Sí, lo entiendo, te puede parecer lo más barato, pero ya sabemos que lo barato sale caro: piensa en tu reputación y la de tu producción.

No utilices la traducción automática por defecto. Para muchos espectadores, entre los que me incluyo, es una falta de respeto. Si alguien no se ha molestado en ofrecerme un producto de calidad, ¿por qué debería molestarme yo en verlo o leerlo? Ofrecer una buena traducción es respetar el producto que tanto ha costado crear, y respetar tanto a lectores como espectadores.

Hay muchas razones por las que la traducción humana es preferible a la traducción automática y aquí van solo algunas:

  • La traducción automática puede dar lugar a traducciones inexactas. ¡Imagina en casos más sensibles como los ámbitos técnicos o médicos!
  • La traducción automática no tiene en cuenta los matices del lenguaje, con lo que puedes acabar con una traducción sin sentido, normalmente por una literalidad excesiva.
  • La traducción automática no entiende el contexto cultural de un texto, lo que puede dar lugar a traducciones directamente erróneas. Tampoco relaciona texto con imagen, de ahí que no vaya a ser eficaz en traducción audiovisual (doblaje, subtitulación), editorial (pensemos en cómics, tebeos, novelas gráficas, álbumes infantiles, etc.), ni en muchas otras ramas.
  • Los traductores (humanos) ajustan las traducciones para que sean precisas, tengan sentido en la lengua de destino… y también alma, que es importantísimo en muchos textos.
  • Los traductores te ofrecen traducciones culturalmente sensibles y adaptadas a las necesidades específicas de los clientes.
  • Con un traductor de piel y hueso tendrás una traducción de calidad, revisada, fiel pero también creativa. Alguien que estará luego a tu disposición en caso de dudas y te ofrecerá asesoramiento.
  • Un traductor automático te hace la traducción al instante, sí, pero un buen trabajo requiere un tiempo… y no siempre es una eternidad. Los traductores (humanos) también pueden entregarte una traducción a tiempo, de forma rápida y eficaz. Confía en nosotros cuando te demos una estimación.
  • La traducción automática no siempre está al día de las últimas tendencias y cambios lingüísticos, porque la lengua evoluciona sin cesar. Los traductores te vamos a agasajar con una traducción cuidada y actualizada.

Si todavía no te he convencido, échale un vistazo a este artículo en el que te hablo de muchos otros errores en traducción automática.

En fin, un traductor (humano) te va a solventar el trámite (papeleta o marrón, si lo prefieres) de localizar tu producto en otro idioma y durante el tiempo que trabaje en tu obra, no tengas duda de que será lo más importante que haga. Déjate asesorar y contrata a un profesional.