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Con la llegada de la Navidad vuelven las tradiciones a todos los hogares, si bien algunas son más extrañas que otras, como en Cataluña. Parece que al tópico de ser agarrados se une muestra pasión por lo escatológico y no es de extrañar.

Para empezar tenemos al caganer, la figurita de un hombre defecando tranquilamente en el belén con su barretina y muchas veces fumando en pipa. Esta curiosa tradición se sitúa entre el cambio de siglo XVII y XVIII, en pleno Barroco, un movimiento cultural y artístico caracterizado por un realismo algo exagerado, digamos. Esta figura se actualiza año tras año y actualmente adquiere la forma de los políticos o deportistas más prominentes, o bien del famosillo de turno.

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Piqué y Shakira en plena faena

Luego le damos de palos a un tronco para que nos cague dulces y regalos: el sufrido (caga) tió. No es que nos pirre el sadomasoquismo o la ultraviolencia a lo Alex DeLarge, el protagonista de La naranja mecánica. Todo tiene su explicación; de hecho, existen dos teorías detrás de esta práctica. La primera es que simboliza la fertilidad de la tierra y garantiza la prosperidad del próximo año; la segunda, que el tronco representa a la naturaleza que duerme en invierno y hay que despertarla a palos para que defeque y comience de nuevo el ciclo.

Caga tió

El pobre incauto sonriendo con la panza llena, ajeno a lo que está a punto de sucederle

Además, tenemos algunos refranes que respaldan lo dicho, como “Qui mengi molt i cagui fort no ha de témer la mort” (Quien come mucho y caga fuerte, no debe temer a la muerte). Y hasta Salvador Dalí, nuestro catalán más insigne, escribió un ensayo escatológico sobre las ventosidades titulado «El arte de tirarse pedos o Manual del artillero socarrón», que incluyó como apéndice en su Diario de un genio (Tusquets, 2004).

Así pues, como buena catalana, en algún momento tenía que abordar el tema y aunque en un principio pueda parecer una cuestión baladí, tiene más miga de la que parece. En esta entrada abordamos un poco este vocabulario escatológico con una pincelada de humor, sobre todo por lo mucho que tratamos de adornarlo con eufemismos, sea en el idioma que sea. Y como cada lengua modela la realidad a su antojo, al traducir estas expresiones eufemísticas deberemos adaptarlas a nuestra cultura.

Veamos algunos eufemismos para “toilet” en el Reino Unido: bog, loo, cloakroom, close stool, closet, commode, convenience, garderobe, gents’, heads, jakes, khazi, ladies’, latrine, little boys’ room, necessary, netty, place of easement, powder room, privy, smallest room, thunder-box, water-closet y WC.

En cuanto a las necesidades, empecemos por la «agüita amarilla». Lo más común en inglés es pee, piss, have a piss (UK), take a leak (US) pero encontramos otras maneras más disimuladas o todo lo contrario, más bastas y humorísticas, como mark the territory, shake the dew off one’s lily, bleed the lizard, take a slash, squeeze the weasel, drain the dragon o see a man about a horse. Esta última también puede usarse como comodín para decir que alguien debe ausentarse, aunque en general es para ir al lavabo.

Para hacer lo gordo o bien aguas mayores (más eufemismos), los angloparlantes usan shit, poop y take a dump, y como expresiones más eufemísticas: doo-doo, bake a loaf, chop a log, disembowel, do the royal squat, drop a bomb, make mud, stain the porcelain, park your breakfast, take a load off your mind, drop the kids off at the pool…

En España hablamos de lavabo, retrete, baño, excusado, aseo, servicios o sanitario, entre otros. En cuanto a expresiones, vamos al tigre/al meódromo, nos sentamos en el trono o bien visitamos al señor Roca.

Vinilo retrete

Vinilo para hacer tus necesidades como un señor feudal a lo «Juego de tronos»

Una vez allí, para responder la llamada de la naturaleza, podemos cambiarle el agua al canario, es decir, hacer aguas menores, si no queremos hablar de mear o echar un meo.

Aunque también podemos ir de vientre, dejar un regalito, plantar un pino, deshacernos de nuestro lado oscuro, sacar la leña al patio, encargar un brazo de gitano, liberar a Willy, poner un fax, pasar de lo abstracto a lo concreto, echar troncos al aserradero, darle sabor al caldo, echar al inquilino, calcular nuestro producto interior bruto, vaciar la papelera de reciclaje o compilar el Kernel (sobre todo si eres informático).

La verdad es que podemos llegar a ser muy originales a la par que faltones y no sería la primera vez que para estos menesteres oigo también: Me voy, que el perro asoma la cola/el hocico o bien Obama sale de la Casa Blanca (de hecho, este último solo se lo he oído a mi hermano. Mira, Roger, surts al blog!).

Tras una consulta en twitter salieron muchísimas más (gracias, @vulzen, @javmallo, @TraductorJur): echar una placa, bombardear la zona, aliviarse, negociar la liberación de rehenes, salir el topo de la madriguera, lanzar torpedos, ir a darlo todo, dar un concierto, parir mulatos, hablar con la ONU, entrar en modo súper guerrero… La originalidad al poder, vamos.

Con todo esto quiero decir que los eufemismos hay que adaptarlos culturalmente. Soltar un «voy a ver a un hombre por lo de un caballo» no tendría ningún sentido para nosotros porque sería una traducción literal del inglés, así como quizá tampoco lo tendría decir «voy a visitar al señor Roca» en Sudamérica, porque seguramente no sea esa la marca de sanitarios más común. Además, muchas de estas expresiones pueden llegar a tener tintes racistas o ser demasiado chabacanas, así que ojito con emplearlas alegremente y atentos al registro del texto que tengamos entre manos. Lo de siempre: sentido común (que es el menos común de los sentidos, dicen).

Y poco más por hoy aunque aprovecho para felicitaros las fiestas y desearos una buena entrada de año. Y, ya sabéis, si queréis dejar vuestras opiniones o propuestas, aquí os espero.

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También hablé de eufemismos en:

Para saber más: