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Chaucer, literatura, Literatura rusa, Murakami, peligrosidad, Salman Rushdie, traducción literaria, traductor
Hoy hablamos de algunas curiosidades de la traducción literaria. No quiero ser paliza ni dar mucho la vara con el tema histórico pero sí creo que hay muchos aspectos desconocidos que vale la pena refrescar de vez en cuando.
Por ejemplo, ¿sabíais que un traductor británico simplificó y recortó Guerra y paz? ¿Y que los lectores de Murakami al inglés se debaten entre los traductores de este escritor japonés? ¿Y sabíais que ser traductor puede ser una profesión de riesgo? ¿No? Pues seguid leyendo.
La traducción como literatura
Una de las mejores partes de Los cuentos de Canterbury de Chaucer es «El cuento del caballero», considerado un punto álgido de la literatura medieval inglesa. Sin embargo, este cuento es una traducción de la Teseida de Boccaccio. Esto no quiere decir que el poeta inglés tradujera el poema italiano verso por verso. De hecho, solamente un centenar de versos del poema de Chaucer son traducciones aproximadas del de Boccaccio, que tiene unos 10 000 versos. Hay otros 400 versos de «El cuento del caballero» que guardan cierto parecido verbal. La mayor parte del poema de Chaucer, de 2 250 versos, es original. Pero ahí no acaba todo. A su vez, la Teseida de Boccaccio se basa de una forma parecida en la Tebaida de Estacio.
Hubo una época en que la originalidad en literatura no estaba bien vista del todo y los escritores basaban sus historias en aquellas que ya se habían escrito antes. A lo que voy con todo esto es que el abismo que vemos entre escritura y traducción (que muchos consideran un proceso más mecánico que creativo) es algo mucho más imaginario que real.
Esto mismo podría haber esgrimido Ana Rosa Quintana cuando el escándalo de «su» novela Sabor a hiel, que contenía párrafos de obras de autoras conocidas por el gran público como la norteamericana Danielle Steel y la mexicana Angeles Mastretta. Primero dijo que había sido un «error informático» y luego culpó a un familiar, que le había hecho las veces de negro.
Sensibilidades culturales
Traducir literatura no es lo mismo que traducir informes de empresa. No voy a entrar en cuestiones de mérito ni de qué es mejor ni nada por el estilo, porque cada texto y cada traducción son distintos. Me refiero a que no es una mera cuestión de exactitud. Los traductores literarios deben tener en cuenta la musicalidad y el ritmo de lo que se escribe en el idioma de llegada. También deben facilitar la transferencia cultural de una mentalidad a otra.
Sin embargo, esto puede llegar demasiado lejos, como es el caso de la traducción al inglés de los grandes nombres de la literatura rusa. Constance Garnett tradujo 70 grandes obras rusas de grosor considerable. Para conseguir tal hazaña, Garnett traducía muy deprisa, se saltaba los fragmentos más difíciles y cometía muchos errores. Pero lo peor fue que introdujo sensibilidad victoriana en las obras de Tolstoy, Gogol y Dostoyevsky. Tuvo que pasar un siglo hasta que Richard Pevear y Larissa Volokhonsky elaboraran unas versiones más fidedignas de la sobras rusas, ya en la década de los noventa.
En octubre de 2007, la edición de Guerra y paz del traductor británico Andrew Blomfield volvió a abrir la caja de los truenos y a avivar el debate. Este acortó la novela de 1267 a 886 páginas y le dio un final feliz. Su editor, Ecco, estaba encantado con la versión de Bromsfield y defendía que «era el doble de corta y cuatro veces más interesante… Más paz y menos guerra».
Traducciones de Nobel
Animo a los traductores de mis libros a tomarse todas las licencias que consideren necesarias. No es un gesto heroico aunque pueda parecerlo ya que, al trabajar con traductores todo este tiempo, he aprendido que la novela original es, de una forma u otra, una traducción en sí misma. No se ha traducido de otro idioma pero sí se traducen las imágenes en la mente del escritor a otras imágenes que se puedan plasmar en el papel.
Como dice Michael Cunningham, autor de Las horas, en esta cita extraída de una entrevista en The New York Times (2 de octubre de 2010), los escritores traducen sus imágenes mentales a palabras y los lectores las traducen a su vez y obtienen sus propias imágenes. Pero el traductor en este proceso no es un elemento más; es esencial.
De hecho, se dice que fue gracias a las traducciones al inglés que hizo Gregory Rabassa de la obra de Gabriel García Márquez lo que hizo que preseleccionaran al novelista colombiano para el premio Nobel, que al final consiguió.
Espaguetis al dente
De momento, a modo de resumen, tenemos claro que una buena traducción no debería dar la impresión de ser una traducción sino de estar escrita originariamente en la lengua de llegada, que debería reflejar el estilo y el etos del escritor original y, al mismo tiempo, adaptar aquellos elementos culturales que dificultarían sobremanera la experiencia lectora.
No obstante, en última instancia, siempre hay una dosis de subjetividad. Alfred Birnbaum, profesor inglés, tradujo las primeras obras del japonés Haruki Murakami. El primer fragmento de la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1997) se redactó así:
«I’m in the kitchen cooking spaghetti when the woman calls. Another moment until the spaghetti is done; there I am, whistling the prelude to Rossini’s La Gazza Ladra along with the FM radio. Perfect spaghetti-cooking music. «I hear the telephone ring but tell myself, Ignore it. Let the spaghetti finish cooking. It’s almost done, and besides, Claudio Abbado and the London Symphony Orchestra are coming to a crescendo.»
Cuando la fama de Murakami se extendió, Jay Rubin fue escogido como su traductor oficial. El mismo fragmento quedó así:
«When the phone rang I was in the kitchen, boiling a potful of spaghetti and whistling along with an FM broadcast of the overture to Rossini’s The Thieving Magpie, which has to be the perfect music for cooking pasta. «I wanted to ignore the phone, not only because the spaghetti was nearly done, but because Claudio Abbado was bringing the London Symphony to its musical climax.»
Jay Rubin y Haruki Murakami
El estilo de Rubin es más elegante y fácil de leer. Sin embargo, muchos de los primeros adeptos de Murakami en lengua inglesa ya se habían acostumbrado al estilo más brusco y directo de Birnbaum y le consideraban la voz auténtica del novelista japonés. Y la «controversia» aún sigue viva hoy. Parece que, como en tantos otros aspectos de la vida, no se puede complacer a todo el mundo.
Una profesión de riesgo
Un apunte curioso para terminar; algo que quizá nunca nos habíamos planteado sobre los traductores literarios. Los servicios secretos británicos consiguieron proteger la vida de Salman Rushdie cuando Los versos satánicos (1988) ofendieron al mundo árabe. No obstante, algunos de sus traductores no gozaron de dicha protección y corrieron menos suerte. Asesinaron a su traductor al japonés, Hitoshi Igarashi, golpearon y apuñalaron al traductor italiano, Ettore Capriolo, en Milán y también atentaron contra la vida del editor noruego, William Nygaard, a quien tirotearon frente a su casa en Oslo y quedó gravemente herido.
Rushdie, al enterarse de la muerte del traductor japonés escribió: «La traducción es una especie de intimidad, una especie de amistad, y por eso lloro su muerte como lloraría la de un amigo».
Y es que el papel de los traductores en el mundo de la literatura (y en general, evidentemente) debería valorarse mucho más. Son los que nos permiten vislumbrar las vidas de las personas cuya experiencia cultural dista mucho de la nuestra. A través de los traductores literarios vivimos otras vidas. O, en palabras del traductor de Stieg Larsson, Reg Keeland: «Let’s face it, reading good fiction from other countries is a fantastic way to learn about other cultures without leaving your armchair”.
Muy interesante.
Me alegro de que te haya gustado, Laura 🙂
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Qué interesante la controversia con el traductor de Murakami, la desconocía por completo, aunque sí es cierto que una y otra no tienen nada que ver. Creo que ambas me gustan 🙂
Al no haber una única traducción, lo bueno es que puedes disfrutar de dos estilos distintos 🙂
¡Gracias por comentar!
Me ha gustado esta recopilación de curiosidades. Me encantó leer a Murakami y, al igual que en el anterior comentario, desconocía el tema de las traducciones, Me quedaría con el estilo de Birnbaum, a pesar de ser más difícil de leer.
Un saludo
Gracias por pasarte y comentar, Carmen 🙂
Me alegro de que te haya gustado. Y sí, es más difícil aunque quizá más original, ¿no?
Buena recopilación de curiosidades, así que te regalo otra que pensaba colgar pronto en el blog. En uno de sus poólogos a «La sociedad del espectáculo», explica Guy Debord el caso de Paolo Salvadori, quiem tras leer una mala traducción italiana del libro de Debord, se fue a la editorial, buscó a los responsables y les partió la cara a golpes: «car telles est naturelment la manière d’agir des bons traducteurs», dice Debord. Hecho esto, Salvadori volvió a traducir el libro, con resultados excelentes, el autor. Efectivamente, éste es un trabajo serio y responsable. 😉
Repito el comentario, sin la selva de erratas: Buena recopilación de curiosidades, así que te regalo otra que pensaba colgar pronto en el blog. En uno de sus porólogos a “La sociedad del espectáculo”, explica Guy Debord el caso de Paolo Salvadori, quien tras leer una mala traducción italiana del libro de Debord, se fue a la editorial, buscó a los responsables y les partió la cara a golpes: “car telle est naturelment la manière d’agir des bons traducteurs”, dice Debord. Hecho esto, Salvadori volvió a traducir el libro, con resultados excelentes, según el autor. Efectivamente, éste es un trabajo serio y responsable. 😉
¡Hola David!
¿En serio? ¿Te imaginas que esto se hiciera aquí también? O, por lo menos, que la gente se tomara más en serio las traducciones (y la literatura en general) y el lector se quejara a la editorial. Me pregunto si habrá alguien que lo haga.
¡Gracias por comentar!
Muy bueno, Scheherezade.
Saludos
Muchas gracias, Marina. ¡Me alegro de que te haya gustado!
Gracias por comentar
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¡Grandísima entrada, me ha encantado! He aprendido muchísimas cosas que desconocía por completo. Hoy ya soy feliz =D.
¡Saludos, enhorabuena y gracias por darnos tantísimos datos interesantes!
Llegué a esta entrada por la compañera que ha escrito arriba y, desde luego, ha merecido muchísimo la pena leerla. Gracias por compartir toda esa sabiduría y esos datos con la red 🙂 desde luego, leer cosas tan interesantes por la mañana, te hace pensar que nada aburrido puede ocurrir hoy.
Tomo nota de todo. ¡Mil gracias de nuevo! y ya aquí tienes alguien más que te sigue 🙂
Lo de «Guerra y paz» tiene su explicación, en parte: lo que tradujo Bromfield no fue la versión «clásica» de la novela de Tolstoy que se suele encontrar en las librerías y que se publicó en 1869, sino la primera versión que Tolstoy escribió en 1866 y que no se dio a conocer al público hasta el año 2000.
Vamos, que Bromfield no cortó nada ni se inventó un final nuevo, simplemente tradujo otro libro (de hecho, esa edición se promociona en inglés como «the original version»).
¡Gracias por la entrada y buen fin de semana! : )
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Excelente entrada, asombroso y muy útil trabajo, enhorabuena.
Añado un par de casos más: Es conocido que Ivan Turgueniev adaptaba a la sensibilidad francesa de su tiempo las traducciones de novela rusa que llevaba a cabo («talking in silver»: se cargaba los pasajes descriptivos). Y lo malo es que en España se traducían esas novelas usando el francés como lenguaje puente. Aún corren por aquí esas ediciones mutiladas.
Y bastante recientemente (2012) tuve ocasión de ver de cerca las enormes diferencias que hay entre el Robinson Crusoe original y el que tradujo Cortázar. Al parecer, según el prólogo del traductor Enrique de Hériz a la primera versión española completa, muy probablemente porque el propio Cortázar trabajó a partir de una versión ya previamente expurgada de ciertos pasajes.
Saludos,
Te quería preguntar algo. ¿De casualidad sabes si la obra de Murakami ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’ (‘The Wind-up Bird Chronicle’) está abreviada en su traducción al español? La traducción en ingles si lo está. También me preguntaba si la versión en español fue traducida directamente del japonés o de una traducción inglesa ya existente.
Gracias por adelantado!
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¡Excelente entrada! Me encantó. Tal vez por ser traductora y lectora compulsiva cada vez que leo a mi amado Murakami estoy atenta a estas cuestiones de la fidelidad del texto. Creo que la tarea del traductor es enorme y poco valorada si la pensamos como el único e ineludible puente entre el lector y el escritor. Siempre releo «Decir casi lo mismo» porque creo que Eco no se cansó de sembrar la duda eterna que nos genera el texto al momento de traducirlo; un desafío constante de imágenes y palabras. ¡Gracias!
¿Te preguntaste alguna vez en tu vidas si lo que hacías era lo correcto, si sentías que ibas a algún lado o pensaste renunciar y cambiar de profesión? Tengo 25 años, y me dedico a la traducción aunque no de la manera que me gustaría, he intentado por muchos lados y no puedo tener esa seguridad que me gustaría. Leí tu carta y vi la entrevista que te hicieron los chicos del canal de YouTube dedicado a l traducción y aún así siento que me falta algo, ¿soy yo o la profesión no es para mí?
Bueno, el inicio fue muy duro y te mentiría si te dijera que no pensé en tirar la toalla, pero por suerte no lo hice. También te diré que tener la seguridad de otro trabajo con el que poder compaginarlo me fue muy bien, ya que me permitía tomarme las cosas con cierta calma e ir progresando poco a poco (aunque empecé a buscar clientes ya desde 4.º). Eso me daba ese margen para poder ir llamando a varias puertas y buscar en sitios en los que en un principio muchos te dirán que se consigue muy poco, como Proz.com. No conozco tu caso particular; ¿qué crees que te falta? ¿Es lentitud a la hora de conseguir encargos o clientes?
en realidad creo que es algo más personal, trabajo para Amara, un sitio dedicado a crear subtítulos, la carga de trabajo es buena y la paga está bien, no niego que me gustaría un poco más pero ¿a quién no? Trabajo también como maestro de francés en una universidad.
Yo creo que es algo un poco más profundo, siéndote sincero a veces siento que no estoy haciendo las cosas porque me gusten sino por necesidad y siento que no está bien, me gusta la traducción y me gustaba cuando la estudiaba sólo que ahora me siento un poco perdido.