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comunicación fallida, consecuencias económicas, errores de traducción, errores ortográficos, lenguaje claro
En un contexto donde la reputación, la notoriedad y la visibilidad de la empresa están en juego, tan negativo es utilizar un lenguaje demasiado coloquial donde no procede o transmitir una frialdad excesiva, como descuidar la ortografía. Algunos errores no solo arruinan la reputación, sino que también pueden provocar la pérdida de clientes.
¿Una mala ortografía puede hacer perder dinero a las empresas?
Pues sí. Sin medias tintas. Las faltas de ortografía hacen perder la credibilidad y la confianza en una marca. Y esto se da en todos los ámbitos de la comunicación.
Cuando hay errores ortográficos en una newsletter, un correo electrónico, un cartel, la página web del comercio y hasta en el producto que se vende, el emisor pierde por completo la credibilidad. La empresa o entidad que lo envía queda mal y el mensaje hace saltar todas las alarmas: sabemos bien qué es el phishing, desconfiamos de la credibilidad de una marca que nos escribe con erratas, pero también de la seriedad de quien lo envía. Y es que los pequeños errores ortográficos pueden salir muy caros tanto a consumidores como a empresas.
La mala ortografía hace menguar la confianza… y hasta las ventas
Un texto promocional con el que se quiera vender algo debe estar bien escrito. En un artículo que leí hace un tiempo, un empresario hablaba precisamente de esto y afirmaba que la mala ortografía costaba millones de libras en el Reino Unido. Charles Duncombe, director de una web de viajes, telefonía móvil y ropa, exponía que la mala ortografía es un problema grave para la economía online. Tras analizar las cifras de su web, afirmó que una sola falta de ortografía podía reducir un 40 % las ventas online.
Las cifras de venta indican que las faltas disuaden a los consumidores, pero también les disuade que no les hables bien en su idioma. Así pues, cuidado con traducir un ecommerce con un programa de traducción automática.
Según qué motor de traducción automática se utilice, se puede acabar con un texto trufado de auténticas barbaridades. Muchas veces el programa no tiene capacidad de discernir cuál es el contexto y hace unas traducciones desastrosas. Que se lo digan al Fútbol Club Barcelona, en las instalaciones del cual había un cartel que rezaba: «Compre aquí sus entradas sin hacer cola». Hasta ahí bien, ortografía impecable en español, pero al traducir el cartelito al inglés, ese «cola» aparecía como tail (cola, sí, pero de animal) y no queue.
«Un texto promocional o serio debe estar bien escrito; una sola falta de ortografía puede reducir un 40 % las ventas online».
¿Hay más laxitud en la comunicación escrita?
Desde luego es donde se observa más porque verba volant, scrīpta mānent, pero también porque no se le da el mimo que merece. Y esto es un peligro: las faltas se extienden luego por las redes sociales como la pólvora.
Hace un tiempo, el community manager de La Casa del Libro escribió este tuit: «Se hacerca el día internacional del libro juvenil». La respuesta de la gente fue obvia: «La casa del libro ni los abre», entre muchos otros tuits jocosos. El responsable de las redes sociales recurrió después al humor para enmendar su error, pero no siempre es así y la reputación puede verse afectada. ¿Qué imagen de marca nos llevamos si leemos mensajes de este tipo?
¿Quién no ha recibido alguna vez un correo con un lenguaje descuidado, erratas y errores de traducción? Con un texto de sintaxis cuestionable, cuajado de frases extrañas o con una mezcla de idiomas y de palabras que normalmente no son habituales o parecen forzadas en el contexto. Un mensaje así genera cero confianza.
Entre el castellano y el catalán, por ejemplo, se ven muchísimo este tipo de errores por la proximidad entre idiomas y porque, en consecuencia, se cree que es un tipo de traducción que puede hacer cualquiera. Así, se ha hablado de la marca de ropa Mango traduciéndola como «Mànec» (mango de una sartén, no la fruta); se ha podido leer una noticia sobre el expresidente de Seat, Luca de Meo, con el nombre cambiado por Luca de Pixo (os podéis imaginar de dónde viene) o nos hemos quedado patitiesos cuando, en ciertos periódicos digitales que siempre traducen los artículos automáticamente, alaban el último partido de Llegeixo Messi.
En ciertos ámbitos de Internet, como en las redes sociales, hay una mayor tolerancia y laxitud en cuanto a la ortografía y la gramática (uno no escribe igual en sus redes personales que en una carta de presentación para optar a un puesto de trabajo). Sin embargo, los errores ortográficos en una página de inicio o en una oferta comercial pueden plantear dudas sobre la confianza y la credibilidad del sitio. Una palabra mal escrita podría suponer un gran problema.
«Las faltas de ortografía en una web de una empresa pueden crear dudas sobre la credibilidad de la compañía».
Cuando el error es intencionado, ¿da un golpe de efecto?
¿Qué te ha parecido la ristra de errores ortográficos del titular? ¿Te ha impactado? Hace unos años, unas galerías comerciales de Barcelona anunciaban su periodo de descuentos con un gran «REVAJAS». Desde luego, fue algo llamativo, pero hay que saber jugar muy bien esa baza. El uso incorrecto del idioma puede transmitir una falta de profesionalidad o descuido. En lugar de atraer la atención positiva, es más probable que el mensaje cause una percepción negativa.
Si lo que queremos es que destaque nuestro anuncio, es preferible un contenido claro, conciso y persuasivo, acompañado de un diseño atractivo. La calidad del mensaje y la presentación son factores clave para atraer la atención de una forma eficaz y positiva.
Porque el problema es que, muchas veces, no queda claro si la errata es intencionada. A mí me ha pasado ya en un par de ocasiones con una marca muy conocida. ¿Lo de «fayar» es un error? Podría parecer que no y que se ha hecho a posta porque es un guiño, un uso casi metalingüístico en la prenda, pero ¿«allways» también es algo buscado? Poco probable, pues lo he visto en otros artículos de estampado similar.
¿Por qué se escatima, pues, en corrección y traducción?
Se quiere todo bueno, bonito y, sobre todo, barato. También se cree que cualquier persona de la empresa puede redactar un texto, que domina lo suficiente para escribirlo… y hasta para traducirlo. Pero no, no basta con unos conocimientos básicos. Muchas empresas no le dan importancia a una coma de más o a un pequeño error hasta que es demasiado tarde.
Hay que desterrar el mito de que la corrección y la traducción son servicios caros. Cualquier profesional te hará un presupuesto a medida (con su buen desglose de elementos) para que consigas lo que quieres de verdad con tus textos. Tu reputación y las ventas están en juego.
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Artículo publicado originalmente en LinkedIn.
Entrevista con relación a este tema: La ortografía sí importa: «Puedes perder un 40% de las ventas si escribes mal»