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A menudo me preguntan cómo llego a todo. Y mi respuesta sincera es: no siempre llego. Esto es así.

Trabajo como autónoma, y eso significa que llevo varios sombreros: traductora, gestora de proyectos, formadora, contable… Aun así, hay varias estrategias que me ayudan a mantener el rumbo, a concentrarme mejor y a trabajar de forma más productiva sin dejarme la piel en el intento.



No tengo una fórmula mágica, pero sí algunos trucos que me funcionan:

🔹 Planificación realista: Intento no sobrecargar mis jornadas. Dejo márgenes para imprevistos, porque sé que los habrá. Tener una visión clara de las tareas me permite priorizar sin entrar en modo pánico (aunque siempre haya algún momentito así, para qué negarlo).

🔹 Listas breves y claras: Cada día empiezo con una lista de entre 3 y 5 tareas clave. Si las termino, perfecto: añado más (o no). Pero parto de lo esencial para evitar la parálisis por exceso (me he dado cuenta de que me pasa bastante; cuando me abrumo, tiendo a postergar decisiones).

🔹 Me como el sapo 🐸: Cuando puedo, empiezo el día con la tarea que más me cuesta. Esa que más me tienta posponer (contestar un correo peliagudo, hacer un presupuesto complejo). Una vez hecha, todo lo demás fluye mejor.

🔹 Bloques de trabajo sin interrupciones: Silencio notificaciones, dejo el móvil boca abajo y trabajo por bloques. Sin excusas.

🔹 Pequeñas rutinas motivadoras: Una taza de café, una lista de reproducción especial, una vela encendida (o lo que me chifla ahora; quemar cera aromática en un quemador), etc. Son pequeños gestos que me ayudan a crear un ambiente que invite a trabajar.

🔹 Descansos estratégicos: Parar no es perder el tiempo. A veces basta con levantarme cinco minutos, salir a dar un paseo corto, sacar al perro o mirar por la ventana para volver con las ideas más claras. A veces, lo reconozco, también implica poner una lavadora o descargar el lavavajillas. Está estudiado: el cuerpo quiere movimiento cuando la mente se cansa, aunque sea barrer.

🔹 Delegar, automatizar, eliminar: Cada cierto tiempo reviso mis procesos y me pregunto: ¿Podría automatizarlo? ¿Esto sigue siendo necesario? ¿Paso el encargo, mejor?

🔹 Decir que no: Aprender a decir que no a ciertos proyectos, reuniones o compromisos también es productividad. No puedo con todo, y reconocerlo me hace más eficiente y más humana. Me cuesta horrores (diría que es lo que más), pero es necesario.

🔹 Celebrar los logros: Marcar una tarea como hecha y tacharla de la lista, cerrar un proyecto… Cada pequeño logro merece su minicelebración. A veces es un café tranquilo. Otras, parar para leer algo por placer o hacer dibujitos en un papel (¿conoces el zentangle?).

No siempre llego a todo, pero con estos puntos llego a lo importante.

Y tú, ¿tienes algún truco que te ayude a concentrarte o rendir mejor en el día a día? ¡Compartir es vivir!